THE CROWN – TEMPORADA 5

Netflix | 2022
Drama, histórico | 10 ep. de 49-58 min.
Productores ejecutivos: Peter Morgan, varios.
Intérpretes: Imelda Staunton, Jonathan Pryce, Dominic West, Elizabeth Debicki, Olivia Williams, Lesley Manville, Claudia Harrison, Jonny Lee Miller, Salim Daw, Khalid Abdalla, Andrew Havill.
Valoración:

El estreno de la quinta temporada de The Crown llegó justo tras el fallecimiento de la reina Elizabeth II, con lo que más que nunca la serie ha estado en el foco del público y los medios… Pero por desgracia lo ha hecho con su temporada menos buena.

Tenemos otro cambio de actores para encarar las dos últimas etapas. Olivia Colman y Tobias Menzies como la reina Elizabeth y Philip, duque de Edimburgo, son sustituidos por Imelda Staunton y Jonathan Pryce. Ella es muy conocida por incontables películas, desde Mucho ruido y pocas nueces (1993) y Sentido y sensibilidad (1995) a Harry Potter y la Orden del Fénix (2007). Él, eterno secundario (Ronin, -1998-, Piratas del Caribe -2003-) que no ha logrado el merecido reconocimiento hasta hace pocos años con papelones como los de Juego de tronos (2011) y Taboo (2017). El príncipe Charles y la princesa Diana, otrora con los rostros de Josh O’Connor y Emma Corrin, ahora son encarnados por Dominic West y Elizabeth Debicki. El primero deslumbró en The Wire (2002), y desde entonces no le ha ido mal en televisión (The Affair, 2014) y cine (Centurión -2010-, Tomb Raider -2018-). La segunda empezó a dejarse ver por El gran Gatsby (2013), y a darse a conocer en Guardianes de la Galaxia, Vol. 2 (2017), El infiltrado (2016) y sobre todo Tenet (2020). En los roles secundarios encontramos a Lesley Manville como Margaret, Claudia Harrison como Anne, y Olivia Williams irreconocible como Camilla Parker Jones. En las nuevas incorporaciones destacan Jonny Lee Miller como el primer ministro John Major, y Salim Daw y Khalid Abdalla como los Al Fayed.

Entramos en los años noventa, con la familia real arrastrando escándalos matrimoniales y críticas por su obsolescencia y distanciamiento de la realidad. El tramo inicial mantiene la habitual elegancia, el cuidado al detalle, la delicada aproximación a los sentimientos de cada protagonista, y queda por ver si mantendrá el listón dejado tan alto en la cuarta temporada en cuanto al equilibrio entre las distintas historias después de varios años donde no atinaban del todo. Sin embargo, en el acabado empieza a verse cierto acomodamiento. La puesta en escena, sobre todo las difíciles conversaciones de tú a tú, siempre trabajada hasta resultar embelesadora en lo visual y mantener un ritmo contenido capaz de atrapar, se nota algo más descuidada, resuelta con facilones planos y contra planos con cuellos de por medio.

Los guionistas hacen un buen retrato de los conflictos familiares, sin tirar por lo fácil de poner villanos y víctimas como hacen los medios y el populacho con demasiada facilidad. Cada personaje tiene sus virtudes y defectos, los choques con otros y sus propios errores los llevan a tomar decisiones que luego lamentarán. Y como bien se señala, el sistema, tanto los cánones sociales de la época como en este caso la estricta etiqueta e imagen de la monarquía, ponen más trabas. La parte de Diana intentando encontrar una salida, alguien que lo entienda, y dar su versión, siempre está envuelta en un halo trágico muy emotivo. Por su lado, Charles intenta ganarse el perdón del público, que lo ve como culpable de la caída en desgracia de la princesa de Gales, y sentirse útil, mostrar que es un relevo válido de una monarca anticuada. Las reuniones con su equipo personal y con Camilla contrastan con los conflictivos encuentros familiares y el cada vez más malogrado matrimonio. Entre medio, la reina con su visión conservadora es incapaz de entender y arreglar nada, aunque algunos momentos con su hermana y con Philip traen breves conatos de lucidez.

