Archivo mensual: julio 2012

OZ – TEMPORADA 1

HBO | 1997
Drama | 8 ep. de 54-57 min.
Productores ejecutivos: Tom Fontana, Barry Levinson.
Intérpretes: Terry Kinney, Harold Perrineau, Ernie Hudson, Edie Falco, J. K. Simmons, Dean Winters, Lee Tergesen, George Morfogen, Rita Moreno, Eamonn Walker, Craig muMs Grant, Lauren Vélez, Granville Adams, Kirk Acevedo, BD Wong, Adewale Akinnouye-Adbaje.
Valoración:

La HBO (Home Box Office) siempre fue un canal un canal pionero en técnica (el primero por cable y satélite, el primero en ser únicamente para abonados, el primero en emitir en alta definición…) y de primera calidad en contenidos (deportes y películas de prestigio), pero sin duda la gran revolución llegó cuando empezó a crear contenidos propios, tanto series como películas. En 1997 la mítica Oz fue la que abrió la ola de producción televisiva que no se pone límites ni censuras en lo argumental ni en lo visual, con historias adultas e inteligentes que abordan temas sociales delicados o incluso tabúes, con todo el sexo y violencia que estimen sus creadores. En su estreno pasó algo desparecibida, de densa y sórdida no llegó a tener un éxito inmediato. Los Soprano, creada por David Chase en 1999, fue la que marcó el éxito popular para el canal, pero el mérito de Oz no debe quedar ensombrecido por aquella. Como otras creaciones de la cadena, la fama la fue ganando con el tiempo, cuando su concepto tan avanzado y complejo fue calando poco a poco en el espectador.

Oz es como se conoce a la penitenciaría de Oswald, donde un bloque experimental llamado Ciudad Esmeralda pretende recuperar el propósito de reinserción de los presos contra la ineficaz idea del castigo sin humanidad. Es un proyecto dirigido por el entusiasta Tim McManus (Terry Kinney) y apenas tolerado por el alcaide Glynn (Ernie Hudson) que supone para ambos una lucha constante contra las limitaciones de presupuesto impuestas por el estado y la degradación del sistema provocada por los políticos conservadores, siempre a favor de la justicia de mano dura, criminalizar sectores de población, políticas de empleo que fomentan la precariedad… Y por supuesto debe lidiar con los presos, que rara vez logran sobreponerse a sus problemas personales y a las conductas que la cárcel los llevan.

Oz rompe con todos los esquemas narrativos existentes hasta ese momento en televisión, su formato y estilo son totalmente revolucionarios. El episodio dura cincuenta y tantos minutos (sin límite fijo) en vez de cuarenta y dos, y carece de segmentos para las pausas publicitarias y de la estructura estándar de presentación, nudo y desenlace. Lo normal hasta este momento era hacer de cada capítulo una historia cerrada, aunque esta tuviera partes para formar una continudad global más o menos improvisada, como por ejemplo Urgencias (John Wells, 1994), pero aquí la visión es mucho más amplia, cada capítulo contiene sólo partes de un todo: una trama puede durar pocos episodios, otra una temporada, otra desaparecer y volver más tarde… Ahora estamos acostumbrados a que la televisión por cable siga este patrón, pero en su momento fue un paso muy valiente.

También se dan situaciones en las que hay saltos temporales, o se omiten los hechos (no vemos cómo termina de desarrollarse algún asunto) y se salta directamente a las consecuencias, que es lo que importa. Obviamente cuidan de que no se pisen los hilos argumentales o se creen incongruencias, pero alguna se escapa, como el pirómano apaleado que aparece en una escena posterior como si nada, o que en un episodio se diga que en las ejecuciones no está permitido por el estado que haya familiares, cuando en la anterior ejecución sí hubo.

Su estilo es experimental y atrevido incluso comparado con la televisión que vino después. Los crímenes que llevan a los delincuentes a Oz presentan mediante flashbacks. El minusválido Augustus Hill (Harold Perrineau) se dirige al espectador a través de escenas imaginativas y representaciones variadas, y con estas se enfatiza la crítica, se exponen situaciones, se buscan paralelismos con el mundo fuera de la cárcel… Hay numerosas secuencias que juegan con lo visual para resaltar momentos y descripciones de personajes (los efectos de las drogas, situaciones caóticas, etc.). Y pensando quizá en que es una serie difícil de seguir también se incluyen flashbacks que recuerdan eventos concretos que ahora están volviendo a tener importancia; lo cierto es que se agradecen mucho, pues incluso en una misma y breve temporada pasan tantas cosas que hasta viéndola de un tirón hay detalles que se olvidan.

