STAR TREK: PICARD – TEMPORADA 1

CBS All Access (Paramount+) | 2020
Ciencia-ficción, suspense, aventuras | 10 ep. de 42-58 min.
Productores ejecutivos: Alex Kurtzman, Akiva Goldsman, Kirsten Beyer, Michael Chabon.
Intérpretes: Patrick Stewart, Alison Pill, Isa Briones, Santiago Cabrera, Michelle Hurd, Harry Treadaway, Peyton List, Evan Evagora, Jery Ryan, Jonathan Frakes, Brent Spinner, Martina Sirtis, Jonathan del Arco, Orla Brady, Jamie McShane, Tamlyn Tomita, John Ales.
Valoración:

Alerta de spoilers: Hay bastante datos reveladores, incluso del final, pero toda trama y giro es tan previsible y estúpido que no importa mucho.–

EL CAÓTICO Y FALLIDO INTENTO DE RESICUTAR STAR TREK

A pesar de que Star Trek: Discovery (2007) deja muchísimo que desear en cuanto a calidad en las dos temporadas emitidas y las audiencias y la repercusión mediática no fueron espectaculares, se han juntado varios factores que han propiciado que siga adelante y además haya otras series proyectadas, como esta Star Trek: Picard y quizá otra con Michelle Yeoh, una de las protagonistas de la anterior.

La productora de televisión CBS/Paramount sabe que la marca Star Trek es muy valiosa y rentable a largo plazo, no en vano se estima que ha sido el producto más provechoso a lo largo de su historia. A eso se ha sumado que los nuevos modelos de negocio ofrecen resultados con rapidez, así que tienen más ventajas. El lanzamiento en Estados Unidos de su canal bajo demanda, CBS All Access, se publicitó con la resurrección de la saga en televisión, lo que atrajo bastantes suscriptores, y la emisión fuera de sus fronteras de Discovery en Netflix y Picard en Amazon Prime Video (la loca guerra de pujas es lo que tiene) permiten recuperar la inversión de sus presupuestos al instante. Así, a pesar del tropiezo inicial están empeñados en lograr una nueva época para la saga… o en llenar sus bolsillos con una franquicia de valor seguro sin esforzarse mucho, como más bien parece.

Veremos a largo plazo cómo funciona la cosa, porque por ahora es indiscutible que en lo artístico ambas series agonizan, mientras que en recepción sólo la crítica especializada inexplicablemente las defiende, porque los trekkies desesperan por la aberración continuada en calidad y fidelidad y el resto del público está bastante dividido. Hay un sector que disfruta esta línea de acción espacial sin guion ni tan siquiera alma, porque al fin y al cabo vale como entretenimiento pasajero, pero volvemos al tema del respeto: si no vas a hacer algo fiel a Star Trek no uses su nombre.

A Alex Kurtzman (derecha en la foto) y Akiva Goldsman (izquierda), ya presentados en la primera temporada de Discovery, se les unen aquí dos colaboradores. Michael Chabon entró en el cine gracias a que adaptaron su novela Jóvenes prodigiosos (1995) con bastante éxito (Curtis Hanson, 2000), pero su breve currículo sólo incluye el fracaso de John Carter (2012) y una miniserie con muy buenas críticas pero que no parece haber causado gran impacto, Creedme (2019). Kirsten Beyer se ha formado en la mesa de guionistas de Discovery, así que es de suponer que habrá cogido todo lo malo de la nefasta forma de trabajar del equipo.

DÉBILES MEJORAS, PERO NO ES SUFICIENTE

El anuncio de Star Trek: Picard auguraba una traición mayor que la trilogía para cines y Discovery a tan querida saga. Coger a protagonistas clásicos y meterlos en esta actualización tan mal entendida tenía todas las de hacer más notoria la sangría de ideas y la falta de tacto que acusan el estudio y los productores y escritores elegidos.

