Archivo mensual: diciembre 2021

OJO DE HALCÓN – MINISERIE

Hawkeye
Disney+ | 2021
Acción, comedia | 6 ep. de 39-61 min.
Productores ejecutivos: Jonathan Igla, Kevin Feige, Louis D’Esposito, Rhys Thomas, Trinh Tran, Brad Winderbaum.
Intérpretes: Jeremy Renner, Hailee Steinfeld, Vera Farmiga, Tony Dalton, Linda Cardellini, Florence Pugh, Fra Fee, Alaqua Cox, Aleks Paunovic, Piotr Adamczyk, Clayton English, Adetinpo Thomas, Adelle Drahos.
Valoración:

Alerta de spoilers: Comento algún aspecto crucial de la trama, pero no la sorpresa final. —

Como superproducción de la factoría Disney/Marvel, hay multitud de ejecutivos y productores al frente, pero el aspecto creativo recae principalmente en el guionista Jonathan Igla y los directores Rhys Thomas, Bert y Bertie. Igla ha sido un prominente escritor y productor en series como Mad Men (2007), Pitch (2016) y Los Bridgerton (2020), entre otras. Pero los directores son una elección extraña, pues Thomas viene de documentales y programas de variedades como Saturday Night Live, y Bert y Bertie son un dúo de mujeres que apenas han rodado algunos cortos y episodios y películas menores (una de ellas para Youtube). A Disney/Marvel le gusta buscar talentos emergentes, pero sí que han escarbado esta vez.

Aunque en la saga de películas de Los Vengadores quedara más bien un poco relegado a secundario, en los cómics Ojo de Halcón ha tenido más protagonismo, con varias sagas propias. Esta miniserie será bastante de agradecer para sus fans, pues retoma historias importantes en su trayectoria que parecían haberse dejado de lado tras el final de su aventura cinematográfica. Los problemas para compaginar la vida familiar con el traje, agravados por los remordimientos por su etapa oscura como Ronin, la sordera que lo aflige tras tantas misiones llenas de explosiones, su posición como mentor de la joven Kate Bishop, el encuentro con algunos villanos que también se habían quedado fuera de las películas…

La vida de héroe medio retirado y las secuelas personales, psicológicas y físicas quedan bien plasmadas, la sensación de no ser capaz de volver a adaptarse a una vida normal lo agobia hasta que encuentra nuevas razones para ponerse el antifaz. Estaba claro que no iba a tardar en aceptar a Bishop como aprendiz y compañera, pero por suerte el viaje es bastante emotivo, exprimiendo al máximo la química de los personajes y actores con un inagotable repertorio de diálogos llenos de humor ingenioso y situaciones entrañables. De esta forma, la odisea de los arqueros resulta de primeras bastante entretenida y emotiva.

Los dos actores han demostrado su valía de sobras, pero aquí ponen gran pasión, consiguiendo una complicidad deslumbrante y un registro dramático muy adecuado a cada circunstancia. Jeremy Renner clava la apatía y el gradual despertar, pero la joven Hailee Stenfield incluso lo supera con un torrente de emociones y gracia asombrosos. Ya sabíamos que tenía futuro desde que se dio a conocer en Valor de ley (hermanos Coen, 2010), pero aquí está pletórica.

Encontramos otros valores seguros como Vera Farmiga (The Conjuring, 2013), Linda Cardellini (Urgencias, 1994) y Tony Dalton (Better Call Saul, 2015), más otros secundarios más o menos simpáticos que van apareciendo poco a poco, como los de los juegos de rol en vivo, o la previsible entrada en acción de Florence Pugh como Yelena. Esta actriz no me ha convencido nada en lo que llevaba visto de su trabajo (El rey proscrito -2018-, Midsommar -2019-), ni siquiera en su primera aparición como este personaje en Viuda Negra, pero inesperadamente aquí se la ve muchísimo más cómoda y resuelta en su papel. Lástima que su arco redentor sea de lo más facilón y predecible, y que con esas entradas y salidas de escena de forma aleatoria no termine de cuajar del todo. Ya que iba a ser una parte importante de la historia de Barton y de la suya propia deberían habérselo currado más.