El único aspecto criticable puede ser la credibilidad de Ciudad Esmeralda, con un entorno que veces fuerza un tanto la realidad: jaulas de cristal (que se puede romper con una silla) no parecen algo muy lógico con presos peligrosos, los despachos de personal accesibles a los reos (con fichas privadas y papeleo variado) y los propios currantes que se pasean por ahí como si nada son detalles un poco mosqueantes a veces, incluso teniendo en cuenta la idea de proyecto especial. Pero lo que no es aceptable es que haya material peligroso tan fácilmente accesible, como cuchillos de cocina, las drogas de la enfermería, etc. Este aspecto se fuerza bastante en muchas ocasiones.

La vasta red de personajes, relaciones e historias es espectacular. Con ello se arma un sólido drama de denuncia, realista hasta provocar repulsión en ocasiones, capaz de remover conciencias haciendo que seamos conscientes de los aspectos más oscuros de la condición y las sociedades humanas. Se atacan obviamente las miserias del sistema penitenciario estadounidense, obcecado con almacenar y castigar delincuentes olvidando que son personas y dejando de lado derechos básicos del hombre, pero se habla sobre todo del ser humano: la redención, la búsqueda personal de objetivos y esperanzas en la vida, la amistad, el poder del miedo, los grupos sociales, las exclusiones por racismo u homofobia… Todo se muestra de forma hiperrealista y directa, sin rodeos o sutilezas, analizando muchas veces varias caras de la misma situación. Por ejemplo, en un capítulo la crítica a la pena de muerte más que nítida es descarada, forzando la situación hasta destrozarte por dentro… pero en la siguiente ejecución le dan la vuelta a todo lo mostrado, poniéndote ante un monstruo que prácticamente nadie sería capaz de perdonar o intentar reconducir, dejándote claro que nada es blanco o negro, haciéndote pensar.

Como el número de protagonistas es amplísimo me centraré en presentar los que aportan las tramas más importantes esta temporada. Hay que indicar que estos caracteres van alternando protagonismo y evolucionando constantemente, con lo que siempre hay historias jugosas que contar. En ocho capítulos Oz tiene más contenido que muchas series en temporadas de veintidós. En cuanto a la perspectiva global, este año destaca el ambiente de desencanto y cabreo que poco a poco va sembrando la idea del motín en entre los reos, rebelión apoyada sobre todo por el grupo musulmán encabezado por Said (Eamonn Walker). En el desenlace de la temporada la situación explota en un episodio impresionante, aunque si debo escoger uno me quedo con el centrado en la pena de muerte, que es inmenso y sobrecogedor.

Con Said se nos muestra el poder de la religión y de la palabra, así como que la unión hace la fuerza; sus motivos, luchar contra las injusticias del sistema, son loables, pero sus métodos con raíz en el fanatismo religioso provocan escalofríos a veces, tanto a los reclusos como a los directores de la prisión, así como al espectador. Adebisi (Adewale Akinnuoye-Agbaje) y Kenny (J. D. Williams) encabezan la banda de negros, siempre beligerante y metida en asuntos de drogas; la adicción es un asunto serio en una cárcel donde en cualquier momento te puedes quedar sin suministro. Schillinger (J. K. Simmons) dirige la tropa de nazis. Su poder lo obtiene del miedo, y no duda en usar incluso gente blanca para afianzarlo. Hace de un nuevo recluso, Beecher, su putita, su juguete. Tobias Beecher (Lee Tergesen) es uno de mis roles favoritos, pues representa al desgraciado que no es delincuente pero ha cometido graves errores (conduciendo borracho atropelló a una niña) y acaba en un sistema penitenciario que ha olvidado la idea de reinserción y que destruye a todo el que entra en él. Su evolución a lo largo de la serie está siempre activa, lo que queda bien patente en esta primera temporada. Es acosado nada más entrar, acabando con sus esperanzas e incluso destrozando su personalidad entera. De la humillación y desesperanza (hay escenas terribles, como cuando le visita su madre o cuando es forzado a travestirse) se sumerge en las drogas, y de ahí va dando el paso a la desesperación.

