Archivo mensual: febrero 2024

TRUE DETECTIVE – TEMPORADA 4 – NOCHE POLAR

HBO | 2024
Suspense, policíaco, drama | 6 ep. de 58-76 min.
Productores ejecutivos: Issa López.
Intérpretes: Jodie Foster, Kali Reis, Finn Bennett, Isabella Star LaBlanc, John Hawkes, Christopher Eccleston, Fiona Shaw, Anna Lambe, Owen McDonnell, Joel Montgrand.
Valoración:

Alerta de spoilers: Sin datos reveladores hasta el último apartado.–

EL VOLÁTIL CUANDO NO EXTREMISTA ESPECTADOR

La primera temporada de True Detective dejó a todo el mundo boquiabierto con una singular aproximación al thriller policíaco, tanto que llevó a sobrevalorarla más de la cuenta. La verborrea existencialista y un tanto pretenciosa de sus protagonistas, el inquietante abismo al que estos se enfrentaban, tanto por sus traumas personales como por encargarse de un caso perturbador y absorbente, un estupendo acabado (aparte de su reverenciado plano secuencia que en realidad no inventaba nada), y la inolvidable interpretación de los actores principales nos regalaron una obra sugestiva y fascinante.

Con su abrumador éxito, no sorprendió que la HBO la convirtiera en serie antológica, con nuevas temporadas con distintos protagonistas y escenarios. Para la segunda había tanta expectación que al no satisfacer plenamente se la atacó con excesiva dureza. Cierto es que su tono pretencioso hacía que fuera entre innecesariamente densa y aburrida, pero los personajes, otro estupendo reparto y el caso tenían miga y atractivo suficientes como para resultar más que digna. La tercera en cambio se trató con más benevolencia, supongo que la moda ya había pasado, y eso que fue bastante desastrosa: insulsa en todos los sentidos y con un final ahogándose en giros fantásticos demenciales.

La cuarta ofrece una espectacular remontada cuando ya no se esperaba nada… aunque se ha topado con un problema inesperado: vivimos en la época de la polarización y los ofendiditos, tiempos absurdos donde las obras no se ven para disfrutar sino para despiezar buscando ofensas y lanzar no análisis objetivos sino ataques en base a esos agravios imaginarios. Las redes sociales son un hervidero, qué digo, un estercolero de machistas y racistas escandalizados porque las protagonistas sean mujeres y las víctimas indígenas.

En las etapas anteriores los protagonistas eran hombres blancos y sus dóciles amantes; apenas se dejaron ver una mujer que se comportaba como un hombre y un negro que se comportaba como un blanco. Así que la serie se convirtió en un nicho de toda esta ralea, y ante una perspectiva más diversa y realista andan confusos, heridos en su débil hombría. Si estas detectives sufren, dudan y toman decisiones difíciles, y más aún si cometen alguna corruptela para poder salir adelante, se señala y cuestiona cada situación como si fuera imperdonable que una mujer pueda hacer algo así, como estuviera fuera de su lugar natural en la sociedad. Y si la crítica alaba unánimemente las virtudes de la temporada, hay que clamar en masa que están compradas por la misma agenda.

Pues yo celebro que hayan pinchado su patética burbuja y hayan vislumbrado el mundo real. Y esperemos que su pataleta no empañe la recepción de la temporada y tengamos más con el mismo equipo creativo y la misma calidad.

EL NUEVO EQUIPO

El creador original, Nic Pizzolatto, no ha renovado contrato con HBO en esta ocasión, quizá porque tenía la agenda bastante ocupada, quizá porque el desgaste en la serie ha empujado a buscar un relevo. Eso sí, todos los implicados en el primer año siguen como productores inversores.

Al frente tenemos a Issa López. Empezó su carrera a finales de los noventa, centrándose sobre todo en comedias y dramas románticos. No se puede decir que tenga ninguna obra destacable, siendo su último trabajo, el thriller sobrenatural Vuelven (2019), lo que probablemente llamó la atención de la cadena. Reparte las labores de escritura con otros guionistas también muy desconocidos, y dirige todos los capítulos. Cabe señalar que esta vez son seis en vez de los habituales ocho, y le han añadido un subtítulo: Noche polar.

El reparto en conjunto queda por detrás de los de las dos primeras temporadas, pero hay suficiente buen hacer como para conseguir que los personajes cobren vida adecuadamente. Jodie Foster es el rostro más conocido. Tiene papeles inolvidables, como Contact (1997) y El silencio de los corderos (1991). Su rol, la jefa de policía Liz Danvers, es arquetípico pero muy bien escrito: la agente veterana castigada en un destino perdido en el culo del mundo y que ha acabado harta de todo y todos, algo que Foster transmite con fuerza. La secunda Kali Reis, que acaba de empezar su carrera y tiene en su haber apenas dos títulos. La agente Evangeline Navarro, de raíces indígenas, choca con las formas de su compañera; la actriz no está espectacular, pero muestra bien la rabia interna que mueve al rol. Finn Bennett acumula unas cuantas apariciones en series, y cumple adecuadamente como el joven agente con gran potencial Peter Prior. Pero su padre Hank sigue el camino opuesto, siendo un progenitor y agente pasota y un grano en el culo en general; John Hawkes es un gran actor que no ha tenido tanto reconocimiento como merece: sus apariciones en Deadwood (2004) y Winter’s Bone (2010) son memorables. Aquí está en la línea de tipo inquietante y desagradable que tan bien se le dio en el segundo ejemplo. Isabella LaBlanc pone rostro a la hija adoptiva de Danvers, quien vive entre dos mundos, la sociedad estadounidense y la indígena; tiene poca experiencia, y su actuación es un tanto limitada, pero resulta simpática.