Como ocurre en casi todas las obras de los implicados, desarrollan los guiones con una lluvia de ideas vagas cuando no estúpidas que intentan unir y dar sentido sobre la marcha utilizando recursos narrativos muy básicos y abusando de sensacionalismo. Pero parece que esta vez se han esforzado más, y encontramos algunas tibias mejoras…

La temporada comienza justa en interés y solidez, se sostiene a duras penas porque por suerte no han deformado a los viejos personajes como me temía, aunque con los nuevos es otro cantar, pues quedan muy por debajo, y en la aventura en que acaban sumergidos hay mayor sensación de dirección que en las paridas vistas en Discovery. De esta forma, tenemos figuras con las que conectar y sentir algo, y da la impresión de que no estamos perdiendo el tiempo, que el relato va hacia alguna parte y llegará a una conclusión.

Pero esas débiles esperanzas no llegan a fortalecerse conforme entramos en materia, sino que se van generando cada vez más dudas. Quieres creer que los errores iniciales se irán puliendo y el listón irá subiendo conforme avance y le cojan el tono. La añoranza te atrapa y sigues adelante esperando que resurja de una vez una serie a la altura de Star Trek… Pero no llega a ocurrir. Unos pocos capítulos correctos, la mayor parte muy justitos y algunos de llevarse las manos a la cabeza nos zarandean por media galaxia mientras una nada llamativa trama de intriga se expone con torpeza y nos saturan con enredos vacuos pero incapaces de dejar huella alguna. Los personajes clásicos no terminan de desplegar su potencial, y los secundarios acaban siendo un desastre.

HISTORIA ARTIFICIAL PERO ABURRIDA

De nuevo estos infames guionistas empiezan a construir la casa por el tejado, tratando de impactar con eventos de supuestas grandes proporciones y graves repercusiones, sin darse cuenta de que así no se hacen las cosas. No puedes entrar en el momento en que el universo planteado y los protagonistas sufren el cambio, tienes que presentarlos y asentarlos adecuadamente para que podamos entender el trasfondo histórico, la amenaza, lo que hay que defender y el valor de lo que se podría sacrificar.

El misterio que alcanza a Jean-Luc Picard es muy indeterminado y genera más humo que contenido. Un complot vago y sin garra, un pasado que resulta demasiado trágico y exagerado, y nostalgia para intentar que todo cale en el espectador se exponen caóticamente entre dramas forzados (¿cómo voy a llorar por el destino de personajes secundarios que no conozco?) y ciencimagia que incluso en esta saga parece excesiva (la reconstrucción de la escena del crimen en el piso es surrealista).

Cuando se abre un poco el horizonte, algunos aspectos empiezan a atraer con timidez: la aparición del cubo borg, el suspense con qué planean los romulanos con dicho artefacto y con lo que investiga Picard. Pero en esta parte también se atascan con intrigas con poca savia y muy estiradas (todos ocultan cosas, pero a la larga resultan no cruciales o poco impactantes) o que cantan a truco barato (los típicos juegos de señales misteriosas que gustan a estos autores), y la información verdaderamente útil se dosifica sin disimulo (recuerdos, sueños y otras revelaciones).

El intento de Picard de buscar soluciones y colaboración mantiene la sensación de avance por los pelos, pero van pesando cada vez más los tropiezos y los parones aburridos y la sensación de que saltan al meollo de las cosas sin haberlas asentado como es debido. Las pausas para introducir nuevos personajes son lamentables, rompen el ritmo con explicaciones mal apañadas. Los giros que te lanzan hacia otra cosa pretendidamente más relevante y asombrosa mientras con la otra mano esconden los cebos que habían presentado antes son insultantes. El ejemplo más sangrante quizá sea spoiler, pero también conviene avisar para que no acabes cabreado: los borg no pintan nada, toda su presencia es un burdo engaño.