Tenemos también al grupo de mafiosos italianos que controlan el cotarro (con Nino Schibetta –Tony Musante– a la cabeza), aunque las cosas son tan volátiles que hay una pugna constante por el dominio y cualquiera puede caer. Dean O’Reily (Dean Winters) es un irlandés experto en supervivencia; va siempre por libre, forjando alianzas con todo el que puede y traicionando siempre que estime oportuno para sus intereses. Es otro de mis favoritos, pues está metido en todos los embrollos. Miguel Álvarez (Kirk Acevedo) es uno de los latinos con más protagonismo: su abuelo y padre han pasado su vida en la cárcel y ahora le toca a él. Es otro que pasa por muchos estados de ánimo, pues la vida y esperanzas siempre penden de un hilo tras las rejas. Una amplia lista de secundarios, algunos recurrentes y otros que ofrecen historias puntuales, otorgan aún más fuerza y realismo al conjunto: el carnívoro es un puntazo, el anciano Rebadow (George Morfogen) siempre anda por ahí y siempre lo sabe todo, subtramas como la del jugador de baloncesto son muy impactantes, etc.

Diane (Edie Falco) es la más visible de los oficiales que vigilan a los reos (y la única mujer, aunque en próximas temporadas aparecerán otras). Su vida es miserable y se aferra a este odioso trabajo porque no tiene otra cosa. En ese estado de desesperación es un blanco fácil para situaciones delicadas, como presos que la exprimen para introducir contrabando. El padre Mukada (BD Wong) es el cura de la prisión, un gran apoyo para McManus porque siempre busca lo mejor de los delincuentes. La hermana Peter Marie (Rita Moreno) es una monja metida a psiquiatra que también aporta muchísimo al propósito de Ciudad Esmeralda. El director o alcaide Glynn antepone la administración (dinero, funcionamiento global) a la humanidad, con lo que entra constantemente en conflicto con McManus. Y los políticos de turno, encabezados por el despreciable Devlin (Zeljko Ivanek), con su obtusa forma de ver las cosas no se dan cuenta de que provocan más daño que soluciones.

La primera temporada de Oz es uno de los hitos más grandes de la historia de la pequeña pantalla. El sello de la HBO y de la televisión moderna se forjó aquí a lo grande. Revolucionaria, rompedora, atrevida como ninguna hasta el momento. Inteligente, crítica, explícita y comprometida. Impactante, inolvidable, con personajes fascinantes e historias que calan hondo. Una obra maestra totalmente imprescindible que se adelantó un par de años al nacimiento de la denominada edad de oro de la televisión que empezó a florecer en 1999 con Los Soprano y El Ala Oeste (Aaron Sorkin).

Ver también:
-> Temporada 1 (1997)
Temporada 2 (1998)
Temporada 3 (1999)
Temporada 4 (2000)
Temporada 5 (2002)
Temporada 6 y final (2003)

PRIMEROS ACTORES PARA LA TERCERA DE JUEGO DE TRONOS

En la famosa Comic Con se ha dado a conocer el grueso de actores nuevos que veremos en la tercera temporada de Juego de tronos. Como estoy vago, enlazo a mi fuente habitual, Winter is Coming, que tiene una completa lista con fotos incluidas para que sepáis quién es quién.

Season three casting announced!

En cuanto a mi opinión:
-Se mezclan nombres algo conocidos en la tv con otros no tanto. El más conocido para mí es Tobias Menzies, Bruto en Roma.
-No entiendo muy bien la necesidad de incluir a los Reed, y más cuando no se hizo en la segunda temporada, así como que la edad de ambos intérpretes es de 22 años, subiéndose mucho respecto a los personajes.
-Parece que se toman en serio mostrar correctamente la Hermandad sin Estandartes: Thoros, Beric, y Anguy.
-Por fin vamos a ver a los Tully, tendremos al Pez Negro y a Edmure. También muy tarde, y queda por ver cómo los manejan.

PRINCIPAL SOSPECHOSO – TEMPORADA 6 – EL ÚLTIMO TESTIGO.


Prime Suspect: The Last Witness
ITV | 2003
Escritor: Peter Berry.
Director: Tom Hooper.
Intérpretes: Helen Mirren, Oleg Menshikov, Ben Miles, Robert Pugh, Clare Holman, Liam Cunningham, Mark Strong, Veliboc Topic, Tanya Moodie, Barnaby Kay.
Valoración:

Desde 1996 no había nueva temporada de Principal sospecho. Ésta llega en 2003, pero lo cierto es que salvo el formato panorámico no hay cambio alguno en la esencia de la serie, con lo que tenemos de nuevo otro thriller denso y sólido que resulta más satisfactorio que muchas películas del mismo género.