TRUE DETECTIVE VUELVE A DESLUMBRAR

El capítulo inicial parece ir a lo fácil en la descripción de los nuevos escenarios y protagonistas, y tira más de la cuenta de unos ganchos sensacionalistas que recuerdan demasiado a Twin Peaks (David Lynch, Mark Frost, 1990) y Perdidos (Damon Lindelof, Jeffrey Lieber, 2004). También hay cierta aura de Expediente X (Chris Carter, 1993), en concreto de esos relatos míticos de aislamiento como Hielo (108). Pero en el segundo ya se asienta bien el estilo True Detective, y desde entonces se convierte en un tour de force espectacular donde cada episodio es más intenso y agobiante que al anterior.

El entorno apartado y en decadencia resulta opresivo y deprimente. Los protagonistas están atrapados por decisiones y traumas pasados, batallan por mantenerse a flote en un mundo corrupto y una vida que los ha llevado a mirar al abismo. Y tendrán que encarar de una vez sus demonios internos en un caso que los pondrá a prueba en todo momento.

La intriga policíaca combina muy bien una investigación clásica, de agentes echándole horas y rompiéndose la cabeza, con el ambiente perturbador a lo Seven (David Fincher, 1995) y las inclinaciones filosóficas que marcaron el sello de la serie. No faltan tampoco la corrupción de los poderosos, los secretos oscuros de los lugareños y los propios detectives, los misterios que salpican la cultura local… Tenemos los característicos diálogos interpersonales llenos de mentiras e historias veladas que hay que ir desgranando, y diálogos internos llenos de reflexiones existencialistas, ahora con mayor presencia de la religión y la cultura asociada a esta, en concreto las de los indígenas de Alaska.

La atmósfera y el ritmo de los dos últimos capítulos de absorbente llega a ser sofocante. Los retos y revelaciones finales se fusionan magistralmente con la catarsis de las protagonistas. Pero aunque el desenlace es sólido en su conjunto porque el camino ha sido bien allanado y el equilibrio de los distintos elementos da un todo superior, tiene un par de momentos cruciales muy descuidados sobre los que me extenderé en los apartados siguientes. En resumen, la parte dramática es superior a las conclusiones de la investigación.

También cabe destacar que no se cumple mi peor temor: no se ahoga en la línea fantasiosa, como apuntaba alguna visión demasiado explícita y algún recurso muy rebuscado, sino que, como en el primer año, juega con la experiencia de cada personaje, sus creencias, emociones y visiones.

La cámara de Issa López mantiene el tono de thriller sombrío y de calidad cinematográfica, con un ritmo templado que garantiza una atmósfera sugestiva. Pero no logra ninguna escena lo suficientemente hermosa o impactante como para dejar huella, y eso que los paisajes invitan a ello. El tema musical y el montaje de los créditos son como siempre muy atractivos.

Ha sido rodada en Islandia, algo que me extraña estando Alaska en su propio país; supongo que tendría ventajas económicas, pues hay regiones que dan más facilidades en impuestos y subvenciones que otras; por ejemplo, muchas series se ruedan en Canadá por ello.

ALGUNOS DETALLES CHIRRÍAN

Hay mejoras posibles aquí y allá, no sustanciales, pero como hay que crucificar la temporada, se han tomado como errores enormes que tiran todo por tierra, olvidando que la primera etapa tenía sus carencias también. Otros aspectos sí son bastante cuestionables y pueden empañar la experiencia con un final por lo general muy emocionante.

Un lastre recurrente en la serie son las pistas falsas un tanto forzadas, con simbolismo pasado de rosca (muñecos y garabatos que luego no significan nada), a lo que hay que sumar los citados ganchos de baratillo, incluido un oso polar un tanto ridículo, y unos cuantos sustos forzados bastante cutres que desentonan en una atmósfera que se cuece a fuego lento. También tenemos la remesa habitual de roles esporádicos puestos para despistar, tan crípticos que resultan un tanto pasados de rosca; no tengo nada en contra de que una investigación pase por callejones sin salida, pero si son tan impostados saben a trampa. Los diálogos son unas veces asépticos de más, otras un tanto sobrecargados, aunque lejos de la pretenciosidad previa. Y en una serie tan adulta me chirrían un montón los flashes a modo de recordatorios cada vez que tienen que unir una pista con otra, como si los autores pensaran que no somos capaces de pensar por nosotros mismos ni de recordar algo que salió en el capítulo anterior.

