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EL PROBLEMA DE LOS 3 CUERPOS

3 Body Problem
Netflix | 2024
Ciencia-ficción, suspense, drama | 8 ep. de 44-64 min.
Productores ejecutivos: David Beniof, D. B. Weiss, Alexander Woo.
Intérpretes: Jovan Adepo, Eiza González, Jess Hong, Benedict Won, Alex Sharp, Liam Cunningham, Rosalind Chao, Marlo Kelly, Jonathan Pryce, John Bradley, Zine Tseng, Saamer Usmami, Sea Shimooka.
Valoración:

Alerta de spoilers: Es una serie para ver sin saber nada. Apenas menciono la premisa por encima, sin entrar en detalles.–

Tras la debacle de Juego de tronos (2011), con una temporada final deplorable en 2019 que decepcionó a millones de seguidores, los guionistas D. B. Weiss y David Benioff parecían haber quedado en cuarentena por la industria. Las películas de La guerra de la galaxias que tenían apalabradas se las quitaron rápidamente de las manos, porque ya estaba la saga bastante en entredicho como para anunciar que estos autores con tan mala publicidad estarían al frente de nuevas entregas. Pero Netflix no tardó en aventurarse a levantarles el veto, poniéndolos en 2020 al frente de una serie bastante arriesgada. Cuentan con la colaboración de Alexander Woo, productor poco prolífico pero con títulos tan destacables como True Blood (2008) y El Terror (2019).

El escritor Liu Cixin empezó a publicar en 2006 unos relatos en una revista de ciencia-ficción, y tuvieron tanto tirón que en 2008 acabron convirtiéndose en el inicio de una trilogía llamada oficialmente El recuerdo del pasado de la Tierra, aunque se la conoce más con el título de la primera entrega, El problema de los 3 cuerpos. Arrasó en China y también en EE.UU., llevándose incluso el premio Hugo… aunque hoy en día este galardón está tan devaluado como los Oscar, así que no se puede saber si es por méritos o por cumplir cuota de razas.

Contó con una adaptación nacional en 2023, aun a sabiendas de que estaba en marcha otra versión internacional por parte de Netflix. Esta última estaba prácticamente lista en 2022, pero entre la postproducción, el rodaje de nuevas escenas y probablemente la huelga de guionistas se retrasó de su estreno hasta marzo de 2024. La primera semana en emisión ha reunido buena audiencia, aunque otras con cifras semejantes fueron canceladas, como 1899 (Baran bo Odar, Jantje Friese, 2022). Las críticas son dispares, pero inclinándose ligeramente hacia el lado positivo.

Han decidido alejarse bastante del original buscando precisamente una versión más internacional y comercial. Han reducido considerablemente el número de protagonistas en un libro que se dice que es muy denso, y han cambiando la mayoría china por un reparto más occidental. Obviamente, en China no ha sentado bien, pero sin duda ha ayudado a venderla en el resto del mundo. Cabe señalar también que en la versión en español doblan tanto los diálogos en inglés como los que están en chino. Que hoy en día, con series con historias, idiomas y repartos internacionales, como esta o Los vencidos (Måns Mårlind, 2020), todavía haya gente que siga viendo versiones dobladas es algo que no puedo entender.

La fórmula de ganchos locos, personajes crípticos, simbología enigmática y subidones de infarto cada dos por tres tiene un referente claro: Perdidos (Damon Lindelof, Jeffrey Lieber, 2004). En aquella funcionó porque contaba con unos personajes de calidad con los que conectar y que te llevarán por cualquier aventura por rocambolesca que sea esta; sin ellos, solo quedarían trucos narrativos huecos, como en sus incontables clones. El problema de los 3 cuerpos sigue este estilo, y se ve cierto esfuerzo por hacerlo bien, asentando un grupo de protagonistas creíbles y cuyos conflictos son más importantes que el giro de turno. Pero a la vez, el tono ciencia-ficción muy técnica unas veces y muy fantasiosa otras, los escenarios extravagantes y las sorpresas chocantes son tales que muchos espectadores han salido despavoridos antes de que la serie pueda probar si es puro humo o tiene una buena planificación y madurará adecuadamente.

Perdidos perdió el foco en sus últimas temporadas, y Benioff y Weiss también cayeron en el mismo error en Juego de tronos, así que a pesar de haber conseguido aquí una presentación bastante satisfactoria no se logran eliminar del todo los temores sobre que acabe también de mala manera. El partir de una novela pone puntos a su favor, pero Benioff y Weiss han demostrado a lo grande, y a nadie se le olvida de ello, que eso no es impedimento para estrellarse aparatosamente. Como punto de partida, ya han decidido alejarse bastante del original, así que veremos a largo plazo si estas decisiones para reducir y reconducir su complejidad son acertadas o no.

Los protagonistas, un grupo de jóvenes y talentosos científicos, tienen buena dimensión, son verosímiles y muestran buena química, siendo una pandilla cuya dinámica y vicisitudes enganchan, sobre todo gracias a unos diálogos que logran ser muy naturales y a la vez tienen un inesperado humor rebuscado. Auggie Salazar (Eiza González), Jin Cheng (Jess Hong) y Saul Durand (Jovan Adepo) están preocupados por las misteriosas muertes de algunos compañeros alrededor del globo y las aparición de fenómenos extraños que no tienen explicación científica. No tardan en verse inmersos en esta insólita situación y acaban yendo de un peligro desconocido a otro. Algunos amigos y parejas serán un apoyo fundamental, pero también son puestos en riesgo: Will Downing (Alex Sharp), Jack Rooney (John Bradley), Raj Varma (Saamer Usmani)…

Unas décadas atrás, en China parece haberse puesto en marcha esta sucesión de eventos por la implicación de la joven Ye Wenjie (Zine Tseng), pero en su versión adulta (Rosalind Chao) sus propósitos y alineación son desconocidos. Apenas el detective (Benedict Wong) que investiga a los científicos y su cínico jefe (Liam Cunningham) traen algunas respuestas, y señalan al líder de una extraña secta (Jonathan Pryce) y sus seguidores (Marlo Kelly) como parte de alguna conspiración relacionada con los misterios. Los veteranos Wong, Cunningham y Pryce son los rostros más conocidos y los únicos que realmente destacan en un reparto competente pero no deslumbrante.

Si no chocas con sus estrambóticas propuestas entrarás en un buen ambiente de suspense y expectación por si explicarán cada enigma, y lo más importante, te implicarás en los retos de los protagonistas y desearás ver cómo salen adelante. También se exponen sugerentes lecturas sobre el determinismo, sobre el sentido de la vida cuando el destino de la humanidad parece estar escrito, si la sociedad y la moral se podrían mantener a flote ante semejante panorama. Se habla sobre la valentía de enfrentar desafíos en apariencia imposibles, y la necesidad de mantener la ciencia y la razón por encima de creencias y miedos absurdos.

Por el otro lado, pasan tantas cosas que la mitad las olvidas al poco de acabar el visionado, sea por saturación o porque no todas parecen transcendentales para el desarrollo de la historia global. Algunas se estiran más de la cuenta, como el juego de realidad virtual; por cierto, este recuerda al de El juego de Ender (Orson Scott Card, 1985). Algunos recursos para generar intriga, como los pájaros muertos cayendo del cielo, están muy quemados en el género. Y otras veces requiere un gran salto de fe que como indicaba no todo el mundo está dispuesto a hacer. Por suerte, al ser una temporada muy corta nos ahorramos rellenos y desvíos en grandes cantidades, como en otras del estilo como Expediente X (Chris Carter, 1993) o la citada Perdidos.

El acabado es magnífico en las labores de dirección, fotografía y música. Un presupuesto sin duda generoso es exprimido en incontables localizaciones por todo el globo, grandes despliegues de extras, efectos especiales notables y algunos escenarios de ciencia-ficción muy imaginativos. Esto permite que muchas de estas ideas funcionen en vez de parecer irremediablemente cómicas, como la explicación de los sofones o la movida con el cielo.

El primer acto es bastante sugerente (los mensajes en la radio china me pusieron los pelos de punta) y presenta bien a los protagonistas, pero cuesta creer que gente que tiene visiones tan extrañas siga con su vida normal como si nada. El segundo tercio pierde un poco el foco, buscando momentos épicos, como la parte del barco, que son puro efectismo y chocan con fuerza contra la barrera de la credibilidad; había muchas formas más fáciles de lograr el objetivo. Pero la premisa de los sofones me ha resultado fascinante por su realismo científico y por suponer una situación alucinante y sin salida aparente ante los protagonistas. El tercer acto se calma bastante, dejando que los personajes se asienten y centrando la historia en unas líneas más claras. Las escenas en la casa de la playa son muy bonitas, por ejemplo.

Las misiones que ponen en marcha en el desenlace son apasionantes, parecen lanzar todo lo propuesto por fin… pero extrañamente los autores prefieren hacer un requiebro y dejarlo todo muy abierto. Quizá pretendían otro de esos golpes de efecto que supuestamente te dejan en vilo, pero llegados a este punto resulta frustrante que amaguen de nuevo. Así, aunque hayas disfrutado de la temporada, al final vuelve a aparecer la sombra de la duda.

