OZ – TEMPORADA 6 Y FINAL

HBO | 2003
Drama | 8 ep. de 54-57 min.
Productores ejecutivos: Tom Fontana, Barry Levinson.
Intérpretes: Terry Kinney, Harold Perrineau, Ernie Hudson, J. K. Simmons, Dean Winters, Lee Tergesen, George Morfogen, Rita Moreno, Eamonn Walker, Craig muMs Grant, Lauren Vélez, Granville Adams, Kirk Acevedo, BD Wong, Chuck Zito, Christopher Meloni, Scott William Winters.
Valoración:

Alerta de spoilers: Analizo a fondo cada trama y destino de personajes.–

Última temporada de Oz. El destino final de los numerosos personajes que han poblado este relato se acerca. Unos tienen un cierre concreto, otros ejemplifican que la vida sigue día a día, y unos pocos no salen muy bien parados, pues la temporada tiene algún desliz digno de mención.

Tras ser apuñalado en un atentado contra su mentor, Burr, Augustus muere. Pero sigue apareciendo en la narración hacia el espectador, aunque no es tan omnipresente. La dinámica cambia un poco de forma muy interesante: en cada capítulo aparece algún preso que ha fallecido en temporadas anteriores, contando historias como es habitual en relación con las tramas del episodio.

Para sorpresa de McManus y Said, Augustus deja un manuscrito de una novela sobre la vida en la cárcel (algo que nunca le hemos visto desarrollar, pero bueno). Ambos piensan que es material de primera calidad que debe ser editado. Said se lo toma como nueva meta en su vida, con lo que se encarrila tras un tiempo dando tumbos. Los caminos inesperados le llevan a decidir autopublicarlo e imprimirlo desde la cárcel con ayuda del resto de musulmanes. Como es esperable, el proyecto arrastrará mil y un problemas. La muerte inesperada de Said lo pondrá todo patas arriba, y Arif debe tomar de nuevo el difícil el liderato.

Álvarez sigue intentando reconciliarse con el mundo, contener los problemas que le surgen, pues las vueltas que da su vida parecen llevarlo siempre hacia el abismo, por mucho que se esfuerce. Cuando consigue poner algo de orden y sentido se da cuenta de que no todo depende de él, de que hay factores impredecibles. Al ver que no saldrá nunca porque el encargado de la condicional le tiene manía, parece abarazar la desesperación habitual en él como único modo de vida: hay que seguir hacia adelante y punto. Omar ha caído tan bajo que parece imposible volver a despegar. Sin el apoyo de McManus y de Said, menos posibilidades tiene. Intenta encontrar un sentido a su vida: primero, aferrándose a la idea de la venganza por la muerte de Said, segundo, intentando aceptar y comprender el sentido de la vida, del universo. Pero en su ignorancia y locura se equivoca al elegir un maestro que le guíe: el asesino de Said está como una regadera, y lo degüella en plena noche.

Rebadow está completamente hundido tras la muerte de su nieto, pero la vida da muchas sorpresas y termina encontrando consuelo al enamorarse de la nueva encargada de la biblioteca. Sin embargo la relación da pasos extraños cuando descubre que, como su nieto, ella puede morir de cáncer en cualquier momento. Mukada se sigue enfrentando al poder que sobre él ejerce el chaval pelirrojo que enloqueció definitivamente al matar al reverendo Cloutier. El chico ahora dice estar poseído, y Mukada afronta dilemas de fe intensos: creerle o no, aceptar para sí mismo que quería ver al reverendo muerto, perdonarse por ello y perdonar al chaval por haber perdido también su sendero, etc. Gloria por su parte se enfrenta a sus propios diablos: la posibilidad de que las celdas de aislamiento sean tóxicas la enfrenta contra la ética laboral y la política (callar o enfrentarse al sistema).

Muy interesante es la historia que involucra al Senador Devlin: un alcalde encarcelado podría soltar mierda sobre él, y decide mover hilos para cargárselo. Durante toda la temporada la trama me mantuvo en vilo: ¿por fin caería el villano más grande de todos, el político repelente, un ser más cruel que la mayoría de los presos? Me gustó mucho también la caída gradual de Robson (R. E. Rodgers), uno de los nazis más destacados. El rechazo de su grupo le lleva a ir reconociendo poco a poco la miseria de vida que ha llevado siempre (no sin antes cometer otros errores enormes), y las escenas en que se desmorona son muy intensas.