El punto más conflictivo y relevante estaría en la motivación que lleva a cometer los crímenes que ponen patas arriba el lugar, pero eso tengo que dejarlo para el apartado de spoilers.

En el acabado tampoco nos libramos de aspectos mejorables que desentonan con los asombrosos 10 millones por capítulo que ha costado. La fallida recreación por ordenador de la fauna local supone que la primera escena del año resulte entre chocante y grotesca. En alguna composición de imágenes que juega con retoques y fondos añadidos se nota que no es una escena natural. Y me mosquea una técnica vetusta pero que sigue empleándose incluso en series de alto presupuesto como esta, y sigue dando el cante: la manía de rodar los viajes en coche en plató con pantalla de fondo. También hay un exceso de canciones que, aunque buenas en general y algunas bien puestas, terminan cansando, sobre todo porque más veces de la cuenta son el típico truco para agilizar transiciones donde los guionistas no tienen ganas de trabajárselo mejor.

EL FINAL TIENE ALGUNOS AGUJEROS

Alerta de spoilers:. En adelante destripo a fondo el final.–

En el tramo final, los pequeños deslices ya empiezan a pesar, habiendo algunas soluciones bastante cuestionables.

El hallazgo de la huella de la mano a la que le faltan dos dedos resulta un tanto precipitado, y esta vez se agradece el uso de flashbacks, porque el personaje en cuestión no se presentó debidamente. En un policíaco perfecto puedes deducir cosas por ti mismo uniendo las pistas, pero uno que no lo es prefiere inclinarse por el golpe de efecto sensacionalista. Cierto es que esta serie abraza la segunda fórmula, pero incluso ahí se puede hacer mejor, de forma que no parezca tan forzado.

La exploración de la cueva sin cuerdas, sin arneses ni ningún tipo de herramienta y seguridad, no resulta creíble en agentes tan curtidas en la zona, y menos cuando llevaban días buscando formas de llegar ahí.

No me cuadra que Navarro se vaya tras resolver el caso, justo cuando ha hecho las paces consigo misma y sus raíces, y todo apuntaba a que ya podía encajar y ser feliz en el lugar. Es un intento de final poético y abierto absurdo, incongruente con lo narrado. Por el otro lado, es interesante, y un tanto cruel, ver cómo las agentes han superado sus traumas, en especial el asesinato encubierto de un sospechoso, pero a la vez el joven novato que apuntaba maneras como buen agente ha sido salpicado por toda esa corrupción y ha heredado el mismo problema con su propia ejecución. Así, la victoria se amarga un poco con el toque de fatalismo muy interesante.

El punto más grave es que Issa López y su equipo deberían haberse trabajado mejor las motivaciones de los científicos a la hora de perpetrar el crimen. Me creería un arrebato de ira, de hecho, la mayor parte de los asesinatos no son spremeditados sino por calentones, y más con la situación de aislamiento que viven, y además, la corrupción sobre los orígenes de su financiación daba pie a cometer más crímenes para tapar sus fechorías.

Pero en vez de describir mejor una degradación mental y ponerlos ante un callejón sin salida que lo justifique adecuadamente, los autores se limitan a un torpe e insatisfactorio «es que naestaba destruyendo nuestro trabajo», cuando la asaltante solo había corrompido unas muestras y bastaba con inmovilizarla. Pero la cosa empeora cuando se desvela que estaban compinchados con la mina para que su contaminación acelere el descongelamiento del permafrost. ¿Pero cómo esperan que me crea que un grupo de científicos de primera línea defiende el calentamiento global y la destrucción de un ecosistema y una economía para defender su investigación, por mucho potencial que tenga esta? ¿Es que no pueden usar un sistema de calefacción por tuberías o algo parecido?

Por suerte, estos patinazos quedan bastante eclipsados porque, como señalaba, el conjunto te mantiene atrapado con su atmósfera, las relevaciones personales llegan con fuerza, y la solución del mayor misterio es plenamente satisfactoria (menos para esos machistas que echan pestes de cualquier fémina que se defienda de abusos): el asalto de las mujeres del pueblo al laboratorio, clamando venganza, es fantástico, y da buen cierre a la misteriosa muerte de los científicos.