Conforme avanza la serie se observa que la ligereza en el tratamiento, que venía siendo su principal virtud, se va convirtiendo también en su mayor limitación. El no tomarse en serio nada empieza a pesar cuando se ve que los guionistas lo usan para no esforzarse mucho, cuando se encuentran cada vez más flecos en el argumento, el ritmo y el tono.

Demasiado chascarrillo se acumula las escenas de acción, donde incluso enfrentándose a muerte contra enemigos varios hacen chistes absurdos. Demasiada situación muy conveniente se sucede una tras otra, tanto en el detalle (siempre cogen la flecha que necesitan en ese justo momento, qué casualidad), como en los encuentros de personajes, con saltos de lugar y tiempo muy forzados. Por ejemplo, en las peleas finales a varias bandas casi nada cuadra de forma creíble y fluida, todo ocurre porque sí, hay huecos enormes, y giros muy convenientes. Algunos momentos incluso dan vergüenza ajena: que Barton, capaz de lanzarse desde edificios, no sea capaz de bajar de un árbol, que en pleno tiroteo y evacuación los roleros tengan tiempo de cambiarse de traje, que no se explique cómo en una tarde han conseguido estos sustituir a todo el equipo de camareros…

Cuando la trama cobra forma está en la línea de un telefilme de suspense barato, todo resulta muy visto y muy simplón, nada parece dejar secuelas inmediatas o cobrar la relevancia necesaria. Los secundarios más importantes son tópicos andantes que cambian de forma de ser según se adaptan a los delirantes giros de guion, y otros no terminan de tener profundidad ni casi sentido.

La madre de Kate (Farmiga) y su novio (Dalton) son muy cargantes, y su trayectoria no da pie con bola hasta acabar en un desastre colosal. Sospechan que él es un asesino, y lo dejan estar para el día siguiente, luego se olvidan y se ponen a cenar en familia como si nada, y Barton, tan empecinado en proteger a Kate, la deja con él. Para rematar, el cambio de tornas es tan tramposo que provoca vergüenza ajena: cuando él era puesto como sospechoso se describía como ladino, hosco… cuando deja de serlo lo ponen de tonto simpático.

Los villanos, esos mafiosos chandaleros, pasan rápido de graciosetes a estúpidos, y sus líderes, la sordomuda Maya López (Alaqua Cox) y el niñato que la acompaña (Fra Fee), no mejoran la situación ni con los forzados flashbacks de tragedias con los que intentan dotarlos de humanidad… qué humanidad, si son mafiosos, estafadores, extorsionadores, asesinos. Y ojo, que ella viene de los cómics y tendrá serie propia, Echo, pero ha empezado con muy, muy mal pie. Otro villano más importante llega al final de sopetón, pero se desaprovecha esta aparición estelar tan inesperada y con gran potencial: no se presenta adecuadamente su situación actual, se mete en entuertos que debería dejar a sus secuaces, y la falsa muerte con que acaba da risa a la vez que resulta insultante.

No brilla tampoco en el acabado visual, la búsqueda de talentos desconocidos no ha dado sus frutos esta vez. Es lo justo de sólido para que con tanta acción el ritmo empiece siendo ágil, pero no hay imaginación en los escenarios, y las peleas cuerpo a cuerpo son mejorables, con lo que va perdiendo fuelle. Para el final, tanto tortazo y flechazo resulta cansino, no hay sensación de peligro, de dirigirnos hacia algo, no hay sentido del espectáculo, sólo ruido y tortas. Antes del agotamiento de ideas, el único momento en que parecía que apostaban por algo más de ambición resulta ser un engaño mal ejecutado: el plano secuencia desde el interior del coche canta rápidamente a rodaje en estudio con pantalla de fondo, pues la integración no es buena, sobre todo porque el tráfico que los rodea deja ver demasiado su origen digital. Falcon y el Soldado de Invierno ofrecen peleas mucho más trabajadas y WandaVision y Loki una inventiva notable, y no sólo por la variedad de escenarios, sino por la versatilidad de la dirección y fotografía. Se supone que han costado todas unos 150 millones, pero en esta no cuadra de ninguna manera, luce como de 40-50 tirando muy por lo alto.

