Archivo mensual: abril 2024

EL PROBLEMA DE LOS 3 CUERPOS

3 Body Problem
Netflix | 2024
Ciencia-ficción, suspense, drama | 8 ep. de 44-64 min.
Productores ejecutivos: David Beniof, D. B. Weiss, Alexander Woo.
Intérpretes: Jovan Adepo, Eiza González, Jess Hong, Benedict Won, Alex Sharp, Liam Cunningham, Rosalind Chao, Marlo Kelly, Jonathan Pryce, John Bradley, Zine Tseng, Saamer Usmami, Sea Shimooka.
Valoración:

Alerta de spoilers: Es una serie para ver sin saber nada. Apenas menciono la premisa por encima, sin entrar en detalles.–

Tras la debacle de Juego de tronos (2011), con una temporada final deplorable en 2019 que decepcionó a millones de seguidores, los guionistas D. B. Weiss y David Benioff parecían haber quedado en cuarentena por la industria. Las películas de La guerra de la galaxias que tenían apalabradas se las quitaron rápidamente de las manos, porque ya estaba la saga bastante en entredicho como para anunciar que estos autores con tan mala publicidad estarían al frente de nuevas entregas. Pero Netflix no tardó en aventurarse a levantarles el veto, poniéndolos en 2020 al frente de una serie bastante arriesgada. Cuentan con la colaboración de Alexander Woo, productor poco prolífico pero con títulos tan destacables como True Blood (2008) y El Terror (2019).

El escritor Liu Cixin empezó a publicar en 2006 unos relatos en una revista de ciencia-ficción, y tuvieron tanto tirón que en 2008 acabron convirtiéndose en el inicio de una trilogía llamada oficialmente El recuerdo del pasado de la Tierra, aunque se la conoce más con el título de la primera entrega, El problema de los 3 cuerpos. Arrasó en China y también en EE.UU., llevándose incluso el premio Hugo… aunque hoy en día este galardón está tan devaluado como los Oscar, así que no se puede saber si es por méritos o por cumplir cuota de razas.

Contó con una adaptación nacional en 2023, aun a sabiendas de que estaba en marcha otra versión internacional por parte de Netflix. Esta última estaba prácticamente lista en 2022, pero entre la postproducción, el rodaje de nuevas escenas y probablemente la huelga de guionistas se retrasó de su estreno hasta marzo de 2024. La primera semana en emisión ha reunido buena audiencia, aunque otras con cifras semejantes fueron canceladas, como 1899 (Baran bo Odar, Jantje Friese, 2022). Las críticas son dispares, pero inclinándose ligeramente hacia el lado positivo.

Han decidido alejarse bastante del original buscando precisamente una versión más internacional y comercial. Han reducido considerablemente el número de protagonistas en un libro que se dice que es muy denso, y han cambiando la mayoría china por un reparto más occidental. Obviamente, en China no ha sentado bien, pero sin duda ha ayudado a venderla en el resto del mundo. Cabe señalar también que en la versión en español doblan tanto los diálogos en inglés como los que están en chino. Que hoy en día, con series con historias, idiomas y repartos internacionales, como esta o Los vencidos (Måns Mårlind, 2020), todavía haya gente que siga viendo versiones dobladas es algo que no puedo entender.

La fórmula de ganchos locos, personajes crípticos, simbología enigmática y subidones de infarto cada dos por tres tiene un referente claro: Perdidos (Damon Lindelof, Jeffrey Lieber, 2004). En aquella funcionó porque contaba con unos personajes de calidad con los que conectar y que te llevarán por cualquier aventura por rocambolesca que sea esta; sin ellos, solo quedarían trucos narrativos huecos, como en sus incontables clones. El problema de los 3 cuerpos sigue este estilo, y se ve cierto esfuerzo por hacerlo bien, asentando un grupo de protagonistas creíbles y cuyos conflictos son más importantes que el giro de turno. Pero a la vez, el tono ciencia-ficción muy técnica unas veces y muy fantasiosa otras, los escenarios extravagantes y las sorpresas chocantes son tales que muchos espectadores han salido despavoridos antes de que la serie pueda probar si es puro humo o tiene una buena planificación y madurará adecuadamente.

