Archivo mensual: febrero 2020

SILICON VALLEY – TEMPORADA 3

HBO | 2016
Comedia | 10 ep. de 30 min.
Productores ejecutivos: Mike Judge, Alec Berg, Tom Lassally, Michael Rotenberg.
Intérpretes: Thomas Middleditch, T. J. Miller, Martin Starr, Kumail Nanjiani, Zach Woods, Matt Ross, Josh Brener, Amanda Crew, Suzanne Cryer, Stephen Tobolowsky, Chris Williams, Bernard White.
Valoración:

Richard Hendricks, con ayuda de sus amigos, continúa tratando de sacar adelante su visión de una plataforma multimedia de compresión que dispare el uso de la nube en internet, cambiando por completo el panorama mundial de las nuevas tecnologías. Pero el desarrollo de Pied Piper sigue escurriéndose de sus manos más de lo que querría. La competencia es feroz, los problemas tecnológicos incontables, los humanos también. Laurie Bream, de la compañía que lo financia, impone un CEO famoso, Jack Barker (Stephen Tobolowsky) y lo relega a CTO, sea, de director general a director tecnológico, de forma que el proyecto esté en manos de un empresario con experiencia y renombre y el equipo pueda dedicarse al desarrollo.

Ampliamos así la visión del mundo de las nuevas tecnologías, las empresas y gentes que viven en estos negocios, y eso que ya venía ofreciendo una descripción compleja y detallada. Los de abajo (los protagonistas), los de arriba (Hooli), los rechazados (Cabezón), las rémoras (bloggers y demás), las tecnologías, las financieras, las formas de vivir y pensar de cada individuo… El cuadro completo es hiperrealista, pero mantiene el tono irreverente y alocado de siempre.

Los personajes nunca dejan de ser reconocibles a pesar de la vorágine de eventos, cambiando gradualmente, chocando con mil baches, externos y propios, luchando por abrirse paso en un entorno muy hostil. El reparto se mantiene tan cohesionado y deslumbrante como de costumbre, la química que tienen es admirable. El repertorio de secundarios y recurrentes es alucinante: los abogados raritos, los «empresaurios» Barker y Gavin Belson, el diseñador pesado, el gurú, los currantes de Nucleus…

Cada capítulo te mantiene con una sonrisa constante, e incontables veces te lleva a la carcajada. Las capas de chistes entrelazados sigue siendo asombrosa: la parodia del universo informático es elegante, el humor de la vergüenza ajena está muy bien medido, el ingenio es inagotable, las paridas locas no desentonan nada, y la personalidad de cada rol es muy marcada y divertida.

Entre tanta genialidad destacaría algunos momentos inolvidables por una razón u otra: la guerra de monitores, el encuentro con los aviones privados, el sótano de servidores donde irá «la caja» y están los hombres topo, Richard llevando los planes secretos a la oficina y tropezándose, dejándolos a la vista, el pique de espacios o tabulaciones, la granja de clics, los grupos de opinión, la reunión final con soluciones inesperadas…

Silicon Valley ofrece cero desgaste y cero sensación de repetición en su tercera temporada, siendo de nuevo una de las grandes del año y asentándose como la mejor comedia desde The Office (Greg Daniels, 2005).

Ver también:
Temporada 1 (2014)
Temporada 2 (2015)
-> Temporada 3 (2016)
Temporada 4 (2017)
Temporada 5 (2018)
Temporada 6 y final (2019)

THE WITCHER – TEMPORADA 1


Netflix | 2019
Aventuras | 8 ep. de 47-67 min.
Productores ejecutivos: Lauren Schmidt, Alik Sakharov, varios.
Intérpretes: Henry Cavill, Freya Allan, Anya Chalotra, MyAnna Buring, Joey Batey, Mimi Ndiweni, Eamon Farren, Adam Levy, Royce Pierreson, Jodhi May, Björn Hlynur Haraldsson.
Valoración:

Alerta de spoilers: Presento con bastante detalle las tramas principales; no revelo nada serio ni sorpresas, pero si quieres ir en blanco es mejor no leer. —