Es una pena que hayan tratado con tanto mimo a los personajes y con tanta dejadez la aventura en que se ven envueltos. El conjunto resulta un entretenimiento agradable, pero tan poco trascendental y original que se va olvidando conforme se ve, y con el pobre final, no llama para recuperarla de nuevo.

Ver también:
WandaVision (2021)
Falcon y el Soldado de Invierno (2021)
Loki (2021)
-> Ojo de halcón (2021)
Caballero Luna (2022)
Ms. Marvel (2022)
She-Hulk: Abogada Hulka (2022)
Invasión secreta (2023)
Loki 2 (2023)
Echo (2024)

LA RUEDA DEL TIEMPO – TEMPORADA 1

The Wheel of Time
Amazon Prime Video | 2021
Fantasía, aventuras | 8 ep. de 54-62 min.
Productores ejecutivos: Rafe Judkins.
Intérpretes: Rosamund Pike, Daniel Henney, Zoë Robins, Madeleine Madden, Josha Stradowski, Marcus Rutherford, Barney Harris, Hammed Animashaun, Taylor Napier, Álvaro Morte, Johann Myers, Priyanka Bose, Kate Fleetwood, Peter Franzén, Alexandre Willaume.
Valoración:

Alerta de spoilers: Solo resumo la historia y los personajes por encima. —

Juego de tronos (David Benioff, D. B. Weiss, 2011) abrió la veda a las adaptaciones de sagas de fantasía. Algunas no provienen de novelas muy famosas y han llegado sin armar mucho revuelo, pero La saga de Geralt de Rivia (Andrzej Sapkowski, 1992) y La rueda del tiempo (Robert Jordan, 1990) arrastraban un gran éxito y se esperaban con bastante atención. Tanto a The Witcher (Lauren Schmidt Hissrich, 2019) como a la presente les ha ocurrido lo mismo, se han quedado muy cortas en sus primeras temporadas, pero no tanto como para hablar de un fracaso rotundo, sino dejando la sensación de que tienen al alcance de la mano mejoras fáciles que las acercarían a explorar mejor el potencial de los libros.

Robert Jordan (1948, Charleston, Estados Unidos) empezó a hacerse notar en los años ochenta como uno de los autores de las novelas de Conan el Bárbaro, pero fue la saga de La rueda del tiempo, iniciada en 1990, la obra por la que se lo conoce y admira en todo el mundo. Sin embargo, en 2006 el diagnóstico de una grave enfermedad (amiloidosis con cardiomiopatía) y su inminente fallecimiento casi la deja inacabada, pero convenció a su amigo Brandon Sanderson, autor también de renombre y muy prolífico, de que era el hombre idóneo para que en su ausencia le diera un final digno. Jordan falleció en 2007, y Sanderson acabó la saga en 2013, sumando entre ambos catorce entregas.

La adaptación se ha gestado entre los todopoderosos Sony Pictures Television y Amazon Studios, para emitirse en el canal de este último. Rafe Judkins ha sido elegido como el principal productor ejecutivo. Empezó su carrera como guionista asistente en The 4400 (2004), y poco después ascendió a escritor y productor secundario en Agentes de S.H.I.E.L.D. (2013) y Hemlock Grove (2013). Así que no tiene una carrera tan larga y llamativa como para entender que le dieran una serie tan importante. Tampoco lo han rodeado de un equipo de escritores y directores de nivel, ni han elegido un buen reparto. Y en el resultado se nota esa falta de experiencia.

El principal problema son los actores, donde la selección parece haberse hecho más siguiendo pautas de corrección política que atendiendo a su registro interpretativo. En la gran ciudad sí se entiende que se vea una gran variedad racial, pero no pega mucho en un pueblecito aislado en la montaña, no sin explicaciones sobre la historia y cultura de estas gentes. El grupo de jóvenes amigos que aquí nos presentan es todo un arcoíris racial pero en capacidades dejan bastante que desear. Apenas se salva Barney Harris como Mat, el chico que parece torpe y fracasado, y Zoë Robins como Nynaeve, la más espabilada. Madeleine Madden y Josha Stradowski como Egwene y Rand van muy limitados, y Marcus Rutherford como Perrin da vergüenza ajena de primeras, pero conforme tienes que aguantarlo varios capítulos llega a ser muy cargante.