Ver también:
Temporada 1 (2014)
Temporada 2 (2015)
Temporada 3 (2019)
-> Temporada 4 – Noche polar (2014)

REACHER – TEMPORADA 2

Amazon Prime Video | 2023
Suspense, Acción | 8 ep. de 43-50 min.
Productores ejecutivos: Nick Santora, Lee Child, varios.
Intérpretes: Alan Ritchson, Maria Sten, Serinda Swan, Shaun Sipos, Domenick Lombardozzi, Ferdinand Kingsley, Robert Patrick, Shannon Kook, Al Sapienza, Noam Jenkins.
Valoración:

La segunda temporada de Reacher no se basa en el segundo libro de la saga de Lee Child, sino que pegan un salto hasta el undécimo, Mala suerte (2007), de los 28 que lleva ya. Habiendo tantos es comprensible que filtren, y estando escritos con la idea de que puedan leerse independientemente, más libertad tenían para elegir. Según Child y el guionista principal, Nick Santora, la primera entrega presentaba a Reacher recién salido del ejército, terminando de cortar lazos con su familia y empezando su periplo en solitario, el undécimo capítulo era perfecto para abordar cómo fue su trabajo y qué ha sido de los amigos que hizo en él. También cabe pensar que otra historia en solitario sería repetiva y han tomado la acertada elección de tirar por el clásico método de «más grande es mejor».

Reacher se reencuentra con el equipo de la policía militar que dirigió, ahora en apuros por la extraña muerte de uno y la desaparición de otros, con lo que tenemos más personajes en juego y se reparte el protagonismo muy bien. El complot criminal implica a una gran empresa que trabaja para el gobierno, aumentando la dificultad del caso y el número de enemigos que vencer. Y la acción se traslada a la gran ciudad, navegando por numerosos escenarios.

Al pelotón, en especial a las figuras más importantes, lo vamos conociendo en flashbacks. El quién es quién y su dinámica se compara con la situación actual, desgranando poco a poco las relaciones y los cambios en la vida. Si la primera etapa nos dio a conocer al Reacher que ha roto con la sociedad y deambula en solitario desfaciendo entuertos, esta aventura lo lleva a analizar ese modo de vida. Estar de nuevo entre sus compañeros pone de manifiesto su aislamiento, lo reconecta con la humanidad, y la situación actual de estos también le ofrece distintos ejemplos de cómo podría ir su carrera laboral y personal si siguiera caminos más ordinarios. ¿Aprenderá algo de esta odisea?

Reacher sigue siendo el tipo hosco y bruto de primeras, pero con un sentido de la moral y la lealtad muy marcado que lo lleva a resolver cualquier injusticia contra los débiles que encuentre por su camino. Tampoco pierde su peculiar sentido del humor, con frases cortantes que descolocan a cualquiera. Alan Ritchson vuelve a constatar que fue un acierto en un casting que si quería ser fiel tenía poco margen, pues no hay muchos actores de semejante tamaño que valgan para la violencia tanto como para el drama. Con la divertidísima presentación en el atraco a un cajero se ganará a cualquier espectador que llegue sin haber visto la primera temporada.

Frances Neagly apareció brevemente en ese primer año como uno de los pocos contactos que mantenía Reacher, aunque no aportó tanto como para dejar huella. Con su papel extendido, aquí si lo hace. Es su mejor amiga, una detective privada tan arisca y solitaria como él. Maria Sten fue modelo en Dinamarca y luego saltó a actriz (Persuasión -2015-, Swamp Thing -2019-) y guionista (algunos cortos). Karla Dixon se abrió más al mundo, persiguiendo una trayectoria ambiciosa en distintas compañías de seguridad; Serinda Swan ha pasado por bastantes series, en alguna como protagonista: Graceland (2013) y La forense (2019). Viendo el talento y la bellza de ambas, es una pena que no hayan logrado carreras más vistosas. David O’Donnell era el soldado divertido y mujeriego que inesperadamente acabó casándose, aunque no ha perdido su gracia; Shaun Sipos tiene un currículo más completo, con numerosos roles secundarios de largo recorrido y varios como protagonista, desde La familia salvaje (2004) a Krypton (2018).

Durante las indagaciones del equipo conocemos al detective Gaitano ‘Guy’ Russo, quien se topa con un grupo muy cerrado que duda de su lealtad, mientras que él no puede tolerar las formas brutas y fuera de la ley que se gastan. Domenick Lombardozzi será recordado por todos por su papel en The Wire (2002).

La dinámica entre ellos queda muy bien establecida en el primer capítulo y se explota de maravilla en todos los demás. La química entre los actores es deliciosa y exprime los ingeniosos y tronchantes diálogos, enriquece la compenetración en la investigación del caso y en las peleas mediante un montón de miradas y gestos llenos de significado. Y como cada uno tiene también su personalidad y su historia, los episodios se hacen muy entretenidos y amenos a pesar de que la premisa en el fondo es la misma de siempre. Además, se mantienen en una duración muy comedida, alrededor de 45 minutos.

Robert Patrick, quien fuera el mítico T-1000 en Terminator 2 (1991), quedó desde entonces encasillado en papeles secundarios, generalmente de malos. Aquí encarna al villano supremo arquetípico del género, el «empresaurio» sin escrúpulos y un ejército de contactos y matones que pondrá en apuros a los protagonistas con unas intrigas un tanto trilladas. No ofrece nada original en ninguna de sus apariciones, con lo que queda como un soso macguffin para mover las cosas, y sus matones son los genéricos «pijamas», peleles sin nombre destinados a morir en masa. El único que destaca es el metódico asesino sin nombre que encarna Ferdinand Kingsley, pero a pesar de ocupar bastante metraje, su dibujo resulta muy artificial y la conexión con la historia global no cuaja, de forma que en cuanto sale de pantalla te olvidas de quién es y qué está haciendo. También tienen breves apariciones algún que otro alto mando de la policía y la política, pero son clichés con aportaciones muy facilonas.

