THE NEWSROOM – TEMPORADA 2.

The Newsroom
HBO | 2013
Productores ejecutivos: Aaron Sorkin.
Intérpretes: Jeff Daniels, Emily Mortimer, John Gallagher, Alison Pill, Thomas Sadocki, Dev Patel, Olivia Munn, Sam Waterston.
Valoración:

La segunda temporada de The Newsroom no se libra de la maldición que arrastró la primera: narrativa irregular, fallos importantes, mejoras evidentes… De hecho viendo el primer tramo del año estuve a punto de considerarla una decepción, porque en vez de crecer la serie iba a menos. Por suerte, a partir de su ecuador remonta de forma espectacular, ofreciendo algunos capítulos e historias de alto nivel.

Las tramas amorosas son flojas, con momentos pueriles indignos de un guionista del calibre de Aaron Sorkin. La cansina historia de Maggie y Jim da demasiadas vueltas sobre las mismas tonterías, sin llegar a nada, lastrando los primeros capítulos con partes aburridas e insustanciales. Tampoco funciona la catarsis que mueve a Maggie este año: la historia de África resulta cursi y sensacionalista. Que Jim se distancie cogiendo el trabajo de corresponsal es más creíble y efectivo, y da para buenas historias. El romance de Will y Mac está latente al principio, haciendo pensar en estancamiento, pero en el segundo acto reaparece con bastante fuerza… eso sí, para terminar estrellándose con la cutre proposición de matrimonio. De hecho, a pesar de la mejora de la temporada en su segunda mitad, el final recupera este tono romántico fallido y reúne algunos instantes malogrados. Los besos (de Mac con Will y de Sloan con Don), lo del matrimonio y el epílogo con cancioncita se acercan peligrosamente al dramón barato estilo Anatomía de Grey.

Otro aspecto negativo, aunque no excesivamente grave, es que los secundarios no terminan de despegar. Neal no se libra de ser un receso cómico bastante soso ni con una trama larga, la del Occupy Wall Street. Don y Sloan este año en vez de crecer se han visto limitados porque se usan como pareja cómica también: sus escenas juntos como trama de alivio son repetitivas y vulgares. ¿Qué fue del Sorkin capaz de mezclar humor sencillo pero eficaz mientras exponía temas trascendentes de forma amena y desarrollaba personajes encantadores? Ah, como echo de menos los ingeniosos diálogos de Josh Lyman y Donna Moss. Por suerte, los actores Thomas Sadoski y Olivia Munn son muy competentes, es más, el primero me parece la revelación de la serie, y espero que Sorkin sepa explotarlo más adelante.

Paralelamente a estas historias insatisfactorias (que no catastróficas) vemos que la crítica política se ha suavizado muchísimo. Recordemos que se le señaló mucho a Sorkin que fuera tan pesado a la hora de mostrar su visión del mundo. Ahora la política queda en segundo plano o se trata con más neutralidad (las elecciones al final de temporada se narran sin lanzar mensajes concretos con insistencia) y cobra protagonismo el tema esperado dado el escenario de la serie: el periodismo. Claras pero eficaces son las críticas contra los medios partidistas así como contra el periodismo aborregado que no se plantea nada ni trata de cambiar lo que no está bien. A través de Jim y su odisea como corresponsal de campaña vemos un buen ejemplo de este triste amoldamiento de los medios a lo que dictan los políticos, y su pequeña rebelión resulta agridulce, pues Sorkin muestra las ideas que llevarían al cambio pero se mantiene en la realidad: no cambiamos así como así.

Hasta aquí la temporada resultaba además algo lenta, tanto porque arrastra las ineficaces historias amorosas como porque entre los quehaceres diarios del noticiero no terminaba de emerger una trama central definitivamente: lo de Occupy Wall Street pasa sin pena ni gloria después de dedicarle bastante tiempo, por ejemplo, y la parte de Jim era bastante secundaria mientras en la oficina no se veía nada llamativo. Pero por suerte el tema de Genoa va creciendo de forma exponencial y a partir del ecuador la temporada se lanza a lo grande, pegando tal salto cualitativo que parece otra serie muy distinta.