STAR TREK: NUEVOS Y EXTRAÑOS MUNDOS – TEMPORADA 1

Star Trek: Strange New Worlds
Paramount+ | 2022
Ciencia-ficción, aventuras, drama | 10 ep. de 46-62 min.
Productores ejecutivos: Akiva Godlsman, Alex Kurtzman, Jenny Lumet, Henry Alonso Myers, varios.
Intérpretes: Anson Mount, Rebecca Romijn, Ethan Peck, Christina Chong, Jess Bush, Celia Rose Gooding, Babs Olusanmokun, Melissa Navia, Bruce Horak, Dan Jeannotte, Adrian Holmes, Melanie Scrofano, André Dae Kim, Rong Fu, Paul Wesley.
Valoración:

RECUPERANDO LA ESENCIA DE STAR TREK

Como comentaba en la presentación de Nuevos y extraños mundos, tras el desastre del retorno de Star Trek a la televisión con Discovery y las dos primeras temporadas de Picard, los directivos de Paramount y CBS permitieron a los productores volver a mirar a las series clásicas para intentar remontar una saga muy querida y con gran potencial a largo plazo.

Alex Kurtzman como el productor principal, Akiva Goldsman y Jenny Lumet como productores ejecutivos y Henry Alonso Myers al frente de la sala de guionistas recuperan el tono de Star Trek con sabiduría y pasión, ofreciendo una temporada que vuelve a ganarse al trekkie de toda la vida y puede enganchar a nuevos espectadores. Todavía hay margen de mejora, pero las bases las han asentado muy bien.

La nave insignia de la Federación, la Enterprise, recorre los confines inexplorados de la galaxia buscando nuevas formas de vida con las que contactar y compartir conocimientos. De La serie original y La nueva generación hereda el estilo aventurero, donde cada nuevo episodio nos lleva a lugares desconocidos y al encuentro de razas extrañas en los que la tripulación enfrentará retos insólitos que pondrán a prueba sus ideales y capacidades, sobre todo en aspectos de choques culturales y dilemas éticos.

De Espacio Profundo Nueve toma algo de su serialización, con arcos dramáticos trabajados a largo plazo y tramas recurrentes. Tiene parte de su perspectiva más oscura, pues los personajes arrastran cada cual sus traumas y algunas historias tienen finales trágicos. Pero a la vez persigue un ambiente más distendido y alegre, cortejando al humor con buen tacto.

El abultado presupuesto luce de maravilla, muchísimo mejor que Discovery y Picard. La diferencia es que hay mejor planificación las necesidades de cada capítulo, y han elegido un tono más cohesionado y cinematográfico y menos sensacionalista y aparatoso.

PERSONAJES ENCANTADORES Y CON CARISMA

Como en toda buena serie de Star Trek, el grupo protagonista resulta apasionante desde el primer capítulo. El magnetismo de unos y la simpatía de otros, la camaradería del conjunto, las parejas (amistosas, laborales, románticas) tan fructíferas que se forman aquí y allá, los emocionantes conflictos que sacan lo mejor de ellos, y un reparto bastante bien elegido permiten que hasta las aventuras menos logradas tengan siempre algo de sustancia.

El capitán Christopher Pike es carismático y cercano a la tripulación en la onda de Riker, pero en la acción recuerda más a Kirk, más directo, decidido a ignorar las normas si lo estima oportuno. Anson Mount parece haber nacido para el papel, qué porte y carisma, y qué sutil está en el humor y el drama. Pike vive abrumado porque ha visto un futuro en el que un accidente se llevará a varios tripulantes bajo su mando y lo dejará a él incapacitado y deseando morir. Esta premisa se usó en La serie original para justificar la salida de Pike como capitán de la Enterprise, que cambió a Kirk al rodarse un nuevo episodio piloto. Se da la tenebrosa casualidad de que su intérprete Jeffrey Hunter, sufrió en 1968 un accidente durante un rodaje que lo dejó con serias secuelas, y falleció de una hemorragia intracraneal meses después.

Una Chin-Riley es la segunda al mando competente pero quien todavía tiene algo que aprender, sobre todo en cuanto a las dotes de liderazgo y a conocer sus capacidades propias. Parece demasiado rígida y cerrada en sí misma, lo que provoca algo de distanciamiento con la tripulación. Por ello, formarse bajo el ala de Pike le viene de maravilla. Rebecca Romijn muestra esta contención y sus conflictos internos de maravilla.

Esta versión de Spock ya la conocimos en Discovery, donde no convencía ni por los fallidos dramas habituales de esa serie ni por el actor Ethan Peck, que no logra el carácter serio tan peculiar de Leonard Nimoy. Además, no es capaz de arquear las cejar, y menos con el maquillaje que le ponen, creo yo que demasiado aparatoso para no conseguir gran mejora, de hecho, en la segunda temporada lo convencieron de que se depilara sus cejas para ahorrar tiempo al ponerle las falsas encima. Pero es indudable que estamos ante un personaje mejor escrito que el de Discovery, y conforme vamos conociendo matices suyos en los primeros capítulos el choque con la imagen preestablecida se va difuminando. Y en cuanto entramos en historias más tragicómicas se ve que Peck sí tiene más valía como actor. Eso sí, si intentan potenciar el aspecto humorístico quizá falten a la esencia del personaje, pero al menos en las dos temporadas que llevamos mantiene bien el tipo. Como el rol clásico, sus análisis desde la lógica vulcana de los problemas que encuentran y los choques con su lado humano sirven como motor para diversos análisis de la conducta humana.

Nyota Uhura, la oficial de comunicaciones, no tenía tantos ojos puestos encima, pues la figura original apenas pasó de secundaria, pesaba más el mensaje de tener un personaje de color en un puesto importante. Así que a pesar de que el cambio en su descripción es importante no parece haber quejas. Esta Uhura es más joven, una alférez en formación, y su simpatía y problemas de aprendizaje son entrañables, sobre todo por el entusiasmo de Celia Rose Gooding. En el lado contrario está la teniente Ortegas, piloto de la nave. El intento de hacer de ella una secundaria respondona en tono cómico tiende hacia lo cargante más de la cuenta, eclipsando la parte de su personalidad más interesante, esa que intenta que todos se lleven bien, que cadetes como Uhura se integren. Es un contraste que no me pega, no se puede ser molesta y simpática al mismo tiempo. Melissa Navia no lo hace mal, pero se queda un poco por detrás del resto. Lo bueno es que, al contrario que en Discovery, no meten mensajes de sexualidad no binaria y bisexualidad con calzador, sino que todo fluye de forma natural, como en las series clásicas.

La enfermera Christine Chapel resulta encantadora, y eso que los traumas de la guerra han dejado heridas importantes en ella. Su intento de encontrar de nuevo pasión por la vida y por centrarse son emotivos, sobre todo cuando empieza a acercarse a Spock. Jess Bush se maneja con soltura en distintos estados dramáticos. Su compañero de fatigas en la guerra es también el doctor en la Enterprise. M’Benga no lleva tan bien la adaptación a la paz, y menos con el drama de la enfermedad de su hija. Babs Olusanmokun muestra con intensidad todos estos problemas.

La’an Noonien-Singh, la oficial de seguridad, de primeras me pareció seguir el estereotipo moderno de mujer joven de apariencia fuerte pero sensible cuando se la conoce mejor, de hecho, imitan con descaro el físico de la actriz, el tono del personaje e incluso el maquillaje de Alara Kitan de The Orville y Camina Drummer de The Expanse. Pero su historia pasada con los gorn y el ser heredera del genocida Khan añade pronto buen poso, y poco a poco se gana su hueco. Christina Chong está estupenda, y eso que el papel de parecer dura siendo frágil es complicado. El ingeniero jefe Hemmer tiene menos presencia, pero su personalidad es tan arrolladora que cada aparición deja huella. Bruce Horak consigue transmitir bastante a pesar del trabajado disfraz de alienígena.

Hay otros oficiales que no muestran mucha dimensión, pero siempre se agradece tener secundarios con nombre, pues pueden dar juego en cualquier momento: el jefe Kyle (André Dae Kim) y la timonel Jenna Mitchell (Rong Fu). Más interesante se presentan la capitana Batel (Melanie Scrofano) y el almirante April (Adrian Holmes), quienes rápidamente resultan secundarios indispensables que esperas que aparezcan más a menudo.

T’Pring (Gia Sandhu) queda en una posición más complicada: como prometida de Spock se espera que dé juego en los líos románticos, pero sus primeras apariciones son un poco pesadas. El personaje más polémico es la nueva versión de James T. Kirk, muy chocante por no acercase al original en dibujo y tener un actor, Paul Wesley, que parece completamente equivocado para el papel. Pero por suerte en la segunda temporada le cogen mejor el punto a estos dos roles.

TEMPORADA SATISFACTORIA,
PERO HAY MARGEN PARA MEJORAR

La media de los capítulos es buena y la temporada se hace corta, recuperando la fe en la nueva etapa de la saga a la vez que ofrece una certera actualización a los estándares actuales de tono, ritmo, aspecto visual… Pero lo cierto es que para tener solo diez episodios cabría esperar un nivel más alto y desde luego menos irregularidad. Acaba siendo tan fiel a la saga que no nos libramos de algún relato un tanto cargante (los piratas de La tempestad serena) ni de intentos de ofrecer historias alternativas que no dan pie con bola y resultan insufribles (El reino Elysio). Y en varios capítulos da la sensación de que falta una pizca de agilidad, de que se podrían recortar escenas redundantes, en especial esos momentos que caen en la manía de los diálogos sobre explicativos remarcando con obviedades lo que está ocurriendo.