En la parte final, como pasó en la primera entrega, la falta de recorrido de estos enemigos lleva a un desenlace muy predecible y limitado. Tampoco se entiende que teniendo un grupo protagonista tan completo y activo de repente se vean todos incapacitados y acabe resolviéndolo todo Reacher en plan superhéroe, con situaciones un tanto cutres, como que solo él se queda sin munición constantemente para que pueda pasar a los mamporros.

Es una pena que mostrando una escritura tan inteligente la serie se atasque en un problema tan evidente. Seguramente sea deudor de las novelas, pero si no se ahogara tanto en el estilo de la «copaganda» y se curraran unos enemigos más verosímiles, originales y ambiguos, ganaría muchos enteros.

La copaganda es el término con el que se critica al género artístico y a los medios de información que hacen propaganda de las agencias de la ley en plan tirando a fascistoide. Los protagonistas son agentes intachables en lo moral y superhombres en lo físico, mientras que los enemigos o son extranjeros o altos mandos y políticos corruptos, ejemplificando la máxima de la derecha estadounidense: el hombre blanco en solitario defendiendo el país contra el pérfido estado o los extranjeros. 24 (Robert Cochran, Joel Surnow, 2001) es el mejor ejemplo, facha, xenófoba y obtusa como ella sola, y otras como Reacher se quedan a medio camino: más trabajada, pero igual de maniquea.

En el acabado también hay muy buen nivel, pues cuentan con un equipo puntero en las series de acción recientes: Omar Madha, Sam Hill, Carol Banker y Julian Holmes (a dos capítulos cada uno) vienen de producciones como CSI, The Boys, Almost Human, Outlander, Titanes, Los 100… Su trabajo es excelente, obteniendo es una serie muy cinematográfica, algo que se nota sobre todo en las escenas de acción, con un sentido del espectáculo notable: escenarios muy trabajados y golpes crudos y creíbles. Sin embargo, también hay un fallo importante en este aspecto: el sexto episodio queda muy por debajo del resto. La persecución más relevante de la temporada acaba siendo un tanto desastrosa, y el tiroteo de turno también deja mucho que desear: el tempo, la falta de nervio, el montaje… echan por tierra un par de momentos bastante importantes.

Cabe destacar que la cantidad de violencia es asombrosa, con huesos rotos y sangre en cantidad. Es algo muy de agradecer en unos tiempos cada vez más blandos. Por eso mismo resulta chocante que en una serie tan adulta y destinada al público masculino no haya sexo explícito; en la primera al menos hubo un desnudo. Para ello recomiendo la alocada Banshee (2013).

La mejora respecto a la primera temporada venía siendo sustancial hasta que en el tramo final se atasca en las mismas limitaciones, así que esperemos que siga creciendo, porque Reacher tiene potencial de sobra para convertirse en el referente de series de acción de los últimos años, bastante por encima de la popular Jack Ryan (Carlton Cuse, Graham Roland, 2018).

Ver también:
Temporada 1 (2022)
-> Temporada 2 (2023)

ECHO – MINISERIE

Disney+ | 2024
Drama, superhéroes | 5 ep. de 39-49 min.
Productores ejecutivos: Marion Dayre, Amy Rardin, Sydney Freeland, Kevin Feige, Stephen Broussard, Louis D’Esposito.
Intérpretes: Alaqua Cox, Chaske Spencer, Tantoo Cardinal, Graham Greene, Devery Jacobs, Cady Lightning, Vincent D’Onofrio.
Valoración:

Hasta Los vengadores: Fin del juego, los productores principales de la saga, primero Isaac Perlmutter y luego Kevin Feige y Louis D’Esposito, habían contratado a buenos talentos y dejado que actuaran con cierta libertad (siempre hay que tener en cuenta que esto es una serie), pero esta última fase empezó con serios fiascos artísticos y comerciales, Viuda negra, Shang-Chi y Los Eternos, así que se han puesto en modo histeria, metiendo mano en varias producciones que no tenían tanto tirón o confianza para triunfar como las entregas de Spider-Man, Thor o Guardianes de la galaxia, sin saber muy bien qué ha fallado ni darse cuenta de que están empeorándolo todo: The Marvels y Capitán América: Brave New World han arrastrado cambios y retrasos en cantidad, afectando a la confianza del público y probablemente también al resultado artístico.