The Witcher ha sido desarrollada en el seno de Netflix, que pone dinero y distribución, pero relega el proyecto en varias compañías pequeñas. Su productora ejecutiva principal es Lauren Schmidt Hissrich, quien inició su carrera como guionista secundaria en El Ala Oeste de la Casa Blanca (1999), y tras otras pocas series llegó a guionista principal y productora en Sin cita previa (2007) y fue una de las muchas manos que tejieron la saga The Defenders (2017). Y mientras desarrollaba la presente estuvo colaborando en otro éxito de Netflix, The Umbrella Academy (2019). Aunque como es obvio se unieron más productores ejecutivos y guionistas, si destaca un nombre es Alik Sakharov, principal artífice del aspecto visual. Este empezó como director de fotografía, dejando huella en Roma (2005) y Los Soprano (1999), lo que le permitió dar el salto a la dirección en series de primer nivel, Boardwalk Empire (2010), Juego de tronos (2011), Black Sails (2014)… Se ha rodado principalmente en Hungría y las Islas Canarias.

No sé si fue idea de Netflix o de los productores, pero tenían una saga literaria con un estilo propio muy marcado y de indudable éxito (potenciado por los videojuegos, eso sí), y resulta que se intentan montar una imitación a Juego de tronos (David Benioff, D. B. Weiss, 2008). Este concepto ni encaja en el formato de la historia original ni el guion en general está a la altura. Y a eso hemos de sumar problemas con el casting y el acabado. Como resultado, esta temporada ofrece una serie de aventuras con un gran potencial que se deja vislumbrar aquí y allá pero que en general hace aguas.

En los libros entramos en el universo imaginario con aventuras sencillas, y en cada nueva entrega se va abriendo el horizonte poco a poco. Seguimos las andanzas del brujo Geralt de Rivia, que deambula por todas partes ofreciendo sus servicios como cazador de criaturas mágicas. Así, vamos conociendo las reglas de esta fantasía (qué seres y poderes hay), los reinos y lugares principales, las formas de ser de las gentes pobres y nobles, y detalles de la historia pasada antes de meternos en tramas de largo recorrido, que son principalmente las disputas entre distintas facciones, sean reinos, culturas, razas…

En la serie han pretendido una fantasía épica de intriga política a lo Juego de tronos, porque ya se sabe, muchos intentan vivir del éxito de otros en vez de buscar su propio camino. Comenzamos directamente con reinos en guerra y añadiendo pronto a la mezcla más bandos con mayor o menor implicación, como magos y elfos. Al lector lo traicionas, pues esperaba ver las historias iniciales de Geralt, sumergirse en el ambiente de la primera novela. Al no lector lo vuelves loco. ¿Pero qué está pasando? ¿Cuál es el estado político, a qué se debe la confrontación? ¿Quiénes son esos reyes y nobles, qué ideales y planes tiene cada uno, cuáles son sus motivaciones personales? ¿Cómo esperas que me implique en los hechos y los dramas? Me da igual si la reina es vencida o no, no sé nada de ella.

Paralelamente seguimos a Geralt lidiando con algún noble o rey menor, cazando algún ente. Esta parte funciona bastante mejor precisamente por ir entrando en materia gradualmente, y además mantiene el tono ligero y melancólico original. Vamos viendo la fauna de criaturas y habitantes de distintos lugares, cada cual con sus peculiaridades, en unas aventuras que combinan bien la intriga y fascinación por lo desconocido, ligeros toques de humor, y cierto fatalismo. Geralt es un tipo hosco y reservado, pero porque el mundo lo mantiene aparte como una rareza que temer, pues es un mutante con poderes. Él mismo es consciente de ello, y también lo ve en los seres mágicos que persigue: a veces son temidos sin razón y no quiere hacerles daño. El mundo es complicado y cada situación depara unas sorpresas y consecuencias distintas, pero lo que conoce se trastocará cuando se encuentra con algunas personas que logran sacar algo de humanidad de él, el bardo Jaskier y la maga Yennefer, con quienes establece una dinámica muy interesante.

