HBO | 2011
Drama, comedia, suspense | 12 ep. de 48-59 min.
Productores ejecutivos: Alan Ball.
Intérpretes: Anna Paquin, Stephen Moyer, Sam Trammell, Ryan Kwanten, Rutina Wesley, Alexander Skarsgard, Kevin Alejandro, Marshall Allman, Chris Bauer, Nelsan Ellis, Kristin Bauer, Todd Lowe, Carrie Preston, Deborah Ann Woll, Paola Turbay.
Valoración:
|
—Alerta de spoilers: No puedo comentar la temporada sin mencionar muertes de personajes y finales de tramas: no leer si no se ha visto.–
Después de un tercer año de gran nivel, con historias más equilibradas y apasionantes que en temporadas anteriores, la cuarta etapa de nuevo resulta algo irregular, con un primer tramo disperso y quizá más lento de la cuenta. Pero como ocurre en anteriores sesiones, se va lanzando y posee un tramo final espectacular y un desenlace apoteósico que hace olvidar las líneas llevadas con menos habilidad.
En la línea de la serie nos encontramos ante un gran número de protagonistas con aventuras más o menos entrelazadas, con dramas más intensos, secciones más cómicas, guerras entre razas o historias de amor dulzonas. Es difícil mantener tantas tramas en juego, y más dotarlas de un nivel de interés alto a todas ellas. Así, como es habitual habrá personajes que no nos caigan muy bien, o que sí lo hacen pero los vemos desperdiciados en historias que no nos llaman mucho. Cabe preguntarse para qué se pierde tanto tiempo con Jason y los rednecks cambia-formas si al final no se convierte en uno, o si no podían haber finiquitado la aburrida presencia del hermano de Sam con más celeridad, o qué sigue pintando Tara en toda la serie… Otras partes se salvan precisamente porque sus protagonistas tienen carisma de sobra: si no fuera por la fuerza del personaje de Sam, su poco llamativo romance y los problemas con su hermano hubieran sido bastante más tediosos.
Encontramos también que secundarios de gran potencial pero anteriormente infrautilizados han cobrado protagonismo: Jessica y sus problemas de adaptación como vampira, donde debe luchar contra sus nuevos instintos (apetito de sangre, violencia y sexo), han ganado muchísimo en emoción y ritmo. Además se explota de maravilla tanto el lado interpretativo de Deborah Ann Woll (qué bien muestra todos esos instintos y sus duras repercusiones) como el aspecto erótico en su caótica relación con Jason y Hoyt (incluso el no mostrar desnudo total como el resto del reparto la hace más atractiva). Igualmente, otros secundarios que antes resultan incluso molestos están mejor aprovechados: Jesús y Lafayette y sus delirios con la magia resultaban excesivos el año pasado, y ahora son prácticamente protagonistas del hilo central, con lo que su presencia es crucial; por suerte, salvo momentos puntuales (un par de desfases al final, como la posesión de Jesús), sus aventuras dan mucho más de sí, y desde luego siempre es una gozada ver a actores del nivelazo de Nelsan Ellis. Además, a quien le cayera mal Jesús, como a mí, su muerte es un momento de placer no por previsible menos agradecido.
En cuanto a las tramas centrales seguimos el conflicto con una bruja que trata de acabar con los vampiros, secundadas de lejos por otras que vienen de atrás y todavía les queda desarrollo en próximas temporadas (las hadas siguen en segundo plano, el conflicto vampiro-humano tiene más relevancia pero no termina tomar protagonismo, los hombres lobo siguen por ahí pero un poco apartados…). La historia de la bruja recuerda claramente a la de Mariann: debe llenar la temporada entera, y claro, deja la sensación de que en algunos momentos se estira demasiado. La frase “Antonia Gavilán de Logroño” ya se usa como cachondeo para reírse de los excesos del personaje, más sobreactuado y pasado de rosca de lo que un villano de tal nivel necesitaría (mayor inteligencia y capacidad de dar miedo por sus brillantes planes, básicamente). De hecho su muerte, aunque en un par de episodios espectaculares llenos de momentos geniales, se hace eterna, y para colmo cuando por fin parece haber fallecido su fantasma posee a Jesús. Además está el tema de que lo de jugar con la magia sin una mitología clara detrás siempre sabe a engaño, a deus ex machina barato: qué poco me gusta que se saquen conjuros de la manga para resolver las cosas. Pero eso sí, repito que dicho desenlace se produce en un envoltorio de tramas, dramas personales y situaciones concretas de primerísimo nivel, con lo que el cierre del año deja en general muy buenas sensaciones.
