TRANSPARENT – TEMPORADA 1

Amazon Video | 2014
Comedia, drama | 10 ep. de 30 min.
Productores ejecutivos: Jill Soloway.
Intérpretes: Jeffrey Tambor, Gaby Hoffmann, Amy Landecker, Jay Duplass, Melora Hardin, Judith Light, Carrie Brownstein, Rob Huebel, Alexandra Billings.
Valoración:

Un anciano con tres hijos e incluso algún nieto se arma de valor para por fin salir del armario como transexual, esto es, una mujer atrapada en el cuerpo de un hombre. La bomba cae bastante bien porque es una familia muy abierta, pero no está exenta de conflictos, y además de cara al resto del mundo siguen viéndose los muchos prejuicios de la gente.

Aunque tienen unas pocas producciones en marcha, Transparent es la presentación de Amazon Studios en el mundo de las series, y el resultado ha sido un éxito rotundo. Aparte de la gran calidad de la propuesta, esta ha calado entre el público y la crítica, alzándose con numerosos premios, incluido el Globo de Oro a mejor serie y mejor actor principal. Es creación de Jill Solloway, quien se dio a conocer como colaboradora en A dos metros bajo tierra y ha pasado por otras obras populares, como United States of Tara. También dirige casi todos los episodios de esta corta primera temporada. Parece ser que se inspira en su propia experiencia con su padre, que como el protagonista no fue hasta su jubilación cuando se vio con fuerzas para enfrentarse a esta difícil situación.

Una forma directa de definir la serie es con el ya reconocido apelativo de «dramedia», es decir, un drama con un tono distendido y con no pocos momentos de humor. También es conocido el término de «familia disfuncional», donde A dos metros bajo tierra es la cumbre del género: aquí todos son raros o están locos a su manera, y la unión de todos los personajes asegura una tragicomedia alocada.

El alabado Jeffrey Tambor era Mort, quien ahora desea ser reconocido como quien siempre se ha sentido: Maura. Tantas loas al actor me hicieron pensar en que sería protagonista absoluto, pero lo cierto es que es uno más en un reparto muy coral, de hecho, los hijos me parecen más protagonistas que él. Y además, su interpretación no es tan remarcable como venden, ni siquiera me parece destacar en un reparto al completo fantástico. Pero ya se sabe que los Globos son como los Oscar, tienen predilección por transformaciones físicas. Mort fue un padre muy abierto pero también algo distante, en gran parte por su condición; sólo mimó a la hija pequeña, que siempre ha ido a remolque de los demás. La esposa, de la que se divorció hace tiempo, tiene una pareja que está en las últimas; la relación con ella es de respeto mutuo: hace mucho que conocía el gran secreto.

La hija mayor es Sarah, en manos de una para mí desconocida Amy Landecker, pero quien tiene en su haber infinidad de producciones televisivas. Su experiencia se nota, es una actriz muy completa que no desaprovecha un personaje muy jugoso. Sarah inicia su viaje en un matrimonio estancado en la rutina, pero la cosa podría cambiar cuando se reencuentra con su exnovia de su época de lesbiana en la universidad. Su visión de la vida, donde sigue adelante con entereza y la cabeza alta ante cualquier adversidad, es contagiosa. Y sinceramente, si nominan a Tambor como actor principal, Landecker debería haber ido como actriz. El marido no me gustó como personaje al principio, parecía un complemento para lanzar su historia, un cliché hueco, pero más adelante cobra vida muy bien. La amante lesbiana es más completa: Melora Hardin (The Office) hace suyo otro protagonista con arrolladora personalidad.

El hijo mediano, Josh, es quien arrastra un poso más oscuro. Sus relaciones con jovencitas acaban todas mal y muestran algún trauma de desapego emocional. Poco a poco vamos conociendo posibles causas y sus intentos por salir adelante, y la relación con la predicadora es muy interesante. Jay Duplass se dio a conocer en The Mindy Project como actor y en Togetherness como guionista.

También llena de conflicto está la más joven, Ali, quien no encuentra un camino que seguir en la vida y cada dos por tres cambia de tendencia, pero siempre a costa de pedir dinero a papá. Aunque dicho así no parezca ofrecer mucho, su recorrido emocional es muy completo, con tramos fascinantes. A Gaby Hoffmann la conocí en Girls en un papel semejante, pero su carrera es bastante larga. Cabe destacar también a su amiga Syd, primero porque es un encanto, segundo porque la intérprete Carrie Brownstein es una persona digna de admiración: guionista (Portlandia), actriz, compositora y cantante con varias bandas de rock feminista de gran nivel, destacando Sleater-Kinney. Y quizá por ser una famosa bisexual y activista de derechos de las mujeres acabó siendo invitada.

Y por supuesto todos los personajes sirven para hablar de las distintas formas de entender la sexualidad, el amor y las relaciones en una producción que va incluso más allá que la valiente Orange is the New Black a la hora de tratar la sexualidad humana. Maura obviamente toca la transexualidad, el tema más tabú para la sociedad, que muy pocas veces se ha tratado en cine o televisión. Sarah representa la bisexualidad. Josh la confusión entre sexo y amor, la necesidad de afecto aunque no sepa entenderlo bien. Ali da para jugar con los clichés sobre que ser una marimacho te convierte en lesbiana. Tammy es la lesbiana con familia (esposa, hijos).

En ocasiones da la impresión de que se intenta abarcar demasiado en poco tiempo (luego hablo del ritmo), de que la familia atrae demasiados casos de sexualidad fuera de lo denominado como común, pero claro, entonces no habría serie, o no sería tan completa. Además, nada se describe con estereotipos y la cercanía y naturalidad que transmite el grupo es fantástica. Cada personaje parece real, tiene sus virtudes, miedos, incongruencias y meteduras de pata. Les coges apego desde los primeros instantes, la familia se ve y siente como otra cualquiera, con sus vicios, excentricidades y problemas. Bueno, como otra cualquiera no: los conservadores y reaccionarios siempre van aparte, en su particular mundo inmovilista donde todos son clones y nadie piensa y actúa diferente. La guionista no es dura con ellos, pero no se olvida de que esta familia moderna y abierta vive en un mundo lleno de imbéciles.

Tenemos tamibén una notable puesta en escena, donde Solloway marca el tono con una cámara en mano muy hábil que realza el tono cercano del relato y aprovecha muy bien el formato semicinematográfico (2.00:1). El único problema, y no es grave, es que su ritmo es bastante precipitado y da la sensación de que impide que los eventos calen con plenitud en el espectador. Es decir, parece que corre demasiado, saltando entre situaciones y repercusiones sin explorar todos sus matices. Diez episodios de treinta minutos no me parece un metraje adecuado para una obra coral y con tantas historias; incluso trece capítulos podrían haber sido pocos. La temporada se engulle con adicción, emociona y deja buenas sensaciones, pero, al menos en mi caso, pensé que me había perdido mucho, que no se ahondó lo suficiente en muchas situaciones antes de pasar a otras. Por suerte, no llega al punto de afectar a sus excelsos personajes, es más cuestión de que no da tiempo a asimilar bien tanta información, de que parece tirar más hacia el resumen que hacia la exposición calmada. Eso sí, esto garantiza que puedes verla varias veces sin acusar desgaste.

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.