Cuando la trama logra tomar forma entre los vaivenes y golpes de efecto fallidos no adquiere un nuevo nivel de trascendencia, sino lo contrario, los autores demuestran de nuevo sus limitaciones y malas artes y todo resulta desalentador: otra vez un apocalipsis del universo en ciernes, un ente indefinido que quiere acabar con todo porque sí.

PERSONAJES DESAPROVECHADOS Y ABUSO DE NOSTALGIA

Como señalaba, la introducción de los protagonistas no está mal y logran transmitir simpatía, y algunos secundarios guardan potencial, aunque otros son bastante decepcionantes. Pero a la larga se ve la inepta mano de Kurtzman y colaboradores. Las motivaciones y las relaciones chocan con esa narrativa de brochazos improvisados y la idea de cumplir con factores como nostalgia y estereotipos comerciales, de forma que lo poco prometedor que hay se va viniendo abajo en vez de ir creciendo.

Empezamos con un Picard anciano, retirado. Pronto descubrimos que la a fuerza, por una crisis que no fue capaz de solucionar y en la que la Federación no estuvo a la altura. Cuando ve renacer el conflicto y posibilidades de arreglar las cosas vuelve al juego, contagiándonos parte de su entusiasmo, de su determinación por solucionar injusticias, sobre todo las cometidas contra quienes no pueden defenderse solos. Además, vemos al Picard que conocemos desde La nueva generación: incansable en su lucha y de moral inquebrantable, un individuo serio y frío (algo menos que antes, se ha suavizado con los años) pero capaz de ganarse la fidelidad de sus hombres por demostrar en cada paso estar por encima de todos en ética y coraje. Patrick Stewart está muy entregado, aunque desde luego se le nota la edad.

Pero estos guionistas no saben escribir sin recurrir a su retahíla de recursos baratos, y por ello no son capaces de embarcar a Picard en una nueva aventura que aborde inteligentes dilemas éticos y soluciones logradas con su ingenio y perseverancia, sino que le tiran encima lo que ellos entienden por drama y épica de altos vuelos. Cierto es que hay discurso sobre el sentido de la vida y la fuerza de la amistad, pero es muy previsible y tontorrón, y en vez de adecentarlo se empeñan en centrarse en un reto de acción aparatoso y un clímax dramático de baratillo. En cuanto mencionan la chorrada de la anomalía en el cerebro que puede matarlo se ve venir manipulación emocional conveniente y tramposa en el final… y ahí lo tenemos, Picard estará a punto de morir justo cuando los guionistas quieren, intentarán que sufras y llores, y luego a golpe de ciencimagia aquí no ha pasado nada.

Sin llegar a deslumbrar, Soji resulta encantadora y acaba teniendo una trayectoria más lograda. Inicialmente parece que va a quedar como un objeto de la trama, el macguffin o excusa para moverlo todo, pero en general se ve que se esfuerzan por darle vida, que resulte un rol trágico que intenta levantar cabeza en un mundo demasiado complejo. Y la desconocida Isa Briones muestra muy bien sus conflictos internos, así que compartimos sus temores y esfuerzos en una evolución sencilla y predecible pero efectiva. Entre ella y Picard podría haberse logrado un buen clímax dramático, pero se obcecan con perseguir el típico final de acción y lo estropean todo.

La doctora Agnes Jurati parece que va a servir para adentrarnos más aún en la temática planteada, pero aparte de un par de explicaciones básicas y unas pocas escenas interesantes del choque con la nueva situación no llega a ofrecer nada que sorprenda, que ponga sobre ella dificultades tangibles y la mueva en alguna dirección. Va perdiendo protagonismo y sentido conforme nos adentramos en la galaxia, y a pesar de que tiene un giro que debería cambiarlo todo, estos hechos tan serios se olvidan como si nada en adelante, y el personaje se diluye hasta una pequeña intervención en el desenlace. Hubiera sido totalmente olvidable de no ser por la magnífica interpretación de Alison Pill, un talento nato que descubrí en En terapia (2008), aunque llevaba desde el 97 actuando en numerosos telefilmes, y desde entonces pienso que debería tener la fama de actrices multi premiadas como Jennifer Lawrence.