Es la parte que incumbe a los vampiros, como suele ser habitual, la que sale mejor parada. Eric atontado y con la memoria borrada es un puntazo detrás de otro, la boba de Sookie enamorándose de él da para muchos buenos momentos (sexuales, claro, pero también humorísticos), los conflictos que surgen con Bill en el trío amoroso magnifican el asunto de forma excelente, la fiel seguidora de Eric (Pam), con la carne pudriéndose por el conjuro, es tronchante… Y todos juntos dan para escenas memorables, ya sea cuando están encadenados para escapar de la luz del sol (vaya puñaladas verbales se sueltan entre ellos) o al final uniendo fuerzas contra Antonia Gavilán de Logroño. No menos interesantes son las partes dedicadas a los roces con los humanos, con Nan, La liga de los Vampiros y la temible Autoridad, la subtrama de la conspiración contra esos poderes que maneja ella con Eric… y su sorpresiva muerte. Vaya zorra, suelta Eric en otra de esas geniales frases de final de temporada que se marca la serie.
Hay tantos, tantísimos personajes e historias entrelazadas, que es difícil mencionarlos a todos sin alargarme demasiado. Me dejo en el tintero otras partes francamente interesantes, como la de los hombres lobo, muy entretenida a pesar de quedar algo descolgada, o los problemas del Sheriff Bellefleur y sus choques con su hermano Terry, muchos más atractivos que los juegos cansinos del bebé de Arlene (esta quizá sea la parte menos lograda del año).
Como decía, el final acapara momentazos uno detrás de otro, como las clásicas escenas salidas de madre (Eric sorbiendo del corazón o matando a Pam), pero también con sorpresas inesperadas (espectaculares muertes de personajes –la de Tara algo forzada pero bien recibida-) y con la recuperación de tramas latentes (las hadas, el grandioso vampiro Russell) para subir el interés de cara a la próxima sesión.
Con sus altibajos ya más que aceptados, True Blood sigue siendo un entretenimiento completísimo: divertido, alocado, excéntrico, erótico y gore hasta donde la imaginación de sus autores sea capaz de llegar. Y hablando de sus autores, me maravilla su capacidad para crear y mantener este universo sin perder el control, sin caer en lo absurdo sin sentido, y su habilidad para mostrar en cada episodio, aunque sea de los aburridos, destellos de grandeza, detalles geniales, chistes inesperados… Y sobre todo, hay que volver a destacar la aparente facilidad que tienen para darle un envoltorio fascinante (aaah, el sello HBO: dinero + talento). Sin embargo, como ocurre con la serie desde su estreno, sigue habiendo gente que la ve porque está de moda pero no la entiende, y se atraganta y la critica de maneras poco objetivas. Que sí es ridícula y cómica sin pretenderlo, que si sus actores no saben qué hacen… Lástima que no sean capaces de ver su tono de humor, a veces sutil y a veces descaradamente absurdo pero siempre muy bien colocado, su capacidad de no tomarse en serio pero a la vez ofrecer protagonistas sumamente creíbles dentro de su entorno de fantasía desenfrenada, y lástima que tampoco sean capaces de admirar las sublimes labores interpretativas de todos los actores, todos espléndidos en sus excéntricos personajes (vuelvo a decir que es estamos ante uno de los mejores repartos de los últimos años). Pero ellos se lo pierden. Larga muerte a True Blood.
Ver también:
– Episodio piloto (versión pre-emisión) (2008)
– Temporada 1 (2008)
– Temporada 2 (2009)
– Temporada 3 (2010)
-> Temporada 4 (2011)
– Temporada 5 (2012)
– Temporada 6 (2013)
– Temporada 7 y final (2014)