Cuando el reino de Cintra cae, la joven heredera Ciri acaba huyendo por su cuenta, sorteando peligros mientras esperas que el destino que tanto mencionan se cumpla: que encuentre a Geralt, se explique su lugar en la historia y los poderes incipientes que muestra. Su odisea es menos trascendente y más irregular que la del mago. Hay escenas de huidas y matones anodinas, que no aportan nada, y parece que los autores lo saben, porque intentan realzar los peligros con sensacionalismo; el ser que es capaz de adoptar formas es puro relleno, por ejemplo. Pero algún tramo tiene más enjundia, como el del campamento que termina siendo atacado por los enemigos, lo que sirve para dar un poco de contenido y verosimilitud a la perspectiva global. Pero a la larga su viaje se estira demasiado sin concretar nada. El joven elfo no se sabe qué pinta aquí, las amazonas del bosque luminoso tampoco. Y el desarrollo emocional de la chiquilla no se mueve hacia ninguna parte, con lo que pide a gritos el encuentro y pasar a otra parte de la historia… Sin embargo, este se retrasa de mala manera hasta los minutos finales de la temporada, y entonces lo fuerzan sin tacto alguno, sin trabajarse la escena lo más mínimo. Otra de muchas decepciones.

No tarda en aparecer también el gremio de los magos. Una joven deforme llamada Yennefer es tomada por la rectora de la escuela de magos, Tissaia. Allí encontrará razones por las que vivir, un conveniente truco de magia que la vuelve hermosa, se despierta en ella una ambición desmedida, e inicia un arco de ascenso y posible caída muy interesante. ¿Adónde llegará en su viaje personal y como maga? En cierto momento se encuentra con Geralt, y su interés aumenta con una relación amorosa en tensión por ahora bien desarrollada.

La sección más fallida es la de los enemigos que atacan Cintra y persiguen a Ciri, el reino de Nilfgaard. Quedan como el mal etéreo de la fantasía más básica, gente chunga que viste de negro y no se cansa de conquistar, matar y perseguir sin tener un propósito y justificación más allá de «es que somos malos». Si quieres una intriga política de altos vuelos, no puedes tener un bando así de limitado. Los personajes que lo representan no podían ser más vulgares y aburridos. Un tipo, que no se sabe si es rey, caballero o vete tú a saber qué, está empeñado en capturar a Ciri vete tú a saber por qué. Tan poco interés despierta que he tenido que buscar su nombre: Cahir. Lo acompaña una maga que entrenó con Yennefer y se pasa al otro bando deslumbrada por el poder, Fringilla. Esta también decepciona, porque parecía que iba a tener un recorrido más trabajado y una rivalidad llamativa, pero una vez en la posición de villana se limita a ser la bruja mala de toda la vida.

El resto de secundarios no logra captar la atención. Magos, reyezuelos, pueblo llano… En Juego de tronos casi todo personaje dejaba huella, tenía características llamativas. Aquí, incluso lo más relevantes, como otros magos, destacando el que tiene un conato de romance con Yennefer, no causan impresión alguna. La única excepción es el vejete que busca los dragones, bastante agradable.

Para rematar la sensación de que las secciones están mal conectadas, a partir de cierto momento empiezas a notar que algo no encaja. Yo tuve la suerte de leer por internet que las historias están en distintos marcos temporales, pero si no, te puede chocar bastante cuando de repente reaparecen personajes muertos y ocurren cosas como si nada de lo contado hasta ahora hubiera pasado. No sé si pretendían alguna sorpresa, generar tensión o qué, pero queda fatal, ni se explica bien ni aporta nada.

¿De verdad los guionistas no fueron capaces de pensar que el tono tan diferenciado entre las distintas secciones dejaría un desequilibrio formal y de interés enorme, y que jugar con las líneas temporales era poner más trabas al espectador?

A la torpe descripción política hay que sumar la falta de esfuerzo en asentar las reglas del mundo. Más allá de que casi nunca sabemos nada del lugar y cultura donde estamos, pesa bastante que no se expliquen las capacidades de los magos. Yennefer tiene la habilidad de tele transportarse, pero para buscar el dragón se tira días ascendiendo por peligrosas montañas. Otros magos parecen ser los más poderosos del lugar, pero uno sólo sabe invocar espadas (y atacar una y otra vez como un idiota) y otra enredaderas, y con un rato haciendo eso se quedan sin fuerzas. Por extensión, la batalla final con unos cuantos hechiceros implicados es lamentable, pues sin saber qué poderes y limitaciones tienen parece un despliegue de efectos especiales absurdos hasta que el guionista decide quién gana.