Perdidos perdió el foco en sus últimas temporadas, y Benioff y Weiss también cayeron en el mismo error en Juego de tronos, así que a pesar de haber conseguido aquí una presentación bastante satisfactoria no se logran eliminar del todo los temores sobre que acabe también de mala manera. El partir de una novela pone puntos a su favor, pero Benioff y Weiss han demostrado a lo grande, y a nadie se le olvida de ello, que eso no es impedimento para estrellarse aparatosamente. Como punto de partida, ya han decidido alejarse bastante del original, así que veremos a largo plazo si estas decisiones para reducir y reconducir su complejidad son acertadas o no.

Los protagonistas, un grupo de jóvenes y talentosos científicos, tienen buena dimensión, son verosímiles y muestran buena química, siendo una pandilla cuya dinámica y vicisitudes enganchan, sobre todo gracias a unos diálogos que logran ser muy naturales y a la vez tienen un inesperado humor rebuscado. Auggie Salazar (Eiza González), Jin Cheng (Jess Hong) y Saul Durand (Jovan Adepo) están preocupados por las misteriosas muertes de algunos compañeros alrededor del globo y las aparición de fenómenos extraños que no tienen explicación científica. No tardan en verse inmersos en esta insólita situación y acaban yendo de un peligro desconocido a otro. Algunos amigos y parejas serán un apoyo fundamental, pero también son puestos en riesgo: Will Downing (Alex Sharp), Jack Rooney (John Bradley), Raj Varma (Saamer Usmani)…

Unas décadas atrás, en China parece haberse puesto en marcha esta sucesión de eventos por la implicación de la joven Ye Wenjie (Zine Tseng), pero en su versión adulta (Rosalind Chao) sus propósitos y alineación son desconocidos. Apenas el detective (Benedict Wong) que investiga a los científicos y su cínico jefe (Liam Cunningham) traen algunas respuestas, y señalan al líder de una extraña secta (Jonathan Pryce) y sus seguidores (Marlo Kelly) como parte de alguna conspiración relacionada con los misterios. Los veteranos Wong, Cunningham y Pryce son los rostros más conocidos y los únicos que realmente destacan en un reparto competente pero no deslumbrante.

Si no chocas con sus estrambóticas propuestas entrarás en un buen ambiente de suspense y expectación por si explicarán cada enigma, y lo más importante, te implicarás en los retos de los protagonistas y desearás ver cómo salen adelante. También se exponen sugerentes lecturas sobre el determinismo, sobre el sentido de la vida cuando el destino de la humanidad parece estar escrito, si la sociedad y la moral se podrían mantener a flote ante semejante panorama. Se habla sobre la valentía de enfrentar desafíos en apariencia imposibles, y la necesidad de mantener la ciencia y la razón por encima de creencias y miedos absurdos.

Por el otro lado, pasan tantas cosas que la mitad las olvidas al poco de acabar el visionado, sea por saturación o porque no todas parecen transcendentales para el desarrollo de la historia global. Algunas se estiran más de la cuenta, como el juego de realidad virtual; por cierto, este recuerda al de El juego de Ender (Orson Scott Card, 1985). Algunos recursos para generar intriga, como los pájaros muertos cayendo del cielo, están muy quemados en el género. Y otras veces requiere un gran salto de fe que como indicaba no todo el mundo está dispuesto a hacer. Por suerte, al ser una temporada muy corta nos ahorramos rellenos y desvíos en grandes cantidades, como en otras del estilo como Expediente X (Chris Carter, 1993) o la citada Perdidos.

El acabado es magnífico en las labores de dirección, fotografía y música. Un presupuesto sin duda generoso es exprimido en incontables localizaciones por todo el globo, grandes despliegues de extras, efectos especiales notables y algunos escenarios de ciencia-ficción muy imaginativos. Esto permite que muchas de estas ideas funcionen en vez de parecer irremediablemente cómicas, como la explicación de los sofones o la movida con el cielo.