En la hacienda de Picard tenemos un par de colegas y ayudantes bastante atractivos, Laris (Orla Brady) y Zhaban (Jamie McShane)… pero por alguna razón se olvidan de ellos al iniciarse el viaje y nos meten con calzador otros que ni prometen tanto ni llegar a dar nada de sí. ¿Pero quién es esa Raffi? ¿Como una figura tan importante en su vida tiene una presentación tan simplona? ¿No había un rol clásico que hiciera su parte, como Geordi o Worf? Y que me expliquen por qué unas veces es una mujer capaz y decidida y otras se encierra a llorar como una niña. Si no fuera por la energía de la actriz Michelle Hurd sería un cero a la izquierda, porque, ¿qué aporta? Las únicas cosas que resuelve las logra con ordenadores, así que las podía haber realizado cualquier otro.

El romulano-samurai con pintas de elfo y nombre de elfo (Elnor) es el colmo. Otro receso dramático cutre (horrible el capítulo de la aldea romulana) nos trae a este muñeco sin vida, una especie de excusa para enganchar al público joven, porque por alguna razón se piensa que una obra actual de acción sin artes marciales no vende tanto. El personajillo es bien limitado y el actor Evan Evagora más aún, y sus aventuras de lealtad y sacrificio me han provocado arcadas

La historia del capitán Ríos también llega tarde y mal. Es carismático en cierta manera, pero no parece tener una personalidad concreta ni termina de ganarse su hueco en la odisea, sólo es un taxista. Pero de repente, en los últimos episodios, se acuerdan de dar forma a su vida, y cómo no, con dramones forzados. Después de ver a un tipo resuelto y lleno de vida pasamos a tener un alma en pena irreconocible, y para rematar, lo hacemos con la casualidad más increíble: ¡su historia tiene relación directa con los eventos que están transformando la galaxia! Por supuesto, tras este disparatado intervalo se recupera y sigue como si nada. Terminamos la temporada sin que quede claro de qué va, qué espera del mundo y de los demás, ni se aprecia cambio alguno en el proceso. La sensación es que el actor Santiago Cabrera vale para mucho más.

Por cierto, sus locos hologramas dan para hacer un inciso y hablar de lo pésimo que es el sentido del humor de la serie. Nulo tacto para saber cuándo es el momento de incluir un chiste, y por su puesto, ni gracia ni ingenio alguno.

Los romulanos, tan sugerentes en principio (y en el resto de la saga), pronto se vuelven muy cargantes. Son chungos y misteriosos porque ponen caras de serlo, y malos porque visten de negro y tienen naves negras. ¿Qué fue de los romulanos tan inteligentes y ladinos, de sus naves verde impresionantes y el vestuario tan característico? Ni fidelidad, ni interés. Apenas Harry Treadaway es capaz de salvar con su buen papel a Narek, porque Peyton List como Naryssa es cansina.

Los otros personajes de la saga también prometían en principio, pero a la larga se ve que los meten por la fuerza para chantajearnos con nostalgia, que no tenían una historia concreta para ninguno. Las entradas y salidas de escena de Siete de Nueve no tienen ni pies ni cabeza, y en general todo el tema borg está muy desaprovechado, pero al menos Jeri Ryan está espectacular (en talento y físico). Lo que no tiene perdón son los giros tan mal meditados con secundarios míticos como Maddox (nuevo intérprete respecto a La nueva generación, John Ales) y Hugh (este mantiene el actor, Jonathan Del Arco), otra muestra de que todo está mal planteado y desarrollado, otro insulto a los trekkies. ¿Qué costaba que Maddox fuera el centro de los episodios finales en vez del rebuscado personaje que se sacan de la manga, qué problema había con mantener a Hugh como un rol relevante en vez de la gilipollez del elfo? Para apartarlos en los momentos clave mejor ni los hubieras metido en la serie. Por otro lado, Data (Brent Spinner) debería haber tenido más presencia, pero su aparición al final es muy bonita.