Para agitar sus aburridas vidas aparecen la hechicera Moiraine y su guardaespaldas Lan, que en la jerga confusa que nos sueltan a marchas forzadas se denominan Sedai y Guardián. Rosamund Pike es el nombre más conocido y de talento probado, pero se la ve incómoda y no es capaz de dotar de vida a un personaje inicialmente misterioso, esto es, que depende de la versatilidad del actor y de buenos directores que sepan llevarlo. Ahí sí cumple su fiel compañero, pues Daniel Henney muestra bastante buen hacer, resultando enigmático al principio y poco a poco cada vez más humano y cercano.

La situación y los giros que ponen en marcha la historia en los primeros episodios son muy clásicos, con el referente de El Señor de los Anillos de J. R. R. Tolkien (1954) siempre muy presente. Los feos sirvientes del ser oscuro por un lado y las magas de la luz por el otro buscan a la posible reencarnación del mítico Dragón, quien traerá el equilibrio entre las fuerzas del bien y del mal o la destrucción del mundo. Las pistas (que nunca llegan a decirse cuáles son) apuntan a alguno de los miembros de este grupo de colegas. Tendrán una salida abrupta de su zona de confort con la esperable muerte de sus familiares, y la hechicera y el espadachín los intentarán llevar hacia la gran historia que se está gestando sin que ellos sean conscientes todavía.

Así pues, el concepto resulta un tanto predecible y añejo, pero a la vez la aventura tiene ritmo, los personajes resultan simpáticos, la idea de conocer más del mundo descrito engancha, y la primera batalla con los las tropas del señor oscuro, los trollocs, es bastante espectacular, así que invita a seguir viendo.

Conforme vemos más localizaciones, con espectaculares recreaciones de cuidades a través de un gran trabajo de decorados y efectos por ordenador, queda claro que no ha sido una producción barata. Pero a la vez, el potencial que tiene no llega a deslumbrar del todo porque al acabado empiezan a vérsele las costuras muy pronto. Fardar de un escenario nuevo e impresionante en cada episodio y un rodaje en bellos parajes naturales permite que resulte una serie bastante vistosa sin contar con buenas labores de dirección, fotografía y montaje. Pero el aspecto visual es tosco, lleno de encuadres fallidos y numerosas escenas mal planteadas y rematadas con montaje apresurado. Incluso en capítulos donde se esfuerzan más, como la estancia en la torre de las hechiceras, con algún buen tráveling exprimiendo los imponentes decorados, se acumulan también fallos de iluminación y composición: esas frentes brillantes, esas sombras mal puestas, esos fondos sin vida… De hecho, anda tan justa que ni se cuida el detalle: los personajes deambulan semanas por bosques y están siempre limpios, no les crece la barba, no se les estropea la ropa, ni parecen tener problemas de provisiones.

La música es irregular también. Lorne Balfe (¿de verdad no hay más músicos, que cuelan a este petardo en todas partes?) se marca sus típicos temas de acción machacones, pero los motivos más étnicos funcionan bastante bien, de forma que ofrece un trabajo más versátil que de costumbre, aunque quede lejos de resultar digno de alabar.

Conforme entramos en materia se empiezan a ver otros fallos, pero también otras virtudes. Parece que todavía puede terminar de asentarse, de madurar y ofrecer una buena serie. Eso sí, en este desarrollo al parecer también se van alejando cada vez más de la primera novela, así que los fans están inquietos con lo que podrían ir inventándose según avancemos.

Los protagonistas no aceptan el cambio sin más, tiene dilemas internos y traumas que van sirviendo para describir sus personalidades mientras se expone el universo imaginario. En los episodios centrales hay pasajes muy logrados, como el encuentro con un trovador misterioso, Thom Merrilin, en plan Aragorn, y la presentación de otro Guardián, Stepin, con dos actores, Alexandre Willaume y Peter Franzén respectivamente, desbordando carisma y robando cada escena. Las otras Sedai y los Guardianes que vamos conociendo resultan muy atractivos, y con la aparición de otro supuesto Dragón renacido y la llegada al hogar de las Sedai el nivel sube bastante. Todas las facciones resultan interesantes, sus intrigas atrapan, los dramas personales de los personajes principales parecen llegar a un punto álgido y los secundarios cobran cada vez más interés.