Con la idea de adentrarse en la progresión de los personajes, por lo general cada episodio se centra en unos pocos roles, y en algunos casos, la historia está muy dedicada a su personalidad, sin que ello afecte a la aventura fantasiosa de turno, es decir, sin que esta parezca muy dirigida.

Nuevos y extraños mundos, el mejor de la temporada, es una presentación fantástica de Pike y su relación con la tripulación, de forma que sin haber visto Discovery puedas conocerlos, pero tampoco hace falta haber visto nada de Star Trek en general, pues introduce la dinámica de la saga con habilidad a través de una historia muy clásica pero muy bien llevada de contaminación cultural y progresismo versus conservadurismo.

Tenemos las típicas posesiones de entes en Los fantasmas de Illyria, premisa muy sobada pero que aun así atrapa de principio a fin. Hay potentes dilemas que ponen a la tripulación ante decisiones que cuestionan su temple, como Llévanos donde el sufrimiento no puede llegar. A estas alturas de la saga, todavía son capaces de sorprender con choques culturales muy imaginativos, como Hijos del cometa, pero también tenemos alguno algo empalagoso: Spock Amok.

Se introduce una trama larga que se aparta de los ya muy vistos romulanos y klingon. Además es inesperada, pues retoma un villano de La serie original sin aparente relevancia: los gorn. Resulta que este lagarto con el que Kirk se pegó en el capítulo Arena (120) en una escena muy cutre se ha convertido en un referente humorístico de lo mal que ha envejecido en lo visual, así que es una especie conocida y que genera cierta añoranza. Ya en Enterprise tuvieron una breve aparición con un diseño más moderno (Un espejo sombrío, Parte 2, 419), pero aquí la reinvención es total, pues se construye una nueva raza con la que la Federación tendrá una constante guerra fría y choques puntuales. Empieza bien la cosa en Aquellos que van a la deriva, un capítulo de suspense bastante efectivo. Sin embargo, una vez entran en acción resultan un tanto chocantes, pues cabe preguntarse cómo una raza en apariencia tan primitiva, tan animal salvaje, tiene tecnología para alcanzar el espacio.

Pero si la temporada empezó alejándose muy bien de lo peor de Discovery y presentando con fuerza la historia de Pike, el desenlace retoma lo peor de aquel estilo de hacer las cosas. Una cualidad de la misericordia tira de nuevo por esos finales grandilocuentes y sensacionalistas de los que Kurtzman y Goldsman son fanáticos, donde se vaticina la destrucción de la Federación o del mismísimo universo y se anuncia mucho peligro inminente, pero a la hora de la verdad no hay emoción en una sucesión de situaciones forzadas que tiran por tierra todo lo andado con la fórmula narrativa y los personajes. La trama hace aguas por todas partes, volviendo a desaprovechar por enésima vez en la saga a los romulanos, el conflicto de Pike se desarrolla de mala manera después de prometer bastante, y la entrada de Kirk es muy decepcionante. Esperemos que estos patinazos no se repitan en adelante.

Tras el salto encontraréis el análisis por capítulos.
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JACK RYAN – TEMPORADA 2

Amazon Prime Video | 2019
Suspense, acción | 10 ep. de 40-58 min.
Productores ejecutivos: Carlton Cuse, Graham Roland.
Intérpretes: John Krasinski, Wendell Pierce, Mike Kelly, Jordi Mollá, Francisco Denis, Noomi Rapace, Cristina Umaña, John Hoogenakker, Jovan Adepo, Tom Wlaschiha, Eduar Salas, Susan Misner.
Valoración:

Como comenté en la primera temporada, los productores y guionistas sintieron que la saga de novelas de Jack Ryan de Tom Clancy había envejecido mucho y prefirieron optar por una adaptación más libre. Este año se podría decir que los guionistas principales, Carlton Cuse y Graham Roland, se inspiran en la ambientación y el tono Peligro inminente (1989), pero cambiando los cárteles de la droga de Colombia por las intrigas políticas de Venezuela.

La delegación de la CIA en Venezuela pone el ojo en la corrupción del gobierno y su posible conexión con Rusia, pues hay un misterioso satélite secreto, mercenarios y excavaciones mineras no declaradas que apuntan a alguna conspiración. Ryan se encabezona con todo ello, luchando contra las intrigas locales y los impedimentos de su propio gobierno, siempre temeroso de agitar demasiado el avispero… cuando no le conviene políticamente, porque si fuera así, tendrían carta blanca para cualquier movida.

Hay mejoras respecto a la primera etapa, pero no se libra de seguir arrastrando cierta irregularidad. Tenemos más cohesión en los distintos frentes, algunos personajes mejor definidos con diálogos muy logrados, y escenarios mejor trabajados desde el guion y espectaculares gracias a la puesta en escena.

La relación entre Ryan y James Greer sigue siendo muy agradable, y John Krasinski y Wendell Pierce son dos buenos actores que llenan la pantalla. Ahora se les suma el jefe de la sucursal, Mike November. Su intérprete, Michael Kelly, es uno de esos secundarios vistos en incontables series, pero pocas veces tiene un rol con sustancia suficiente como para mostrar su valía, y esta ocasión no la desaprovecha. Se hace pronto indispensable, las escenas de choques y acercamientos entre los tres logran que cualquier situación sea la mar de divertida.

A veces no sé si los autores se pasan de la raya intentando que quede Ryan como un héroe y acaba siendo más bien cabezón y arrogante, o si pretendían dibujar un rol más gris y falible. Sea como sea, las peleíllas con la cadena de mando dan mucho juego, y las aventuras desentrañando la confabulación son muy entretenidas.

La política local tiene algún claroscuro, pero en líneas generales se siente verosímil. El presidente debería haber tenido más aristas para alejarse del estereotipo de corrupto malvado sin más, y Jordi Mollá no logra componer un villano temible. Pero sus secuaces y oponentes enriquecen bien el panorama. Destacan Miguel Ubarri, general y principal amigo y asesor, que muestra una cara más humana, con dudas y problemas más tangibles, y un Francisco Denis que convence más en el papel, y la opositora Gloria Bonalde (Cristina Umaña), que parte del perfil típico de gente valiente y comprometida contra las injusticias, pero su trayectoria enfrentando numerosas dificultades es apasionante.

Encontramos otros tantos espías, mercenarios y asesinos de distintos bandos. Algunos funcionan bastante bien, como la entrada de Marcus Bishop (Jovan Adepo) o el ya conocido Matice (John Hoogenakker). Pero también hay otros que prometían dar más juego y se quedan a medio gas, como la enigmática Harriet Baumann, que no termina de sentirse bien conectada con la historia ni tiene química con Ryan, desaprovechando el fichaje de Noomi Rapace, o el asesino Max Schenkel (Tom Wlaschiha), cuyas motivaciones no convencen a pesar de que los guionistas intentan darle tiempo para que cale. Y es extraña la aparición de Arnold Vosloo como mercenario, limitada a un par de escenas, pero estas son bastante graciosas.

La puesta en escena aprovecha bien un presupuesto sin duda generoso, logrando una serie bastante vistosa y con tramos muy emocionantes. Las labores de fotografía y dirección son notables, las incontables localizaciones por medio mundo resultan imponentes, y hay algunas escenas de acción dignas de cine, como el ataque a la comitiva, que recuerda a la propia adaptación de Peligro inminente (Phillip Noyce, 1994). Y Ramin Djawadi aporta una banda sonora de suspense y acción bastante versátil.

Pero me temo que en el tramo final ocurre como en la primera temporada, las buenas formas y el tono de thriller serio se dejan de lado al decantarse por una línea de cine de acción estúpido, lleno de tiroteos imposibles y demás escenarios sensacionalistas cuando no rocambolescos. Las intrigas cruzadas y los conflictos personales y éticos quedan por los suelos, desluciendo bastante el conjunto.

Los autores no se andan con rodeos a la hora de poner a parir a Venezuela, y la verdad es que se lo merece, parece que no hay quien salve el país, así que por este lado no puedo quejarme de la copaganda, el ensalzamiento de las fuerzas del orden patrias frente a los extranjeros. Sin embargo, en el desenlace sí cae de lleno en esa tendencia, con los agentes de la CIA invadiendo el mismísimo palacio presidencial a tiros e imponiendo su justicia por la fuerza.

Otro detalle destacable es que hay mucho diálogo en español, pero la mitad de los actores no dominan el idioma y evidentemente lo que hacen es aprenderse los diálogos de memoria, lo que queda fatal de cara al hispanohablante. Para la siguiente temporada, desarrollada en Rusia principalmente, no se complican, y todo el mundo habla en inglés, intuyéndose cuándo hablan entre ellos en el idioma que les corresponda. Prefiero esto último a dejarlo a medias, pero una obra que pretenda mantener un buen estándar de ambición debería hacerlo bien.

Ver también:
Temporada 1 (2018)
-> Temporada 2 (2019)

STAR TREK – NUEVOS Y EXTRAÑOS MUNDOS

LA DESASTROSA RESURRECCIÓN DE LA SAGA

En 2015, CBS Studios, la sección de Paramount de televisión, decidió traer de nuevo Star Trek a la televisión, pues es su saga más famosa y rentable, la resurrección en cines con la trilogía de J. J. Abrams y Alex Kurtzman (2009, 2013, 2016) fue un notable éxito de taquilla, y con una nueva serie tendrían un reclamo perfecto para asentar su recién lanzado canal de streaming CBS All Access, renombrado a Paramount+ en 2021.

