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ORPHAN BLACK – TEMPORADA 5 Y FINAL

BBC America / Space | 2017
Drama, suspense, ciencia-ficción | 10 ep. de 44 min.
Productores ejecutivos: John Fawcett, Graeme Manson, David Fortier, Kerry Appleyard, Ivan Schneeberg.
Intérpretes: Tatiana Maslany, Jordan Gavaris, Kevin Hanchard, Maria Doyle Kennedy, Kristian Bruun, Ari Millen, Josh Vokey, Evelyne Brochu, Skuler Wexler, Cynthia Galant, Lauren Hammersley, Stephen McHattie, Kyra Harper, Rosemary Dunsmore.
Valoración:

Alerta de spoilers: Describo bastante a fondo la temporada. —

Me alegré cuando anunciaron que la quinta sería la última temporada de Orphan Black, porque era evidente el desgaste creciente. Y si bien la pequeña remontada en la cuarta recuperó mi fe, siendo además alentada porque con el final a la vista era de esperar que se pusieran las pilas, el presente curso ha sido el más flojo, hasta el punto de resultarme una decepción donde ni si quiera el desenlace ha disminuido las malas sensaciones, de hecho las ha agravado.

El problema se empezó a hacer patente en la segunda sesión y más grave en la tercera. Es el virus de Expediente X, eso de que los guionistas se empeñan en alargar las tramas dándole giros sensacionalistas poco meditados, añadiendo una maraña de capas que no sirve para disimular la falta de ideas y esfuerzo. En este caos las virtudes iniciales se iban diluyendo. Las agradables y entretenidas aventuras de las clones sobrellevando sus vidas empezaban a quedar demasiado eclipsadas por la impostada seriedad y el farragoso entendimiento del thriller de conspiraciones. El cuarto año recuperó un poco las formas, y auguraba que el tramo final iría al grano intentando arreglar el entuerto… Pero me temo que este virus alcanzó una extensión fatal y los escritores no han sido capaces de encauzar las cosas.

Lo peor es que da la sensación de que se aferran a unos pocos malogrados puntos clave y no son capaces de ver más allá, ni sus errores ni las necesidades de la historia. Uno ya lo conocíamos y estaba bien gastado: la dichosa enfermedad de las clones, que mucho amenazar pero afectaba solo a Cosima, y aparecía y se ralentizaba según quisieran apremiar o reservar el drama, y por tanto hace mucho que no había quien se la creyera. La segunda es el intercambiable enemigo. Tras marear la perdiz con Ferdinand, Evie Cho, Susan Duncan, Rachel, Leekie, Coady, la junta de tal y cual nueva empresa (otra que cambiaba cada poco tiempo), uno ya no sabía de quién huían y contra quiénes luchaban. Para colmo introducen a un nuevo tipo raro y medio loco que se supone el cabecilla de todo, P. T. Westmorland, pero no causa misterio ni temor alguno, sobre todo cuando empiezan a reaparecer otros que ya creíamos superados (Susan, Coady, Ferdinand) y las agendas se entrecruzan sin que terminemos, ahora que era más necesario que nunca, sabiendo a quién debe lealtad y qué planea cada uno. La tercera base mal exprimida es la permanencia en la isla de Westmorland y su panda de seguidores en plan secta. Su uso como guarida final del enemigo es bastante penoso, primero, por la falta de credibilidad en que dirigiera grandes investigaciones desde ahí y de la gente absurda que lo sigue, segundo, porque nos tiramos todo el año ahí, relegando el necesario avance de las historias sin disimulo alguno.

Cuando por fin parece que todo se va a encaminar hacia algo más concreto encontramos meteduras de pata y puntos grises en cantidad, hasta el punto de que no se entiende la mitad de lo que ocurre. No me creo que las luchadoras de Sarah y S. vuelvan a casa sin más, se rindan y acepten peticiones tan exigentes como que experimenten con Kira. Sigue sin entenderse los cambios de bando y las apariciones aleatorias de algunos secundarios como Ferdinand, Susan Duncan y Delphine, y, más importante, nunca se llega a vislumbrar qué persigue Rachel. La parte del detective Art no tiene ni pies ni cabeza: acepta trabajar con la policía infestada de los malos sin más lucha, y sólo de vez en cuando parece tomarse en serio lo de ayudar a las «sestras».