La idea de ofrecer un análisis social aprovechando el caso se había diluido ligeramente en las dos últimas temporadas, pero aquí cobra gran fuerza de nuevo. Los inmigrantes, sus trabajos precarios, sus vidas alejadas de sus hogares y familias, sus problemas y miserias que arrastran en una sociedad que los rechaza por prejuicios o los explota aprovechando su situación de necesidad, son mostrados con cercanía, intensidad, realismo… y sí, en algún momento también algo de sensacionalismo. La parte del viaje en busca de las huellas del genocidio me pareció excesiva (y la musiquita cansina), y aunque fuera ineludible para la trama se podría haber mostrado con menos sentimentalismo.

Quitando la ligera sensación de forzar el mensaje, el caso investigado es como siempre espectacular. Denso, intrincado, desarrollado con parsimonia pero con mucha fuerza (de nuevo las más de tres horas que dura pasan volando), con pocos personajes pero todos siempre bien ubicados y aportando enjundia al conjunto, con un montón de grandes escenas (los interrogatorios sobresalen como es habitual) y por supuesto con giros y sorpresas geniales, en especial en su tramo final, cuando Tennison, negándose a jubilarse y a ser aplastada por la siempre retorcida política de los superiores, echa todo su coraje y planta cara a todos hasta salirse con la suya.

Poco más puedo decir. Otro estupendo capítulo de esta gran serie, otro thriller policíaco magnífico e imprescindible para los amantes del género.

Ver también:
Temporada 5.
Temporada 4.
Temporada 3.
Temporada 2.
Temporada 1.

MODERN FAMILY – TEMPORADA 1.

Modern Family
ABC | 2009-2010
Productores ejecutivos: Stephen Levitan, Christopher Lloyd.
Intérpretes: Ed O’Neill, Sofía Vergara, Julie Bowen, Ty Burrell, Jesse Tyler Ferguson, Eric Stonestreet, Rico Rodríguez, Nolan Gould, Sarah Hyland, Ariel Winter
Valoración:

No hace falta observar muy atentamente para ver que en Modern Family no se cuenta nada nuevo en lo referente a series sobre familias dirigidas a todos los públicos, sea drama o como en este caso comedia. Pero sus guionistas han sabido agarrarse a las modas del presente, tanto en forma como en contenido, para dotar de interés y nuevas perspectivas a esas historias clásicas. Nadie duda que la crianza de un bebé, la niña adolescente tontita, los conflictos matrimoniales, etc., son algo muy visto, pero la actualización que supone hacerlo desde los puntos de vista tan dispares de estas familias «modernas» unido al formato de falso documental ofrecen un aspecto renovado muy eficaz.

Basta ya de matrimonios y familias tradicionales compuestos de papá, mamá, hijo adolescente, hijo pequeño, perrito, sofá, televisión y quizá algún abuelo. Modern Family rompe los obtusos esquemas conservadores, lo cual destaca rápidamente en la televisión en abierto de un país donde lo apto para todos los públicos está tan auto censurado por las propias cadenas y resulta tan atacado por asociaciones de fanáticos varios en cuanto algo se sale de los esquemas aceptados por la aborregada sociedad. Modern Family se atreve nada más y nada menos que a mostrar familias normales, y no las idílicas y fantasiosas que a estas alturas se ven tan forzadas. Un matrimonio homosexual de dos hombres que adoptan a un bebé es lo más polémico, pero el hombre entrado en años casado con la joven extranjera exótica también da para buenas historias, e incluso el matrimonio más normal se ridiculiza bastante, porque se utilizan los tópicos para reírse de sus propios personajes.

El formato de falso documental heredado de The Office ensalza ese toque actual y además funciona de maravilla a la hora de acercarnos más a las aventuras. El ver a los protagonistas como si estuvieran siendo el objetivo de un reportaje sobre familias reales, las entrevistas que nos sumergen en sus impresiones de lo que ha ocurrido, las miraditas a la cámara, etc., dan un extra de realismo y fortalecen la conexión con el espectador.

Lo más destacado de Modern Family es sin duda su reparto. La calidad y carisma de todos sus miembros es impecable, y la química que muestran en conjunto sin duda ha sumado un montón de puntos a la fuerza de la serie, a su facilidad para alcanzar el éxito. Da la sensación de que para cada personaje encontraron el intérprete más perfecto posible, y teniendo cuatro niños protagonistas que están impresionantes en sus roles resulta algo insólito.

