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PENNY DREADFUL – TEMPORADA 1

Penny Dreadful
Showtime | 2014
Productores ejecutivos: John Logan, Sam Mendes, Pippa Harris.
Intérpretes: Josh Hartnett, Timothy Dalton, Eva Green, Rory Kinnear, Billie Piper, Harry Treadaway, Reeve Carney, Danny Sapani.
Valoración:

En el siglo XIX en Reino Unido existían unas publicaciones literarias semanales asequibles a las clases bajas, relatos de fantasía-terror baratos (un penique) y comerciales. Eran los llamados Penny Dreadful. Showtime recupera su esencia en una serie que sin embargo bebe más de novelas más ambiciosas y famosas. El creador y guionista es John Logan, un escritor de gran renombre (Gladiator, El último samurai, El aviador, La invención de Hugo, Skyfall…).

El intento de combinar historias clásicas de la fantasía de terror resulta un galimatías de personajes y tramas que parece improvisado. Frankenstein mezclado con el fantasma de la ópera, una vaga aventura de vampiros, ramalazos de hombres lobo, videntes y posesiones, referencias a misterios de África y Egipto, Dorian Grey metido con calzador… El nexo entre estas secciones parece ser la búsqueda y rescate de Mina, secuestrada por algún vampiro (Drácula no aparece por ahora), pero el tiempo dedicado a esa trama, así a ojo, no llenaría un episodio de los ocho que nos ofrecen. Aparte de eso no hay un hilo conductor claro, no se sientan las bases de un universo uniforme donde apoyar personajes e historias y hacerlos avanzar en línea recta. Hora tras hora y día tras día los protagonistas se dedican a sus vidas (hablan, pasean, ligan…), para solo reunirse de vez en cuando para buscar a Mina, ocasiones en las que hacen cuatro cosillas nada llamativas y aunque logren una pista importante se quedan a medias, lo dejan en el aire yéndose otra vez cada uno a lo suyo, para reencontrarse lo que parece días después y avanzar otro poco o ir de una vez tras la pista hallada.

Este desequilibrio narrativo es fruto de querer empezar con todo sobre la mesa. El guionista está obligado a meter algo de la trama en cada episodio, para lo que reúne al grupo de mala manera (a veces aparecen juntos sin que hayan quedado), pero luego se acuerda de que debe desarrollar las historias individuales, por lo que los separa en media faena y salta a otra aventura que por comparación con el arco del año difícilmente puede llamar tanto la atención, y más al ritmo moroso que llevan. Debería haber dejado el rapto y la formación del grupo para la mitad de la temporada, una vez asentadas unas buenas bases, permitiendo que las secciones se presentaran y acercaran poco a poco. En la situación elegida los capítulos se pierden en vaguedades y zigzagueos sin rumbo que no hacen avanzar como es debido ni la trama central ni los personajes. Un episodio entero centrado en el pasado de Vanessa y sus problemas mentales y otro más para la posesión, largos recesos con la criatura en el teatro y otros con Ethan y su aburrido romance con Brona, Dorian Gray ligoteando con esta y aquella… Si ya de por sí es difícil interesarse por cosas tan ajenas a la premisa inicial no digamos cuando finalmente este exceso de metraje no resulta crucial en la evolución de los protagonistas.

La pena es que la posición inicial de los caracteres era prometedora. Se describe correctamente el lío familiar de Malcolm (y de hecho se reincide demasiado en el capítulo flashback) y la posición de Vanessa en él, se entiende que Ethan tiene un pasado gris y un secreto más oscuro, los anhelos de la criatura son palpables, Victor resulta inquietante aunque no sepamos mucho de él… Pero ninguno crece hacia algo concreto. El difícil cambio en Malcolm llega porque sí (lo de si sería capaz de sacrificar a Mina si es necesario), Vanessa no se sabe muy bien de qué va, ni se entiende por qué era necesario dedicar dos episodios enteros a mostrar algo tan obvio, las motivaciones de Victor no se explican, la aventura de la criatura resulta completamente ajena al resto, Brona es intrascendente y Dorian un verdadero coñazo. Otro problema destacable es que todos hablan dando discursos pedantes supuestamente hermosos y épicos. Se puede argumentar que están en el tono novelesco y victoriano más o menos esperable, pero de excesivos (por largos y enrevesados) acaban siendo muy cargantes e hieren gravemente tanto el ritmo (se habla mucho pero se actúa poco) como la verosimilitud. No es muy creíble que la criatura de Frankenstein nazca medio retrasada y analfabeta y leyendo unos pocos libros se convierta en una gran erudita con lenguaje florido, por ejemplo.