Así pues, no ha habido sensación de dirección, no ha surgido intriga por el porvenir de las clones, de si saldrán airosas y cuánto tendrán que sacrificar. Los villanos son más cansinos que nunca, no casuaban pavor alguno y como digo ni se llega a entender el plan y ambiciones de cada uno, más allá de terminar simplificando todo en un cutre concepto de cómic: Westmorland quiere ser inmortal a toda costa. Los secundarios, salvo Donnie, están cada vez más diluidos, incluso Scott, pero es que hasta las clones se atascan en un bucle eterno, con lo que se pierde aún más ese tono aventurero con toques de comedia que hizo destacar a la serie en sus inicios.

En esta situación se veía venir un final desastroso, y lo cumple bastante bien: los cierres a las tramas principales dan vergüenza ajena, y los personajes ya no tienen mucho que decir y no ofrecen nada sorprendente. Es delirante lo que hacen con Felix y su nueva hermana: desaparecen al poco y los usan como comodín externo para concluir una parte de la trama, mientras que la otra también llega sin más. Sí, tras cinco temporadas con las clones luchando incansablemente por conocer sus orígenes, librarse de sus enemigos, hallar la cura y poder vivir en paz, Cosima se tira todo el tiempo dando paseos por la isla con problemas irrelevantes y repetitivos, Sarah deja de ser ella y se apalanca en casa, lamentándose sin hacer nada, Alison apenas tiene un par de escenas para cumplir con su línea, Helena con su embarazo queda definitivamente como un macguffin dramático de baratillo, y finalmente la conspiración científica que las asfixiaba la resuelven Felix y Adele fuera de pantalla y la dichosa cura le cae a Cosima en las manos después de muchos amagos tramposos.

Para rematar, tenemos dos giros muy típicos y mal empleados: la muerte gratuita de un personaje para forzar un supuesto final trágico, pero que como es de esperar sabe a polvo por lo falsa que resulta, y el intento de recuperar los orígenes, de cerrar el círculo, a base de flashbacks, que no aporta nada necesario y se inclina también demasiado por la manipulación emocional. Y por si fuera poco el epílogo se apoya en otros clichés rancios: la reunión feliz en plan barbacoa en el patio trasero resulta tan pastelosa como insatisfactoria. El final parecía que iba a salvarse porque amagan con mostrar secuelas de todo en Sarah, pero no llega a dar nada llamativo y terminan por dejar esa y muchas otras cuestiones en el aire: ninguna tiene trabajo, ¿viven de Alison y Donnie todas?; ¿y qué fue del trabajo de estos?; la trama empresarial era enorme, pero por arte de magia se ha diluido por completo (¿y el control que tenía esta gente sobre la policía?), y además tras tanto ruido ningún país ni autoridad parece haberse enterado de nada; y no me he parado a analizar más a fondo para no sentirme peor.

Del año salvo bien poco. Una original y efectiva escena que recupera los líos con las clones, en esa fiesta que monta Felix donde las presenta poco a poco; el impactante cariz que toma el asunto del ojo Rachel, donde no se cortan un pelo a la hora de mostrarlo; la loca de Krystal seduciendo a un empresario para conseguir información. El resto, monotonía, vueltas en círculos, soluciones chapuceras para historias ya agotadas, y un insuficiente drama personal. Casi todos los capítulos se me hicieron larguísimos y pesados, y el final muy decepcionante. La personalidad de Tatiana Maslany imprime a todas las clones, incluso las que tienen breves apariciones, apenas sustenta una etapa errática, aburrida, que quizá aprobará por los pelos, pero como temporada de Orphan Black, más siendo la final, hay que considerarla fallida.

Ver también:
Temporada 4.
Temporada 3.
Temporada 2.
Temporada 1.