El primer acto es bastante sugerente (los mensajes en la radio china me pusieron los pelos de punta) y presenta bien a los protagonistas, pero cuesta creer que gente que tiene visiones tan extrañas siga con su vida normal como si nada. El segundo tercio pierde un poco el foco, buscando momentos épicos, como la parte del barco, que son puro efectismo y chocan con fuerza contra la barrera de la credibilidad; había muchas formas más fáciles de lograr el objetivo. Pero la premisa de los sofones me ha resultado fascinante por su realismo científico y por suponer una situación alucinante y sin salida aparente ante los protagonistas. El tercer acto se calma bastante, dejando que los personajes se asienten y centrando la historia en unas líneas más claras. Las escenas en la casa de la playa son muy bonitas, por ejemplo.

Las misiones que ponen en marcha en el desenlace son apasionantes, parecen lanzar todo lo propuesto por fin… pero extrañamente los autores prefieren hacer un requiebro y dejarlo todo muy abierto. Quizá pretendían otro de esos golpes de efecto que supuestamente te dejan en vilo, pero llegados a este punto resulta frustrante que amaguen de nuevo. Así, aunque hayas disfrutado de la temporada, al final vuelve a aparecer la sombra de la duda.

STAR TREK: NUEVOS Y EXTRAÑOS MUNDOS – TEMPORADA 1

Star Trek: Strange New Worlds
Paramount+ | 2022
Ciencia-ficción, aventuras, drama | 10 ep. de 46-62 min.
Productores ejecutivos: Akiva Godlsman, Alex Kurtzman, Jenny Lumet, Henry Alonso Myers, varios.
Intérpretes: Anson Mount, Rebecca Romijn, Ethan Peck, Christina Chong, Jess Bush, Celia Rose Gooding, Babs Olusanmokun, Melissa Navia, Bruce Horak, Dan Jeannotte, Adrian Holmes, Melanie Scrofano, André Dae Kim, Rong Fu, Paul Wesley.
Valoración:

RECUPERANDO LA ESENCIA DE STAR TREK

Como comentaba en la presentación de Nuevos y extraños mundos, tras el desastre del retorno de Star Trek a la televisión con Discovery y las dos primeras temporadas de Picard, los directivos de Paramount y CBS permitieron a los productores volver a mirar a las series clásicas para intentar remontar una saga muy querida y con gran potencial a largo plazo.

Alex Kurtzman como el productor principal, Akiva Goldsman y Jenny Lumet como productores ejecutivos y Henry Alonso Myers al frente de la sala de guionistas recuperan el tono de Star Trek con sabiduría y pasión, ofreciendo una temporada que vuelve a ganarse al trekkie de toda la vida y puede enganchar a nuevos espectadores. Todavía hay margen de mejora, pero las bases las han asentado muy bien.

La nave insignia de la Federación, la Enterprise, recorre los confines inexplorados de la galaxia buscando nuevas formas de vida con las que contactar y compartir conocimientos. De La serie original y La nueva generación hereda el estilo aventurero, donde cada nuevo episodio nos lleva a lugares desconocidos y al encuentro de razas extrañas en los que la tripulación enfrentará retos insólitos que pondrán a prueba sus ideales y capacidades, sobre todo en aspectos de choques culturales y dilemas éticos.

De Espacio Profundo Nueve toma algo de su serialización, con arcos dramáticos trabajados a largo plazo y tramas recurrentes. Tiene parte de su perspectiva más oscura, pues los personajes arrastran cada cual sus traumas y algunas historias tienen finales trágicos. Pero a la vez persigue un ambiente más distendido y alegre, cortejando al humor con buen tacto.

El abultado presupuesto luce de maravilla, muchísimo mejor que Discovery y Picard. La diferencia es que hay mejor planificación las necesidades de cada capítulo, y han elegido un tono más cohesionado y cinematográfico y menos sensacionalista y aparatoso.

