AGENTE CARTER – TEMPORADA 1

Marvel’s Agent Carter
ABC | 2015
Suspense, acción | 8 ep. de 42 min.
Productores ejecutivos: Christopher Markus, Stephen McFeely, Louis D’Esposito, Jeph Loeb, Kevin Feige, Tara Butters…
Intérpretes: Hayley Atwell, James D’Arcy, Chad Michael Murray, Enver Gjokaj, Shea Wigham, Lyndsy Fonseca, Dominic Cooper, Ralph Brown, Bridget Regan.
Valoración:

Antes del salto tan ambicioso acometido con las series del universo Los Vengadores (Wandavisión, Falcon y el Soldado de Invierno, Loki y muchas que están por estrenarse), y antes del intento del micro universo cruzado de The Defenders (Daredevil, Jessica Jones y demás), que resultó muy irregular, Marvel dio unos tímidos primeros pasos en 2011 y 2015 con Agentes de S.H.I.E.L.D. y Agente Carter. Los fans las consideran canon de la saga, pero los productores a veces hacen la vista gorda y a veces afirman que no cuentan, con lo que parece que no se sienten muy orgullosos de ellas o las ven como productos de merchandising ajenos a la línea principal.

Por mucho que Agentes de S.H.I.E.L.D. viniera avalada por Joss Whedon, resultó ser una obra muy anticuada en estilo y alcance, en la onda de los procedimentales de fantasía, suspense y acción de los años noventa para atrás. Pero le dieron la oportunidad de seguir durante varias temporadas, con lo que lograron (supuestamente, porque no fui capaz de acabar la primera temporada) un producto lo suficientemente coherente y atractivo como para conseguir una buena base de fans y alcanzar la nada desdeñable cifra de siete años en antena. Por ello sorprende que tardaran en realizar otra serie, y más aún que la cancelaran tan rápido, con dos cortas temporadas.

Creada en 2015 por Christopher Markus y Stephen McFeely, quienes se pueden considerar los guionistas más relevantes de la saga cinematográfica junto a Whedon, Agente Carter nace en el mismo rango de Agentes de S.H.I.E.L.D. Bebe muchísimo de Buffy, la Cazavampiros (Joss Whedon, 1997) y Alias (J. J. Abrams, 2001), que supusieron la madurez del género (la segunda más en acabado que en guion), pero lo hace con el estilo anticuado y simplón de obras anteriores a esas. La cuestión es que en cierta manera está justificado por la ambientación en los años cuarenta, pero la ingenuidad en la escritura y el escaso presupuesto limitan mucho su alcance, y además, el mal entendido feminismo moderno añade otro lastre importante.

Sin embargo, comparada con el tramo inicial de Agentes de S.H.I.E.L.D., la presente tiene más personalidad, mejor ritmo, personajes con mayor potencial y un reparto bastante bien elegido, con lo que se siente en el ambiente la sensación de sus autores saben que es un producto sin ambición y se lo toman como un divertimento, intentando conseguir un entretenimiento ligero. Se puede decir lo consiguen, pero sus limitaciones están bien presentes en todo momento, haciéndote torcer el gesto algunas veces, llevándote a pensar en que con un mínimo esfuerzo podrían haber logrado una serie bastante redonda y que podría haber ido creciendo con el tiempo.

Que desde el principio se intuya continuidad en las tramas y sean temporadas cortas es un aliciente para engancharse, pero a la hora de verdad no consigue alejarse del tono de serial anticuado. Los episodios repiten los mismos esquemas, las mismas situaciones, constantemente. El villano secundario, el cachivache tecno-fantasioso, la amenaza del gran enemigo, los roces laborales y machistas, los pasos de la investigación del caso del día, las historias secundarias (el café y la camarera, el apartamento de mujeres)… También hay algunos diálogos explicativos y recordatorios sonrojantes, y algunas situaciones muy convenientes torpemente ejecutadas (como el agente curtido que es sorprendido por la espalda por un viejo en un hangar gigante o el ridículo secuestro de Stark en su reaparición).

Pero lo peor es que el tono feminista resulta muy cargante. En cada instante tienen que recordarte, muy remarcadamente, que Peggy es una mujer capaz rodeada de inútiles que la desprecian por su sexo. Es uno de estos casos tan vergonzosos donde, aparte del forzado mensaje, se rebajan a los demás personajes para ensalzar al principal. Además, el punto de partida de Peggy como don nadie en el departamento no tiene sentido, es famosa en el gremio por sus hazañas con el Capitán América, ¿y por qué la han seleccionado si no? También resulta chocante que una agencia dedicada a espionaje internacional e investigaciones científicas de gran alcance contraten a tanto paleto.

La ambientación en los años cuarenta es buena, y la fotografía con el tono del cine clásico le da un aspecto de calidad… que pronto se viene bastante abajo. Los grandes estudios tienen naves llenas de vestuario, vehículos y demás atrezo de la época, así que por ahí no creo que costara mucho. Y por ello me pregunto cómo los escenarios son tan parcos, los exteriores brillan por su ausencia, y las escenas complicadas son horrendas. El viaje a Rusia es un chiste, la escena de Peggy por la cornisa espantosamente cutre, y el final, donde dicen «Va a atacar Times Square, hay cien mil personas»… y nunca llegamos a ver ni el lugar ni gente, provoca vergüenza ajena. Tampoco es especialmente llamativa en las peleas cuerpo a cuerpo. Así que en la parte de acción, crucial en el género, es una serie bastante regulera.

Si engancha es más por quienes viven estas aventuras que por ellas. Los actores de los detectives (Chad Michael Murray, Enver Gjokaj, Shea Whigham) sortean con habilidad los estereotipos tontorrones que tienen entre manos, resultando bastante simpáticos. Pero lo más importante es que el talento nato y la química entre Hayley Atwell y James D’Arcy son asombrosos, y los guionistas se guardan los pocos diálogos buenos para ellos, de forma que solo unas pocas escenas suyas bastan para levantar el interés de cualquier capítulo. El único fallo, y es importante, es Howard Stark. No entiendo por qué lo tienen tanto tiempo fuera de juego con débiles excusas… quizá eran conscientes de que estaban atados, por continuidad con las películas, a Dominic Cooper, quien no pega ni por asomo como genio y galán y se marca un papel lamentable. Por el otro lado, en el tramo final los villanos ganan bastante atractivo con la clásica espía rubia (Bridget Regan) y el anciano entrañable (Ralph Brown) que resulta ser un genio del mal. Lástima que los desaprovechen demasiado en un clímax muy ramplón.

Otra virtud es el ritmo relativamente ágil de cada episodio. Aunque la premisa de turno sea repetitiva y predecible, se tapan bien sus limitaciones porque los conflictos entre personajes están siempre activos. Solo el feminismo absurdo metido con calzador suele patinar, pero los demás líos, aunque anden algo parcos de ingenio, van generando emocionantes retos en el día a día de Peggy y Jarvis. Incluso algunos tramos de escasa relevancia real, como los encuentros con la camarera interpretada por Lyndsy Fonseca, acaban siendo amenos, porque ella es encantadora y el receso sirve para darle algo de vidilla a Peggy fuera del trabajo.

Con todo en la balanza, Agente Carter puede resultar un entretenimiento más que satisfactorio si no vas con más expectativas que las de pasar un buen rato, pero en nada que esperes algo más de una entrega de una saga tan grande y admirada, o choques con alguna de sus importantes carencias, se te puede atragantar bastante.

Ver también:
-> Temporada 1 (2015)
Temporada 2 y final (2016)

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