Para colmo cuando hay un avance importante este es casual o forzado por factores externos al esfuerzo de los protagonistas, es decir, están ahí perdiendo el tiempo y de repente se van a cazar vampiros porque les ha caído del cielo la localización de un nido; y en los escasos momentos en que la acción se mueve por su trabajo se resuelve muy mal, como la posesión, donde resulta que Ethan tiene la solución pero no la usa hasta el último minuto, supongo que porque entonces no habría capítulo, porque otra razón no se da. En esta línea está el final de temporada. La localización de Mina la hallan por arte de magia en un giro secundario colado de mala manera en todo el jaleo de la posesión, y el resto del tiempo se dedica a marear la perdiz. Tras cuarenta minutos anodinos por fin se lanzan a su rescate… y todo termina en una fugaz e insípida batalla.

Demasiada exposición (malograda además) y poca acción, mucho relleno y poco esfuerzo para asentar las bases del universo, personajes con poca proyección, trama inconexa y sin rumbo, demasiado estirada, superficial y lenta (hasta el sopor en algunos tramos)… Apenas encuentro misterios bien expuestos, solo se me ocurre lo del hombre lobo, presentado sutilmente y lanzado poco a poco. Escenas con fuerza hay pocas también, como Victor siendo incapaz de ejecutar a su criatura. En el otro extremo tenemos algunos engaños algo molestos, es decir, se pegan algunos tiros al aire: que si las pruebas señalan a Egipto y que si viajaremos a África, para que luego no ocurra nada de nada. ¡No puedes apuntar todas las pistas hacia una dirección y luego hacer caso omiso! Otros tiros van directos al pie: lamentable la forma de quitarse de en medio a un carácter tan interesante y potente como Van Helsing.

Por suerte hay algunos factores que realzan la serie considerablemente. El más decisivo es que la puesta en escena resulta excelente. Mediante una correcta ambientación (aunque no muy ambiciosa), una gran fotografía y una trabajada atmósfera se disimulan bastante bien las carencias del guión. Destacan sobre todo los dos primeros capítulos, donde J. A. Bayona (Lo imposible) genera hábilmente una atmósfera intrigante, regalando tramos bastante tenebrosos. Pero también podría señalar las fantásticas escenas en el teatro (Demimonde) o que gracias a este buen nivel hasta narrando la más absoluta nada (el internado de Vanessa) logran un mínimo de interés aceptable.

Para rematar, algunos de los actores tienen una fuerza impresionante y sacan mucho partido a los pobres personajes. El veterano Timothy Dalton tiene un carisma arrollador y maneja muy bien los demonios internos de Sir Malcom. Eva Green lo mismo, destacando que pasa de la razón a la locura con pasmosa facilidad. Rory Kinnear como la criatura creada por Frankenstein está fantástico, resultando lastimero o inquietante según su estado de ánimo. Y la sorpresa es el joven y desconocido Harry Treadaway como Victor Frankenstein, con una interpretación contenida que resulta memorable. Sin duda el intérprete tiene gran futuro. Pero es una lástima que el casting no rematara tan bien el resto del reparto. Billie Piper (Brona, la chica del pueblo llano) con su acento forzado, Josh Hartnett (el pistolero Ethan) con sus escasas dotes y carisma y Reeve Carney (Dorian Gray) sin dote alguna no dan la talla al lado del resto.

Aunque Penny Dreadful es bastante poderosa en lo visual el guión oscila entre el quiero y no puedo, entre la promesa y el fracaso. Resulta una temporada tan dispersa y aburrida que cuesta acabarla a pesar de lo corta que es. Pero hay potencial para mucho más, así que veremos si madura correctamente.