Akiva Godlsman

Pero vaya si empezaron con mal pie: le dieron un contrato de cinco años y carta blanca a Alex Kurtzman. Tras la debacle de Perdidos (2004), cabía desear que la industria hubiera puesto en cuarentena a Kurtzman y demás equipo de escritores, pero con el éxito de la misma y de las nuevas películas de Star Trek tenía cientos millones de recaudación como aval, y cuando hay dinero, el aspecto artístico se relega. Y como extensión, estaba claro que las series que vinieran, aunque no se ambientaran directamente en el fallido universo paralelo de esas cintas, tomarían su estilo.

Si Discovery ya venía gafada desde su anuncio, su caótica gestación acrecentó los problemas, y el estreno en 2017 confirmó los malos augurios, siendo una serie infame y grotesca que hería el legado de Star Trek. Y por desgracia, la cabezonería de los directivos ha mantenido ese desastre de serie cinco años en antena.

Jenny Lumet

Con la producción sumida en el caos, Kurtzman no tardó en tomar más relevancia en el aspecto creativo, y tras echar a la mayor parte de los productores iniciales fichó a su amigo Akiva Goldsman para que lo ayudara. Con el currículo que presenta Goldsman tampoco me parecía muy de fiar, y su presencia no consiguió encarrilar el destino de Discovery. Es un productor con visión pero un guionista muy irregular: tiene obras infames como Batman y Robin (1997), Perdidos en el espacio (1998), La torre oscura (2017) o El código Da Vinci (2006), títulos dramáticos de esos prefabricados para ganar premios, aunque no estuvieron nada mal, como Cinderella Man (2005) y Una mente maravillosa (2001), y algunas de ciencia-ficción dignas, Soy Leyenda (2007), Yo robot (2004) o su colaboración en la serie Fringe (2008).

Pero algo bueno dejó su entrada en el proyecto. Goldsman se lamentó porque Discovery no fuera una entrega fiel a la saga, y luchó por la incorporación de la Enterprise y su capitán Christopher Pike, que encajaban en el marco temporal. Decidieron hacerlo en la segunda temporada, quizá para intentar ganarse al trekkie con nostalgia tras las críticas clamando porque esto no era Star Trek. El carisma del actor Anson Mount y un dibujo algo mejor hilado que el resto de los infames protagonistas le ganó el favor del público, de tal manera que a la hora de hablar de las nuevas series que pensaban poner en marcha se posicionó por encima de otras candidatas, aunque finalmente la primera en ver la luz fue Picard (2020).

Alonso Myers

En Picard, Kurtzman y Goldsman ya muestran la intención de aplicar algunos cambios para alejarse de la debacle de Discovery. Pero el guion de las dos primeras temporadas no está a la altura de las pretensiones, sigue sin aparecer el sello de Star Trek por ninguna parte, y la añoranza de tener de vuelta a Jean Luc Picard y algún otro compañero no basta para salir del bache.

Cuando ya no cabía esperar nada, para lanzar Nuevos y extraños mundos y la tercera temporada de Picard se pusieron en serio: hay que remontar la saga insignia antes de que colapse del todo. Así que cambiaron de perspectiva y de guionistas, y se pusieron manos a la obra. Nuevos y extraños mundos ha empezado con buen pie, y en Picard nos han regalado un cierre muy satisfactorio.

AHORA SÍ PARECE STAR TREK

Kurtzman sigue al frente de todos los proyectos y aportando ideas, pero del día a día y la parte principal del aspecto creativo de Nuevos y extraños mundos se encargan Goldsman y Jenny Lumet, quien ya era productora y guionista secundaria en Discovery. Esto no levanta las expectativas, pero con la intención de buscar ideas frescas para la sala de guionistas ficharon a Henry Alonso Myers como principal escritor, aunque como suele pasar en estas superproducciones, el número de colaboradores es numeroso. Alonso empezó su carrera en The Chronicle (2001) y las últimas etapas de Embrujadas (1998), y ha pasado por C.S.I. (2000), Betty (2006) y The Magicians (2015), entre otras.

Decididos a dejar atrás los planteamientos absurdos y los errores cometidos en Discovery y Picard, fueron a lo seguro, a seguir la fórmula de La serie original y La nueva generación.

Los argumentos giran alrededor de dilemas morales, conflictos culturales y políticos, y misterios científicos y técnicos en los que los protagonistas interaccionan entre ellos y el reto dejando buenas lecturas antropológicas y éticas. Aunque algunas premisas puedan parecer muy gastadas en la saga, los autores ponen pasión de sobra como para que incluso las más típicas resulten más o menos apasionantes o traigan giros inesperados. No sabes qué esperar de cada nuevo capítulo en cuanto a historia, tono y lecturas intelectuales, porque al contrario que en La nueva generación, al no tener que rellenar incontables capítulos por temporada no hay margen para repetirse o recurrir a descartes. De hecho, ocurre lo contrario: tienen que dejar fuera muchos guiones con potencial.

Toman también el relevo a Espacio Profundo Nueve en cuanto a una perspectiva más agridulce (no tan oscura) y protagonistas que evolucionan gradualmente, aunque sea de forma más ligera. Y a la vez han buscado un tono más distendido, casi humorístico, donde todos se llevan muy bien, intentan poner buena cara y hacer comentarios alegres en cualquier circunstancia. La combinación es extraña y arriesgada pero funciona, logrando así algo digno de admirar a estas alturas: que sea una entrega fiel y a la vez tenga su propia personalidad.

El ritmo es templado, de dejar que todo vaya calando en vez de tirar de sensacionalismo y acción facilona para luego tener acabar apañando discursos obvios para explicar lo vivido y aprendido. Increíble el asco que le cogí a esa fórmula en Discovery. Pero también hay acción, eso sí, al estilo clásico: alguna incursión en planetas o alguna batalla espacial se desarrollan dando prioridad al suspense y a la respuesta de los personajes.

La Federación no es la aberración vista en Discovery, los tripulantes se mueven por ideales compartidos, trabajan juntos sin dejarse llevar por egos y traiciones, el bien común está siempre está presente en su toma de decisiones. Tan solo alguna pequeña transgresión cabe destacar. Aquí a todo el mundo le gusta beber y, si puede, emborracharse, y no en zonas marginales donde se mezclan con otras culturas y la etiqueta moral es más laxa (como en la estación Espacio Profundo Nueve), sino en la propia nave insignia.

LA PRODUCCIÓN Y EL ACABADO VISUAL

En lo visual también optan por un acabado deudor de las series clásicas: más sobrio, con una fotografía y un tempo contenidos, que dejan que la historia y los personajes hablen por sí solos, sin sobreponerse con enredos artificiales que hicieron de Discovery y las dos primeras temporadas de Picard series informes y torpes a pesar del dinero invertido. Eso sí, si algún episodio requiere un tono más concreto, como el oscuro Aquellos que van a la deriva (109), se va a por todas sin miedo.

La producción empezó en 2021 en Ontario, Canadá, lugar al que se llevan algunas series por ahorrar impuestos, y donde ya habían desarrollado Discovery y Picard. En los estudios utilizan la tecnología StageCraft, lo último en pantallas de fondo que ha asentado El mandaloriano (Jon Favreau, 2019). Pero tampoco escatiman a la hora de buscar localizaciones en parajes naturales y edificios singulares. Eso sí, no entiendo la manía de rodar series en formato cine, 2:35.1, cuando están destinadas a televisiones de 16:9.

Con escenarios más trabajados desde el guion y más inteligencia en la dirección, el presupuesto luce mucho mejor que en Discovery a la hora de recrear distintas culturas y lugares. Y no es pequeño: siete millones de dólares por capítulo en las dos primeras temporadas. El vestuario es deslumbrante, quizá lo más ambicioso y trabajado visto en una serie hasta el momento. Además, en los trajes de la Federación han logrado captar el diseño original dentro de la esperable actualización. Los decorados o localizaciones y el atrezo combinan magistralmente con las pantallas de fondo, nada deja entrever trucaje alguno que te saque de la escena momentáneamente. Hay capítulos donde directamente te vacilan con lo que pueden hacer, como Llévanos donde el sufrimiento no puede llegar (106), donde no hacían falta esas deslumbrantes ciudades flotantes.

Pero en el espacio la cosa es muy distinta, lo que resulta muy chocante. La recreación digital de las naves no aguanta el tipo, así que evitan los primeros planos. Es incomprensible que teniendo semejante presupuesto se quede tan corta en este aspecto. The Expanse (Mark Fergus, 2015), donde todo es digital, y The Orville (Seth MacFarlane, 2017), mezclando maquetas con digital, le ganan por goleada, y más apena que La nueva generación la sigue superando, a pesar de tener casi cuarenta años, gracias al uso de maquetas muy cuidadas. En la tercera de Picard se han visto mejoras sustanciales que espero acaben alcanzando a esta entrega.