ORPHAN BLACK – TEMPORADA 4

Space/BBC America | 2016
Ciencia-ficción, suspense | 10 cap. de 45 min.
Productores ejecutivos: John Fawcett, David Fortier, Graeme Manson, Kerry Appleyard, Ivan Schneeberg.
Intérpretes: Tatiana Maslany, Jordan Gavaris, Kristian Bruun, Maria Doyle Kennedy, Josh Vokey, Evelyne Brochu, Ari Millen, Rosemary Dunsmore, Skyler Wexler, Jessalyn Wanlin, Gord Rand, Cynthia Galant.
Valoración:

Alerta de spoilers: Presento la situación inicial de tramas y personajes sin desvelar nada más allá.–

Da la impresión de que los autores fueron conscientes de ello o que escucharon las críticas sobre que las tramas de conspiraciones se estaban yendo de madre (farragosas y poco entretenidas) y limitaban los aciertos de la serie, esto es, la odisea de las clones por averiguar sus orígenes y sobrevivir a las intrigas que las amenazan. Se nota más esfuerzo por volver a ponerlas en el centro de la narración, pero sobre todo en hacer más tangibles esas historias de corporaciones e individuos cuyos fines no quedaban nada claros anteriormente. Sigue habiendo algunos fallos, pero en líneas generales la temporada ha recuperado bastante el tono de sus orígenes.

Empezamos con lo mejor, un fantástico capítulo centrado en los últimos días de Beth, la detective cuyo suicidio ante Sarah inició este viaje. Su tragedia resulta demoledora y te atrapa con fuerza de nuevo en una aventura que recupera el drama de personajes, la emoción y el ritmo tras haberse tornado demasiado impersonal, fría, y a la vez caótica. Pronto conocemos más a fondo a Krystal la poligonera obsesionada con el ejercicio físico, a una nueva y difícil compañera (MK, la hacker huraña), y volvemos a tener el grupo inicial algo más unido. Alison y Donnie enfrentan las repercusiones por sus juegos fuera de la ley, pero su sección no se alarga más de la cuenta, sino que enseguida vuelven a trabajar codo con codo con las otras clones. Helena con su embarazo empieza a centrarse, y tampoco ocupa más tiempo de lo debido. Rachel enfrenta sus debilidades y trata volver a hacerse fuerte en la industria. Cosima trabaja incansablemente desde un laboratorio improvisado para buscar la cura de las dolencias conocidas y desconocidas de las clones (escalofriante el gusano robótico), y Sarah hace el trabajo de campo tras elegir más bien por la fuerza entre huir y esconderse o pelear por un futuro mejor. Y cómo no, debo destacar otra vez el enorme papelón múltiple de Tatiana Maslany, que sigue sumando roles a una interpretación memorable.

Las distintas facciones que van tras las clones siguen al acecho, pero, ¿quién es quién? Se empieza a mostrar mejor el asunto, aunque sea a costa de olvidar con poco disimulo tanto lío de Castor, Topside (que ni recuerdo qué eran exactamente) y otros individuos en solitario, para centrarlo todo en una nueva compañía global, Brighton, y una intenciones más claras: hay una lucha de egos por controlar el futuro de la manipulación genética, sea con clones o con bots que alteran el ADN. Centran este lío empresarial en las ambiciones de Evie Cho (seguidora de Leeki) y las de Susan Duncan, sobre las que las clones deben averiguar qué traman y actuar en consecuencia. Las incursiones en la sede de Brighton para investigar, la lucha constante de Sarah por mantener a salvo su familia, otros pocos flashbacks a Beth, la presencia novedosa de Krystal y MK, y los roces entre Sarah y Fe que emergen ante tanto estrés, son los mejores momentos de un año como digo más centrado en lo emocional (incluyendo la vuelta de la estupenda vena cómica) y menos en el artificio. Pero aun así algunos fallos siguen presentes, limitando un poco su potencial.