PERSONAJES ENCANTADORES Y CON CARISMA

Como en toda buena serie de Star Trek, el grupo protagonista resulta apasionante desde el primer capítulo. El magnetismo de unos y la simpatía de otros, la camaradería del conjunto, las parejas (amistosas, laborales, románticas) tan fructíferas que se forman aquí y allá, los emocionantes conflictos que sacan lo mejor de ellos, y un reparto bastante bien elegido permiten que hasta las aventuras menos logradas tengan siempre algo de sustancia.

El capitán Christopher Pike es carismático y cercano a la tripulación en la onda de Riker, pero en la acción recuerda más a Kirk, más directo, decidido a ignorar las normas si lo estima oportuno. Anson Mount parece haber nacido para el papel, qué porte y carisma, y qué sutil está en el humor y el drama. Pike vive abrumado porque ha visto un futuro en el que un accidente se llevará a varios tripulantes bajo su mando y lo dejará a él incapacitado y deseando morir. Esta premisa se usó en La serie original para justificar la salida de Pike como capitán de la Enterprise, que cambió a Kirk al rodarse un nuevo episodio piloto. Se da la tenebrosa casualidad de que su intérprete Jeffrey Hunter, sufrió en 1968 un accidente durante un rodaje que lo dejó con serias secuelas, y falleció de una hemorragia intracraneal meses después.

Una Chin-Riley es la segunda al mando competente pero quien todavía tiene algo que aprender, sobre todo en cuanto a las dotes de liderazgo y a conocer sus capacidades propias. Parece demasiado rígida y cerrada en sí misma, lo que provoca algo de distanciamiento con la tripulación. Por ello, formarse bajo el ala de Pike le viene de maravilla. Rebecca Romijn muestra esta contención y sus conflictos internos de maravilla.

Esta versión de Spock ya la conocimos en Discovery, donde no convencía ni por los fallidos dramas habituales de esa serie ni por el actor Ethan Peck, que no logra el carácter serio tan peculiar de Leonard Nimoy. Además, no es capaz de arquear las cejar, y menos con el maquillaje que le ponen, creo yo que demasiado aparatoso para no conseguir gran mejora, de hecho, en la segunda temporada lo convencieron de que se depilara sus cejas para ahorrar tiempo al ponerle las falsas encima. Pero es indudable que estamos ante un personaje mejor escrito que el de Discovery, y conforme vamos conociendo matices suyos en los primeros capítulos el choque con la imagen preestablecida se va difuminando. Y en cuanto entramos en historias más tragicómicas se ve que Peck sí tiene más valía como actor. Eso sí, si intentan potenciar el aspecto humorístico quizá falten a la esencia del personaje, pero al menos en las dos temporadas que llevamos mantiene bien el tipo. Como el rol clásico, sus análisis desde la lógica vulcana de los problemas que encuentran y los choques con su lado humano sirven como motor para diversos análisis de la conducta humana.

Nyota Uhura, la oficial de comunicaciones, no tenía tantos ojos puestos encima, pues la figura original apenas pasó de secundaria, pesaba más el mensaje de tener un personaje de color en un puesto importante. Así que a pesar de que el cambio en su descripción es importante no parece haber quejas. Esta Uhura es más joven, una alférez en formación, y su simpatía y problemas de aprendizaje son entrañables, sobre todo por el entusiasmo de Celia Rose Gooding. En el lado contrario está la teniente Ortegas, piloto de la nave. El intento de hacer de ella una secundaria respondona en tono cómico tiende hacia lo cargante más de la cuenta, eclipsando la parte de su personalidad más interesante, esa que intenta que todos se lleven bien, que cadetes como Uhura se integren. Es un contraste que no me pega, no se puede ser molesta y simpática al mismo tiempo. Melissa Navia no lo hace mal, pero se queda un poco por detrás del resto. Lo bueno es que, al contrario que en Discovery, no meten mensajes de sexualidad no binaria y bisexualidad con calzador, sino que todo fluye de forma natural, como en las series clásicas.

