BBC Two | 2017 Drama, suspense | 6 ep. de 57-60 min. Productores ejecutivos: Steven Knight, Caryn Mandabach, Jamie Glazerbook, Frith Tiplady, varios. Intérpretes: Cillian Murphy, Helen McCrory, Paul Anderson, Sophie Rundle, Finn Cole, Joe Cole, Aimee-Ffion Edwards, Harry Kirton, Natasha O’Keeffe, Kate Phillips, Packy Lee, Ian Peck, Ned Dennehy, Gaite Jansen, Tom Hardy, Adrien Brody, Aidan Gillen, Charlie Murphy. Valoración: |
—Alerta de spoilers: Describo bastante las tramas, pero no desvelo giros clave y muertes. —
El cuarto año de Peaky Blinders empieza con una remontada respecto al desastre del tercero. En sus primeros capítulos Steven Knight promete centrarse, volver a su orígenes, abordando una premisa menos ambiciosa, más sencilla y verosímil. Pero la irregularidad sigue presente, es incapaz de sacar el partido del potencial latente. Y en el tramo final vuelve a patinar a lo grande con decisiones incomprensibles y molestas.
La historia de esta etapa emerge de hechos anteriores y es algo más terrenal y localizada que aquellas fantasiosas intrigas políticas salidas de la nada y narradas con torpeza. En la lucha por hacerse un hueco entre las mafias de Birmingham, los Peaky Blinders eliminaron a un capo italiano, pero la parte de su familia que vive en Nueva York decide vengarse y ganar nuevos territorios al otro lado del charco, unos además muy jugosos para el contrabando con la Ley Seca.
Los Shelby ahora vuelven a ser una familia no muy grande, una mafia de barrio, en vez de un supuesto grupo súper poderoso de la temporada anterior que no había manera de creerse. Como tales, se acojonan ante el envite de una banda con mayores recursos y fuerza. Lo primero que tienen que hacer es volver a unirse, pues los desmanes de Tommy los llevo a enemistarse… Aunque claro, esto parte de otra sandez sensacionalista con la que acabó la temporada anterior: la ley atrapándolos y mandándolos a la horca no se sabe muy bien por qué. Como era de esperar, en la primera escena del primer capítulo se arregla todo, eso sí, con el drama forzado y las soluciones absurdas todavía coleando: en el último momento, justo cuando tensan las cuerdas, llega un forzado perdón que Tommy ha negociado con algún ministro.
Una vez en marcha, el listón sube, encontramos una trama sólida, tangible, donde cada personaje es él mismo y no un ente cambiante según los locos giros que vaya apañando Knight. Los vemos planear cosas y trabajar en ellas en todo momento, buscar aliados, limar asperezas entre ellos, lidiar con sus mujeres, que tienen puntos de vista propios…
Al principio hay alguna pérdida de tiempo clásica (que si Polly está hundida y no quiere saber nada, que si John tiene su vida y Arthur trata de redimirse…), pero sabemos que más temprano que tarde volverán al redil. Por suerte, aquí Knight teje conflictos familiares interesantes y una transición lo justo de emotiva para entretenernos y sustanciosa como para dejar poso en los personajes. Todo ello ocurre bajo la sombra de la amenaza y la muerte inminente ante el envite de la mafia italiana, que se materializa trágicamente en un atentado que los deja muy maltrechos, subiendo así el nivel de tensión.
Hay secundarios nuevos y viejos interesantes, tanto que con lo corta que es la temporada se echa de menos más presencia de estos. El mercenario Aberama Gold, encarnado por Aidan Gillen (The Wire -2002-, Juego de tronos -2011-), es ladino y pendenciero pero carismático, y el inquietante Alfie Solomons del gran Tom Hardy vuelve a deleitarnos con sus apariciones. La pena es que Michael Gray no recupera el protagonismo que parecía que iba a tener cuando entró en la serie, porque el actor Finn Cole encontró un papel más provechoso en Animal Kingdom (2016) y tuvieron que limitar sus apariciones. La activista comunista Jessie Eden (Charlie Murphy) trae más problemas al día a día de la familia, y muestra mejor la vida en la época que las locuras con los rusos y las intrigas del gobierno: la industrialización y los conflictos sociales y políticos se sienten bastante naturales.
