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EUPHORIA – TEMPORADA 2 (Y CAPÍTULOS ESPECIALES)

HBO | 2020, 2021 (especiales), 2022 (temporada)
Drama | 2 especiales de 49 y 64 min, 8 ep. de 54-61 min.
Productores ejecutivos: Sam Levinson, varios.
Intérpretes: Zendaya, Hunter Schafer, Sydney Sweeney, Alexa Demie, Angus Cloud, Jacob Elordi, Barbie Ferreira, Eric Dane, Maude Apatow, Nika King, Storm Reid, Colman Domingo, Javon Walton, Austin Abrams, Paula Marshall, Dominic Fike.
Valoración:

Alerta de spoilers: Apenas presento un esbozo de las tramas del año.–

La segunda temporada de Euphoria iba a rodarse en primavera de 2020, justo cuando se desató la pandemia de coronavirus. Con la fecha en el aire indefinidamente, la HBO no quería desaprovechar el éxito que tuvo la serie en su estreno, y consiguieron apañar dos episodios especiales rodados con lo mínimo y estrenados al terminar el año. Uno está centrado en Rue y Ali, con apenas una camarera con diálogo, y el siguiente, en Jules y su psicóloga, con breves apariciones de su padre y otros pocos personajes en flashbacks y pensamientos. Ambos tienen mala pinta de primeras, huelen a relleno improvisado, a treta comercial. Pero las dificultades agudizan el ingenio, y resultaron notables.

Los protagonistas reflexionan sobre incontables facetas de la vida: la amistad, la familia, la fe en uno mismo, la fe en la religión, las posibilidades que nos abrimos y cerramos, si el destino y futuro están escritos… La sensibilidad de Sam Levinson en el guion y las maravillosas interpretaciones de Zendaya y Hunter Schafer nos llevan por ideas que puede parecer muy sobadas, pero cuya extraordinaria sensibilidad logra conmover profundamente. Sin duda hubo bastante de improvisación en los diálogos, pues Schafer acabó acreditada como guionista. Levinson sorprende también en el acabado, donde por necesidad tuvo que tirar por un registro opuesto al de la serie: la falta total de recursos y tiempo obliga a la contención, teniendo sólo dos escenarios, una cafetería y la consulta, y sin poder permitirse enredos visuales variados. El realizador no se amilana y consigue mantener muy bien la conexión emocional, sin dejar espacio a que aparezca el aburrimiento.

La temporada en sí pudo ponerse en marcha en primavera de 2021, estrenándose en febrero de 2022, con la tercera ya anunciada. Se asemeja mucho a la primera en su trayectoria algo caótica. Después de dejarnos con la mayor parte de los personajes en vilo (rupturas amorosas, peleas familiares, de todo), se para demasiado a asentarlos de nuevo en vez de seguir yendo a por todas. Luego se lanza en un tramo central memorable, donde hace gala de una visión e imaginación asombrosas, para de nuevo ir decayendo más de la cuenta en el desenlace.

Sam Levinson sigue mostrándose como un autor valiente y juguetón como pocos, pero todavía le falta una pizca de genialidad y talento para lograr una serie redonda. Me recuerda a Vince Gilligan, de Breaking Bad (2008), sobre todo porque este año hay historias secundarias semejantes: es capaz de explotar en delirios narrativos sin igual, pero no de mantener el tono a largo plazo, siempre pasa por alguna breve resaca.

Lo primero que salta a la vista es el notable cambio en la fotografía, donde han pasado del digital al celuloide. La intención de Levinson y del director de fotografía Marcell Rév es la de no repetirse, la de perseguir nuevos estilos y recursos. Pero no cabe duda de que también buscaban realzar la diferencia entre el idilio de Rue con las drogas en el primer año, donde todo eran colores fríos agradables, una atmósfera etérea, onírica, y la caída al abismo en este, marcada por un aspecto visual más basto, rojizo, descolorido. También se presta a otros experimentos muy llamativos, como la loca tragicomedia que mezcla de realidad y ficción en la obra de teatro del final de temporada.

Pero como digo, sigue sin alcanzar el equilibrio perfecto. La falta de garra del tramo inicial no se solventa con un extra de energía en el acabado, y por el lado contrario, en la parte final acusa de sensacionalismo, intentando forzar tensión y sentimientos a través de las imágenes en vez de potenciando el guion. La espera angustiosa sobre el destino de Fezco y Ash, de melodramática resulta un tanto molesta.