Sin embargo, a partir del sexto episodio la serie se viene abajo de repente. Se cambia la sensación de que estaba madurando adecuadamente por la de que se precipita sin control.

Lejos de terminar de dar forma a cada personaje, las motivaciones del grupo y las intrigas de las Sedai, inesperadamente todas se estancan o se enmarañan, de forma que se entienden cada vez menos. Sólo Nynaeve tiene claras sus ideas… y lo dice más veces de la cuenta con el ceño siempre fruncido, con lo que empieza a resultar cansina. Pasamos por un montón de encuentros, conversaciones, intrigas… pero ahora en vez de sugerentes y con sentido se sienten artificiales y huecas, y hay partes que dan más bien risa.

¿Por qué el ogro ese se apunta a todo? Es majete, pero no se justifica su presencia en ningún momento. En el portal para viajes mágicos no se dan cuenta de que falta uno del grupo hasta que están bien dentro, y se ponen a ladrar «que se cierra la puerta, que no entraaaa»… qué forzado y cutre resulta todo. Parece que las únicas razones para ir al fin del mundo a sacrificar sus vidas es por ver lo que hay, en plan turismo, o por intentar ligarse a la chica, porque los conflictos internos tan prometedores se han olvidado para caer en un romance adolescente de lo más ridículo. Rosamund Pike se atasca en unas forzadas miradas tensas que sirven para todo, y Marcus Rutherford, el grandote que se supone que es el buenazo de la banda, acaba siendo insufrible. El enemigo es puro humo, lo que se empeora porque cada vez hay más nombres ininteligibles de lugares, historias y magias que en vez de exponerlos con tranquilidad y buena letra los escupen de mala manera. Por ejemplo, lo de los atajos es incomprensible, si en los libros tiene sentido, no han sabido trasladarlo, parece tan artificial como prescindible. Por no decir que esa parte y la del bosque chungo (La plaga) recuerdan demasiado a Moria y el Bosque Negro de la Tierra Media de Tolkien.

En el desenlace, todo lo que venía flojeando explota en un despropósito bastante decepcionante. Dirección, fotografía y montaje son cada vez peores. Por ejemplo, hay personajes que cambian de lugar en un instante, como el guardián en el balcón, que según la cámara que enfoque está apoyado en la barandilla con los brazos cruzados o de pie en el umbral con los brazos caídos. Los decorados y efectos especiales cumplían de largo, pero aquí parecen inacabados. Así que pasamos de un escenario de videojuego a otro con un ritmo caótico, sin capacidad alguna de crear un mínimo no ya de tensión sino de sentido de dirección, de coherencia.

Y no se entiende nada del argumento. Que si son un dragón, que si son cinco, que si ahora tienen otro tipo de vínculo, que no se explica nada del ser maligno, que metemos en un episodio final otro puñado de personajes y lugares nuevos sin explicar nada y dejando a los protagonistas dando vueltas sin rumbo después de tanto vaticinar cosas con ellos y su destino… Y todo para acabar con una «épica batalla final» que no es ni batalla ni épica ni final de nada, destacando unas cuantas falsas muertes más ridículas que las que metió el patán de Peter Jackson en El Señor de los Anillos (2001), y un epílogo delirante donde de la nada aparece otra facción, con esos barcos llenos de gente disfrazada haciendo gestos absurdos.

En resumen, tenemos una primera parte de la temporada que, aun contando con el fallido reparto y demasiados tópicos del género, resultaba muy entretenida y mostraba bastantes posibilidades, un acto central bastante sólido y sugerente donde todo apuntaba a la maduración de la serie, y una parte final que se acelera y se estrella a lo grande. Desde mi punto de vista, el conjunto genera el interés justo para darle oportunidad a ver si toman nota de lo que ha fallado. Pero a muchos lectores los han perdido ya y el público en general la está recibiendo con tibieza, así que mucho tendrán que currárselo.