El capítulo de Riker y Deanna parecía apuntar mejores maneras. Es el mejor escrito del año, con un ritmo pausado pero lleno de emoción en diálogos y situaciones, con historias secundarias entrañables (la hija, las relaciones entre amigos)… Este sí estaba resultando un descanso acertado para reposicionarse, tomar fuerzas, asentar las vivencias en los protagonistas, en especial la confianza de Soji en sí misma y sus nuevos amigos. Y el encanto contagioso de Jonathan Frakes y Marina Sirtis sigue presente. Pero llega el final, apañan una salida de mala manera («He contratado un piloto, nos vamos»), y ale, aquí no ha pasado nada, ha sido añoranza engañosa, todo lo visto no vuelve a tener peso en la historia. Bueno, es un decir, porque todavía son capaces de cagarla más: de repente, justo cuando se lo necesita, Riker aparece al mando de una flota de la Federación… ¿Qué demonios hace un don nadie retirado dirigiendo una campaña de tal calibre? Ridículo.

EL FRÁGIL RELATO SE CAE A PEDAZOS

Avanzamos entre golpes de efectos y pausas explicativas encadenados sin mucho tacto, con la constante sensación de que se acuerdan de dar sentido a la lluvia de ideas que han planteado después de haber lanzado los fuegos artificiales, así que llegamos al final de la temporada sin que haya habido una historia bien desarrollada y unos personajes que evolucionen, y acabamos sin una conclusión digna para nada de lo que se ha presentado.

El desenlace es un patético y típico final de película de acción, fantasía y superhéroes: un villano monocromático en plan mal supremo, un artefacto desencadenante, una batalla, héroes dispuesto a todo… Lo hemos visto ya mil veces, de hecho, casi todas las obras Kurtzman son clónicas, está reutilizando la cutre premisa de Transformers (2007, 2009) y las nuevas películas de Star Trek… qué cojones, es prácticamente la misma historia que la de la segunda temporada de Discovery.

Así, las pocas cosas buenas que iban viéndose asomar de vez en cuando se acaban dejando de lado. Los personajes desandan lo poquísimo que se habían movido, se olvidan sin vergüenza alguna la poca intriga, ambigüedad y dilemas morales y personales que iba dejando entrever la trama global.

El monstruo final es propio de un videojuego simplón. Viene con una luz roja, es negro y hace ruidos inquietantes, para dejar claro que es el mal supremo a vencer. Ni siquiera cuidan la consistencia argumental: tenemos que creernos que estos seres tan avanzados no han detectado de dónde viene la señal, es decir, que es imposible no pensar en que volverán y los personajes deberían tenerlo en consideración, pero aquí todo acaba como si hubiera sido una victoria total, cuando lo único que han hecho es asustar a una avanzadilla. Es más, se supone que la señal es para que vayan a visitar a sus congéneres, así que, ¿por qué de repente parecen llegar en plan invasión?

Incluso apuntando tan bajo los autores son capaces de decepcionar: la «esperada» contienda final es un lastimero rifirrafe a puños y tiros entre los personajes, la gran batalla espacial no llega a ocurrir, dejándote con cara de gilipollas al que han timado, flipado porque ni en el limitado registro en que se mueven son capaces de cumplir con lo prometido.