La temporada es muy regular, sin altibajos notables. Ningún episodio pierde fuelle de forma que se pueda decir que alguno es prescindible, todos saben divertir, entretener y emocionar muy bien. Pero a la larga también se nota bastante el esquema que siguen todos los capítulos, hasta el punto de que algunos pasos se hacen repetitivos: algunas entrevistas aportan más bien poco, otras tantas son reiterativas (las de Cam y Mitchell parecen todas iguales, las tonterías de Phil sobre el matrimonio son excesivas), se hace pronto evidente que cada historia llevará a una conclusión donde todos aprenderán algo o aceptarán sus limitaciones, etc. Además, si a alguien le molesta que en una serie le den las cosas mascaditas y explicadas al final para que hasta el espectador más tontito pille el mensaje, quizá se le atragante el tono de esta producción. Pero es cosa del género, y por ahora por norma general suelen resultar desenlaces muy simpáticos, cargados de esperanza y buen rollo.

Este primer año de Modern Family destaca por suponer un entretenimiento de calidad bastante adictivo, muy bien intencionado y sin duda atrevido ante un público muy conservador. Para pasar el tiempo sin grandes pretensiones es muy recomendable.

THE KILLING – TEMPORADA 2

AMC | 2012
Drama, suspense | 13 ep. de 44 min.
Productores ejecutivos: Piv Bernth, Mikkel Bondesen, Ingolf Gabold, Veena Sud, Soren Sveistrup.
Intérpretes: Mireille Enos, Joel Kinnaman, Jamie Anne Allman, Brent Sexton, Billy Campbell, Michelle Forbes, Kristin Lehman, Eric Ladin, Liam James, Evan Bird, Seth Isaac Johnson.
Valoración:

Alerta de spoilers: Me ha sido imposible hablar de la temporada sin revelar el asesino y otras sorpresas finales.–

El primer año de The Killing tuvo algunos momentos cumbre impresionantes, pero también tenía bajones dignos de mención. Esta segunda temporada en cambio ha sido muy equilibrada, y si bien lo ha hecho con el listón a un par de peldaños por debajo de aquellos gloriosos primeros episodios, se agradece que la narración haya estado más centrada y decidida, que el caso no haya dado vueltas que podrían considerarse largas o forzadas. De hecho incluso la trama política da la sensación de encajar mucho mejor en el conjunto.

El caso avanza pausadamente pero siempre con una dirección bien clara. Cada episodio aporta un granito de arena, una prueba o pista que mantiene la expectación, que refuerza una u otra teoría. No hay largos caminos que no llevan a nada, como los callejones sin salida que hubo en la anterior sesión, donde alguno resultó un poco insatisfactorio. Y la resolución destaca por encajar las piezas al milímetro. Como es esperable podían haber ocurrido dos cosas: que los guionistas buscaran una vuelta de tuerca sorprendente, situación que podría irse de madre fácilmente y resultar poco creíble, o que tiraran por lo realista, lo que podría implicar perder algo de fuerza e impacto. Se han decantado por la segunda opción, y si bien opino que la escena final con el culpable es muy clásica, prefiero eso que forzar las cosas.

Como era inevitable, porque si no hubiéramos tenido una trama paralela en su mayor parte inservible, el culpable estaba entre los políticos. Que sea Jamie no Gwen, o incluso el alcalde Adams, como venía diciendo no supone una gran revelación, ni en sorpresa ni en intensidad, pero los pasos hasta ese punto se dan con firmeza y además todo el jaleo con el casino, lugar crucial para llegar al desenlace, da muchos buenos momentos. No me gusta que en el último momento Jamie, un tipo muy serio, nos dé la típica escenita en que pierde los nervios y la lía parda (el suicidio por policía no podía ser más previsible), pero como digo el camino ha sido bien allanado, los personajes interesan y el típico momento en que no sabes quién ha disparado a quién está muy logrado.

Pero lo mejor viene después. Rápidamente se elimina la sensación de resolución estándar porque de repente se lanza hacia una sorpresa de mayor calado e impacto. La relación de Terry con la muerte de Rosie (ejecutora por ignorancia, o como queráis llamarlo) aporta la tragedia e intensidad que le falta a la caída de Jamie, ofreciendo un momento demoledor. Y también encaja muy bien en el relato, pues se puede intuir durante todo el año que ella guardaba remordimientos por alguna razón relacionada con el caso a través de la empresa de citas. Además añade una perla de realismo y oscuridad al desenlace: han cogido a los culpables… ¿pero quién es realmente el asesino? La vida puede dar muchas vueltas, las conspiraciones pueden acabar tan mal como un ataque de celos.

Sin embargo, en los últimos instantes olvidan todo este desarrollo de corte serio y realista obtenido a base de currarse un guión denso y sólido y de repente se marcan un epílogo de lo más facilón, sensiblero y por extensión manipulador, con el video de Rosie feliz que ve la familia toda juntita. ¡No me estropees el final con semejante memez! La salida de tono es horrible.