SEX EDUCATION – TEMPORADA 2

Netflix | 2020
Drama, comedia | 8 ep. de 48-59 min.
Productores ejecutivos: Laurie Nunn, Jamie Campbell, Ben Taylor.
Intérpretes: Asa Butterfield, Ncuti Gatwa, Emma Mackey, Gillian Anderson, Alistair Petrie, Connor Swindells, Aimee Lou Wood, Kedar Williams-Stirling, Mimi Keene, Tanya Reynolds, Patricia Allison, Simone Ashley, Mikael Persbrandt, Jim Howick, Rakhee Thakrar, Samantha Spiro, Chinenye Ezeudu, Sami Outalbali, Chaneil Kular, George Robinson.
Valoración:

La segunda temporada de Sex Education continua explorando el despertar sexual de un grupo de adolescentes del ficticio instituto Mordale con una valentía como ninguna serie juvenil había ofrecido hasta ahora. Las relaciones amorosas y sexuales, los conflictos emocionales y personales, los problemas psicológicos y las enfermedades físicas se tratan sin cortapisas ni tabúes, sino con naturalidad y humor. Los autores, con Laurie Nunn a la cabeza, mantienen muy bien el tono ágil y sensible que ofrece una lectura emotiva o incluso graciosa de cualquier situación, por trágica que sea esta, pero sin caer nunca en la frivolidad. Por ejemplo, incluso el giro oscuro de la agresión sexual es una historia muy bien resuelta, con el drama necesario y algunos momentos incómodos, pero en conjunto con una arrolladora energía positiva.

El conjunto se redondea con el reparto tan bien elegido, donde todos ofrecen ua interpretaciones muy apasionadas, y el inesperado cuidado en el apartado visual. Estando ante una serie donde por género y estilo no cabría encontrarse un acabado muy elaborado, nos ofrecen un estándar de calidad muy alto, con un ritmo impecable y una fotografía muy versátil que logran una inmersión total en los acontecimientos.

Si en la primera etapa fuimos conociendo a los protagonistas principales, en esta además de terminar de asentar a los secundarios abrimos el foco hacia una trama global. Dos ruidosos problemas en el instituto sirven para denunciar la moralina retrógrada y las perspectivas reprimidas que llevan a una visión conservadora sobre la enseñanza de la sexualidad, y la consecuente confusión y los mil problemas que de ello surgen. Un brote de clamidia y la exposición de los escritos de la terapeuta Jean Milburn sobre las consultas que hace a los adolescentes ponen al instituto y sus directivos en el ojo público, armando mucho jaleo. Las consecuencias se tratarán sobre todo en el tercer año, pero en esta tenemos la primera respuesta de los estudiantes con la erótica y festiva obra de final de curso.

El mosaico de historias personales que se abre ante nuestros ojos vuelve a ser deslumbrante en su amplitud y variedad, en la inteligencia y gracia del tratamiento de cada rol y sus visicitudes. Otis por un lado y Aimee por el otro empiezan a encontrarse más a gusto consigo mismos al disfrutar sin vergüenza de la masturbación, un paso previo que se habían saltado al ir directamente a la guerra social por no ser el último en tener sexo con otra persona. Eric continúa explorando sin miedo su homosexualidad, aunque eso no implica que sus relaciones salgan bien sin más. Adam empieza a enfrentar sus problemas familiares y las secuelas psicológicas que estos han creado, mientras que su padre, el rígido director del centro, al seguir reprimiendo sus sentimientos y necesidades termina explotándole todo en la cara. La pandilla de los pijos (Ruby, Anwar, Olivia) se quita rápidamente el halo de secundarios cómicos para ir ganando protagonismo e interés. Ola y Lily descubren juntas facetas de su sexualidad hasta ahora desconocidas. Jackson Marchetti parece ir saliendo de la depresión al que lo había llevado tanta exigencia con el deporte, pero ahora conocemos a Viv Odusanya (Chinenye Ezeudu), que parece ir por el mismo camino en los estudios.

Los marginales Otis y Maeve tratan de encontrar su lugar en el mundo mientras tienen la osadía de dar consejos amorosos y sexuales a los demás alumnos, algo que les aporta tanto buenos momentos como meteduras de pata, aunque de todo se aprende. La propia madre de Otis, Jean, muestra que ni de adulto se está libre de tener conflictos sentimentales y relaciones turbias: su aventura con el bruto de Jacob Nyman es una montaña rusa, y la reaparición de su ex y padre de Otis, Remi (breve aparición de James Purefoy), terminan de constatar el caos que es su vida.