Ahora The Newsroom se centra en lo que debería haberse centrado desde el principio: las noticias, los jaleos alrededor de ellas, el conflicto y la obligación moral del trabajo de periodista. Y en este tramo también encuentro que el desarrollo de personajes ha mejorado, al menos hasta los deslices finales. El incipiente alcoholismo de Maggie y la relación de Jim con Hallie resultan historias mucho más centradas y sólidas que las precedentes; los primeros pasos de Sloan y Don son interesantes, aunque la posición de secundarios cómicos les resta potencial; la dinámica entre Mac y Will por fin avanza, y con diálogos puro Sorkin, largos, veloces y llenos de inteligencia: vaya pedazo de conversaciones llenas de sutilezas y sentimientos contenidos se echan… y qué triste que lo remate con la ñoña petición de matrimonio.

Todo el tema del caso resulta genial, manteniendo un nivel de expectación impresionante. Además tenemos una narrativa a lo Sorkin llevada al extremo: recordemos esos capítulos de El Ala Oeste que empezaban por el final y luego te desgranaban todo el asunto; pocos autores, o quizá más bien ninguno, han sabido usar esta triquiñuela tan bien. Pues toda esta temporada es como un episodio de esos; vale que es corta, de sólo nueve capítulos, pero ya es nueve veces más longitud y complejidad. Así pues, la narración salta entre el desarrollo del caso, que los periodistas llevan con gran cuidado debido a su importancia, y los futuros líos con los abogados cuando el tema estalla, con lo que estamos ante un constante juego de «qué demonios ha pasado para que se arme una tan gorda». La abogada además pronto pasa de ser la típica letrada toca huevos para alzarse como un gran rol secundario. Finalmente, cuando se destapa el complot, todos los personajes se ven afectados de forma notable: sublime el temor a la hora de abordar nuevas noticias desde entonces, y las intenciones de dimitir y todo lo que esto arrastra.

Queda claro que nos enfrentamos a otra temporada irregular y difícil de catalogar, porque cuando es buena lo es tanto que dan ganas de zarandear a Sorkin diciéndole que se centre de una vez, porque es evidente que la serie todavía tiene mucho potencial y posibilidades de despegar del todo. A pesar de los fallidos personajes secundarios y las lastimeras tramas amorosas el relato es de un nivel más que correcto, y cuando llega lo bueno estamos ante una serie excelente a la que le falta solo un poco de brillo. Pero está claro que en solo nueve episodios no debería haber altibajos tan notables, y más cuando tenemos el antecedente de que Sorkin escribía veintidós por temporada en El Ala Oeste y los clavaba todos. Además, siendo el segundo año se espera que madure y crezca, y en vez de eso resulta aun más irregular.

También quiero mencionar que The Newsroom se enfrenta a otro problema: hay demasiados ojos puestos sobre la obra de este autor, y con los cuchillos afilados más de la cuenta. Por ello vemos la habitual mala uva de sus detractores, que hacen ruidosas críticas obsesionadas solo con los fallos, incapaces de ver más allá en su campaña de odio irracional. Hay algunas críticas que llegan a límites absurdos, como lo que escribieron en el blog de El País, Quinta temporada: Maggie es un rol femenino machista debido a sus endebles tramas amorosas (que me lo expliquen), por lo tanto Sorkin es un machista y su serie una mierda… pero eh, como Sloan es dura, madura e inteligente y nos jode la crítica, pues «argumentamos» que Sloan es un tío interpretado por una actriz. Con dos cojones. Con este panorama tan enturbiado The Newsroom adquiere mucha más mala fama de la que merece. Como expone Sorkin bastante bien, el poder que tienen los medios de comunicación no siempre se usa con objetividad y ética.

PD: ha cambiado la cabecera, y aunque ha mejorado algo es también aburrida.

Ver también:
Temporada 1.

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