Como es de esperar, un guion tan pobre acusa descuidos y huecos, cuando no negligencias flagrantes en cantidad. Por citar un par muy chocantes: qué fácil es colarse en un cubo borg fuertemente protegido por los otrora hábiles romulanos, y con dos pasos todo el mundo llega a donde quiere y encuentra a quien busca; la infiltrada romulana en las oficinas del cuartel de la Federación al final es también almirante suprema de la flota, está pluriempleada; el artefacto mágico que usan para enfrentar la flota es completamente inverosímil, ¿tan fácil es engañar los sensores de naves tan avanzadas con un truco tan simplón?, y además, tan poderoso como es, ¿no podían utilizarlo contra la baliza o el portal?

ACABADO GRANDILOCUENTE PERO FALLIDO

En consonancia con lo establecido en esta reinvención de la saga, el aspecto visual también intenta deslumbrar con equivocadas y facilonas florituras y moderneces absurdas en vez de mantener una coherencia estilística y cualitativa con las obras previas. En las anteriores series se buscaba una sobriedad formal que permitiera que los personajes y la historia respiraran, al contrario de la construcción de atmósferas que tratan de transmitir algo con trucos audiovisuales como hacen aquí, y además muy mal. La nueva generación tiene cuarenta (¡cuarenta!) años a cuestas y (sobre todo a partir de su tercera temporada) cuenta con una puesta en escena de primer nivel que supera con creces las chapuzas que hacen ahora con muchos más medios.

Para empezar, se creen que por rodar en formato cine (2.39) van a conseguir sin más mayor categoría. No tiene sentido, pues vas emitir directamente en televisión (1.78/16:9). ¿Por qué tenemos que perder media pantalla con franjas negras? Y todo para que luego parezca que se les atraganta esta fórmula, pues tienen que cortar frentes y cuerpos para mostrar de cerca los rostros. En planos amplios usan mejor la fotografía, pero qué más da, porque la planificación y el montaje de cada escena son horrendos. No puede ser que intentes forjar un aspecto y un ritmo de obra de acción a situaciones con personajes sentados dialogando, usando un montaje frenético, brillos, reflejos y demás filigranas excesivas. Acabas mareado en muchas escenas.

Para colmo, cuando llega la acción ni siquiera son capaces de estar a la altura de sus torpes pretensiones. Las luchas cuerpo a cuerpo son penosas, la falta de buenas coreografías y el mediocre montaje ni se acercan al mínimo exigible para una serie de primera división. En la misma línea están los pocos enfrentamientos de naves, que son anodinos, sin tensión ni sentido del asombro alguno, y para rematar, como señalaba, la anunciada batalla final es puro humo.

Cabe señalar que Jonathan Frakes dirige un par de episodios, siendo el único nombre conocido aparte de Akiva Goldsman, pero este estilo sigue atragantándosele, de hecho, ha dado los dos peores de la temporada (cuarto y quinto, el de la aldea romulana y el del bar donde encuentran a un personaje crucial), aunque cierto es que el guion es el principal problema.

Tampoco ayuda la floja música, una tonadilla hecha con ritmos de drama y tensión prefabricados. Qué bajo ha caído Jeff Russo después de las buenas impresiones que causó en Fargo (2014). Por extensión, los títulos de crédito son un coñazo, aunque en esto nunca ha destacado la saga.

Tenemos más localizaciones, tanto exteriores como interiores, que en Discovery, es decir, vemos más lugares de la galaxia… pero ninguno resulta especialmente llamativo. El cubo borg, y para de contar, porque el resto son desiertos, oficinas y bares, nada que nos recuerde que estamos en distintas y exóticas ubicaciones futuras y alienígenas. Ni la aldea romulana ni el planeta del final ofrecen algo imaginativo. La nave de Ríos por dentro es poco verosímil, un montón de espacio desaprovechado y una forma de pilotar muy cutre; qué obsesión con los hologramas y lucecitas.