El interior de la Enterprise también tiene algunos problemas. Al estar obligados a mantener cierta estética con la visión actual de la saga nos encontramos con que el puente de mando es igual al presentado en Discovery, oscuro y lleno de reflejos, hasta el punto de resultar feo, aburrido e incluso opresivo a pesar de su gran tamaño. Por suerte, en el resto de la nave intentan que haya más luz y colores más vivos: los pasillos son blancos y los camarotes muy acogedores… de hecho, me parecen demasiado grandes, vaya derroche de espacio.

La banda sonora también sigue el estándar esperable. En las dos primeras temporadas Nami Melumad nos ofrece una orquesta compleja que puede pasar desapercibida al no tener melodías facilonas y pegadizas, pero cuya gran sensibilidad y versatilidad permite realzar cada situación y emoción de maravilla.

REPARTO Y PERSONAJES

Anson Mount es el capitán Christopher Pike. Nacido en 1973 en Tennessee, Estados Unidos, Mount estudió bellas artes y empezó a aparecer en la pequeña y la gran pantalla a finales de los noventa, pero no alcanzó cierta fama hasta 2011, con El infierno sobre ruedas. Al capitán Pike lo conocimos en el capítulo piloto descartado de La serie original, La jaula, que no vio la luz hasta los años ochenta, cuando salió como extra en la edición en vhs de la serie. Lo interpretó entonces Jeffrey Hunter. Apenas tuvo desarrollo, así que esta nueva versión no arrastra polémicas sobre si es diferente. Pike es un líder comedido en el puente de mando y muy cercano a sus tripulantes fuera de él.

Rebecca Romijn es la segunda al mando, la teniente comandante Una Chin-Riley. Romijn nació en Berkeley, Estados Unidos, en 1972. Con ascendencia neerlandesa y alemana, aprovechó su físico para trabajar como modelo en la década de los noventa, y poco a poco fue pasando al cine y televisión, si bien siempre en roles secundarios, como X-Men (2000), hasta que logró protagonizar The Librarians (2014). Chin-Riley intenta seguir las enseñanzas de Pike, pero su seriedad y físico imponen respeto y temor en la tripulación sin que pueda evitarlo.

Ethan Peck encarna al señor Spock, oficial científico. Peck vino al mundo en 1986, en Los Ángeles, Estados Unidos. Empezó a trabajar como actor desde niño en series como Aquellos maravillosos 70 (1998), y ya en la adolescencia contaba con algún papel más relevante, como 10 razones para odiarte (2009). En cine no logró pasar de secundario en un buen puñado de títulos. En 2017 tuvo la difícil tarea de recuperar al mítico Spock en Discovery, lo que trajo polémica, porque es una imitación de un personaje muy querido y cuesta hacerse al nuevo actor. El vulcano lidia con sus enseñanzas vulcanas y humanas, muchas veces contradictorias, pero nunca deja que pongan en entredicho su labor como oficial.

Christina Chong interpreta a la teniente La’an Noonien-Singh, jefa de seguridad. Nacida en Enfield, Reino Unido, en 1989, Chong estudió danza y canto desde niña, llegando a graduarse en la academia, pero una lesión la obligó a decantarse por la interpretación. Empezó a dejar huella en 2011 con W.E. y un capítulo de Doctor Who, desde las que enlazó bastantes roles recurrentes en series y algunos secundarios en cine, destacando la coproducción nórdica Heirs of the Night (2019). La’an arrastra el estigma de ser heredera del genocida Khan, así como el trauma de su encuentro con los gorn de niña. Pero todo ello también es un plus para tratar con los conflictos personales abordo y las batallas en el puente.

Babs Olusanmokun es el Dr. M’Benga. Nacido en Nigeria en 1984, ha sido campeón de Jiu Jistsu en varias competiciones en Sudamérica, y domina un puñado de idiomas. En 2004 fue a probar suerte como actor a New York. Apareció como extra en numerosas series, incluyendo un par de entregas de Ley y orden. Para The Defenders (2017), ya tenía mejores papeles. Y en 2021 consiguió aparecer en Despierta la furia y Dune. Veterano de la guerra Klingon, todavía no logra hacerse a la idea de que han alcanzado la paz. El rol apareció brevemente en dos capítulos de La serie original.

Jess Bush da vida a la enfermera Christine Chapel. Nacida en 1992 en Australia, inició su carrera en la pequeña pantalla en el reality Australia’s Next Top Model (2011). Para 2017 empezó a aparecer en varias series australianas, hasta que de alguna forma dio el salto al casting de Nuevos y extraños mundos. Su pasión por el arte, tanto pintura como manualidades, le ha ganado algún premio, y alguna obra suya aparece en los capítulos de esta serie. La enfermera Chapel fue una secundaria recurrente en La serie original, con la actriz Majel Barrett, pero no llegó a tener mucho protagonismo. En esta versión nos describen a una veterana de guerra, compañera de batallas de M’Benga, que arrastra traumas varios e intenta reconstruir su vida y carrera. El conato de acercamiento amoroso a Spock de La serie original se retoma aquí.

Celia Rose Gooding es la alférez y oficial de comunicaciones Nyota Uhura. Nació en New York en el año 2000, en una familia llena de artistas, camino que también siguió: canto, danza, interpretación… Nuevos y extraños mundos es su primer papel ante la cámara. Estamos ante otro personaje venerado de La serie original, pero sin mucho recorrido en cuanto a personalidad, así que no parece haber molestado que hagan una nueva versión del mismo. Uhura es una joven muy bien preparada pero que enfrenta con temores su nuevo puesto en la nave insignia de la flota.

Melissa Navia encarna a la teniente Erica Ortegas, principal piloto de la nave. Nacida en 1984 en Westbury, Estados Unidos, nada he encontrado sobre si estudió algo concreto antes de lanzarse a la interpretación. Empezó en 2011 apareciendo en un buen puñado de cortos, hasta que en 2014 logró tener papeles muy secundarios en televisión y cine, los más relevantes, Common Charges (2014) y Billions (2016). Ortegas es una piloto dotada y entusiasta y una oficial empeñada en ayudar a todos, en especial a los nuevos tripulantes.

En las dos temporadas que llevamos a la hora de escribir esta presentación ya hay unos cuantos personajes secundarios que dejan huella con pocas apariciones. El arisco ingeniero jefe Hemmer (Bruce Horak) resulta tan peculiar como entrañable. La capitana Batel (Melanie Scrofano), amante intermitente de Pike, y el almirante Robert April (Adrian Holmes), son las caras más familiares de la Federación. La prometida de Spock, T’Pring (Gia Sandhu), lo meterá en conflictos románticos y laborales varios. La peculiar ingeniera Pelia (Carol Kane) nos dejará desconcertados con sus orígenes y forma de ser. El teniente Samuel Kirk (Dan Jeannotte), hermano del capitán Kirk, es un oficial científico muy simpático. El propio James T. Kirk aparece al final del primer año encarnado por Paul Wesley, lo que será el punto de conflicto más importante con la fidelidad a La serie original, aunque en la segunda etapa se ganará su hueco.

Ver también:
Guía de episodios y películas
Nuevos y extraños mundos – Presentación
Temporada 1 (2022)
Temporada 2 (2023)

GEN V – TEMPORADA 1

Amazon Prime Video | 2023
Superhéroes, drama, acción | 8 ep. de 39-59 min.
Productores ejecutivos: Michele Fazekas, Tara Butters, Evan Goldberg, Eric Kripke, Craig Rosenberg, varios.
Intérpretes: Jaz Sinclair, Chance Perdomo, Lizze Broadway, Maddie Phillips, London Thor, Derek Luh, Asa Germann, Shelley Conn, Sean Patrick Thomas, Patrick Schwarzenegger, Alexander Calvert, Marco Pigossi, Jessica Clement, Dan Beirne.
Valoración:

Con el abrumador éxito de The Boys no sorprende que en Amazon Prime Video pronto pensaran en nuevas adaptaciones de los cómics de Garth Ennis y Darick Robertson, bastante ricos en historias y personajes secundarios. Esta vez seguimos a una pandilla de estudiantes de una unviersidad de Vought que prepara a adolescentes con poderes para ser héroes productivos o incluso nuevos integrantes de Los Siete. Este grupo apenas es mencionado en los cómics, pero aquí le darán más recorrido.

Viene avalada por los mismos productores, Evan Goldberg, Eric Kripke, Craig Rosenberg y su larga la lista de colaboradores, y en el aspecto creativo han puesto al frente a Michele Fazekas y Tara Butters. Ambas han trabajado casi siempre juntas tanto en la producción como en los guiones en procedimentales como Ley y orden: Unidad de Víctimas Especiales (1999) y Hawai 5.0 (2010), pero también tienen experiencia en los superhéroes: Agente Carter (2015) y Dollhouse (2009).

Los productores han querido un enfoque más juvenil, inspirados en la saga Los juegos del hambre (2012), aunque evidentemente la influencia viene más de Buffy, la cazavampiros (Joss Whedon, 1997), pionera en la aproximación al dramón de adolescentes con una narrativa más madura y en clave de fantasía. Pero me temo que no alcanza el nivel intelectual de Buffy y por el camino han perdido el nervio y la acidez de The Boys, quedando una serie de institutos/universidades facilona y tontorrona en argumento, pero a la que le han imbuido forzadamente el estilo descarnado y las salidas de tono gamberras, sobre todo en el aspecto visual, de The Boys.

