SEX EDUCATION – TEMPORADA 2

Netflix | 2020
Drama, comedia | 8 ep. de 48-59 min.
Productores ejecutivos: Laurie Nunn, Jamie Campbell, Ben Taylor.
Intérpretes: Asa Butterfield, Ncuti Gatwa, Emma Mackey, Gillian Anderson, Alistair Petrie, Connor Swindells, Aimee Lou Wood, Kedar Williams-Stirling, Mimi Keene, Tanya Reynolds, Patricia Allison, Simone Ashley, Mikael Persbrandt, Jim Howick, Rakhee Thakrar, Samantha Spiro, Chinenye Ezeudu, Sami Outalbali, Chaneil Kular, George Robinson.
Valoración:

La segunda temporada de Sex Education continua explorando el despertar sexual de un grupo de adolescentes del ficticio instituto Mordale con una valentía como ninguna serie juvenil había ofrecido hasta ahora. Las relaciones amorosas y sexuales, los conflictos emocionales y personales, los problemas psicológicos y las enfermedades físicas se tratan sin cortapisas ni tabúes, sino con naturalidad y humor. Los autores, con Laurie Nunn a la cabeza, mantienen muy bien el tono ágil y sensible que ofrece una lectura emotiva o incluso graciosa de cualquier situación, por trágica que sea esta, pero sin caer nunca en la frivolidad. Por ejemplo, incluso el giro oscuro de la agresión sexual es una historia muy bien resuelta, con el drama necesario y algunos momentos incómodos, pero en conjunto con una arrolladora energía positiva.

El conjunto se redondea con el reparto tan bien elegido, donde todos ofrecen ua interpretaciones muy apasionadas, y el inesperado cuidado en el apartado visual. Estando ante una serie donde por género y estilo no cabría encontrarse un acabado muy elaborado, nos ofrecen un estándar de calidad muy alto, con un ritmo impecable y una fotografía muy versátil que logran una inmersión total en los acontecimientos.

Si en la primera etapa fuimos conociendo a los protagonistas principales, en esta además de terminar de asentar a los secundarios abrimos el foco hacia una trama global. Dos ruidosos problemas en el instituto sirven para denunciar la moralina retrógrada y las perspectivas reprimidas que llevan a una visión conservadora sobre la enseñanza de la sexualidad, y la consecuente confusión y los mil problemas que de ello surgen. Un brote de clamidia y la exposición de los escritos de la terapeuta Jean Milburn sobre las consultas que hace a los adolescentes ponen al instituto y sus directivos en el ojo público, armando mucho jaleo. Las consecuencias se tratarán sobre todo en el tercer año, pero en esta tenemos la primera respuesta de los estudiantes con la erótica y festiva obra de final de curso.

El mosaico de historias personales que se abre ante nuestros ojos vuelve a ser deslumbrante en su amplitud y variedad, en la inteligencia y gracia del tratamiento de cada rol y sus visicitudes. Otis por un lado y Aimee por el otro empiezan a encontrarse más a gusto consigo mismos al disfrutar sin vergüenza de la masturbación, un paso previo que se habían saltado al ir directamente a la guerra social por no ser el último en tener sexo con otra persona. Eric continúa explorando sin miedo su homosexualidad, aunque eso no implica que sus relaciones salgan bien sin más. Adam empieza a enfrentar sus problemas familiares y las secuelas psicológicas que estos han creado, mientras que su padre, el rígido director del centro, al seguir reprimiendo sus sentimientos y necesidades termina explotándole todo en la cara. La pandilla de los pijos (Ruby, Anwar, Olivia) se quita rápidamente el halo de secundarios cómicos para ir ganando protagonismo e interés. Ola y Lily descubren juntas facetas de su sexualidad hasta ahora desconocidas. Jackson Marchetti parece ir saliendo de la depresión al que lo había llevado tanta exigencia con el deporte, pero ahora conocemos a Viv Odusanya (Chinenye Ezeudu), que parece ir por el mismo camino en los estudios.

Los marginales Otis y Maeve tratan de encontrar su lugar en el mundo mientras tienen la osadía de dar consejos amorosos y sexuales a los demás alumnos, algo que les aporta tanto buenos momentos como meteduras de pata, aunque de todo se aprende. La propia madre de Otis, Jean, muestra que ni de adulto se está libre de tener conflictos sentimentales y relaciones turbias: su aventura con el bruto de Jacob Nyman es una montaña rusa, y la reaparición de su ex y padre de Otis, Remi (breve aparición de James Purefoy), terminan de constatar el caos que es su vida.

Sin embargo, a pesar de la brillantez y equilibrio de todas estas historias cruzadas, aparece algo de desgaste en los dos personajes principales. La relación en tensión entre Otis y Maeve ya iba algo justa en su presentación, y si bien la solidez de los personajes y actores y la simpatía de los encuentros, con el romance torpe pero entrañable de la juventud, han logrado levantar el interés en una historia muy predecible, era inevitable ver los recesos y trucos evidentes para ir frenándola, para que no se acabara antes de tiempo. Sin duda el mundo de las relaciones en tensión es un terreno en el que es difícil moverse, pero ver que los guionistas se van hundiendo cada vez más en el mismo lodazal de siempre en una serie que derrocha tanto ingenio y tiene tan pocos episodios lo cierto es que cuesta perdonarlo.

Las frases no dichas por vergüenza, las llamadas y mensajes perdidos, los malentendidos, las peleas injustificadas… resultan siempre demasiado convenientes. Y a eso se le añade el nuevo secundario, Isaac Godwin (George Robinson), que cumple a rajatabla el tópico del tipo que parece bueno pero guarda mucho rencor oculto y malmete allá por donde va. Sus intervenciones dando el último estacazo al acercamiento entre nuestros dos queridos protagonistas resultan molestas desde el primer momento, pero no porque genere inquietud por el devenir de la relación, sino por forzadas hasta generar vergüenza ajena, pues ya desde que lo presentan como un discapacitado canta a sensacionalismo por todas partes. Y este rol arrastra a Maeve en los últimos episodios, donde no hace nada digno de mención salvo caer en su órbita y ser engañada por él en otras tantas escenas lastimeras. Es frustrante que en una serie tan inteligente se recurra con tanto descaro a una burda manipulación emocional.

Así, el tramo final de la temporada puede dejar malas sensaciones, eclipsando un poco el buen trabajo global. En líneas generales Sex Education mantiene el tipo como una obra que a pesar de su aparente complejidad y profundidad resulta apasionante y se engulle de un tirón, dejándote con ganas de ver más.

Ver también:
Temporada 1 (2019)
-> Temporada 2 (2020)
Temporada 3 (2021)
Temporada 4 y final (2023)

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