En cuanto a adaptación, solo puedo hablar de lo que llevo leído, el primer libro. También presenta aciertos y fallos. El tono está bien logrado, como he explicado al describir a Geralt, pero algunas veces no hacía falta hacer cambios y aun así desaprovechan relatos con bastante gracia. El del erizo y el «Derecho de la sorpresa» me encantó en la novela, una mezcla de líos de la corte, leyes medievales aderezadas con mitología, y mucho juego del tira y afloja, mucho reto intelectual. Pero aquí acaba convertido en una pantomima de frases chorras y espadazos sin garra. La otra parte relevante, el conflicto político de Cintra y Nilfgaard, no sé qué tal lo han captado, pero no es difícil intuir que en el original tendrá un recorrido más cuidado.

El reparto no está a la altura de una serie de primera división. Parecen haberse contentado con enganchar a una estrella mediana de cine, Henry Cavill, para Geralt, conseguir una buena Ciri, Freya Allan, y al resto lo han buscado en castings de saldo, que hay que ahorrar, pues Cavill se lleva según rumores 400.000 dólares por episodio… lo que las estrellas de Juego de tronos cuando llevaban varias temporadas de aumentos de sueldo y además era un pedazo de éxito. Con estos dos han acertado. Cavill tiene carisma y pone entusiasmo en el personaje, y la joven Freya muestra un buen registro dramático que ensalza un personaje por ahora bastante limitado. Pero en los secundarios algunos salen medianamente bien parados y otros son un desastre muy llamativo.

El bardo en manos de Joey Batey resulta muy simpático, Myanna Buring tiene experiencia de sobra (The Descent -2005-, Ripper Street -2012-, Dowton Abbey -2010-…) y lo demuestra, y Anya Chalotra como Yennefer es un buen descubrimiento, es relativamente joven, sólo ha aparecido en tres series menores, y tiene bastante talento además de belleza. Pero los reyes de distintos bandos son actores mediocres. Jodhi May se dio a conocer como la hermana de la protagonista en El último mohicano (1992), pero desde entonces se quedó atascada en papeles secundarios en series que no ha visto nadie. Para la reina Calanthe nos tortura con una interpretación muy sobreactuada, parece que está siempre a punto de llorar o de cagarse encima. El islandés Björn Hlynur Haraldsson ha sido visto en Los Borgia (2011) y Fortitude (2015), pero tampoco da la talla como el rey Eist, aparte de soso, está mal caracterizado y parece estar en otra serie. Eamon Farren (la nueva Twin Peaks -2017-, unas pocas películas televisivas) como Cahir intenta poner caras de malo pero provoca risa, aunque en su defensa hay que decir que con semejante rol poco se puede hacer. Los demás secundarios con menor presencia son bastante flojos, encontrando pocas excepciones.

En el aspecto visual también hay irregularidades notorias. Sin duda ha sido una serie cara, pero quizá por el caos habitual de las primeras temporadas, más siendo una superproducción, no ha lucido como debiera.

La fotografía es muy buena, aprovecha al máximo un género muy versátil. Hay incontables planos que quitan la respiración, la naturaleza es hermosa, los interiores de distintos castillos están muy bien exprimidos… Las labores de dirección son bastante buenas, por lo general intentan huir del plano contra plano con cabeza de por medio y buscar algo más cinematográfico. De esta forma, es una obra que entra muy bien por los ojos… hasta que viene un bajón y te quedas pensando que se ha colado una escena de otra serie.