Y me temo que la sección de televisión ha caído también en esa dinámica, pero acuciada porque la tensión crece al ver que prácticamente solo Loki ha contado con una recepción de crítica y público entusiasta (y por desgracia se ha diluido en su segunda temporada). En Invasión secreta y Echo las dudas de los productores han llevado a rodar de nuevo la mitad de ambas y luego improvisar con el montaje, con el consecuente aumento de presupuesto y la mala imagen que se genera, y todo para no solucionar nada en ninguna de la dos. En Echo es evidente que el producto estrenado no llega a estar acabado y no debería haber visto la luz. No se puede saber cuánto queda del trabajo de las guionistas originales, Maryon Daire (Better Call Saul, 2015) y Amy Rardin (Embrujadas, versión 2018), y la directora Sydney Freeland (Her Story -2016-, Rutherford Falls -2021-), y cuánto se debe a lo que alteraran los jefazos según cambiaban de ideas.

Los dos primeros episodios muestran algo de dignidad. Incluso dentro de su narrativa caótica, todo parece tener un objetivo concreto. En el primero presentan a la protagonista, Maya López (Alaqua Cox), enlazando con resúmenes de la serie donde apareció como secundaria, Ojo de halcón, de forma que se describe su vida al lado de Kingpin como matona para el hampa, hasta que se enfrenta a él y huye al pueblo donde creció. El segundo expone su relación con los lugareños (familia, amigos) y la vida de estos, y señala el posible arco de redención que seguirá. Aunque la historia no resulta apasionante, nada indica que no pudiera alcanzarse una serie digna dentro de su rango: una heroína menor, un relato sencillo sobre gente perdida que trata de reconciliarse con su pasado para poder enfrentar también el presente, todo aderezado con un conflicto básico del superhéroe, con el análisis de la moral de sus acciones y la lucha contra algún villano.

Pero desde la presentación hasta el final no llega a cobrar forma esa historia de reconciliación y maduración, no encontramos una gesta heroica emocionante, ni un dilema ético que deje alguna buena reflexión. Los numerosos espectadores que no conectaron con este inicio y abandonaron el visionado han tenido la suerte de no tragarse el desastre que viene a continuación.

Todo queda reducido a una pelea entre cuatro pueblerinos y unos mafiosos de poca monta que pasaban por ahí. Los diálogos, escenarios y partes acción son genéricos y aburridos, el suspense y el drama que no llegan a hacer acto de presencia. Las motivaciones de los distintos personajes no se materializan, deambulan por todas partes sin que se logre vislumbrar qué están haciendo y por qué, y la repetición de escenarios se hace cansina, como las tontas visitas a la tienda turística.

Y precisamente por ser todo tan simple no se explica cómo han podido embarullar tanto la narrativa, que acaba siendo muy torpe e incoherente. Parece que han cogido una temporada de ocho o diez episodios y la han reducido a cinco, cada vez con más prisas y desgana, siendo cada nuevo capítulo más absurdo y fallido que el anterior. El tramo final provoca auténtica vergüenza ajena, nada se entiende en él.

El dilema personal y moral de Maya como villana en formación que debe enfrentar la decisión de si luchar por ascender en la única vida que conoce, aunque sea terminando de sacrificar la poca humanidad que le queda, o si deja el mundo del crimen, quizá porque está hastiada y ha puesto en peligro a seres queridos más que por hacer el bien, no llega a desarrollar nada del potencial latente. Esta lucha interna no expone bien cómo el subconsciente tira de ella hacia su pasado, y cómo aprende de un conflicto u otro. Así que las decisiones que toma no se comprenden, en especial la primordial, la que abre el relato: ir precisamente a su pueblo y no a otro sitio para atacar rutas de suministros de Kingpin, lo que significa llevar el peligro hacia sus seres queridos, no queda como un error de juicio de ese personaje perdido que presentaban, sino como una conveniencia de guion muy cutre.

Los líos personales con familiares y amigos que dejó atrás son despachados de mala manera, no dan pie a un drama tangible, emocionante. La parte de la amiga metida a sheriff es especialmente sangrante: se menciona en todos los capítulos que hay alguna pelea entre ellas, pero tras mucho postergarlo ni te das cuenta de cómo se arregla, solo se encuentran en el final y empiezan a soltar hostias juntas. Es alucinante como los autores consiguen que en solo cinco episodios se sienta que están estirando la historia y a la vez que parezca precipitada, que sea simplona y a la vez difícil de interpretar.

La aparición del rey del crimen de Nueva York, Kingpin, no levanta el interés, sino todo lo contrario, resulta fatídica. Infravalora, ningunea, rebaja al memorable villano que vimos en Daredevil o en su breve pero intensa aparición en Ojo de halcón, convirtiéndolo en un don nadie aburrido, llorón y blando. El encuentro final es insustancial en las peleas, y por la obtusa y confusa narrativa en que acaba ahogándose la serie, ni se entiende qué ha pasado, qué le ha hecho Maya con sus nuevos poderes, por qué Fisk se va sin más después de poner tanto en interés en recuperarla. Cabe recordar que los avances de la serie lo ponían prácticamente como protagonista, y su presencia es escasa y decepcionante. Menudo engaño.