En otro de esos proyectos que pretende hacer de la cárcel algo mejor que un simple almacén de ciudadanos descarriados, se inicia un grupo de trabajo pagado. Burr, perdido tras la muerte de Augustus, lo usa para levantar su espíritu y conseguir redención: con ello podría encarrilar a su gente, alejarlos de las drogas. Como siempre en la serie, el asunto ofrece muchas vueltas y perspectivas, y resulta un estupendo análisis: se critica que las empresas usen presos con salarios de mierda, se desarrolla una buena trama de superación personal, de problemas y vicios que nos impiden realizarnos como personas y encontrar un sentido a la vida, etc.

El plato fuerte del año es sin duda el desenlace de una historia que viene de temporadas anteriores: la pena de muerte de Cyril. Capítulo tras capítulo la tragedia se va acercando mientras los protagonistas intentan todo por evitarlo. La tensión constante que enfrentan los personajes, la dureza que es vivir cada día con la sombra de la muerte de un ser querido acercándose cada vez más, la desesperación de O’Reily, la locura en que se va sumergiendo Cyril (vertiendo una doble personalidad en el calcetín-muñeco), la terapia de electroshocks (¡curarlo para matarlo!)… Todo este segmento es durísimo, desgarrador. Y los guionistas lo exprimen al máximo, generando una espiral creciente de tensión y drama con momentos sobrecogedores. La ejecución aplazada a instantes de realizarse te deja sin respiración durante toda la maldita secuencia. Los presos haciendo su protesta te llegan al alma. Y finalmente, al enésimo intento del desmoralizado y podrido sistema «democrático» estadounidense, Cyril es ejecutado, a pesar de su retraso mental y su demencia. La posterior redención de O’Reily con su padre y con Gloria es también muy emotiva.

En las historias secundarias, que huelga decir están siempre relacionadas con el resto de forma excelente, hay muchas que destacar también. La búsqueda de venganza de Dave Brass por haber quedado cojo y haber perdido su posible futuro como jugador de baloncesto (con la brutal y equivocada paliza a Morales), los intentos de Peter Schibetta, el italiano, de encontrar un hueco en una prisión donde todos le rechazan (aunque el personaje no termina de tomar un rumbo claro tampoco este año), los líos de Busmalis con su novia, la obra de teatro, etc.

Pero como indicaba al principio, la temporada tiene algunos patinazos importantes. Está lejos de ser grave, de hecho, pienso que si me ha molestado bastante es porque le tenía cariño a los personajes y esperaba mucho más, pero sin duda hay secciones que no terminan del todo bien. Primero, a base de repetir la dinámica de la vida en la cárcel llega un momento en que ya no sorprende nada. Tantas guerras entre bandas, tantas muertes, tantos problemas… Cuando los golpes de efecto (muertes principalmente) no aportan algo tangible (una crítica o análisis determinado sobre algún aspecto humano, social o político, un desenlace notable a una trama interesante) pueden llegar a resultar poco impresionantes. Segundo, en el tramo final se abusa del sensacionalismo rápido y fácil, en un fallido intento de dejar huella en el último momento.

El mejor ejemplo de ambos problemas es que desde la cuarta temporada la rivalidad entre Beecher y Schillinger da varios traspiés, con varias muertes innecesarias, y llega un momento en que tanto exagerar y forzar las cosas termina saturando al espectador. En este año llegamos a un punto en que de repente se cargan al padre de Beecher. ¿De verdad era necesario, hay motivos argumentales para ello, o es un simple golpe de efecto? Y la cosa va más allá: Beecher por fin sale de la prisión, un momento que debería haber ido acompañado de la emoción y fuerza que han tenido otros instantes clave de su vida, pero que en realidad carace del empaque esperado. Para colmo, los guionistas se empeñan en rizar el rizo: vuelve a Oz por una tontería y a partir de ahí se envuelve en una espiral de historias rebuscadas y forzadas con Keller. La trama de Keller volviéndose malvado peca de tramposa y sensacionalista, y si bien se salva porque mete un giro interesante (era su plan definitivo para acabar con Schillinger), lo cierto es que luego vuelve a empeorar en el desenlace. Hubiera quedado mucho más creíble y trágico que Beecher testificara contra él, y que así saliera de la cárcel, por no decir que de esta forma se habría mantenido más fiel a la dinámica de la relación entre Beecher y Keller en los últimos episodios. Es que joder, no puedo evitar pensar que de esa manera habrían conseguido un final trágico perfecto: Beecher libre de cárcel y purgado de los crímenes de su entorno, pero a costa de abandonar a su amado. En cambio optan por una muerte de cómic con Keller cayéndose por la barandilla. En conjunto no llega a ser una trama horrible, pero tanto altibajo y exceso deja un mal sabor de boca, y más cuando Beecher siempre ha sido mi favorito.