Las referencias y críticas a situaciones actuales de la política, la sociedad y la cultura popular son igual de numerosas, pero están soltadas sin ton ni son, perdiendo inteligencia y acidez bien pronto. Siguiendo la perspectiva juvenil, se habla mucho de los móviles y redes sociales, de las relaciones amorosas, de los choques con los profesores y los padres, del despertar y la diversidad sexual… pero todo resulta demasiado blando y obvio a pesar del carácter supuestamente transgresor.

Todos los capítulos tienen una lluvia de sangre y cualquier burrada visual que se les ocurra, intentado exprimir la violencia como base del sentido del humor, pero al contrario que en The Boys, aquí aparecen por cumplir y quedan muy artificiales. Además, algunos recursos son repeticiones descaradas, como las visiones del alumno loco, imitación de las alucinaciones de Negro Oscuro. Y misteriosamente, a pesar hablar tanto de sexo, y de los grautitos encuentros con penes mutantes, el erotismo y la sensualidad brillan por su ausencia.

Con la temática pretendidamente rompedora, bruta e inteligente haciendo aguas en la parte de los superhéroes, no sorprende que en el género adolescente el desarrollo de los arcos dramáticos y las tramas principales ande también muy parca de contenido e inteligencia. Es descarado cóm inntenta contentar a todos en la nueva ola de corrección política, sin arriesgarse a ninguna buena crítica, hasta el punto de que acaba cayendo por el lado contrario: se ahoga tanto en los clichés más rancios que acaba resultando tan vulgar y predecible como cualquier título estándar que podamos citar desde Sensación de vivir (Darren Star, 1990) a Gossip Girl (Stephanie Savage, Josh Schwartz, 2007). Así que de acercarse a referentes modernos como Sex Education (Laurie Nunn, 2019) o Euphoria (Sam Levinson, 2019) ni hablamos.

El dibujo de los personajes no podría ser más básico, y sus relaciones siguen los caminos más previsibles. Los aparatosos conflictos de héroes y poderes no cambian nada. Todos los capítulos dan vueltas en círculos con que si me lío con este o aquel, si consigo autoestima, si estoy loco o soy un incomprendido, si logro ser popular, si resuelvo los líos con las figuras de autoridad… Y tan poco interés despiertan estos personajes que no he conseguido quedarmer con sus nombres.

Los problemas de los héroes tienen poca o nada sustancia en los dilemas éticos y apenas unos momentos decentes de acción en los primeros episodios, luego se hace muy repetitivo todo. La trama larga de los experimentos secretos en el propio sótano de la universidad ni llama la atención ni llega a cuajar. Cada episodio tiene el conato de investigación y peligro de rigor, que pronto se hacen tan impuestos y cansinos como todo lo demás. Lo peor es la parida de que los protagonistas supuestamente están al borde de la muerte en cada episodio, pero acaban en todos ellos volviendo a sus habitaciones a hablar de sus traumas adolescentes.

Para colmo, el reparto, con un par de honrosas excepciones, es lamentable, empeorando las malas sensaciones que deja la serie. Jaz Sinclair como la alumna novata e inocente es la única que muestra auténtico talento, el resto del repertorio de jóvenes es cada cual más incompentente, hasta el punto de que muchas escenas resultan un tanto incómodas de la vergüenza ajena que provocan. En los pocos adultos que aparecen, Shelley Conn como la directora del centro logra un rol manipulador bastante intrigante, pero el galímatías de las historias de suspense acaba engulléndola.

En el acabado intentan mantener el nivel de la original, la cámara en mano inmersiva, los trabajados efectos especiales, todo bien aprovechado por directores de calidad. Pero los productores no parecen darse cuenta de que cambiar del estilo de superproducción de altos vuelos hacia un escenario único, la universidad, y uno tono más intimista y juvenil, requería un cambio de perspectiva, y que quizá también deberían haberle buscado su propia personalidad. Así, aunque en general la puesta en escena sea vistosa y ágil, a veces parece una imitación desganada de The Boys, y no tarda en pesar que abusan del frenesí cuando requería algo más de sensibilidad. Tampoco ayuda que veamos siempre los mismos aburridos lugares una y otra vez, les ha faltado encontrar un escenario con más personalidad para el campus.

A los pocos días de acabar el pesado visionado no recuerdo nada de lo que me han contado, solo que en los últimos capítulos deseaba que acabara el tormento. Pero a pesar del desastre en ciernes, misteriosamente ha logrado críticas bastante entusiastas y ha arrastrado la estupenda audiencia de The Boys, así que la segunda temporada se anunció rápido. Por mi parte, deberían haberla enterrado como si no hubiera existido, omitiendo incluso los cameos de los protagonistas originales en el tramo final.

PD: El repentino empeño en traducir en España el título como Generación V, cuando en The Boys no lo hicieron, elimina el juego de palabras entre «generación» y «genética» que tiene la abreviatura original.

PD2: El día 29 de marzo nos encontramos con la inesperada noticia de la muerte de unos de los protagonistas, Chance Perdomo: tuvo un accidente con su moto.

Ver también:
The Boys – temporada 1 (2019)
The Boys – temporada 2 (2020)
The Boys – temporada 32 (2022)
-> Gen V – Temporada 1 (2023)
The Boys – temporada 4 (2024)

TRUE DETECTIVE – TEMPORADA 4 – NOCHE POLAR

HBO | 2024
Suspense, policíaco, drama | 6 ep. de 58-76 min.
Productores ejecutivos: Issa López.
Intérpretes: Jodie Foster, Kali Reis, Finn Bennett, Isabella Star LaBlanc, John Hawkes, Christopher Eccleston, Fiona Shaw, Anna Lambe, Owen McDonnell, Joel Montgrand.
Valoración:

Alerta de spoilers: Sin datos reveladores hasta el último apartado.–

EL VOLÁTIL CUANDO NO EXTREMISTA ESPECTADOR

La primera temporada de True Detective dejó a todo el mundo boquiabierto con una singular aproximación al thriller policíaco, tanto que llevó a sobrevalorarla más de la cuenta. La verborrea existencialista y un tanto pretenciosa de sus protagonistas, el inquietante abismo al que estos se enfrentaban, tanto por sus traumas personales como por encargarse de un caso perturbador y absorbente, un estupendo acabado (aparte de su reverenciado plano secuencia que en realidad no inventaba nada), y la inolvidable interpretación de los actores principales nos regalaron una obra sugestiva y fascinante.

Con su abrumador éxito, no sorprendió que la HBO la convirtiera en serie antológica, con nuevas temporadas con distintos protagonistas y escenarios. Para la segunda había tanta expectación que al no satisfacer plenamente se la atacó con excesiva dureza. Cierto es que su tono pretencioso hacía que fuera entre innecesariamente densa y aburrida, pero los personajes, otro estupendo reparto y el caso tenían miga y atractivo suficientes como para resultar más que digna. La tercera en cambio se trató con más benevolencia, supongo que la moda ya había pasado, y eso que fue bastante desastrosa: insulsa en todos los sentidos y con un final ahogándose en giros fantásticos demenciales.

La cuarta ofrece una espectacular remontada cuando ya no se esperaba nada… aunque se ha topado con un problema inesperado: vivimos en la época de la polarización y los ofendiditos, tiempos absurdos donde las obras no se ven para disfrutar sino para despiezar buscando ofensas y lanzar no análisis objetivos sino ataques en base a esos agravios imaginarios. Las redes sociales son un hervidero, qué digo, un estercolero de machistas y racistas escandalizados porque las protagonistas sean mujeres y las víctimas indígenas.

En las etapas anteriores los protagonistas eran hombres blancos y sus dóciles amantes; apenas se dejaron ver una mujer que se comportaba como un hombre y un negro que se comportaba como un blanco. Así que la serie se convirtió en un nicho de toda esta ralea, y ante una perspectiva más diversa y realista andan confusos, heridos en su débil hombría. Si estas detectives sufren, dudan y toman decisiones difíciles, y más aún si cometen alguna corruptela para poder salir adelante, se señala y cuestiona cada situación como si fuera imperdonable que una mujer pueda hacer algo así, como estuviera fuera de su lugar natural en la sociedad. Y si la crítica alaba unánimemente las virtudes de la temporada, hay que clamar en masa que están compradas por la misma agenda.

Pues yo celebro que hayan pinchado su patética burbuja y hayan vislumbrado el mundo real. Y esperemos que su pataleta no empañe la recepción de la temporada y tengamos más con el mismo equipo creativo y la misma calidad.

EL NUEVO EQUIPO

El creador original, Nic Pizzolatto, no ha renovado contrato con HBO en esta ocasión, quizá porque tenía la agenda bastante ocupada, quizá porque el desgaste en la serie ha empujado a buscar un relevo. Eso sí, todos los implicados en el primer año siguen como productores inversores.

Al frente tenemos a Issa López. Empezó su carrera a finales de los noventa, centrándose sobre todo en comedias y dramas románticos. No se puede decir que tenga ninguna obra destacable, siendo su último trabajo, el thriller sobrenatural Vuelven (2019), lo que probablemente llamó la atención de la cadena. Reparte las labores de escritura con otros guionistas también muy desconocidos, y dirige todos los capítulos. Cabe señalar que esta vez son seis en vez de los habituales ocho, y le han añadido un subtítulo: Noche polar.