La enfermera Christine Chapel resulta encantadora, y eso que los traumas de la guerra han dejado heridas importantes en ella. Su intento de encontrar de nuevo pasión por la vida y por centrarse son emotivos, sobre todo cuando empieza a acercarse a Spock. Jess Bush se maneja con soltura en distintos estados dramáticos. Su compañero de fatigas en la guerra es también el doctor en la Enterprise. M’Benga no lleva tan bien la adaptación a la paz, y menos con el drama de la enfermedad de su hija. Babs Olusanmokun muestra con intensidad todos estos problemas.

La’an Noonien-Singh, la oficial de seguridad, de primeras me pareció seguir el estereotipo moderno de mujer joven de apariencia fuerte pero sensible cuando se la conoce mejor, de hecho, imitan con descaro el físico de la actriz, el tono del personaje e incluso el maquillaje de Alara Kitan de The Orville y Camina Drummer de The Expanse. Pero su historia pasada con los gorn y el ser heredera del genocida Khan añade pronto buen poso, y poco a poco se gana su hueco. Christina Chong está estupenda, y eso que el papel de parecer dura siendo frágil es complicado. El ingeniero jefe Hemmer tiene menos presencia, pero su personalidad es tan arrolladora que cada aparición deja huella. Bruce Horak consigue transmitir bastante a pesar del trabajado disfraz de alienígena.

Hay otros oficiales que no muestran mucha dimensión, pero siempre se agradece tener secundarios con nombre, pues pueden dar juego en cualquier momento: el jefe Kyle (André Dae Kim) y la timonel Jenna Mitchell (Rong Fu). Más interesante se presentan la capitana Batel (Melanie Scrofano) y el almirante April (Adrian Holmes), quienes rápidamente resultan secundarios indispensables que esperas que aparezcan más a menudo.

T’Pring (Gia Sandhu) queda en una posición más complicada: como prometida de Spock se espera que dé juego en los líos románticos, pero sus primeras apariciones son un poco pesadas. El personaje más polémico es la nueva versión de James T. Kirk, muy chocante por no acercase al original en dibujo y tener un actor, Paul Wesley, que parece completamente equivocado para el papel. Pero por suerte en la segunda temporada le cogen mejor el punto a estos dos roles.

TEMPORADA SATISFACTORIA,
PERO HAY MARGEN PARA MEJORAR

La media de los capítulos es buena y la temporada se hace corta, recuperando la fe en la nueva etapa de la saga a la vez que ofrece una certera actualización a los estándares actuales de tono, ritmo, aspecto visual… Pero lo cierto es que para tener solo diez episodios cabría esperar un nivel más alto y desde luego menos irregularidad. Acaba siendo tan fiel a la saga que no nos libramos de algún relato un tanto cargante (los piratas de La tempestad serena) ni de intentos de ofrecer historias alternativas que no dan pie con bola y resultan insufribles (El reino Elysio). Y en varios capítulos da la sensación de que falta una pizca de agilidad, de que se podrían recortar escenas redundantes, en especial esos momentos que caen en la manía de los diálogos sobre explicativos remarcando con obviedades lo que está ocurriendo.

Con la idea de adentrarse en la progresión de los personajes, por lo general cada episodio se centra en unos pocos roles, y en algunos casos, la historia está muy dedicada a su personalidad, sin que ello afecte a la aventura fantasiosa de turno, es decir, sin que esta parezca muy dirigida.

Nuevos y extraños mundos, el mejor de la temporada, es una presentación fantástica de Pike y su relación con la tripulación, de forma que sin haber visto Discovery puedas conocerlos, pero tampoco hace falta haber visto nada de Star Trek en general, pues introduce la dinámica de la saga con habilidad a través de una historia muy clásica pero muy bien llevada de contaminación cultural y progresismo versus conservadurismo.

Tenemos las típicas posesiones de entes en Los fantasmas de Illyria, premisa muy sobada pero que aun así atrapa de principio a fin. Hay potentes dilemas que ponen a la tripulación ante decisiones que cuestionan su temple, como Llévanos donde el sufrimiento no puede llegar. A estas alturas de la saga, todavía son capaces de sorprender con choques culturales muy imaginativos, como Hijos del cometa, pero también tenemos alguno algo empalagoso: Spock Amok.