Las localizaciones en castillos reales son imponentes, pero cuando pasamos a un decorado propio el cartón piedra canta tanto que parece que estamos en Hércules (Christian Williams, 1995) y Xena (Sam Raimi, 1995). La coreografías en luchas cuerpo a cuerpo se las curran mucho y son espectaculares. En lo personal diré que, aunque por ser fantasía se puede perdonar lo rebuscadas y exageradas que son, yo hubiera preferido algo más realista, más sucio e imprevisible: hartito estoy de que los combatientes se pongan a dar vueltas mostrando la espalda a su contrincante, ¡menuda gilipollez y menudo suicidio! Pero el problema es cuando entran en juego batallas más grandes. No puedes ambicionar más de lo que tu presupuesto y tiempo permite si no quieres fastidiar las expectativas. Mucho ejército digital a lo lejos, pero en primer plano sólo ataca un puñado de soldados, y además sin planificar la escena lo más mínimo, parecen peleas de borrachos. Los efectos digitales ofrecen unos cuantos buenos monstruos, y otros que se quedan algo cortos, como los dragones. En el vestuario aprovechan también el género, deleitándonos con un repertorio muy original y variado, pero de vez en cuando aparece un actor mal elegido, mal maquillado y con ropas demasiado limpias, de forma que parece un tipo cualquiera en un carnaval medieval. La música es otro aspecto que tiene muchas posibilidades en este tipo de producción, pero lo cierto es que resulta muy parca y poco inspirada.

Con la combinación de pros y contras, The Witcher se escora peligrosamente hacia el fracaso. A pesar del atractivo de la propuesta, sobre todo si te llama el género, del carisma de Geralt y el potencial de algunos secundarios, casi todos los episodios terminan haciéndose bastante largos y dejando la sensación de desaprovechar un buen material. Si no querían tener un par de temporadas con solo Geralt de protagonista principal, al menos que hubieran separado por episodios, uno para cada sección, permitiendo así un ritmo más ágil y una duración más comedida. Esperemos que el equivocado formato elegido no lastre también las siguientes temporadas.

Ver también:
-> Temporada 1 (2019)
Temporada 2 (2021)

LOST IN SPACE – TEMPORADA 2


Netflix | 2019
Ciencia-ficción, aventuras, drama | 10 ep. de 39-54 min.
Productores ejecutivos: Matt Sazama, Burk Sharpless.
Intérpretes: Molly Parker, Toby Stephens, Maxwell Jenkins, Taylor Russell, Mina Sundwall, Ignacio Serricchio, Parker Posey, Raza Jaffrey, Ajay Friese, JJ Feild, Sakina Jaffrey, Douglas Hodge.
Valoración:

Aunque en el baremo global se mantiene como un entretenimiento muy placentero si no buscas algo con grandes pretensiones, la segunda temporada de Lost in Space resulta algo más irregular que la primera, con dos tramos con diferencias argumentales y cualitativas importantes. Por ello aumenta la sensación de que sus autores, Matt Sazama y Burk Sharpless, siguen desaprovechando un gran potencial.

Como se veía venir, el final tan sensacionalista de la primera etapa era un gancho a lo Perdidos (J. J. Abrams, Jeffrey Lieber, Damon Lindelof, 2004) y Battlestar Galactica (Ronald D. Moore, 2003) y aquí empezamos con una vuelta descarada al statu quo. Tanto por explorar en historias, y volvemos a encontrarnos con la familia varada en otro planeta intentando sobrevivir contra la hostil naturaleza, las peleíllas internas entre ellos, y las artimañas de la Doctora Smith.

La vuelta a las bases es total, entrando por momentos en el drama familiar tontorrón y empalagoso que la serie bordeaba peligrosamente en su presentación y esperaba que dejara atrás del todo. Los líos de adolescencia, unión familiar, superación personal, etc. no aportan novedades ni en las tramas ni en los obvios mensajes. Los dos primeros capítulos se hacen largos y por momentos pesados, siendo salvados por la fastuosa puesta en escena, que aprovecha un presupuesto generoso que da pie a localizaciones, decorados, vestuario y efectos especiales que quitan la respiración.

Por suerte, las virtudes de la serie vuelven a ir apareciendo en los siguientes episodios. La salida del planeta acuoso y el reencuentro con la Resolute (la nave nodriza) trae nuevos escenarios y recupera los otros grupos de personajes, sacándonos de golpe del estancamiento. Aunque todavía arrastra achaques y un bajón severo, pues el quinto se atasca en un dramón bastante cargante, va subiendo el nivel hasta que a partir del sexto entramos en una dinámica mucho más compleja y atractiva, mostrando tímidamente la esperada maduración de la serie.