Lo de los poderes es el remate a este galimatías. Los flashbacks con los indios, donde se pretende explicar de dónde surgen los poderes que hereda Maya para convertirse en Echo, son soporíferos y confusos. Una anciana (tatarabuela o algo así) los gana porque le cae una cueva encima (o algo así), en otra descendiente despiertan porque quiere ganar un partido de fútbol (esto es literal), y al final emergen en Echo durante una de sus fechorías, y listo. Pero tantos minutos como se lleva todo no basta para entender cómo y porqué surgen realmente, qué capacidades le ofrecen, ni se siente justificada toda la exposición de la vida de los indios, no aporta nada a su historia de orígenes, no genera nuevos dilemas que enriquezcan su arco dramático. Y para colmo, nada tienen que ver con el cómic. Esa luz mágica que golpea y cura no forma parte del personaje original, cuya habilidad se basa en que puede imitar al instante las capacidades de otros, tanto en la lucha como en otras técnicas y artes, como por ejemplo, sabría tocar el piano solo con ver a alguien hacerlo un rato. Así, se convierte en una dura rival para Daredevil y otros, pues insantáneamente adquiere su nivel de combate.

La falta de carisma de la protagonista, Alaqua Cox, y de sus amigos (Cody Lightning, Devery Jacobs, Chaske Spencer) no hace sino añadir desgana a la hora de seguir su historia. Hay algún secundario con más talento (Graham Greene, Tantoo Cardinal), pero no basta para levantar los clichés anodinos a los que encarnan. Y el gran Vincent D’Onofrio está muy desaprovechado.

También cabe señalar que el cameo de Daredevil aporta tan poco que se olvida rápido. En She-Hulk la interconexión entre series, la sensación de pertenecer a un universo rico y con muchas posibilidades, funcionó mucho mejor. Una pena que no parezan poner verdadero interés en explotar este aspecto. Lo único destacable es que tiene unos títulos de crédito bastante currados, y que muestra un nivel de violencia más cercano a Daredevil.

Echo se va como llegó: sin que nadie hubiera pedido que la hicieran, sin que haya despertado interés alguno.

Saga Marvel:
WandaVision (2021)
Falcon y el Soldado de Invierno (2021)
Loki 1 (2021)
Ojo de halcón (2021)
Caballero Luna (2022)
Ms. Marvel (2022)
She-Hulk: Abogada Hulka (2022)
Invasión secreta (2023)
Loki 2 (2023)
-> Echo (2024)

FLEISHMAN ESTÁ EN APUROS

Fleishman Is in Trouble
FX on Hulu | 2022
Drama, comedia | 8 ep. de 42-67 min.
Productores ejecutivos: Taffy Brodesser-Akner, Shari Springer Berman, Carl Beverly, Sarah Timberman, Susannah Grant.
Intérpretes: Jesse Eisenberg, Claire Danes, Lizzy Caplan, Adam Brody, Meara Mahoney Gross, Maxim Swinton, Josh Stamberg, Josh Radnor.
Valoración:

Taffy Brodesser-Akner escribió en 2019 la novela Fleishman está en apuros, donde contaba sus vivencias durante la conocida como «crisis de los 40», edad donde mucha gente hace un repaso a su trayectoria laboral y personal, habiendo mayor número de divorcios y cambios laborales y personales forzados por replantearse la vida y descubrir que estamos atascados en una situación nada idílica o que los sueños no se han cumplido y aspiramos a más.

El libro tuvo éxito, y el mismo año ya estaba poniéndose en marcha la adaptación, que acabó en manos la reciente unión de FX y Hulu que se ha llamado FX on Hulu, y que al menos en España se puede encontrar dentro de Disney+. Del guion se encargó la propia autora, y contó con directores de cine indie que curiosamente suelen trabajar en parejas, como Jonathan Dayton y Valerie Faris (Little Miss Sunshine, 2006), o Shari Springer Berman y Robert Pulcini (American Splendor, 2003), quizá pensando en que así se transmitiría mejor las distintas perspectivas de los personajes.

Acaparó buenas críticas y muchas nominaciones a los principales premios (Globos de Oro, Emmy) y a otros tantos menores, sobre todo para el excelso reparto, pero no parece haberse ganado un renombre entre el público (yo me la encontré por casualidad, no había leído nada sobre ella en las redes), y tampoco logró llevarse ninguno de los galardones.

El doctor Toby Fleishman (Jesse Eisenberg) encara la entrada en la mediana edad con el matrimonio con Rachel (Claire Danes) resquebrajado y la custodia de sus dos hijos en entredicho, pues ella no parece una madre apta, está obsesionada con su trabajo como agente de teatro. La situación lo lleva a reconectar con los amigos de la universidad, Seth Morris (Adam Brody), el eterno solterón que parece tener una vida de libertad y juergas, pero anhela asentarse y madurar, y Libby Epstein (Lizzy Caplan), alter ego lo de la autora, quien hace de observadora y narradora, y reflexiona sobre todo lo que están viviendo, e intenta aplicarlo a su matrimonio estancado y su trabajo como escritora sin futuro.