Se introduce una trama larga que se aparta de los ya muy vistos romulanos y klingon. Además es inesperada, pues retoma un villano de La serie original sin aparente relevancia: los gorn. Resulta que este lagarto con el que Kirk se pegó en el capítulo Arena (120) en una escena muy cutre se ha convertido en un referente humorístico de lo mal que ha envejecido en lo visual, así que es una especie conocida y que genera cierta añoranza. Ya en Enterprise tuvieron una breve aparición con un diseño más moderno (Un espejo sombrío, Parte 2, 419), pero aquí la reinvención es total, pues se construye una nueva raza con la que la Federación tendrá una constante guerra fría y choques puntuales. Empieza bien la cosa en Aquellos que van a la deriva, un capítulo de suspense bastante efectivo. Sin embargo, una vez entran en acción resultan un tanto chocantes, pues cabe preguntarse cómo una raza en apariencia tan primitiva, tan animal salvaje, tiene tecnología para alcanzar el espacio.

Pero si la temporada empezó alejándose muy bien de lo peor de Discovery y presentando con fuerza la historia de Pike, el desenlace retoma lo peor de aquel estilo de hacer las cosas. Una cualidad de la misericordia tira de nuevo por esos finales grandilocuentes y sensacionalistas de los que Kurtzman y Goldsman son fanáticos, donde se vaticina la destrucción de la Federación o del mismísimo universo y se anuncia mucho peligro inminente, pero a la hora de la verdad no hay emoción en una sucesión de situaciones forzadas que tiran por tierra todo lo andado con la fórmula narrativa y los personajes. La trama hace aguas por todas partes, volviendo a desaprovechar por enésima vez en la saga a los romulanos, el conflicto de Pike se desarrolla de mala manera después de prometer bastante, y la entrada de Kirk es muy decepcionante. Esperemos que estos patinazos no se repitan en adelante.

Tras el salto encontraréis el análisis por capítulos.
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JACK RYAN – TEMPORADA 2

Amazon Prime Video | 2019
Suspense, acción | 10 ep. de 40-58 min.
Productores ejecutivos: Carlton Cuse, Graham Roland.
Intérpretes: John Krasinski, Wendell Pierce, Mike Kelly, Jordi Mollá, Francisco Denis, Noomi Rapace, Cristina Umaña, John Hoogenakker, Jovan Adepo, Tom Wlaschiha, Eduar Salas, Susan Misner.
Valoración:

Como comenté en la primera temporada, los productores y guionistas sintieron que la saga de novelas de Jack Ryan de Tom Clancy había envejecido mucho y prefirieron optar por una adaptación más libre. Este año se podría decir que los guionistas principales, Carlton Cuse y Graham Roland, se inspiran en la ambientación y el tono Peligro inminente (1989), pero cambiando los cárteles de la droga de Colombia por las intrigas políticas de Venezuela.

La delegación de la CIA en Venezuela pone el ojo en la corrupción del gobierno y su posible conexión con Rusia, pues hay un misterioso satélite secreto, mercenarios y excavaciones mineras no declaradas que apuntan a alguna conspiración. Ryan se encabezona con todo ello, luchando contra las intrigas locales y los impedimentos de su propio gobierno, siempre temeroso de agitar demasiado el avispero… cuando no le conviene políticamente, porque si fuera así, tendrían carta blanca para cualquier movida.

Hay mejoras respecto a la primera etapa, pero no se libra de seguir arrastrando cierta irregularidad. Tenemos más cohesión en los distintos frentes, algunos personajes mejor definidos con diálogos muy logrados, y escenarios mejor trabajados desde el guion y espectaculares gracias a la puesta en escena.

