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AGENTE CARTER – TEMPORADA 2 Y FINAL

Marvel’s Agent Carter
ABC | 2016
Suspense, acción | 10 ep. de 43 min.
Productores ejecutivos: Christopher Markus, Stephen McFeely, Louis D’Esposito, Jeph Loeb, Kevin Feige, Tara Butters…
Intérpretes: Hayley Atwell, James D’Arcy, Enver Gjokaj, Chad Michael Murray, Reggie Austin, Wynn Everett, Kurtwood Smith, Currie Graham, Lotte Verbeek, Ken Marino, Dominic Cooper, Bridget Regan, Lesley Boone, Matt Braunger.
Valoración:

Peggy Carter salta a Los Ángeles para ayudar a Daniel Sousa, que en su nuevo destino enfrenta un caso peculiar. Una extraña materia oscura confiere poderes a una científica y actriz famosa, Whitney Frost, y esta empieza a cometer crímenes mientras su ego y su poder crecen. El político Vernon Masters pone coto a la SSR (Reserva Científica Estratégica) y las investigaciones de Carter al respecto, pues podrían desenmascarar su selecto grupo de ricos que dirigen el país y ven gran potencial en esa energía misteriosa. Esta conspiración atrapa a Jack Thompson, cuya lealtad queda colgando entre la SSR y las promesas de Vernon de ascender rápido bajo su ala. Carter contará de nuevo con la inestimable ayuda de Jarvis, el mayordomo de Howard Stark, y del científico Jason Wilkes, quien trabajaba con esa materia.

En los primeros episodios da la sensación de que el presupuesto ha crecido un poco y los autores pueden permitirse ser algo más ambiciosos con la serie. Y menos mal, porque la temporada inicial daba un poco de lástima por su aspecto de producción de principios de los noventa, con escenarios muy cutres y sin dinero para tener situaciones dignas de la saga Marvel. Pero es un espejismo que se va difuminando rápido. Queda claro que el traslado a Los Ángeles se hace porque es más barato rodar en el estudio principal de la productora, y con lo que se ahorran pueden permitirse algunos exteriores cercanos, como calles, mansiones y algo del desierto. Pero no hay para más, y la repetición de escenarios y el exiguo acabado visual en los momentos de acción y sobre en todo los de fantasía pronto hacen mella. Acabarás un tanto hastiado de ver siempre los mismos lugares (la oficina, el tocador de la actriz, el laboratorio y la piscina de Stark), y las veces que salimos de ahí se quedan muy, muy cortos.

En los momentos álgidos del año es donde más se sufre la falta de recursos. En el asalto a la central nuclear no vemos ni un plano general de las instalaciones, ni siquiera un mísero matte painting, y para entrar en uno de los edificios más seguros del país, al que Stark con sus recursos no ha podido acercarse, tumban a tres guardias que están tras una simple verja, entran sin más y se pasean todo el rato por… por el mismo pasillo enano, de forma que parece que estamos viendo un plano en bucle. El clímax final tampoco da la talla, no pueden permitirse más que unos pocos efectos digitales en una situación nada elaborada, de forma que no hay tensión ni la esperada sensación de épica que necesita el género: todo se resuelve con los personajes tirando de una cuerda, como en un juego infantil, y con el enésimo cachivache mágico de Stark usado a modo de comodín para resolver la trama.

Aunque en las labores de dirección y el sentido del espectáculo no llegue a deslumbrar en ningún momento, la ambientación que nos traslada a la época cumple por los pelos gracias al vestuario y maquillaje y a una fotografía que emula muy bien el tono del cine clásico. Y en el guion, las menciones a aspectos relevantes (el cine, con Howard Stark como parodia de Howard Hughes; la política, con la sombra del mccarthismo) nos sumerge también aceptablemente en esos tiempos.

Si en acabado no termina de despegar, en lo argumental tampoco hay muchos cambios. La única novedad llamativa que agradecer es que el feminismo tan forzado y molesto ha desaparecido, las menciones a este tema surgen de forma más natural y sutil. Pero el nuevo destino y los amagos con cambiar la situación personal de los protagonistas no ofrecen novedades llamativas, sólo valen para evitar la sensación de desgaste durante un tiempo, pero a la larga se va dejando ver que están presentes las mismas carencias y fallas.