La narrativa es de apariencia caótica, de hecho me costó entrar en el primer episodio, pero pronto va cobrando forma y resultando muy hábil a la hora de desgranar cada conflicto, problema y sentimiento. Desarrolla los arcos de los personajes jugando con la intriga, deteniéndose en aspectos concretos mediante juegos visuales (Fleishman imaginándose a la ex follando en cada habitación), mezclando constantemente las líneas temporales para matizar la progresión de estados emocionales, etc. La voz en off ahonda aún más en los sentimientos y las reflexiones, siendo crucial en todo momento, y por tanto de las pocas veces que he visto que se utilice tan bien, siempre suele ser un lastre. Los diálogos son a lo Woody Allen, sin duda referente de la autora: sobrecargados, pero con gran verosimilitud y significado. Las labores de dirección manejan todo este lío de maravilla. Y la última puntilla la pone un reparto inmenso que logra unos personajes muy humanos y tangibles.

De esta manera, Taffy Brodesser-Akner nos ofrece una deconstrucción de la crisis de la mediana edad muy original e inteligente. El ritmo es trepidante, el drama muy cercano a pesar de tanto enredo narrativo, y te lleva por infinidad de sentimientos con insólita facilidad. Es graciosa y sensible, con un humor encantador y gran humanidad a la hora de tratar cada conflicto y drama. Pero también muestra una cara ácida en la crítica social, con salidas de humor negro inesperadas, y no es blanda con ningún protagonista, reparte culpas y bofetadas por doquier.

Las máscaras que ponemos ante los demás, las mentiras que nos decimos a nosotros mismos, la falta de comunicación, la incapacidad de admitir la culpa o simplemente que hay problemas… Trata tantos ejemplos de problemas de la vida que te sentirás identificado con alguna de las historias o situaciones. Un momento estarás odiando y criticando a un personaje y sus decisiones, pero al siguiente entendiéndolo y defendiéndolo ante los ataques de los demás. Y algunas veces te darás cuentas de que has prejuzgado y no has aprendido todavía todo lo que tiene para enseñarte.

Jesse Eisenberg (Bienvenidos a Zombieland -2009-, La red social -2010-) me parece un actor con un registro un tanto limitado, haciendo siempre el mismo papel, pero aquí me ha sorprendido gratamente, es capaz de mostrar mucho sentimiento a pesar de su poca expresividad, se hace rápido a los numerosos momentos de confusión y rabia del rol, y conectas rápido con él. Claire Danes viene acaparando alabanzas y premios desde adolescente en la serie de culto Es mi vida (1994), se asentó con la memorable Homeland (2011), y sigue en plena forma, mostrando una faceta enérgica y fría en apariencia pero muy frágil por dentro. Y mi favorita es Lizzy Caplan, quien en Masters of Sex (2013), aunque ya tenía una larga carrera, deslumbró como una de las mejores actrices de su generación, pero no parece capaz de salir de roles menores (eso sí, muchos) en cine (Monstruoso, 2008) y series (Castle Rock, 2019) para mostrar su potencial al mundo. Aquí está impresionante, con solo una mirada es capaz de transmitir de todo, y cuando cobra protagonismo destaca incluso entre tanto buen hacer.

A Adam Brody juraría que no lo he visto desde la serie juvenil The O.C. (2003); queda un poco atrás, pero tampoco es que tenga un personaje tan jugoso, y cumple de sobras. En papeles menores también hay mucho talento: algún veterano como Josh Stamberg (secundario en incontables series), novatos como los hijos de Fleishman, Maxim Swinton y Meara Mahoney Gross, y el más sorprendente, Josh Radnor, de esos que parece atrapado por la fama de un papel muy recordado, el de Ted Mosby en Cómo conocí a vuestra madre (2005), pero muestra su valía de vez en cuando aunque el público no le deje pasar página.

Pero la serie también arrastra algunos problemas importantes, y es inevitable pensar que le habría venido muy bien un repaso final para redondearla. Recortar algunos episodios, alternar mejor los cambios en los puntos de vista, no reincidir tanto en algunas cosas menos relevantes (en otras ocasiones, esto es crucial para ponerte de los nervios como a los protagonistas)… El primer episodio es un tanto farragoso, tendrían que haber empezado con algo más ligero para ayudarte a entrar en su narrativa tan compleja. Y los dos últimos son demasiado largos, deberían haberlos separado en tres o cuatro, incluyendo algún que otro cambio en el tiempo que copan los protagonista en primer plano, pues no lo veo del todo equilibrado.

También pesa que en los finales de los cuatro personajes principales hay decisiones que me chocan con el tono que veníamos viendo. Uno resulta muy facilón, sin ningún giro inesperado que aporte una mirada novedosa, dos de repente se dejan muy de lado, casi olvidados a pesar de estar viviendo momentos cumbre de sus vidas, y el último es demasiado poético y abierto cuando venía siendo una obra realista cuando no cruel.