Como en la etapa anterior, el acto central es notoriamente superior al resto, con en punto álgido de la mayor parte de los personajes (sobre todo Rue estrellándose a lo grande) mostrado mediante una puesta en escena brillante que atrapa los sentidos y te zarandea por un por un viaje al infierno tan fascinante como incómodo. Sólo podría poner la pega de que Zendaya me pareció mucho más implicada en su episodio especial que en el centrado en cuando toca fondo, donde no logra estar tan trágica como se espera.

Pero en conjunto, a pesar de su irregularidad, Euphoria consigue resultar de nuevo un drama apasionante, un documental sobre la adolescencia descarnado y cruel pero muy verosímil, con lecturas sobre la vida desde inteligentes a desgarradoras. Hay partes que sorprenden, como el intento de Nate y su madre (Paula Marshall) de retomar sus vidas alejándose del tóxico cabeza de familia, Cal; el propio Cal tiene un viaje revelador la mar de interesante, aunque lo de redimirse está por ver; otras historias son explosivas, como el triángulo amoroso de Cassie, Maddy y Nate; otras muestran la peor cara de las drogas: Rue en sus momentos más bajos, la violencia que alcanza a Fezco; otras son más mundanas pero entrañables, como la relación entre Kat y Ethan Lewis (Austin Abrams); tenemos un nuevo personaje encantador, Elliot (Dominic Fike), crucial en la pasional relación de Rue y Jules; e inexplicablemente uno desaparece: McKay se esfuma sin más; y hay alguna situación cuestionable muy comentada: nadie puede creerse que las buenazas de Jules y Rue se pongan a robar de cerveza en una tienda.

Mención especial merece Lexi Howard, la chica tímida que de tapadillo acaba siendo el eje central de esta temporada. Es muy buen ejemplo de «persona normal» que se considera aburrida, que no se tiene en cuenta, como si no tuviera problemas ni nada que aportar. Pero ver que sus familiares y amigos se autodestruyen en vez de intentar hacer algo con sus vidas no es poco tormento: ¿los abandonas o intentas interceder? Ella lo hace de una manera inesperada, buscando su propia realización personal a través de una obra de teatro que muestra su perspectiva de las cosas. Levinson se mete en un berenjenal complicado en cuanto a puntos de vista, la autocrítica y la responsabilidad de cada uno, y si bien tiene muchos buenos momentos, no termina de explorarlo como podría, desviándose con el señalado sensacionalismo.

Otro problema del desenlace es que el nuevo intento de remontada de Rue se deja un tanto de lado, se minimiza demasiado. Su batacazo es bien grande, no se sale de ahí con la facilidad con que nos lo cuentan. Siendo consciente o no del problema, Levinson la aparca un poco para volver al retrato coral, y se nota un vacío.

Euphoria se marca otro año tan espectacular que se perdonan mucho sus deslices y bajones, y por extensión sigue dejando la sensación de que podría ser mucho más o podría estrellarse en cualquier momento.

Ver también:
Temporada 1 (2019)
-> Temporada 2 (y capítulos especiales) (2022)

EUPHORIA – TEMPORADA 1

HBO | 2019
Drama | 8 ep. de 53-64 min.
Productores ejecutivos: Sam Levinson, varios.
Intérpretes: Zendaya, Hunter Schafer, Sydney Sweeney, Alexa Demie, Angus Cloud, Jacob Elordi, Barbie Ferreira, Eric Dane, Maude Apatow, Nika King, Storm Reid, Algee Smith, Colman Domingo.
Valoración:

El género de drama adolescente o de instituto siempre ha pecado de ofrecer títulos ahogados en tópicos, simplones cuando no cursis, hasta que Buffy, La cazavampiros (Joss Whedon, 1997) le dio una perspectiva más original al ambientarlo en un mundo de fantasía y también inesperadamente un tono más inteligente y realista, cuidando más los personajes y sus vivencias. A pesar de su relevancia e influencia en la televisión, desde entonces hemos tenido un notable vacío en este ámbito que sólo han llenado dos obras de culto, es decir, que no lograron la popularidad merecida, Skins (Jamie Brittain, Bryan Elsley, 2007) y Veronica Mars (Rob Thomas, 2004). Pero en pocos años se han juntado otras dos que han traído aire fresco y apuntado a un nivel alto de ambición y calidad: Sex Education (Laurie Nunn, 2019) y Euphoria.