Sin embargo, a pesar de la brillantez y equilibrio de todas estas historias cruzadas, aparece algo de desgaste en los dos personajes principales. La relación en tensión entre Otis y Maeve ya iba algo justa en su presentación, y si bien la solidez de los personajes y actores y la simpatía de los encuentros, con el romance torpe pero entrañable de la juventud, han logrado levantar el interés en una historia muy predecible, era inevitable ver los recesos y trucos evidentes para ir frenándola, para que no se acabara antes de tiempo. Sin duda el mundo de las relaciones en tensión es un terreno en el que es difícil moverse, pero ver que los guionistas se van hundiendo cada vez más en el mismo lodazal de siempre en una serie que derrocha tanto ingenio y tiene tan pocos episodios lo cierto es que cuesta perdonarlo.

Las frases no dichas por vergüenza, las llamadas y mensajes perdidos, los malentendidos, las peleas injustificadas… resultan siempre demasiado convenientes. Y a eso se le añade el nuevo secundario, Isaac Godwin (George Robinson), que cumple a rajatabla el tópico del tipo que parece bueno pero guarda mucho rencor oculto y malmete allá por donde va. Sus intervenciones dando el último estacazo al acercamiento entre nuestros dos queridos protagonistas resultan molestas desde el primer momento, pero no porque genere inquietud por el devenir de la relación, sino por forzadas hasta generar vergüenza ajena, pues ya desde que lo presentan como un discapacitado canta a sensacionalismo por todas partes. Y este rol arrastra a Maeve en los últimos episodios, donde no hace nada digno de mención salvo caer en su órbita y ser engañada por él en otras tantas escenas lastimeras. Es frustrante que en una serie tan inteligente se recurra con tanto descaro a una burda manipulación emocional.

Así, el tramo final de la temporada puede dejar malas sensaciones, eclipsando un poco el buen trabajo global. En líneas generales Sex Education mantiene el tipo como una obra que a pesar de su aparente complejidad y profundidad resulta apasionante y se engulle de un tirón, dejándote con ganas de ver más.

Ver también:
Temporada 1 (2019)
-> Temporada 2 (2020)
Temporada 3 (2021)
Temporada 4 y final (2023)

LOST IN SPACE – TEMPORADA 3 Y FINAL

Netflix | 2021
Drama, aventuras, ciencia-ficción | 8 ep. de 40-58 min.
Productores ejecutivos: Zack Estrin, Matt Sazama, Burk Sharpless, Neil Marshall.
Intérpretes: Molly Parker, Toby Stephens, Maxwell Jenkins, Taylor Russell, Mina Sundwall, Ignacio Serricchio, Parker Posey, Raza Jaffrey, Ajay Friese, Charles Vandervaat, Russell Hornsby.
Valoración:

La tercera temporada de Lost in Space mantiene la misma fórmula que combina tantas virtudes como limitaciones.

La familia Robinson enfrenta infinidad de situaciones llenas de peligros y dilemas morales. Hábilmente los guionistas usan la acción como motor del cambio, ni una escena parece relleno, siempre sirve para que los personajes interaccionen, fallen, aprendan, etc. Así, resulta una montaña rusa de aventuras, suspense y acción que termina de deslumbrar con un reparto muy implicado y con gran química y un acabado espectacular gracias al buen presupuesto, el inspirado equipo técnico y las excelentes labores de dirección.

Pero algunos fallos han estado bien presentes a lo largo de su trayectoria. Los momentos forzados en el drama o la acción rechinan a veces, igual que lo hacen los instantes más cursis. Más que nunca vemos que la familia es el centro de todo una y otra vez, hasta el punto de que parece que los propios guionistas se ríen de ello con un chiste en el que Penny dice, casi mirando a cámara, que allá por donde van siembran el caos y a alguien le podría parecer sospechoso. Los peligros exagerados, con locas salvaciones en el último instante, y los giros finales dejándolo todo abierto vuelven a estar a la orden del día, pero ahora además se añade el abuso de la tecnojerga.