La pareja de detectives ha ganado en interés, y éste tenía el listón alto. Su relación se ha reforzado, y cuando se pone a prueba la fidelidad y amistad ofrece grandes instantes. Linden tras Holder cuando está desaparecido en el casino, éste dejándole su casa, el apoyo constante en el tramo final cuando están desamparados y perseguidos hasta por sus compañeros… La dinámica entre los dos, sus problemas personales, sus secretos que poco a poco salen a la luz, etc. forman unos protagonistas muy jugosos. Y tenemos un momento cumbre bestial, desgarrador, cuando Linden es internada a la fuerza en el psiquiatra. Por mucho que fuera evidente que saldría de ahí, hacía tiempo que no sufría tanto por el destino de un personaje, y el momento en que la psiquiatra está a punto de llegar a ella, al origen de todas sus penurias, pero se le escapa en el último momento, es brutal.

La familia Larsen mantiene un tono de drama muy correcto, muy bien desarrollado a pesar de estar ya algo alejado del caso (aunque siempre hay momentos en que se acercan de nuevo). Los problemas para criar a los hijos, el apoyo de Terry, las excelentes historias sobre cómo salir adelante tras una tragedia, las ideas sobre el perdón, la fe en uno mismo, etc., siempre han sido un excelente complemento al thriller, otorgándole un rango más amplio de lo habitual, consiguiendo gran realismo al mostrar la parte de las consecuencias de los crímenes sobre los ciudadanos. Lo único malo en esta temporada viene sin embargo de esta sección: la búsqueda espiritual de Mitch se hace pesada y no aporta mucho, ni al personaje ni a la trama global. Sin duda no sabían qué hacer con este rol.

De nuevo el reparto tiene actores que dan lo mejor de sí. Michelle Forbes esta vez queda un poco en segundo plano, pero eso implica que Jamie Anne Allman (su hermana Terry) gana protagonismo, y no lo desaprovecha, pues se marca un gran papel al lado de otra interpretación enorme, la de Brent Sexton. Y Mireille Enos y Joel Kinnaman como los detectives están de nuevos muy bien sumergidos en sus personajes.

Este segundo año de The Killing como thriller es modélico, más aún si tenemos en cuenta que no es nada fácil mantener el nivel alto durante trece episodios sin meter relleno. Como drama es muy intenso, describiendo personajes creíbles y atractivos que casi siempre tienen algo que aportar al conjunto. La puesta en escena sombría que aprovecha el oscuro y húmedo Seattle le da un toque personal no especialmente original pero muy eficaz. Se cierra un ciclo (el caso Rosie ha terminado, si siguen con la serie habrá uno nuevo) ofreciendo una temporada intensa, muy bien medida, con personajes que enganchan y una historia que atrapa aún más. Las quejas de que no es una obra maestra y por ello la serie es una gran decepción, que el primer año las hubo incomprensiblemente a patadas, aquí vuelven a repetirse, y sigo sin entenderlas. No todo puede ser una genialidad revolucionaria. Una historia bien contada tiene su valor también.

Edito (11-08-12): AMC ha decidido poner fin a la serie, supongo yo que pensando que no era un éxito, tenía críticas dispares y empezar un caso nuevo era muy arriesgado.

Edito (16-01-13): Inesperadamente, la cadena ha cambiado de opinión y ha confirmado una tercera temporada.

Ver también:
Primeras impresiones
Temporada 1 (2011)
-> Temporada 2 (2012)
Temporada 3 (2013)
Temporada 4 y final (2014)

EXTRAS – TEMPORADA 2 Y FINAL ESPECIAL.

Extras
BBC/HBO | 2006-2007
Productores ejecutivos: Ricky Gervais, Stephen Merchant
Intérpretes: Ricky Gervais, Ashley Jensen, Stephen Merchant
Valoración:

La segunda temporada de Extras mejora a la primera, marcándose instantes dignos de recordar, tanto por el impresionante nivel del humor conseguido (de llorar de risa) como por el ácido trasfondo crítico contra el mundo del teatro, el cine y la televisión. Sin embargo, la serie sigue arrastrando los principales fallos mostrados en su primer año, haciendo que el viaje sea extremadamente irregular. Los episodios que abren y cierran la sesión son bastante flojos y aburridos, rozando el suspenso, y el grueso, con dos capítulos buenos y dos impresionantes, tiene sus achaques también. Como cierre final de la serie se emitió una película larga bastante buena, sobre todo porque el formato permite contar las cosas con más detenimiento.

