TNT | 2014 Acción, suspense | 10 ep. de 44 min. Productores ejecutivos: Steven Kane, Bradley Fuller, Andrew Form, Hank Steinberg, Michael Bay. Intérpretes: Eric Dane, Rhona Mitra, Adam Baldwin, Charles Parnell, Travis Van Winkle, Marissa Neitling, Christina Elmore, John Pyper-Ferguson. Valoración: |
Un virus deja a la humanidad al borde de la extinción. Los protagonistas son los tripulantes de un destructor de la marina estadounidense que lleva una carga muy valiosa, la doctora que más sabe del mismo y más posibilidades tiene para conseguir la cura.
Estamos ante aventura de supervivencia post-apocalíptica con un pie en el mundo zombi (imposible no pensar en la novela Guerra Mundial Z) y otro en la ciencia-ficción con calado al estilo Battlestar Galactica (más problemas socio-políticos y éticos que fantasía), y cómo no, se adereza con algunas gotas de Expediente X. Lo tiene todo para empezar deslumbrando a cualquier fan del género. Pero como señalé, el episodio piloto asustaba. Luego remonta bastante… aunque no hasta lograr una buena serie. Ronda entre el suspenso justito y el aprobado por los pelos (de ese que das por lástima), y solo vale como entretenimiento si pones las expectativas al mínimo y te ríes con sus flagrantes limitaciones. Hacía muchísimos años que no tenía un «placer culpable», una serie manifiestamente mediocre que tiene algo que te engancha.
Los capítulos abordan las mismas tramas de siempre, algunas resultan tan anticuadas que dan risa, como la del barco ruso que persigue y acosa al destructor con su capitán Tópico que es malo porque sí. Tendremos los líos habituales con el virus, las peleas con grupos hostiles que aprovechan la situación para imponer su ley, los conflictos internos de rigor como los soldados cobardes que luego buscarán redención, etc. Algunos tramos resultan más interesantes, aunque sean obvios también, como la desconfianza en la doctora, los problemas del capitán para mantener alejados de la tripulación el miedo y la disensión (al menos no tenemos el viejo y cansino motín), o algunos temas de supervivencia, como problemas mecánicos o de abastecimiento. Las peores partes son las relativas a los conflictos de los rangos bajos: los soldados confusos o acobardados y los conatos de romances dan historias muy pobres. Por suerte en algo aciertan los guionistas: todo está entrelazado, ninguna sección se deja aparte como mero relleno, con lo que una acción o problema afecta al todo. También me ha gustado que se ve que intentan crear un gran repertorio de personajes secundarios: terminamos la temporada conociendo a medio barco; la pega, claro está, es que el guion no da la talla para lo que pretenden alcanzar, y no consiguen buenos caracteres, algunos incluso son bastante insoportables.
El ritmo es francamente bueno, incluso en los tramos donde el guion anda más flojo los acontecimientos avanzan a buen paso, no se producen grandes tropiezos y como decía no hay secciones intrascendentes o mal ubicadas. Sin duda tener solo diez capítulos ha eliminado el relleno, donde escritores tan poco inspirados (forma educada de decir malos) sí que podrían haberse estrellado a lo grande. De hecho, la trama avanza en un único sentido, los problemas se van acumulando y aunque no vayamos a ver la atmósfera de los mejores momentos de Galactica algo de ambiente insano sí encontramos. Los personajes van perdiendo fuerza y cordura, la situación general del navío y del mundo se degrada, y el episodio final ofrece un giro sorprendentemente inteligente comparado con el nivel previo, con un conato de falsa civilización en plan distopía muy logrado. Lo suficiente para que la siguiente temporada me atraiga también, me temo.
La puesta en escena no deslumbra, pero tampoco resulta tan irregular como apuntaba el piloto. El barco y los exteriores (tanto en el mar como en tierra) la dan un aspecto de superproducción televisiva bastante correcto, y las escenas de acción cumplen de sobras. Pero la categoría que gana aquí se pierde con los actores. John Pyper-Ferguson (el mercenario) tiene cierta gracia (en parte porque tiene los mejores diálogos), y Eric Dane (el capitán) termina resultando simpático, pero de ahí vamos para abajo. Algunos puede que no den mucho de sí por sus limitados personajes (como el segundo –Adam Baldwin– o el contramaestre –Charles Parnell-), pero el resto de los importantes tienen papeles más complejos y no es que no den la talla, es que dan ganas de decirles que se dediquen a otra cosa. Pasando por una ingente cantidad de jóvenes sin experiencia que pululan por el barco (técnicos, soldados, cada cual peor intérprete) llegamos a una que sí tiene bastante experiencia, Rhona Mitra, la doctora protagonista, la peor actriz que recuerdo haber visto en mi vida. ¿Cómo alguien así pasa el casting para protagonista de una producción en la que parecen haber echado bastante dinero? Solo cambiando gran parte del reparto la serie ganaría bastantes puntos.