Estas no podían ser más opuestas en estilo. La primera es un drama en clave de comedia ligera que muestra siempre una cara amable, siendo capaz de hacerte ver la vida con renovada energía. La segunda es trágica y sórdida hasta resultar espeluznante, sólo apta para quien busque experiencias fuertes. Pero también tienen muchos puntos en común, pues ambas abordan sin tapujos los problemas de los adolescentes, en especial los relativos a la maduración afectiva y sexual, esenciales para entrar al mundo adulto y vivir en sociedad.

Aunque la lista de productores es larga, el principal artífice es Sam Levinson. Su corto currículo incluye sólo cuatro guiones, de los que dirigió dos, Otro día feliz (2011) y Nación salvaje (2018). Llevaba tiempo intentando escribir una serie basada en su experiencia con las drogas en la juventud, y la HBO planeaba una adaptación de una obra israelí producida por Ron Leshem y Daphna Levin, los mismos de En terapia (2005, adaptada también por la HBO en 2008), así que la cadena se encontró con medio trabajo hecho y el autor con el mejor canal posible para dar rienda suelta a su creatividad.

Euphoria nos presenta unos adolescentes marcados por tragedias familiares que los han empujado hacia diversos problemas: baja autoestima, acoso escolar, dificultades con el sexo… y por lo general desencadenando en el abuso de drogas, Partimos inevitablemente de algunos estereotipos para poder abarcar diversos ejemplos comunes, pero a partir de ahí Levinson desarrolla unos individuos muy humanos, desde entrañables a despreciables, que navegan por las dificultades de la vida arrastrando sus propios conflictos personales.

Rue Bennet (Zendaya) es la chica alternativa, la que va un poco por su cuenta pero aun así querría encontrar un lugar donde encajar. Lexi Howard (Maude Apatow) es su mejor amiga, la tímida que pasa desapercibida. Fezco (Angus Cloud) el traficante local que inesperadamente tiene bastante corazón. Maddy Perez (Alexa Demie) la tía buena y superficial que sólo sabe usar su cuerpo para ascender en la escalera social. Nate Jacobs (Jacob Elordi), novio de aquella, es la versión masculina: el jugador de fútbol exitoso cuya rica familia le garantiza un futuro. El padre de este, Cal Jacobs (Eric Dane), es el poderoso empresario que maneja el pueblo a su antojo. Cassie Howard (Sydney Sweeney) parte del otro espectro de tía buena: su exhuberante belleza le trae más problemas que facilidades. La nueva en el instituto es la transexual Jules Vaughn (Hunter Schafer), cuya gran sensibilidad choca con un mundo que desprecia lo distinto. Kat Hernandez (Barbie Ferreira) es la gordita acomplejada que va encontrando vías para soltarse. Chris McKay (Algee Smith) está abrumado por ser el eterno segundón, incapaz de ver sus logros y virtudes. Entre los secundarios tenemos otros tantos alumnos, pero los más relevantes son la familia de Rue, su hermana pequeña Gia (Storm Reid) y su madre Leslie (Nika King), y también su padrino de drogadictos anónimos, el intrigante Ali (Colman Domingo).

Rue es la protagonista principal, y lleva el relato con su voz en off que va presentando distintas situaciones y personajes, pues los episodios van centrándose en uno u otro según les vaya tocando el punto álgido de sus historias.

Zendaya logró salir de los estereotipos del infantil Disney Channel, sus series horteras y sus videoclips musicales, y encarar la adolescencia con suficiente experiencia y buenas relaciones familiares y laborales como para no dejarse engullir por la fama, el dinero y los vicios subyacentes que esta serie trata con tanto realismo y crueldad. Solo con Spider-Man (2017) y Dune (2021) tiene tirón suficiente como para comerse el mundo. Espero que no pierda interés en participar en obras alternativas como Malcolm and Marie (2021), donde conoció a Levinson y también empezó como productora.

Su delgadez y aspecto desgarbado van como anillo al dedo a la yonki depresiva de Rue, pero su papel también captura muy bien el infierno psicológico en que vive. En el resto, no se puede decir que estemos ante un reparto espectacular como acostumbra la cadena, pero tampoco hay carencias. Destacaría a Demie, muy creíble en la inmadura de Maddy, a Schafer como Jules, con una energía contagiosa, y a Sweeney, que no aporta sólo el imponente físico de la sensual Cassie, sino que también canaliza bien su dulzura y sus dilemas internos.