Lo primero que salta a la vista es sigue pareciendo una serie fuera de su tiempo, escrita décadas atrás y recuperada ahora de algún cajón donde estuviera cogiendo polvo. Así que su estilo resulta añejo, ingenuo, con un esquema narrativo y unas pautas obligadas muy marcados que frenan mucho sus posibilidades. Cada episodio tiene que empezar entrando en la oficina o en el laboratorio, resumiendo que están en tal o cual problema en el que llevamos atascados desde hace tiempo porque no toca avanzar, repasar todos los roces laborales y personales habituales (como que Jarvis dude si meterse en peligro otra vez, para al final hacerlo), tener un choque con los villanos que tampoco sea importante para no progresar más de la cuenta, y acabar con las escenas de reposicionamiento o de subidón inesperado.

De algunas situaciones repetitivas puedes acabar harto. En casi todo capítulo tenemos metido con calzador el conflicto amoroso a cuatro bandas, destacando esa esposa pegote que se sacan de la manga para Sousa, el roce con el jefazo molesto, el artefacto mágico del día, la intervención cómica del secundario cómico (por lo menos, la recepcionista y el científico son majetes), la mención de que Stark es un genio y mujeriego (aunque no aparezca casi nunca)… y lo peor para mí ha sido la cansina la villana con incontables escenas hablándole al espejo pero sin hacer realmente nada concreto.

También encontramos muchos huecos cuando no agujeros de guion, y se ven demasiadas situaciones muy convenientes que hacen torcer el gesto. Carter y el científico se acojonan porque la materia misteriosa lo está afectando y podría morir, pero en vez de hacer algo se van a dormir, porque el episodio se acaba y hay que dejarlo para el siguiente y a los guionistas no se les ocurrió algo tan simple como terminar con los protagonistas yendo al laboratorio a toda prisa. Cuando se ponen a trabajar en ello, Stark está entusiasmado con el caso, echa todo en él… pero acaba el capítulo y este se esfuma sin más y nada hemos avanzado. El actor de Stark, Dominic Cooper, tendría contrato para dos o tres apariciones (y menos mal, porque ni él ni el personaje dan la talla), y el juego con que si el científico, nuevo amor de Peggy y personaje clave para la trama central, muere o no hay que extenderlo hasta el final de temporada. La espía rubia les es birlada por el político, se quejan de que ya no la tienen a su alcance para investigar lo que sabe… y pocos episodios después Peggy entra en su celda con increíble facilidad y se montan una fuga y una aventura juntas donde nada de lo anterior es relevante ahora; para colmo, este interesante personaje vuelve a desaparecer sin más, sin terminar de aprovecharlo como podrían. Whitney Frost se ve envuelta en una trampa con un arma que puede derrotarla, sale airosa de chiripa, pero deja el artefacto ahí para que vuelvan a intentarlo. Y como señalaba, a Frost no se la ve trabajar casi nunca, salvo un par de ejecuciones para constatar que es la mala; se repite constantemente que es una genio de la ciencia, pero nada concreto hace con su intelecto y con su gran poder, todo ocurre fuera de pantalla o se relega en otros como el marido o el mafioso con el que se asocia.

Pero a pesar de todas esas limitaciones, la serie se vuelve a salvar de quedarse en regulera y cargante y llega a resultar incluso bastante agradable y amena porque estamos ante una temporada bastante corta, con lo que no da tiempo a que aparezca cansancio o rechazo, porque al haber una trama central en movimiento la sensación de avance global está siempre presente, y sobre todo gracias a que los protagonistas mantienen su simpatía y la gran química entre los actores, de forma que aunque los retos que enfrenten sean bastante parcos, responden con suficiente carisma y gracia como para mantenerte entretenido.

Hayley Atwell sigue demostrando un talento interpretativo excepcional, lo que hace pensar en que merecía una carrera más exitosa y, en este caso, una serie a su altura y a la de la saga Marvel. Aunque el conflicto amoroso a cuatro bandas sea predecible, si descontamos las pausas forzadas está bien desarrollado, sobre todo el acercamiento al científico. Y se mantiene la fantástica relación laboral y amistosa con Jarvis, con James Darcy de nuevo impecable. Hay que señalar que entre ellos no sólo tenemos diálogos humorísticos muy ingeniosos, sino que mantienen disputas sobre la vida y la ética muy interesantes: hablan sobre la responsabilidad del héroe, la aceptación de las capacidades y los defectos personales, e incluso sobre el amor y la amistad. Así, encontramos algunos momentos muy bonitos, como cuando se analizan y critican en el viaje en coche para rescatar a la espía (episodio séptimo) y la caminata por el desierto en el siguiente.