La cutre comedia sitcom* de Andy ve la luz, sus sueños parecen estar a punto de cumplirse. Sin embargo, pronto se topa con la realidad que impera en el mundillo. Los productores le deforman su creación hasta hacerla irreconocible. Esperaba conseguir una serie inteligente, y le han empujado a hacer una estupidez para la masa estúpida de espectadores. Pero resulta un tremendo éxito de audiencias. La frase «¿Se está riendo?» (o «¿Me está tomando el pelo?», según la traducción o el subtítulo que veamos) se convierte en la coletilla de moda que repite toda la sociedad británica, o al menos toda la clase media que vive pegada a la telebasura. Aunque Andy en principio estaba asqueado por haberse vendido (era eso o irse al paro), poco a poco el éxito se le sube a la cabeza. En cuanto empiezan a reconocerle por la calle y a darle preferencia en los restaurantes se convierte en un famoso de revista: creído, pagado de sí mismo, abusando de todo y todos y dejando de lado a su fiel amiga Maggie, que sigue en la misma situación con la que ambos empezaban esta historia (mierderos papeles de extras).

Pero tras el éxito llega la caída. Y será dolorosa. Con ella se exponen otros tantos temas relacionados, como la mendicidad de papeles (delirante su aparición como cutre alien en Doctor Who) o los patéticos intentos de volver a ser una estrella (¡se mete en Gran Hermano!). Su caída en desgracia a la larga le hará ver la luz de nuevo, momento que aprovecha para soltar un discurso contra todo lo que estaba haciendo mal, contra los agujeros del gremio (fama, realities…) y las miserias de la sociedad, un discurso que resulta digno de aplaudir.

Como describía en la anterior temporada, Extras también ataca los conflictos sociales, las fobias, enfermedades, etc. con un humor que va más allá de la acidez, que supera el hijoputismo hasta dejarte boquiabierto y lanzarte a una orgía de risas mezcladas con una sensación de vergüenza. Las meteduras de pata de Andy en su trayectoria abarcan a los retrasados mentales, niños enfermos, enanos (brutalísima la pelea con Warwick Davis, el mítico actor de Willow) y homosexuales (increíble haber enganchado a alguien tan serio como Ian McKellen para semejante parodia), dando un puñado de escenas deliciosamente grotescas pero también otras no tan logradas (por forzadas o poco inspiradas). Pero los mejores instantes se dan cuando pone a parir el gremio con la ayuda de actores que interpretan parodias de sí mismos. Daniel Radcliffe (Harry Potter) haciendo de adolescente salido da el mejor episodio de toda la serie, y le siguen de cerca otros momentazos como la ceremonia de los Bafta (con un sinfín de puñaladas), Clive Owen fastidiando a los extras o Ian McKellen sacando los prejuicios homófobos de Andy y amigos (la escena «necesitamos vaselina» me obligó a darle a pausa para poder reírme a gusto durante un par de minutos).

Por desgracia, como indicaba al principio, la serie es demasiado irregular. Las historias fluyen mejor que en el primer año, pero aun así se ven lastradas por numerosas secuencias que parecen números cómicos ajenos a la narración, empalmadas de mala manera y que no aportan nada o que incluso molestan bastante. Y teniendo seis episodios, no puedes dar dos que son totalmente prescindibles. Lo que queda son muchas buenas ideas que no consiguen formar una serie bien desarrolladla. O dicho de otra forma, Ricky Gervais vuelve a demostrar que es buen cómico de números sueltos (sketches), pero no buen guionista de series.

*sitcom, para el que no lo sepa, es la clásica comedia de veinte minutos rodada en un escenario fijo y con público, como Friends.

Ver también:
Temporada 1.

COMMUNITY – TEMPORADA 3.

NBC | 2011-2012
Productores ejecutivos: Dan Harmon, Garrett Donova, Neil Goldman, Joe Russo, Russ Krasnoff.
Intérpretes: Joel McHale, Gillian Jacobs, Danny Pudi, Yvette Niclo Brown, Alison Brie, Donal Glover, Chevy Chase, Ken Jeong, Jim Rash, John Goodman, Michael Kenneth Williams.
Valoración:

Poco puedo decir para describir Community que no haya intentado ya en las dos temporadas anteriores (I y II). Y digo intentado porque, como quien la haya visto sabrá de qué hablo, definir esta serie es tarea complicada. En el panorama televisivo actual es probablemente la más rarita, alocada, variada, original… pero también resulta de nuevo bastante excluyente (no es apta para todos los públicos), irregular y desaprovechada.