Euphoria es una serie muy de emociones, no sólo por los dramas que viven los personajes, sino porque Sam Levinson es muy hábil a la hora de jugar con la narrativa para introducir de lleno al espectador en la atmósfera deseada. Por ello, aparte de estar al frente de la sala de guionistas también dirige todos los episodios que puede: es difícil poner por escrito sus ideas visuales para que otros puedan rodarlas adecuadamente.

De primeras choqué con su estilo frenético, con una estética de videoclip y toques surrealistas a lo Trainspotting (Danny Boyle, 1996). Pero no tardé en caer bajo su embrujo y engullir la temporada con avidez, deleitándome con esta fórmula en apariencia tan caótica pero en realidad tan efectiva a la hora de sumergirte en el tortuoso y errático viaje de los protagonistas. Levinson se inclina por el subrayado y el exceso artístico, con música constante, fotografía sobrecargada en forma y color, y en general le gusta jugar con cualquier enredo que se le ocurra. Destacan los montajes acelerados dedicados generalmente a resumir la vida reciente de los protagonistas, las escenas cuasi oníricas para enfatizar el uso de drogas y otros estados emocionales, e incluso la línea temporal se embarulla en ocasiones para sacar conexiones entre distintos eventos.

Indispensable en el acabado son la vibrante fotografía de Marcell Rév y la música tan original y versátil de Timothy Lee McKenzie (con su grupo Labrinth), que oscila entre el synthpop, el soul y el rythm & blues…

También es cierto que hay algunas canciones de pop, trap y reguetón entre cutres y machaconas (Drake, Beyoncé, Billie Eilish), pero se adecúa a lo que escuchan los jóvenes (en mi época soportábamos Spice Girls, Backstreet Boys, Bon Jovi…), y por suerte, todavía sacan tiempo para incluir alguna de soul o alternativas de más nivel, como Blood Orange, Agnes Obel, The Animals

El peculiar método del realizador tiene su punto álgido en el memorable cuarto episodio, el de la feria, que se alza como uno de los mejores de los últimos años. Todo él es hipnótico, un videoclip musical propiamente dicho, pero de una hora de duración. La apasionante historia cruzada de los protagonista llega a giros clave, todos imbuidos por el tono opresivo y la sensación de que han perdido el control de sus vidas. El ritmo es enérgico, tan absorbente que hay tramos donde contienes la respiración, como en los brillantes planos secuencia que te zaranden por la feria.

Sin embargo, los excesos también traen empachera, tropiezos, bajones de interés… Hay partes donde el equilibrio entre forma y contenido no cuaja del todo, lo que a veces implica que la narrativa peca de sensacionalista, con el delirio visual imponiéndose hasta tener incluso algún momento cargante. En otras ocasiones se atasca un poco en contenido, frenándose la complejidad e interés de las historias de los protagonistas, con lo que aparece la impresión de que se acerca demasiado al tono convencional y predecible habitual del género. En esto último destaca el tramo final, donde a pesar de apuntar al clímax de cada arco en la clásica fiesta de fin de curso, donde cabría esperar capítulos al nivel del de la feria, resulta que se estanca demasiado en los tópicos, no ofrece giros sorprendentes ni desenlaces o puntos y aparte que impacten. Así que el desenlace deja un regusto un tanto amargo depués de haber apuntado tan alto.

Euphoria resulta apasionante, o más bien inquietante, un visionado que no dejará indiferente a nadie, pero su patente irregularidad hace pensar también que tiene un estilo tan marcado que el desgaste puede romper el hechizo en cualquier momento, estando ya muy cerca de ello en esta primera temporada.

Desde su estreno ha generado muy buena impresión entre la crítica y el público, y también generó polémicas. No pocas voces y organizaciones conservadoras claman contra ella intentando censurarla simplemente por mostrar la vida con toda su crudeza, no una versión edulcorada que engañe a los espectadores. Es evidente que pocas obras dirigidas al público joven pueden enseñar y hacer reflexionar tanto como esta, pero los mojigatos prefieren no enfrentar la realidad. Por suerte, la HBO no se amilana ante estas sandeces.

PD: Entre las temporadas 1 y 2 hay dos capítulos especiales. La pandemia iba retrasando el rodaje, y la cadena aprovechó lo que pudieron adelantar para que no decayera el interés tras el éxito de su estreno. Yo los contaré como parte de la segunda temporada.

Ver también:
-> Temporada 1 (2019)
Temporada 2 (y capítulos especiales) (2022)