Hay unas cuantas escenas espectaculares, de las de terminar dando un suspiro de alivio o un aplauso emocionado. El primer encuentro entre Tommy y Aberama es impresionante, se ponen a prueba y marcan el territorio con varias amenazas y juegos intelectuales de nivel; también pone de manifiesto el talento de Gillen, tan desaprovechado en Juego de tronos con el confuso rol de Meñique. Las siempre difíciles negociaciones con Alfie dan mucho juego. Los asesinatos de Tommy y Arthur a sendos italianos que iban tras ellos son espectaculares, bien violentos y sangrientos. La presentación del líder, Luca Changretta, entrando en el taller y el despacho de Tommy con toda la cara del mundo y dejando a las claras que está jugando con los Peaky Blinders antes de destruirlos, es acojonante. Muy emotivo resulta cuando Tommy cae en la trampa de Jessie Eden de recordar su pasado y tiene un momento de bajón (en un canal, junto a Lizzie Stark) que muestra el ser humano que hay tras el criminal y traerá inesperadas consecuencias.
Ojalá la serie mantuviera este nivel siempre… Pero ya en el tercer episodio empieza otra vez a dar bandazos, Knight va descuidando una historia tan bien presentada y con tanto potencial, y para el final vuelve a descarrilar a lo grande, hasta el punto de ofrecer un último capítulo lamentable e insultante, pues toma por tonto al espectador.
Los italianos dejan de imponer en cuanto pasan a primer plano. Changretta dio miedo porque el guion lo introdujo con esa certera escena en que se planta ante Tommy en su territorio, pero ya ahí se empieza a ver el error de casting. Adrien Brody da vergüenza ajena, está tan sobreactuado que parece un tipo cualquiera disfrazado en un carnaval diciendo tonterías. Los gestos de «mirad como junto los dedos y muerdo un palillo para dejar claro que soy un italiano», las miradas forzadas, la voz falsa… Cuanto más lo ves, menos temor impone y más lástima da. Sus secuaces son peleles sin nombre, puestos como tontos más veces de la cuenta para que él quede como inteligente, así que la banda deja de parecer un reto auténtico para los Peaky Blinders. Los Shelby están un día escondidos muertos de miedo, al otro paseándose con cenas románticas o líos laborales secundarios, y cada vez que los italianos hacen algo llega en un momento muy previsible y en el que los protagonistas se han preparado.
Para el acto final Knight se aferra de nuevo la narrativa del sensacionalismo, del giro poco meditado, de resolver todo fuera de pantalla mientras te distrae con fuegos artificiales de baratillo. El desenlace es un engaño de los que hacen época, de los de enseñar en las academias de guionistas como formas de escribir a evitar.
De tener a Tommy trabajando en varios frentes a la vez volvemos a verlo poner caras de malote o compungido sin hacer nada, y para cuando llega la acción resulta que ha preparado un plan la hostia de enrevesado no sabemos cómo ni cuándo. Señor Knight, no puedes cambiar el foco, tener una narración omnisciente sobre la familia Shelby y pasar a mostrar sólo partes de sus vivencias, mantenernos a los espectadores como partícipes y de repente relegarnos a testigos puntuales.
El último capítulo es todo engaños insultantes y estupideces sin pies ni cabeza. El plan secreto entre varios protagonistas que no hemos visto gestar a pesar de estar todo el tiempo con ellos, la falsa muerte de un personaje principal ocultada al espectador mientras todos los demás lo saben, la expectación artifical con escenas muy forzadas y enredos diversos muy manipuladores y cutres.
Esta tanda la dirige David Caffrey, quien otorga un tono más sobrio al aspecto visual, y si bien hace buen trabajo, he echado de menos el uso más prominente de la cámara en mano de los años anteriores, que le otorgaba un toque más realista en general y visceral en las escenas de acción. La banda sonora sigue usando con habilidad temas rockeros, encabezados como siempre por Nick Cave y las versiones de su Red Right Hand, destacando la de PJ Harvey, con quien ya colaboró tiempo atrás (en 1996) en uno de sus grandes éxitos, Henry Lee.
La serie tenía cierto carisma en sus dos primeras temporadas, no como para el exitazo y alabanzas que se lleva, pero sí para pasar un buen rato si no buscas nada exigente. Pero que su fama siga creciendo a pesar de estas fallidas temporadas es algo que se me escapa. Vistas las formas de escribir de Steven Knight está claro que esto ya no hay quien lo remonte.
PD: La calle Powis Street de Toxteth, Liverpool, que en la ficción representa el barrio Small Heath y la calle Watery Lane de Birmingham, donde viven los Shelby y tienen la casa de apuestas, fue restaurada por el ayuntamiento al terminar el rodaje de esta etapa, así que en las siguientes seguramente la familia se trasladará definitivamente.
PD2: En el estreno de la quinta temporada en 2019, Steven Knight ha afirmado que pretende llegar a siete.
Ver también:
– Temporada 1 (2013)
– Temporada 2 (2014)
– Temporada 3 (2016)
-> Temporada 4 (2017)