Como en la segunda etapa, empezamos varados en otro planeta donde el progreso de tramas se estanca un poco. Se sigue sacando suficiente partido de cada lugar, cada reto y de los personajes como para pasar un rato muy agradable, pero es inevitable pensar en que el desgaste empieza a ser palpable. Por suerte, parece que tanto Netflix como los productores eran conscientes de ello y quizá veían también cansancio en la audiencias (no sueltan prenda, pero la serie no es muy comentada en las redes), y decidieron que sería la última temporada, y además con menos episodios, así que en cuanto salimos de la pausa se lanzan a por el arco final y la cosa se centra y mejora.

Tener el destino (Alfa Centauri) al alcance de la mano pero no poder ir porque supondría atraer a los temibles robots al paraíso genera tanto buena sensación de dirección como gran tensión. Los peligros dejan de ser menos aleatorios… bueno, es un decir, porque el gusano gigante a lo El Imperio contraataca (Irvin Kershner, 1980) es bastante absurdo… y resultan más tangibles: sabes dónde están los robots, su plan e historia se van explicando adecuadamente, temes que alcancen a los humanos en cualquier momento… y todo apunta a una apoteósica batalla final.

Los padres ya tenían su arco bastante cerrado y los guionistas no se complican con alguna historia nueva de última hora, dan un pequeño rodeo bien disimulado, pues al ponerlos más al límite se generan otros buenos dilemas: habían superado ya los líos de matrimonio y estaban centrados en sacar adelante a la familia, pero se encuentran ante otra abrupta separación y están a punto de tirar la toalla. Penny enfrenta los últimos temores por la entrada en el mundo adulto y la responsabilidad. Judy hace lo propio con su obsesión por ser perfecta, pues va empezando a relegar y confiar en otros, sobre todo tras el inesperado hallazgo de su padre biológico, Grant Kelly (Russell Hornsby), un giro que parecía surrealista al presentarse pero está bien aprovechado. Don West cada vez se aleja más de su pose de superviviente individualista y está más integrado entre sus compañeros. Y la doctora Smith igual, va dejando su lado egoísta tan psicópata y ganándose su hueco, y jugar con una recaída en el final lejos de parecerme una vuelta de tuerca innecesaria diría que es muy certera a la hora de rematar bien su historia.

Will es el único que no me convence del todo. No parece tener un arco concreto, los escritores se empeñan demasiado en dirigirlo hacia peligros inexorables, sembrando un aura de tragedia inevitable un tanto manipuladora que incluso lastró a la campaña publicitaria, con ese sombrío póster. Y para rematar, la conexión con el robot no termina de llegar a una conclusión bien trabajada, sino que sale un poco de madre al acabar con unos deus ex machina muy tramposos. Así que Will queda un más como recurso narrativo que como personaje,

En el enfrentamiento global entre humanos y robots sale la cosa mejor parada. Los hallazgos de Will dan trasfondo y motivaciones a esas ya no tan frías máquinas de matar, y la esperada confrontación final, aparte de un escenario de acción colosal, tiene algún buen giro entre los últimos trucos de tecnojerga de baratillo. Sólo me chirrió realmente la ridícula pose en plan Power Rangers que ponen los protagonistas en un instante crucial de la batalla.

Lo único que he echado de menos este año es más espacio para secundarios, pues en la segunda temporada iban creciendo en número e interés, pero aquí se dejan bastante de lado y se centra todo en los Robinson, hasta el punto de que llegan a Alfa Centauri y se meten en el centro de control a mandar sobre todos sin que sus rangos superiores opongan resistencia.

Lost in Space vuelve a ofrecer un gratificante entretenimiento, una de aventuras siempre emocionante y un drama familiar sencillo pero bonito, pero también es bastante irregular, con un potencial desaprovechado por la obsesión por mantenerse atados al mismo esquema todo el tiempo, el exceso de sensacionalismo y las situaciones forzadas. Pero el conjunto de las virtudes se sobrepone lo suficiente como para que engullas la temporada con avidez y te quedes pensando que cualquier día te pondrás la serie otra vez en modo maratón.

PD: No entiendo por qué, teniendo libertad para la duración de cada episodio, unas veces ponen la introducción completa y otras solo el logo.

Ver también:
Temporada 1 (2018)
Temporada 2 (2019)
-> Temporada 3 (2021)