HELL ON WHEELS – TEMPORADA 1.

Hell on Wheels
AMC | 2011
Productores ejecutivos: Joe Gayton, Tony Gayton, Jeremy Gold, David Von Ancken, John Shiban
Intérpretes: Anson Mount, Colm Meaney, Common, Dominique McElligott, Tom Noonan, Eddie Spears, Ben Ster, Phil Burke, Christopher Heyerdahl, Robin McLeavy
Valoración:

El lejano oeste es un género muy poco explotado en televisión (Deadwood es probablemente la única digna de recordar, y puso el listón muy alto), y sorprende, pues en el cine ha sido siempre muy mimado. Pero ahora la AMC (The Walking Dead, Breaking Bad…) se atreve a embarcarse en la conquista de estos territorios poco explorados con Hell on Wheels, inspirada como Deadwood en hechos reales. El infierno sobre ruedas era como llamaban sus habitantes al pueblo portátil o nómada de obreros que seguían la construcción del ferrocarril de la Pacific Union en 1865, justo después de la Guerra de Secesión. Allí se juntan individuos de orígenes dispares (negros, irlandeses, etc.) y afiliaciones diversas (las riñas entre bandos de la guerra aún trae cola), pero todos buscan lo mismo, algo con lo que ganarse la vida.

Hell on Wheels ha sido recibida sin armar mucho revuelo en su estreno y sigue igual tras su emisión completa. Al contrario que la HBO, AMC todavía no garantiza que todas sus producciones salgan redondas, y efectivamente ésta no es deslumbrante. Su episodio piloto resultó bastante endeble, de ritmo algo desequilibrado y con una introducción a los personajes que se desarrolla a trompicones entre una trama poco clara, y aunque la producción gana en interés en los siguientes capítulos, nunca termina de levantar la cabeza por completo.

Los protagonistas se presentan todos con desgana y son ubicados en las tramas de forma algo torpe, pero el problema más grave es que conforme avanza la temporada no terminan de centrarse, de mostrar un dibujo más claro y una evolución con sentido. La sección que nos presenta a la rubia Lily Bell (Dominique McElligott) es espectacular, con la llegada de los indios que destruyen su idilio, pero a partir de ahí vaga por la serie como mujer florero, justificándose su estancia en el pueblo muy por los pelos. No ayuda que no ofrezca motivaciones claras, que la mayor parte de sus encuentros con el protagonista sean rebuscados o que los diálogos con el patrón resulten esquemáticos. El negro Elam (Common se hace llamar el actor) deambula sin aportar algo concreto, no parece servir para nada más allá de mostrar las injusticias con los trabajadores (recientemente esclavos), algo que está muy visto; y no mucho más nos ofrece su historia con la prostituta. Demasiado apartado del resto de líneas encontramos un par de hermanos irlandeses que resultan los más inconexos y molestos de la serie (tras acabar la temporada hay que preguntarse qué han aportado: nada), y un cura que cuida de un indio convertido, quienes tampoco ofrecen nada digno de recordar ni buenas tramas relacionadas con los demás caracteres.

El patrón o director empresarial que lleva el proyecto, Thomas Durant, es digamos el villano de la función, y resulta un personaje demasiado exagerado, de hecho resulta casi de cómic. Su presentación en el episodio piloto, con ese discurso final donde se trata de justificar su forma de ser con diálogos primarios y clichés casi vergonzosos, indica muy bien por dónde irá el resto del año. Resulta tan excesivo e histriónico que me da la sensación de que Colm Meaney, un actor de gran calidad, parece estar poco a gusto o mal dirigido, porque su interpretación resulta en exceso forzada, teatral. Le acompaña el habitante más intrigante y por extensión el más atractivo del peculiar pueblo, el Sueco (aunque como repite muchas veces, en realidad es noruego), un monstruito bastante especial e inquietante que mete al protagonista en apuros constantemente. Sin embargo termina ocurriéndole como a los demás: no termina de definirse y navega sin un destino claro, pues en un momento parece el jefe de seguridad, en el otro es un matón cualquiera, ahora es subalterno fiel y luego parece no obedecer a nadie; y por si fuera poco su enemistad con el héroe no queda clara ni se mantiene constante en todos los episodios.