El trabajo con lo digital ofrece también mejoras respecto a aquella, pero casi que da igual, porque sigue quedándose muy corta tanto en diseño artístico como en el resultado. Sólo salvo la nave de Ríos, bastante llamativa en su aspecto exterior, pero las romulanas son feísimas, y la flota de estos y de la federación parecen un corta pega de una sola nave. Pero lo peor es que las escenas en el espacio se ven como borrosas, escondidas en reflejos y planos rápidos, para que no cante la falta de calidad de las texturas. Es comparar esta y Discovery con The Expanse (Mark Fergus, Hawk Ostby, 2015), Lost in Space (Matt Sazama, Burk Sharpless, 2018) o Battlestar Galactica (Ronald D. Moore, 2004), que ya tiene unos años, y da vergüenza ajena, es incomprensible cómo series tan caras lucen tan mal.

DESTROZANDO EL ESPÍRITU DE LA SAGA

La idea de que esto no fuera una extensión de La nueva generación es más que aceptable. Ya ha habido muchas entregas muy parecidas. Hay que aportar algo, mirar hacia adelante. El propio Patrick Stewart pidió no repetir lo ya conocido sin cambios si querían contar con su participación. Pero de ahí a traicionar el espíritu por completo para vender otra cosa totalmente distinta hay un salto imperdonable. Como he dicho, si no vas a hacer algo en consonancia con Star Trek, invéntate una serie nueva. Como no se parece en nada sólo tendrían que cambiar nombres. Pero intentar vivir de la fama de la saga y las esperanzas de los seguidores es deleznable.

Lo peor es que parece dar resultados. Se pasaron la fidelidad por el forro en la trilogía para cines de J. J. Abrams y Kurtzman, y como dio toneladas de dinero han mantenido el mismo estilo en televisión. Pero una cosa es vender un producto de consumo rápido en las salas gracias a una apariencia vistosa, estereotipos facilones y actores con tirón, y otra afianzar una serie de series de largo recorrido en televisión. Insultando a los fans y apuntando tan bajo difícilmente puedan conseguirlo…

A duras penas recuerda a Star Trek cuando se juntan varios protagonistas principales. Pero las incontables referencias y la aparición de secundarios no son suficientes, el universo construido es una amalgama que no tiene esencia alguna de la saga.

Como comenté en Discovery, la humanidad pasa de ser una sociedad avanzada, con modelos de comportamiento e ideales muy depurados, a ser un nido de incompetencia y corrupción. Los personajes dejan de representar esa moral superior, esa lucha constante por mejorar y tener gran respeto por lo logrado, a ser anárquicos, egoístas, de lealtades, intereses y moral demasiado volátiles. Incluso en el detalle patinan lo grande: en la Federación que conocemos no hay drogas, aquí todos fuman, se emborrachan, se meten de todo; los crímenes, sobre todo los capitales, se han superado, aquí hay un asesinato brutal que no deja secuela alguna.

Y en general en todas las series y películas se trataban temas de gran calado con delicadeza e inteligencia. Sin duda en muchos capítulos no estuvieron atinados, pero incluso en esos al menos lo intentaban. Aquí tenemos una chorrada de acción sin trasfondo, sin lecturas intelectuales y éticas. Esa lucidez y ambición garantizaba también relatos pioneros o como poco muy originales en ideas e historias… Aquí sólo se mira por el recurso fácil y directo para tratar de epatar con ruido. Nada te hace reflexionar, nada cala, nada sorprende.

NO HAGÁIS MÁS, POR FAVOR

Me encanta la ciencia-ficción. Me encanta Star Trek. Quería que me gustaran las nuevas películas, deseaba que Discovery abriera una nueva era en televisión. Pero menuda basura de acción comercial nos siguen intentando encasquetar. Picard aplica un extra de nostalgia para intentar tapar las carencias y conseguir enganchar al tercer intento a los trekkies, pero también se estrella estrepitosamente. He disfrutado bastantes momentos con los personajes, y desde luego tiene mejor tono y ritmo que Discovery y las películas, pero este universo es un desastre por culpa de unos productores y guionistas sin visión ni talento alguno. Para seguir por este camino de agonía mejor que dejen a la saga morir.

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