Los principales compañeros agentes se mantienen en las competentes manos de Enver Gjokaj y Chad Michael Murray, y Reggie Austin como el científico Jason Wilkes también cumple. Los villanos son bastante pobretones pero sus actores se lo toman en serio y disimulan un poco el problema, destacando sobre todo a Wynn Everett como Whitney Frost.

De esta forma, aun con sus lastres y tropiezos, si no esperas una obra de altos vuelos, como la extensión de la saga de Los Vengadores en Disney+ (Loki, Falcon y el Soldado de Invierno y las que están por llegar), queda un producto inofensivo y bastante agradable con el que echar el rato. Sin embargo, la nula sensación de crecimiento, la poca «recordabilidad» de sus flojas historias, y un clímax final que más bien provoca vergüenza ajena, dejan claro que la serie no se concibió con la suficiente ambición como para que consiguiera dejar huella, y su cancelación parece más que justificada… como también es inevitable pensar que el personaje de Peggy Carter merece una serie nueva.

Ver también:
Temporada 1 (2015)
-> Temporada 2 y final (2016)

AGENTE CARTER – TEMPORADA 1

Marvel’s Agent Carter
ABC | 2015
Suspense, acción | 8 ep. de 42 min.
Productores ejecutivos: Christopher Markus, Stephen McFeely, Louis D’Esposito, Jeph Loeb, Kevin Feige, Tara Butters…
Intérpretes: Hayley Atwell, James D’Arcy, Chad Michael Murray, Enver Gjokaj, Shea Wigham, Lyndsy Fonseca, Dominic Cooper, Ralph Brown, Bridget Regan.
Valoración:

Antes del salto tan ambicioso acometido con las series del universo Los Vengadores (Wandavisión, Falcon y el Soldado de Invierno, Loki y muchas que están por estrenarse), y antes del intento del micro universo cruzado de The Defenders (Daredevil, Jessica Jones y demás), que resultó muy irregular, Marvel dio unos tímidos primeros pasos en 2011 y 2015 con Agentes de S.H.I.E.L.D. y Agente Carter. Los fans las consideran canon de la saga, pero los productores a veces hacen la vista gorda y a veces afirman que no cuentan, con lo que parece que no se sienten muy orgullosos de ellas o las ven como productos de merchandising ajenos a la línea principal.

Por mucho que Agentes de S.H.I.E.L.D. viniera avalada por Joss Whedon, resultó ser una obra muy anticuada en estilo y alcance, en la onda de los procedimentales de fantasía, suspense y acción de los años noventa para atrás. Pero le dieron la oportunidad de seguir durante varias temporadas, con lo que lograron (supuestamente, porque no fui capaz de acabar la primera temporada) un producto lo suficientemente coherente y atractivo como para conseguir una buena base de fans y alcanzar la nada desdeñable cifra de siete años en antena. Por ello sorprende que tardaran en realizar otra serie, y más aún que la cancelaran tan rápido, con dos cortas temporadas.

Creada en 2015 por Christopher Markus y Stephen McFeely, quienes se pueden considerar los guionistas más relevantes de la saga cinematográfica junto a Whedon, Agente Carter nace en el mismo rango de Agentes de S.H.I.E.L.D. Bebe muchísimo de Buffy, la Cazavampiros (Joss Whedon, 1997) y Alias (J. J. Abrams, 2001), que supusieron la madurez del género (la segunda más en acabado que en guion), pero lo hace con el estilo anticuado y simplón de obras anteriores a esas. La cuestión es que en cierta manera está justificado por la ambientación en los años cuarenta, pero la ingenuidad en la escritura y el escaso presupuesto limitan mucho su alcance, y además, el mal entendido feminismo moderno añade otro lastre importante.

Sin embargo, comparada con el tramo inicial de Agentes de S.H.I.E.L.D., la presente tiene más personalidad, mejor ritmo, personajes con mayor potencial y un reparto bastante bien elegido, con lo que se siente en el ambiente la sensación de sus autores saben que es un producto sin ambición y se lo toman como un divertimento, intentando conseguir un entretenimiento ligero. Se puede decir lo consiguen, pero sus limitaciones están bien presentes en todo momento, haciéndote torcer el gesto algunas veces, llevándote a pensar en que con un mínimo esfuerzo podrían haber logrado una serie bastante redonda y que podría haber ido creciendo con el tiempo.