El protagonista, Cullen Bohannon (Anson Mount), merece una mención aparte. Es inteligente, no sólo un forajido vengativo, y sus habilidades y recursos quedan bien patentes en algunas escenas estupendas (sublime cuando solicita trabajo mientras espera ser colgado). Sin embargo, precisamente que sea tan inteligente, frío y meditador choca con sus ansias de venganza, con su larga búsqueda de los soldados de la Unión que mataron cruelmente a su familia. Se mantiene en el pueblo como otros tantos, sin que quede bien claro y creíble el porqué. La búsqueda se olvida, se pone a hacer cosas porque sí, ahora defiende a los currantes negros, luego es un pasota, luego un héroe, un día trabaja y el otro se va por ahí y nadie pide explicaciones. Es otro personaje que nunca termina de tomar forma ni dirección, y es una pena, porque el actor tiene carisma de sobra. En el final de temporada, con su eventual acercamiento a la chica, muestra algo de evolución, y ésta se ve acrecentada cuando alcanza al supuesto sargento que buscaba y empieza a plantearse si la venganza conduce realmente a algo, pero lo cierto es que dicho proceso de cambio ofrece poca chicha y llega bastante tarde.

Lo mismo que a los protagonistas le pasa a las tramas. A lo largo de toda la temporada parece haber un potencial latente que no despega. Iba viendo los episodios esperando que por fin desplegase todo su poderío pero termina el año y te das cuenta de que simplemente es una serie demasiado simple. La venganza del protagonista apenas sustenta un par de episodios, el resto se dedican a triviales historias de supervivencia y el día a día en el proyecto del ferrocarril, ninguna de ellas digna de recordar: problemas raciales post esclavitud aburridos, algún asunto de logística intrascendente, problemas empresariales vulgares (los tejemanejes de Durant son insípidos), unos cuantos encontronazos con los indios algo desaprovechados (esa prometedora batalla que convierten en videoclip es un imperdonable error conceptual)…

Donde si funciona francamente bien es en la recreación de la época y el aspecto visual. El ambiente del pueblo, sin ser espectacular (no tienen la pasta con la que contaban en Deadwood) está muy bien conseguido (sucio, embarrado, caótico, violento), y la puesta en escena, con una fotografía magistral (de lo mejorcito del año en este campo), exprime los exteriores de maravilla. Recalco lo de la calidad de acabado porque, aunque hoy en día no debería sorprender, cabe indicar que la serie cabecera de la cadena, The Walking Dead, es horrorosa en comparación con la aquí analizada. Sólo encuentro en la realización un pequeño punto negativo: en cada capítulo meten una canción o dos, cual serial tontorrón.

En resumidas cuentas, aunque llamativa en un primer vistazo (un protagonista atractivo, un aspecto visual que entra rápidamente por los ojos, una temática que suele gustar), Hell on Wheels resulta una apuesta bastante endeble y poco definida. Se deja ver sin problemas, e incluso por tramos resulta muy entretenida, pero siempre sabe a poco.

Una respuesta a “HELL ON WHEELS – TEMPORADA 1.

  1. Muy buena tu crítica. Coincido prácticamente en todo lo que decís. Lo que nunca me cerro, digamos jamás mostraron el progreso de los hermanos Irlandeses hacia el podio como terratenientes, ya se sabe que han despojado al Sueco humillándolo delante de todo el pueblo. Tampoco queda clara la posición del Sueco. A principios parece un hombre capaz de matar a cuan quien se cruce en su camino, y luego es una persona que se deja humillar por cualquiera. Faltan argumentos para varios de los personajes. Saludos y espero que lean mi crítica. (Argentina – San Nicolás de los arroyos).

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