Pero hay más muertes que se me antojan fallidas. Después de haber visto caer de forma magistral a roles de gran calibre (Adebisi a la cabeza), es una pena que los guionistas decidieran forzar las muertes de otros personajes, como si sólo por hacerlo ya lograran un momento dramático digno de recordar. Y no es así. Como decía, sin un contexto adecuado, sin un objetivo tangible, la eliminación de caracteres sin más sabe a trampa, a sensacionalismo barato. Cabe preguntarse qué sentido tiene cargarse a Said de golpe y a través de un personaje insulso (e inverosímil: es capaz de colar una pistola en la prisión). Cabe preguntarse por qué pensaron que matar a Morales en una subtrama tan sencilla ofrecería algo interesante o impactante. Y sobre todo, hay que exclamar que a qué demonios viene asesinar a Leo Glynn en una escena tan rebuscada y tramposa. En el lado contrario está la muerte de Augustus: no me convenció por resultar precipitada y poco creíble, pero por suerte sus secuelas han sido bien trabajadas.

En una valoración global de la serie, pienso que los tres primeros años son más equlibrados e intensos, y los tres siguientes, aun siendo magníficos, tienen algunos altibajos. Esta temporada es la que mejor ejemplifica esa sensación. Por un lado, alguna muerte innecesaria y un tramo un poco salido de madre (el lío con Beecher, Keller y Schillinger), por el otro, mil historias maravillosas que componen un cuadro magistral de la condición y sociedades humanas, con tramos sublimes como la parte de la familia O’Reily. Sea como sea, Oz se despide como nació: su ritmo siempre activo que atrapa con fuerza, las mil tramas cruzadas que resultan siempre interesantes, la evolución constante en los protagonistas, bien palpable y creíble, los infinitos detalles cotidianos que embellecen un todo ya de por sí excelso… Oz ha sido un drama revolucionario, complejo y brillante como pocos se han visto.

Cerca del final, la hermana Peter Marie suelta una frase que resume muy bien la idea que siempre ha querido transmitir la serie: nada es blanco o negro, el ser humano es falible, el sistema es mejorable, etc.: Vivimos en una nación de leyes, algunas de las cuales son brillantes y otras que son terribles. Pero no podemos abandonar nuestro código moral cada vez que sea conveniente. Entonces daría igual que abriéramos las puertas de todas las prisiones.

Ver también:
Temporada 1 (1997)
Temporada 2 (1998)
Temporada 3 (1999)
Temporada 4 (2000)
Temporada 5 (2002)
-> Temporada 6 y final (2003)

4 Respuestas a “OZ – TEMPORADA 6 Y FINAL

  1. Coincido bastante con tu análisis, pero igualmente la serie es magnífica. La acabo de ver en Mayo Junio de 2013 y me fue gustando «in crescendo». Es cierto que apuraron la desaparición de algunos personajes, pero aún así está atrapante hasta el último episodio

  2. Oh, parece que hay gente que ha visto Oz, aunque sea poca xD
    El éxito de The Wire eclipsa la calidad de esta otra.

  3. Estoy viendo la serie desde el mes pasado y la verdad es que me ha enganchado como pocas. Toda la trama me encanta, solamente no me gusta el final que le dan a algunos personajes, por ejemplo el pobre Cyril que no era más que un infeliz títere en manos de su hermano y que paga por ello de la peor forma.
    Igual sigue siendo una de las mejores series que he visto en mi vida. Saludos.

  4. Me alegro de que haya gente que le dé una oportunidad. Es de las indispensables.

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