Cada episodio es un mundo, el sentido del humor toma cualquier forma. Podemos encontrar una parodia de una conocida serie, un falso documental (que cambia hasta la forma de rodar), un recopilatorio cuyas escenas son todas inventadas, una cena con diferentes líneas temporales, un musical o incluso animación apoyando la trama, sea en estilo anime o en forma de videojuego de ocho bits. Referencias a la cultura popular (en especial el cine) se cruzan con chorradas sin nombre, riñas entre personajes con cierto trasfondo de drama encantador (muy emocionantes las partes finales de Abed y Pierce) se mezclan con lo esperpéntico (Chang, el decano…), el capítulo puede narrar una historia concreta y con mensaje desde una perspectiva de comedia o ser un auténtico festival de paridas, disfraces, frikadas…

Pero como decía, vuelve a ser una pena que una serie con virtudes en apariencia tan destacables no termine nunca de coger carrerilla, de despegar del todo, de exprimir su potencial. Es prácticamente imposible obtener veintitantos capítulos originales y rompedores, y los altibajos se notan. De una genialidad se puede pasar a una tontería muy cogida por los pelos. De un episodio que deja un grato recuerdo tanto por las risas obtenidas como por lo bien que se usan los personajes se puede pasar a uno donde no ocurre nada y los protagonistas repiten sus clichés. La sensación de que solamente en unos pocos la mezcla de tanta locura funciona plenamente es constante. Eso sí, en todos hay algo que recordar, sea un chiste divertidísimo o una escena tan inesperada que deja huella; sólo hay dos o tres en los que pudiera decir «me he aburrido».

El principal escollo es que los personajes siguen estando muy limitados a pesar de que también muestran constantemente un gran potencial. Este año incluso hay menos movimiento que en los anteriores. Apenas evolucionan, apenas hacen algo fuera de sus líneas tan definidas, puede pasar casi cualquier cosa que las relaciones apenas se moverán. ¿Para qué tanta miradita entre Troy y Britta si no llevan a ninguna parte? ¿Cómo se puede dejar tan de lado el chispazo entre Annie y Jeff? ¿Qué demonios aportan a la serie Shirley y Troy? Este último se sustenta por Abed, pero aquélla sobra por completo. Y menos mal que los secundarios tontos o se han limitado o se han usado mejor: Chang y el Decano dan para buenas historias. Como ocurrió en la segunda temporada, al final los únicos que dejan alguna trama que recordar son Abed y Pierce, que también son los que copan los mejores capítulos y chistes (por no decir que Chevy Chase le da un repaso interpretativo a todo el reparto). Los problemas de autoestima de Pierce, nacidos de un padre dominante, ofrecen muchos buenos instantes, y la fina línea que separa a Abed de ser rarito a estar completamente loco se hace aún más etérea, dando un tramo final muy interesante, con caída al lado oscuro y todo.

Los mejores de momentos de la temporada son: el secuestro del decano, con Chang el tirano, la expulsión del grupo de la universidad y el regreso en plan misión de espías (First Chang Dynasty); los problemas de Abed para conectar con la realidad y los intentos de Britta y Troy para mantenerlo en ella, destacando el sueñatorio entre otras muchas excentricidades (Introduction to Finality); la maduración de Pierce, en especial con el juego de ocho bits (Digital Estate Planning); las historias de Halloween, cada cual más disparatada, y la búsqueda de un posible psicópata en el grupo (Horror Fiction In Seven Spooky Steps); la gloriosa parodia de Ley y orden, brutal de arriba abajo (Basic Lupine Urology, el mejor de la temporada en mi opinión); muy llamativos también son los dobles de famosos (Contemporary Impressionists) o el homenaje a 1984 de Orwell (Digital Exploration of Interior Design); y desde mi punto de vista, uno de los más aclamados, el de las líneas temporadas alternativas (Remedial Chaos Theory), es también uno de los más desaprovechados, pues tenía material para hacer algo antológico y medio capítulo es irrelevante, aunque eso sí, es un placer recuperar universo paralelo oscuro al final de la temporada.

Lo triste es que casi se habla más de los problemas de la producción que de sus valores artísticos. Agonizante desde la temporada uno, este tercer año ha sido un caos que ha incluido parones, campañas de fans a través de internet, la habitual mala fe de la cadena a la hora de las emisiones… Y todo ello terminando con la destitución de Dan Harmon, su creador, por los rifirrafes internos. El cuarto año presenta un panorama aún más desolador, si es que llega a realizarse.

Nota: de nuevo no puedo dejar pasar mi asombro ante el horrible maquillaje que le ponen a los hombres: la cara rosada, y los labios ni te cuento.

Ver también:
Temporada 2.
Temporada 1.