Que desde el principio se intuya continuidad en las tramas y sean temporadas cortas es un aliciente para engancharse, pero a la hora de verdad no consigue alejarse del tono de serial anticuado. Los episodios repiten los mismos esquemas, las mismas situaciones, constantemente. El villano secundario, el cachivache tecno-fantasioso, la amenaza del gran enemigo, los roces laborales y machistas, los pasos de la investigación del caso del día, las historias secundarias (el café y la camarera, el apartamento de mujeres)… También hay algunos diálogos explicativos y recordatorios sonrojantes, y algunas situaciones muy convenientes torpemente ejecutadas (como el agente curtido que es sorprendido por la espalda por un viejo en un hangar gigante o el ridículo secuestro de Stark en su reaparición).

Pero lo peor es que el tono feminista resulta muy cargante. En cada instante tienen que recordarte, muy remarcadamente, que Peggy es una mujer capaz rodeada de inútiles que la desprecian por su sexo. Es uno de estos casos tan vergonzosos donde, aparte del forzado mensaje, se rebajan a los demás personajes para ensalzar al principal. Además, el punto de partida de Peggy como don nadie en el departamento no tiene sentido, es famosa en el gremio por sus hazañas con el Capitán América, ¿y por qué la han seleccionado si no? También resulta chocante que una agencia dedicada a espionaje internacional e investigaciones científicas de gran alcance contraten a tanto paleto.

La ambientación en los años cuarenta es buena, y la fotografía con el tono del cine clásico le da un aspecto de calidad… que pronto se viene bastante abajo. Los grandes estudios tienen naves llenas de vestuario, vehículos y demás atrezo de la época, así que por ahí no creo que costara mucho. Y por ello me pregunto cómo los escenarios son tan parcos, los exteriores brillan por su ausencia, y las escenas complicadas son horrendas. El viaje a Rusia es un chiste, la escena de Peggy por la cornisa espantosamente cutre, y el final, donde dicen «Va a atacar Times Square, hay cien mil personas»… y nunca llegamos a ver ni el lugar ni gente, provoca vergüenza ajena. Tampoco es especialmente llamativa en las peleas cuerpo a cuerpo. Así que en la parte de acción, crucial en el género, es una serie bastante regulera.

Si engancha es más por quienes viven estas aventuras que por ellas. Los actores de los detectives (Chad Michael Murray, Enver Gjokaj, Shea Whigham) sortean con habilidad los estereotipos tontorrones que tienen entre manos, resultando bastante simpáticos. Pero lo más importante es que el talento nato y la química entre Hayley Atwell y James D’Arcy son asombrosos, y los guionistas se guardan los pocos diálogos buenos para ellos, de forma que solo unas pocas escenas suyas bastan para levantar el interés de cualquier capítulo. El único fallo, y es importante, es Howard Stark. No entiendo por qué lo tienen tanto tiempo fuera de juego con débiles excusas… quizá eran conscientes de que estaban atados, por continuidad con las películas, a Dominic Cooper, quien no pega ni por asomo como genio y galán y se marca un papel lamentable. Por el otro lado, en el tramo final los villanos ganan bastante atractivo con la clásica espía rubia (Bridget Regan) y el anciano entrañable (Ralph Brown) que resulta ser un genio del mal. Lástima que los desaprovechen demasiado en un clímax muy ramplón.

Otra virtud es el ritmo relativamente ágil de cada episodio. Aunque la premisa de turno sea repetitiva y predecible, se tapan bien sus limitaciones porque los conflictos entre personajes están siempre activos. Solo el feminismo absurdo metido con calzador suele patinar, pero los demás líos, aunque anden algo parcos de ingenio, van generando emocionantes retos en el día a día de Peggy y Jarvis. Incluso algunos tramos de escasa relevancia real, como los encuentros con la camarera interpretada por Lyndsy Fonseca, acaban siendo amenos, porque ella es encantadora y el receso sirve para darle algo de vidilla a Peggy fuera del trabajo.

Con todo en la balanza, Agente Carter puede resultar un entretenimiento más que satisfactorio si no vas con más expectativas que las de pasar un buen rato, pero en nada que esperes algo más de una entrega de una saga tan grande y admirada, o choques con alguna de sus importantes carencias, se te puede atragantar bastante.

Ver también:
-> Temporada 1 (2015)
Temporada 2 y final (2016)