El reparto en conjunto queda por detrás de los de las dos primeras temporadas, pero hay suficiente buen hacer como para conseguir que los personajes cobren vida adecuadamente. Jodie Foster es el rostro más conocido. Tiene papeles inolvidables, como Contact (1997) y El silencio de los corderos (1991). Su rol, la jefa de policía Liz Danvers, es arquetípico pero muy bien escrito: la agente veterana castigada en un destino perdido en el culo del mundo y que ha acabado harta de todo y todos, algo que Foster transmite con fuerza. La secunda Kali Reis, que acaba de empezar su carrera y tiene en su haber apenas dos títulos. La agente Evangeline Navarro, de raíces indígenas, choca con las formas de su compañera; la actriz no está espectacular, pero muestra bien la rabia interna que mueve al rol. Finn Bennett acumula unas cuantas apariciones en series, y cumple adecuadamente como el joven agente con gran potencial Peter Prior. Pero su padre Hank sigue el camino opuesto, siendo un progenitor y agente pasota y un grano en el culo en general; John Hawkes es un gran actor que no ha tenido tanto reconocimiento como merece: sus apariciones en Deadwood (2004) y Winter’s Bone (2010) son memorables. Aquí está en la línea de tipo inquietante y desagradable que tan bien se le dio en el segundo ejemplo. Isabella LaBlanc pone rostro a la hija adoptiva de Danvers, quien vive entre dos mundos, la sociedad estadounidense y la indígena; tiene poca experiencia, y su actuación es un tanto limitada, pero resulta simpática.

TRUE DETECTIVE VUELVE A DESLUMBRAR

El capítulo inicial parece ir a lo fácil en la descripción de los nuevos escenarios y protagonistas, y tira más de la cuenta de unos ganchos sensacionalistas que recuerdan demasiado a Twin Peaks (David Lynch, Mark Frost, 1990) y Perdidos (Damon Lindelof, Jeffrey Lieber, 2004). También hay cierta aura de Expediente X (Chris Carter, 1993), en concreto de esos relatos míticos de aislamiento como Hielo (108). Pero en el segundo ya se asienta bien el estilo True Detective, y desde entonces se convierte en un tour de force espectacular donde cada episodio es más intenso y agobiante que al anterior.

El entorno apartado y en decadencia resulta opresivo y deprimente. Los protagonistas están atrapados por decisiones y traumas pasados, batallan por mantenerse a flote en un mundo corrupto y una vida que los ha llevado a mirar al abismo. Y tendrán que encarar de una vez sus demonios internos en un caso que los pondrá a prueba en todo momento.

La intriga policíaca combina muy bien una investigación clásica, de agentes echándole horas y rompiéndose la cabeza, con el ambiente perturbador a lo Seven (David Fincher, 1995) y las inclinaciones filosóficas que marcaron el sello de la serie. No faltan tampoco la corrupción de los poderosos, los secretos oscuros de los lugareños y los propios detectives, los misterios que salpican la cultura local… Tenemos los característicos diálogos interpersonales llenos de mentiras e historias veladas que hay que ir desgranando, y diálogos internos llenos de reflexiones existencialistas, ahora con mayor presencia de la religión y la cultura asociada a esta, en concreto las de los indígenas de Alaska.

La atmósfera y el ritmo de los dos últimos capítulos de absorbente llega a ser sofocante. Los retos y revelaciones finales se fusionan magistralmente con la catarsis de las protagonistas. Pero aunque el desenlace es sólido en su conjunto porque el camino ha sido bien allanado y el equilibrio de los distintos elementos da un todo superior, tiene un par de momentos cruciales muy descuidados sobre los que me extenderé en los apartados siguientes. En resumen, la parte dramática es superior a las conclusiones de la investigación.

También cabe destacar que no se cumple mi peor temor: no se ahoga en la línea fantasiosa, como apuntaba alguna visión demasiado explícita y algún recurso muy rebuscado, sino que, como en el primer año, juega con la experiencia de cada personaje, sus creencias, emociones y visiones.

La cámara de Issa López mantiene el tono de thriller sombrío y de calidad cinematográfica, con un ritmo templado que garantiza una atmósfera sugestiva. Pero no logra ninguna escena lo suficientemente hermosa o impactante como para dejar huella, y eso que los paisajes invitan a ello. El tema musical y el montaje de los créditos son como siempre muy atractivos.

Ha sido rodada en Islandia, algo que me extraña estando Alaska en su propio país; supongo que tendría ventajas económicas, pues hay regiones que dan más facilidades en impuestos y subvenciones que otras; por ejemplo, muchas series se ruedan en Canadá por ello.

ALGUNOS DETALLES CHIRRÍAN

Hay mejoras posibles aquí y allá, no sustanciales, pero como hay que crucificar la temporada, se han tomado como errores enormes que tiran todo por tierra, olvidando que la primera etapa tenía sus carencias también. Otros aspectos sí son bastante cuestionables y pueden empañar la experiencia con un final por lo general muy emocionante.

Un lastre recurrente en la serie son las pistas falsas un tanto forzadas, con simbolismo pasado de rosca (muñecos y garabatos que luego no significan nada), a lo que hay que sumar los citados ganchos de baratillo, incluido un oso polar un tanto ridículo, y unos cuantos sustos forzados bastante cutres que desentonan en una atmósfera que se cuece a fuego lento. También tenemos la remesa habitual de roles esporádicos puestos para despistar, tan crípticos que resultan un tanto pasados de rosca; no tengo nada en contra de que una investigación pase por callejones sin salida, pero si son tan impostados saben a trampa. Los diálogos son unas veces asépticos de más, otras un tanto sobrecargados, aunque lejos de la pretenciosidad previa. Y en una serie tan adulta me chirrían un montón los flashes a modo de recordatorios cada vez que tienen que unir una pista con otra, como si los autores pensaran que no somos capaces de pensar por nosotros mismos ni de recordar algo que salió en el capítulo anterior.

El punto más conflictivo y relevante estaría en la motivación que lleva a cometer los crímenes que ponen patas arriba el lugar, pero eso tengo que dejarlo para el apartado de spoilers.

En el acabado tampoco nos libramos de aspectos mejorables que desentonan con los asombrosos 10 millones por capítulo que ha costado. La fallida recreación por ordenador de la fauna local supone que la primera escena del año resulte entre chocante y grotesca. En alguna composición de imágenes que juega con retoques y fondos añadidos se nota que no es una escena natural. Y me mosquea una técnica vetusta pero que sigue empleándose incluso en series de alto presupuesto como esta, y sigue dando el cante: la manía de rodar los viajes en coche en plató con pantalla de fondo. También hay un exceso de canciones que, aunque buenas en general y algunas bien puestas, terminan cansando, sobre todo porque más veces de la cuenta son el típico truco para agilizar transiciones donde los guionistas no tienen ganas de trabajárselo mejor.

EL FINAL TIENE ALGUNOS AGUJEROS

Alerta de spoilers:. En adelante destripo a fondo el final.–

En el tramo final, los pequeños deslices ya empiezan a pesar, habiendo algunas soluciones bastante cuestionables.

El hallazgo de la huella de la mano a la que le faltan dos dedos resulta un tanto precipitado, y esta vez se agradece el uso de flashbacks, porque el personaje en cuestión no se presentó debidamente. En un policíaco perfecto puedes deducir cosas por ti mismo uniendo las pistas, pero uno que no lo es prefiere inclinarse por el golpe de efecto sensacionalista. Cierto es que esta serie abraza la segunda fórmula, pero incluso ahí se puede hacer mejor, de forma que no parezca tan forzado.

La exploración de la cueva sin cuerdas, sin arneses ni ningún tipo de herramienta y seguridad, no resulta creíble en agentes tan curtidas en la zona, y menos cuando llevaban días buscando formas de llegar ahí.

No me cuadra que Navarro se vaya tras resolver el caso, justo cuando ha hecho las paces consigo misma y sus raíces, y todo apuntaba a que ya podía encajar y ser feliz en el lugar. Es un intento de final poético y abierto absurdo, incongruente con lo narrado. Por el otro lado, es interesante, y un tanto cruel, ver cómo las agentes han superado sus traumas, en especial el asesinato encubierto de un sospechoso, pero a la vez el joven novato que apuntaba maneras como buen agente ha sido salpicado por toda esa corrupción y ha heredado el mismo problema con su propia ejecución. Así, la victoria se amarga un poco con el toque de fatalismo muy interesante.

El punto más grave es que Issa López y su equipo deberían haberse trabajado mejor las motivaciones de los científicos a la hora de perpetrar el crimen. Me creería un arrebato de ira, de hecho, la mayor parte de los asesinatos no son spremeditados sino por calentones, y más con la situación de aislamiento que viven, y además, la corrupción sobre los orígenes de su financiación daba pie a cometer más crímenes para tapar sus fechorías.

Pero en vez de describir mejor una degradación mental y ponerlos ante un callejón sin salida que lo justifique adecuadamente, los autores se limitan a un torpe e insatisfactorio «es que naestaba destruyendo nuestro trabajo», cuando la asaltante solo había corrompido unas muestras y bastaba con inmovilizarla. Pero la cosa empeora cuando se desvela que estaban compinchados con la mina para que su contaminación acelere el descongelamiento del permafrost. ¿Pero cómo esperan que me crea que un grupo de científicos de primera línea defiende el calentamiento global y la destrucción de un ecosistema y una economía para defender su investigación, por mucho potencial que tenga esta? ¿Es que no pueden usar un sistema de calefacción por tuberías o algo parecido?