La determinación por ofrecer multitud de escenarios, situaciones, problemas y frentes es loable, no hay un minuto de descanso, casi siempre se integra bastante bien el drama familiar con la acción y hay una clara evolución en los protagonistas y sus aventuras. Los conflictos en las distintas formas de ver las cosas entre tripulaciones y los problemas de adaptación a distintos medios (la nave varada, el planeta desértico) son muy variados y amenos. El misterio con los líderes de la misión y lo que se traen con los robots aporta algo de oscuridad. Los protagonistas tienen más margen de movimiento, sobre todo la Doctora Smith, que va dejando ver más aristas, intentos de cambio y redención y nuevos baches muy bien desarrollados. Hay algunos tramos impresionantes, que suben el listón en complejidad y también en el tono adulto: los conatos de rebeldía y motines generan mucha tensión e incertidumbre. El único problema es que la familia Robinson tiene que ser siempre el centro de cada evento, no pueden ser víctimas tangenciales o aportar a una parte del todo, siempre está en sus manos el destino de todos.

El reparto mantiene su cohesión e implicación. Todos los intérpretes de la familia están entregados a sus personajes, destacando al Will encarnado por Maxwell Jenkins con un registro muy completo para su edad, y a ambos padres, Molly Parker, capaz de hacer de madre obstinada sin resultar pesada, y Toby Stephens, un actor que debería haber sido famoso. Parker Posey sigue siendo una maestra de la sobreactuación muy bien controlada, pues la serie es para todos los públicos y los críos deben entender lo que trama mientras dice otra cosa. Y un secundario gana protagonismo y no lo desaprovecha: JJ Feild como el ladino Ben Adler me ha dejado a cuadros, menudo papelón se marca.

Con la ampliación de escenarios el presupuesto también luce más y más, con decorados de interiores imponentes, nuevos paisajes asombrosos mejorados con un impecable trabajo de efectos especiales, y unas labores de dirección muy buenas que le sacan gran partido a estos elementos. Sólo me quejaría de que las criaturas carnívoras del planeta son una imitación evidente de los velocirraptores de la saga Parque Jurásico.

Pero hay carencias, o más bien excesos, que siguen ahí, y ni siquiera parece que sus autores los vean. A veces pecan de forzar demasiado este modelo narrativo de estar siempre pasando lo más difícil y trascendental. En cada situación hay un nuevo peligro de muerte, nadie sufre crisis ni estrés postraumático (sólo unas pocas escenas con Smith y el profesor), no hay espacio para problemas más mundanos, cualquier conflicto dramático (una riña entre tripulantes, lo que sea) se aborda con una crisis que tiene a la humanidad en vilo. Y sí, como decía, de la resolución de la situación suele emerger bien el aprendizaje, la aceptación de limitaciones, en resumen, el mensaje y las consecuencias, pero hay tramos tan forzados que hacen torcer el gesto, y tenemos un par de momentos donde se sobrepasa el límite de lo exagerado y se cae en el ridículo y la vergüenza ajena: van a una localización del planeta desértico volando en una de las Jupiter… ¡pero resulta que esta deja a la expedición a dos días de viaje en caballo!, una nave auxiliar queda varada, y no es suficiente peligro, tiene que aparecer una criatura espacial y darle un coletazo que la manda más allá.

Para el desenlace tenemos acción digna de cine en un capítulo bastante más gratificante que el compendio de escenas rebuscadas a lo Gravity (Alfonso Cuarón, 2013) del año pasado, aunque claro, con todas las piezas ya posicionadas en el tablero resulta un tanto predecible. El giro final esta vez es una buena sorpresa, tira más por lo inesperado dentro de un margen realista y que tendrá efectos que por lo rebuscado que sabes que se quitarán de encima rápidamente.

Ver también:
Temporada 1 (2018)
-> Temporada 2 (2019)
Temporada 2 (2021)