INVASIÓN SECRETA – MINISERIE

Secret Invasion
Disney+ | 2023
Suspense, acción | 6 ep. de 36-56 min.
Productores ejecutivos: Kyle Bradstreet, Ali Selim, Victoria Alonso, Louis D’Esposito, Samuel L. Jackson, varios.
Intérpretes: Samuel L. Jackson, Ben Mendelsohn, Kingsley Ben-Adir, Emilia Clarke, Olivia Colman, Don Cheadle, Killian Scott, Charlayne Woodard, Cobbie Smulders, Martin Freeman, Christopher McDonald.
Valoración:

Hasta ahora, se puede decir algo bueno de la series Marvel, y es que se han arriesgado a abordar géneros muy dispares. Pero indistintamente de su calidad final, la presencia del superhéroe era amplia y relevante, mientras que en Invasión secreta nos han colado una de espías clásica donde la temática de superhéroes literalmente se esquiva, pues se pasan todos los capítulos diciendo que no hace falta llamar a Los Vengadores a pesar de haber una amenaza mundial, que es precisamente para lo que el propio protagonista, Nick Furia, los creó.

Además, la falta de novedades respecto a Capitán América y El Soldado de Invierno y sobre todo Falcon y El Soldado de Invierno es evidente. Otra vez tenemos una facción secreta que se infiltra en gobiernos y una crisis de inmigración, pobreza y terrorismo. Pero en este caso, abandonando al conexión con el héroe, solo queda el enésimo thriller con paralelismos sobre la Guerra Fría. Los típicos jefes ladinos o traidores, amigos y amantes cuya lealtad se pone en duda, injerencia de facciones extranjeras, gobiernos vendidos a intereses personales, villanos planos e implacables, el protagonista intentando desentrañar el tinglado mientras es perseguido por todos…

Y todo ello se narra con una desgana agotadora. Difícil es superar el primer capítulo, más aún acabar los seis escasos y cortos que son. El Nick Furia de Samuel L. Jackson se pasea supuestamente agobiado por cada escenario sin que lleguemos a sentir peligro tangible, a notar que realmente esté trabajando en algo, sin ver ni esperar una conjura verosímil y apasionante que altere el equilibrio político global.

El guionista principal, Kyle Bradstreet (Copper -2012-, Mr. Robot -2015-), y el director Ali Selim (En terapia -2008-, Manhunt: Unabomber -2017-) se ponen como referentes John Le Carré, Homeland (Howard Gordon, Alex Gansa, 2011) y El tercer hombre (Carol Reed, 1949). Te tienes que reír por no llorar.

El giro en que de la nada le aparece una esposa a Furia no cala nada, no resulta creíble o emotivo sino forzado, y la química con Charlayne Woodard es nula. Su colega de andanzas Talos, encarnado por el descomunal Ben Mendelson, resultó muy simpático en Capitana Marvel, pero aquí está todo el tiempo poniendo pucheritos para realmente no hacer nada; ni siquiera el drama con su familia conmueve, de lo impostado y aburrido que se presenta también. Mejor está la aparición de Sonya Falsworth, agente británica de espionaje que supone el único apoyo útil de Furia, tanto que parece hacer ella más que él. Olivia Colman se siente muy cómoda en un personaje que está bastante pasado de rosca, pero entre tanta apatía resulta bienvenido.

El suspense, eje central del relato, no se trabaja lo más mínimo, todo se deja a intentar sorprender una y otra vez con la baza de que cada individuo podría ser un skrull disfrazado como humano. No hay un complot tangible ni verosímil, la amenaza de traición, de conflicto político y de guerra global aparece y desaparece según los guionistas crean que necesitan acción o pausa. Las motivaciones de estos skrulls refugiados devenidos en terroristas no se trabajan nada, los pocos roles relevantes son exasperantes por su dibujo tan pobre, sus conflictos tan evidentes y machacones, y el nulo talento de sus intérpretes.

La joven G’iah, varada entre dos bandos, da tumbos sin rumbo mientras Emilia Clarke como de costumbre gesticula sin ton ni son; no entiendo por qué medios y productores se empeñaron en lanzar la carrera de quien obviamente fue la peor del reparto de Juego de tronos, pero el tiempo la va poniendo en su lugar, en papeles secundarios olvidables. El líder Gravik es el villano primigenio del manual del mal guionista, el que mata a los suyos delante de todos en un arrebato para mostrar lo malo que puede ser, y cuyo plan de dominación mundial no se sostiene por ninguna parte. Kingsley Ben-Adir resulta pronto cansino con sus caras de maldad, pero también es cierto poco podía hacer con este esperpento de rol.

La presencia de Rhodey (Don Cheadle) es testimonial, la del ya omnipresente y cansino Everett Ross (Martin Freeman) más aún. Y Maria Hill (Cobie Smulders) es despachada rápido, parece que se han dado cuenta de que no ha llegado a ser un personaje mínimamente interesante a pesar de sus numerosas apariciones. Hay otros altos mandos y secuaces que parecían relevantes pero acaban siendo peleles de esta historia sin cohesión ni dirección, y resultan tiempo perdido.

Pero lo peor es la sensación de que nos han engañado. Con todo lo presentado en Capitana Marvel, con los Skrulls en juego y con Nick Furia ausente en su estación espacial secreta preparando las defensas ante los nuevos conflictos galácticos, todo apuntaba que los próximos capítulos sobre estos personajes estarían ambientadas en el espacio, con historias exóticas y espectaculares en la línea de Guardianes de la galaxia, Thor: Ragnarok y Thor: Love and Thunder… Y resulta que nos bajan a la Tierra a perseguir argumentos vulgares y sobadísimos.

La ambición en el sentido del espectáculo está muy poco por encima del guion. Nada lucen los escenarios por todo el globo, puesto que no hacemos nada más que deambular de un lado a otro, no hay interacción atractiva con los distintos entornos. Solo la espectacular batalla central da la talla en la saga, pero se siente como obligada por cumplir, no está en consonancia con el resto del relato. Cabe preguntarse dónde demonios han ido los 212 millones de dólares que supuestamente ha costado, 40 más que el coloso de película que inesperadamente se marcaron en Capitán América y El Soldado de Invierno. Si las labores de dirección son pobres, con una fotografía y montaje dignos de serie barata de los años noventa, y la genérica banda sonora de Kris Bowers no ayuda, los momentos con efectos especiales provocan risa, en especial la pelea final con un personaje convertido en un monstruo con poderes cambiantes que parece sacado de la versión más cutre de los Power Rangers que se te ocurra.

Parece que en Disney/Marvel por fin se han dado cuenta que parir series a granel sin control creativo, sin asegurarse buenos guiones y encontrar talentos para dirigirlas, sino solo por llenar cada mes del calendario, lleva a perder más suscriptores que ganarlos, y anuncian que van a echar un poco el freno. Esperemos que sirva de algo, pero mientras tanto, hay todavía cantidad de morralla anunciada, como Echo o Agatha. Todas las miradas están puestas en la segunda temporada de Loki, que debe salvar la pobre imagen de la saga Marvel en televisión.

Ver también:
WandaVision (2021)
Falcon y el Soldado de Invierno (2021)
Loki 1 (2021)
Ojo de halcón (2021)
Caballero Luna (2022)
Ms. Marvel (2022)
She-Hulk: Abogada Hulka (2022)
-> Invasión secreta (2023)
Loki 2 (2023)
Echo (2024)

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