La relación entre Ryan y James Greer sigue siendo muy agradable, y John Krasinski y Wendell Pierce son dos buenos actores que llenan la pantalla. Ahora se les suma el jefe de la sucursal, Mike November. Su intérprete, Michael Kelly, es uno de esos secundarios vistos en incontables series, pero pocas veces tiene un rol con sustancia suficiente como para mostrar su valía, y esta ocasión no la desaprovecha. Se hace pronto indispensable, las escenas de choques y acercamientos entre los tres logran que cualquier situación sea la mar de divertida.

A veces no sé si los autores se pasan de la raya intentando que quede Ryan como un héroe y acaba siendo más bien cabezón y arrogante, o si pretendían dibujar un rol más gris y falible. Sea como sea, las peleíllas con la cadena de mando dan mucho juego, y las aventuras desentrañando la confabulación son muy entretenidas.

La política local tiene algún claroscuro, pero en líneas generales se siente verosímil. El presidente debería haber tenido más aristas para alejarse del estereotipo de corrupto malvado sin más, y Jordi Mollá no logra componer un villano temible. Pero sus secuaces y oponentes enriquecen bien el panorama. Destacan Miguel Ubarri, general y principal amigo y asesor, que muestra una cara más humana, con dudas y problemas más tangibles, y un Francisco Denis que convence más en el papel, y la opositora Gloria Bonalde (Cristina Umaña), que parte del perfil típico de gente valiente y comprometida contra las injusticias, pero su trayectoria enfrentando numerosas dificultades es apasionante.

Encontramos otros tantos espías, mercenarios y asesinos de distintos bandos. Algunos funcionan bastante bien, como la entrada de Marcus Bishop (Jovan Adepo) o el ya conocido Matice (John Hoogenakker). Pero también hay otros que prometían dar más juego y se quedan a medio gas, como la enigmática Harriet Baumann, que no termina de sentirse bien conectada con la historia ni tiene química con Ryan, desaprovechando el fichaje de Noomi Rapace, o el asesino Max Schenkel (Tom Wlaschiha), cuyas motivaciones no convencen a pesar de que los guionistas intentan darle tiempo para que cale. Y es extraña la aparición de Arnold Vosloo como mercenario, limitada a un par de escenas, pero estas son bastante graciosas.

La puesta en escena aprovecha bien un presupuesto sin duda generoso, logrando una serie bastante vistosa y con tramos muy emocionantes. Las labores de fotografía y dirección son notables, las incontables localizaciones por medio mundo resultan imponentes, y hay algunas escenas de acción dignas de cine, como el ataque a la comitiva, que recuerda a la propia adaptación de Peligro inminente (Phillip Noyce, 1994). Y Ramin Djawadi aporta una banda sonora de suspense y acción bastante versátil.

Pero me temo que en el tramo final ocurre como en la primera temporada, las buenas formas y el tono de thriller serio se dejan de lado al decantarse por una línea de cine de acción estúpido, lleno de tiroteos imposibles y demás escenarios sensacionalistas cuando no rocambolescos. Las intrigas cruzadas y los conflictos personales y éticos quedan por los suelos, desluciendo bastante el conjunto.

Los autores no se andan con rodeos a la hora de poner a parir a Venezuela, y la verdad es que se lo merece, parece que no hay quien salve el país, así que por este lado no puedo quejarme de la copaganda, el ensalzamiento de las fuerzas del orden patrias frente a los extranjeros. Sin embargo, en el desenlace sí cae de lleno en esa tendencia, con los agentes de la CIA invadiendo el mismísimo palacio presidencial a tiros e imponiendo su justicia por la fuerza.

Otro detalle destacable es que hay mucho diálogo en español, pero la mitad de los actores no dominan el idioma y evidentemente lo que hacen es aprenderse los diálogos de memoria, lo que queda fatal de cara al hispanohablante. Para la siguiente temporada, desarrollada en Rusia principalmente, no se complican, y todo el mundo habla en inglés, intuyéndose cuándo hablan entre ellos en el idioma que les corresponda. Prefiero esto último a dejarlo a medias, pero una obra que pretenda mantener un buen estándar de ambición debería hacerlo bien.

Ver también:
Temporada 1 (2018)
-> Temporada 2 (2019)