Por suerte, estos patinazos quedan bastante eclipsados porque, como señalaba, el conjunto te mantiene atrapado con su atmósfera, las relevaciones personales llegan con fuerza, y la solución del mayor misterio es plenamente satisfactoria (menos para esos machistas que echan pestes de cualquier fémina que se defienda de abusos): el asalto de las mujeres del pueblo al laboratorio, clamando venganza, es fantástico, y da buen cierre a la misteriosa muerte de los científicos.

Ver también:
Temporada 1 (2014)
Temporada 2 (2015)
Temporada 3 (2019)
-> Temporada 4 – Noche polar (2014)

REACHER – TEMPORADA 2

Amazon Prime Video | 2023
Suspense, Acción | 8 ep. de 43-50 min.
Productores ejecutivos: Nick Santora, Lee Child, varios.
Intérpretes: Alan Ritchson, Maria Sten, Serinda Swan, Shaun Sipos, Domenick Lombardozzi, Ferdinand Kingsley, Robert Patrick, Shannon Kook, Al Sapienza, Noam Jenkins.
Valoración:

La segunda temporada de Reacher no se basa en el segundo libro de la saga de Lee Child, sino que pegan un salto hasta el undécimo, Mala suerte (2007), de los 28 que lleva ya. Habiendo tantos es comprensible que filtren, y estando escritos con la idea de que puedan leerse independientemente, más libertad tenían para elegir. Según Child y el guionista principal, Nick Santora, la primera entrega presentaba a Reacher recién salido del ejército, terminando de cortar lazos con su familia y empezando su periplo en solitario, el undécimo capítulo era perfecto para abordar cómo fue su trabajo y qué ha sido de los amigos que hizo en él. También cabe pensar que otra historia en solitario sería repetiva y han tomado la acertada elección de tirar por el clásico método de «más grande es mejor».

Reacher se reencuentra con el equipo de la policía militar que dirigió, ahora en apuros por la extraña muerte de uno y la desaparición de otros, con lo que tenemos más personajes en juego y se reparte el protagonismo muy bien. El complot criminal implica a una gran empresa que trabaja para el gobierno, aumentando la dificultad del caso y el número de enemigos que vencer. Y la acción se traslada a la gran ciudad, navegando por numerosos escenarios.

Al pelotón, en especial a las figuras más importantes, lo vamos conociendo en flashbacks. El quién es quién y su dinámica se compara con la situación actual, desgranando poco a poco las relaciones y los cambios en la vida. Si la primera etapa nos dio a conocer al Reacher que ha roto con la sociedad y deambula en solitario desfaciendo entuertos, esta aventura lo lleva a analizar ese modo de vida. Estar de nuevo entre sus compañeros pone de manifiesto su aislamiento, lo reconecta con la humanidad, y la situación actual de estos también le ofrece distintos ejemplos de cómo podría ir su carrera laboral y personal si siguiera caminos más ordinarios. ¿Aprenderá algo de esta odisea?

Reacher sigue siendo el tipo hosco y bruto de primeras, pero con un sentido de la moral y la lealtad muy marcado que lo lleva a resolver cualquier injusticia contra los débiles que encuentre por su camino. Tampoco pierde su peculiar sentido del humor, con frases cortantes que descolocan a cualquiera. Alan Ritchson vuelve a constatar que fue un acierto en un casting que si quería ser fiel tenía poco margen, pues no hay muchos actores de semejante tamaño que valgan para la violencia tanto como para el drama. Con la divertidísima presentación en el atraco a un cajero se ganará a cualquier espectador que llegue sin haber visto la primera temporada.

Frances Neagly apareció brevemente en ese primer año como uno de los pocos contactos que mantenía Reacher, aunque no aportó tanto como para dejar huella. Con su papel extendido, aquí si lo hace. Es su mejor amiga, una detective privada tan arisca y solitaria como él. Maria Sten fue modelo en Dinamarca y luego saltó a actriz (Persuasión -2015-, Swamp Thing -2019-) y guionista (algunos cortos). Karla Dixon se abrió más al mundo, persiguiendo una trayectoria ambiciosa en distintas compañías de seguridad; Serinda Swan ha pasado por bastantes series, en alguna como protagonista: Graceland (2013) y La forense (2019). Viendo el talento y la bellza de ambas, es una pena que no hayan logrado carreras más vistosas. David O’Donnell era el soldado divertido y mujeriego que inesperadamente acabó casándose, aunque no ha perdido su gracia; Shaun Sipos tiene un currículo más completo, con numerosos roles secundarios de largo recorrido y varios como protagonista, desde La familia salvaje (2004) a Krypton (2018).

Durante las indagaciones del equipo conocemos al detective Gaitano ‘Guy’ Russo, quien se topa con un grupo muy cerrado que duda de su lealtad, mientras que él no puede tolerar las formas brutas y fuera de la ley que se gastan. Domenick Lombardozzi será recordado por todos por su papel en The Wire (2002).

La dinámica entre ellos queda muy bien establecida en el primer capítulo y se explota de maravilla en todos los demás. La química entre los actores es deliciosa y exprime los ingeniosos y tronchantes diálogos, enriquece la compenetración en la investigación del caso y en las peleas mediante un montón de miradas y gestos llenos de significado. Y como cada uno tiene también su personalidad y su historia, los episodios se hacen muy entretenidos y amenos a pesar de que la premisa en el fondo es la misma de siempre. Además, se mantienen en una duración muy comedida, alrededor de 45 minutos.

Robert Patrick, quien fuera el mítico T-1000 en Terminator 2 (1991), quedó desde entonces encasillado en papeles secundarios, generalmente de malos. Aquí encarna al villano supremo arquetípico del género, el «empresaurio» sin escrúpulos y un ejército de contactos y matones que pondrá en apuros a los protagonistas con unas intrigas un tanto trilladas. No ofrece nada original en ninguna de sus apariciones, con lo que queda como un soso macguffin para mover las cosas, y sus matones son los genéricos «pijamas», peleles sin nombre destinados a morir en masa. El único que destaca es el metódico asesino sin nombre que encarna Ferdinand Kingsley, pero a pesar de ocupar bastante metraje, su dibujo resulta muy artificial y la conexión con la historia global no cuaja, de forma que en cuanto sale de pantalla te olvidas de quién es y qué está haciendo. También tienen breves apariciones algún que otro alto mando de la policía y la política, pero son clichés con aportaciones muy facilonas.

En la parte final, como pasó en la primera entrega, la falta de recorrido de estos enemigos lleva a un desenlace muy predecible y limitado. Tampoco se entiende que teniendo un grupo protagonista tan completo y activo de repente se vean todos incapacitados y acabe resolviéndolo todo Reacher en plan superhéroe, con situaciones un tanto cutres, como que solo él se queda sin munición constantemente para que pueda pasar a los mamporros.

Es una pena que mostrando una escritura tan inteligente la serie se atasque en un problema tan evidente. Seguramente sea deudor de las novelas, pero si no se ahogara tanto en el estilo de la «copaganda» y se curraran unos enemigos más verosímiles, originales y ambiguos, ganaría muchos enteros.

La copaganda es el término con el que se critica al género artístico y a los medios de información que hacen propaganda de las agencias de la ley en plan tirando a fascistoide. Los protagonistas son agentes intachables en lo moral y superhombres en lo físico, mientras que los enemigos o son extranjeros o altos mandos y políticos corruptos, ejemplificando la máxima de la derecha estadounidense: el hombre blanco en solitario defendiendo el país contra el pérfido estado o los extranjeros. 24 (Robert Cochran, Joel Surnow, 2001) es el mejor ejemplo, facha, xenófoba y obtusa como ella sola, y otras como Reacher se quedan a medio camino: más trabajada, pero igual de maniquea.

En el acabado también hay muy buen nivel, pues cuentan con un equipo puntero en las series de acción recientes: Omar Madha, Sam Hill, Carol Banker y Julian Holmes (a dos capítulos cada uno) vienen de producciones como CSI, The Boys, Almost Human, Outlander, Titanes, Los 100… Su trabajo es excelente, obteniendo es una serie muy cinematográfica, algo que se nota sobre todo en las escenas de acción, con un sentido del espectáculo notable: escenarios muy trabajados y golpes crudos y creíbles. Sin embargo, también hay un fallo importante en este aspecto: el sexto episodio queda muy por debajo del resto. La persecución más relevante de la temporada acaba siendo un tanto desastrosa, y el tiroteo de turno también deja mucho que desear: el tempo, la falta de nervio, el montaje… echan por tierra un par de momentos bastante importantes.

Cabe destacar que la cantidad de violencia es asombrosa, con huesos rotos y sangre en cantidad. Es algo muy de agradecer en unos tiempos cada vez más blandos. Por eso mismo resulta chocante que en una serie tan adulta y destinada al público masculino no haya sexo explícito; en la primera al menos hubo un desnudo. Para ello recomiendo la alocada Banshee (2013).

La mejora respecto a la primera temporada venía siendo sustancial hasta que en el tramo final se atasca en las mismas limitaciones, así que esperemos que siga creciendo, porque Reacher tiene potencial de sobra para convertirse en el referente de series de acción de los últimos años, bastante por encima de la popular Jack Ryan (Carlton Cuse, Graham Roland, 2018).

Ver también:
Temporada 1 (2022)
-> Temporada 2 (2023)