Pero me temo que en lo argumental también empieza pronto a mostrar desgaste. Peter Morgan y su equipo se atascan en la premisa de matrimonios fallidos y una corona anticuada, y las pocas veces que tienen a bien saltar hacia otras aventuras no convencen del todo. Prácticamente todos los episodios están dando vueltas sobre la misma idea, avanzando con cuentagotas, recurriendo demasiado a paralelismos obvios (el barco que jubilan), o todo lo contrario, desaprovechando otros hechos históricos que tenían gran potencial, como la devolución de Hong Kong, que ponía fácil la conexión con dejar atrás las antiguas políticas y abrazar los nuevos tiempos.

Esto último pone de manifiesto que el año anterior fue un momento de inspiración puntual a la hora de unir los conflictos socio-políticos a las vidas de la familia real. El ministro John Major es un secundario anodino, nada se cuenta con él que resulte interesante, y no digamos ya trascendente, parece que nada ocurrió en el país en los noventa más allá de Diana. Por extensión, los episodios que han ido contando cosas tangenciales también son endebles. El de los periodistas es entretenido, pero no deja huella, mientras que el tiempo dedicado a los Al Fayed es excesivo para lo poco que aportan, y el esfuerzo por dotarlo de simbolismo y reforzar la unión con la corona (el tema del mayordomo) resulta demasiado artificial, con lo que acaba pareciendo tiempo perdido en algo que no pinta nada aquí. Lo más destacable es la visita de Boris Yeltsin, que resume bien el contexto, los cambios históricos y la relación entre ambos países.

Hay otro problema grave, este aún más inesperado e inexplicable. Una cosa es que tomen más presencia Charles y Diana, otra que a costa de ellos los escritores se dejen en el tintero cosas cruciales íntimamente relacionadas con la trama principal. No sé qué los llevó a dejar de lado personajes antes esenciales como Margaret y Anne, cuando sus líos con sus matrimonios deberían estar en primer plano también. Si es que hasta la reina queda relegada a aparecer en cada capítulo como una inconsciente fuera de su tiempo. El resto de la familia directamente no tiene presencia alguna, parecen extras. La única excepción es Philip: quien siempre quedaba algo relegado, inesperadamente ha ganado más relevancia, su personalidad ofrece nuevos matices muy interesantes.

Pero además, me temo que el cambio de actores con Charles y Diana no ha sido un acierto. Debicki está muy bien como la princesa despreciada y rota, pero no logra el torrente de sentimientos arrollador de Corrin. Y West tendrá un carisma enorme, pero apenas se esfuerza por meterse en la piel de Charles, apenas unos gestos con las manos, el resto del tiempo es él mismo, como viene siendo habitual en todos sus papeles, así que queda aún más lejos que su antecesor, O’Connor.

Como consecuencia de la falta de contenido y trascendencia, se diluye también el certero análisis sociopolítico de la historia reciente de Reino Unido y la crítica inteligente y comedida que venían haciendo. De repetir y subrayar tanto todo queda una crítica tosca, sin garra, y peor aún, parece que los autores no lo han visto, porque encaramos el final de temporada con dos capítulos donde tanta repetición de historias termina resultando agotadora, y por si no fuera suficiente, tenemos un discurso a modo de resumen y recapitulación, en boca del ministro Major, rematadamente obvio.

En cuanto al acabado, puede que le pongan más ganas tras los poco trabajados primeros episodios, pero la escasa variedad de escenarios le quita algo del glamour y sentido del espectáculo que venía mostrando. Al final queda una obra sólida, vistosa, pero no deslumbrante como antaño.

Siempre ha sido una serie bastante irregular, pero sorprende para mal que tras su año más redondo tenga un bajón tan notorio. Las partes buenas son muy entretenidas, algunas muy emocionantes, pero hay tramos que no despiertan mucho interés, y para el final decae demasiado. Pero lo peor es la sensación global de que han contado poquísimo, de que hemos estados atascados en un bucle toda la temporada.

Ver también:
Temporada 1 (2016)
Temporada 2 (2017)
Temporada 3 (2019)
Temporada 4 (2020)
-> Temporada 5 (2022)

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