De nuevo la enfermedad de Cosima es un auténtico comodín a usar según le dé la gana a los guionistas. Rachel necesitaría algo más de definición, aunque mejora cuando empieza a labrarse su nuevo ascenso. Y sobre todo, la mezcla de intrigas vuelve a opacarse un poco en el tramo final, dando un último capítulo un tanto aburrido y que vuelve a caer en errores antiguos: meter de nuevo figuras en la sombra que no sabemos qué persiguen, como el otro directivo importante de Brighton o el tipo misterioso de la isla, a lo que se le suman los cambios de bandos constantes y poco explicados de secundarios como Susan o Ferdinand, o la reaparición final de otro rol cuyas intenciones y lealtades tampoco se entendían.

La mejora evidente, sumada a la noticia de que la quinta que será la última, es decir, el saber que en vez de poner más capas de conspiraciones van a ir hacia las resoluciones, me hace tener esperanzas en un buena temporada final.

Ver también:
Temporada 3.
Temporada 2.
Temporada 1.

ORPHAN BLACK – TEMPORADA 3

BBC America | 2015
Drama, suspense, ciencia-ficción | 10 ep. de 44 min.
Productores ejecutivos: John Fawcett, David Fortier, Graeme Manson, Alex Levine, Ivan Schneeberg.
Intérpretes: Tatiana Maslany, Jordan Gavaris, Kristian Bruun, Maria Doyle Kennedy, Josh Vokey, Evelyne Brochu, Ari Millen.
Valoración:

En sus inicios Orphan Black deslumbró como un thriller bastante original y con algunos puntos fuertes sólidos. Las aventuras de las clones por el mundo, conociéndose y uniéndose para desentrañar el misterio que las dio vida, jugaban con varias personalidades muy atractivas (todas interpretadas magistralmente por Tatiana Maslany) y se apoyaban en algunos secundarios llamativos (Felix, Donnie, Scott). La acción, el drama y el humor estaban bien equilibrados, y la conspiración se presentaba prometedora, avanzaba despacio pero con buena letra. Pero todo empezó a diluirse en la segunda temporada, y en la tercera ha seguido perdiendo fuelle mientras además los fallos crecen. El equilibrio de géneros se ha roto, las historias personales de las clones se han separado casi por completo, la trama de misterio es farragosa, y ha empezado a tomarse demasiado en serio.

El intento de aportar humor se centra en Alison, y acaba desmadrando en una historia paralela que no lleva a nada para el excesivo tiempo que ocupa. Olvídate de ingeniosos y divertidos encuentros entre clones, salvo por un par de escenas, el hallazgo de la maquilladora y el jaleo de Alison y Cosima en el colegio. El drama y la acción se apoyan en el caos de conspiraciones, con lo que no consiguen transmitir cercanía y verdadera sensación de peligro ni en los momentos más difíciles, como el cautiverio en pleno desierto de Sarah y Helena. Y les cuesta horrores mantener en el juego a algunas clones: Cosima aburre cada vez más con su enfermedad que va y viene según quieran avanzar en la historia o no, y Alison como digo tiene una especie de serie aparte.

El principal problema y del que surgen los demás es que la intriga de conspiraciones, que va copando cada vez más protagonismo, roza el desastre. Tiran por la idea de enmarañar todo con poca insinuación y mucho de no decir nada, como si eso fuera narrar con inteligencia. Un thriller de calidad es uno que atrapa porque las pistas y revelaciones llegan de forma gradual y coherente manteniendo el misterio pero a la vez siendo inteligible, es decir, puedes ir pensando y construyendo teorías en tu cabeza. Aquí no existe ninguno de esos factores. Los capítulos resultan confusos y caóticos porque sueltan datos sin ton ni son en historias que no parecen ir hacia ninguna parte. Topside, Leda, Castor, doctores de cuyo nombre no te acuerdas, la vieja petarda del desierto, los que se llevan a Rachel… Cada dos por tres aparece una nueva sección o conspiración, cuando todavía no se ha empezado a explicar de qué va la anterior. Llega un momento en que no hay manera de saber cuál de ellas están intentando desentrañar las clones, quién busca a quién y por qué. Con los personajes más o menos igual. Rachel sufre un cambio en su vida sin que haya quedado del todo claro qué hacía en su puesto; Delphine ahora parece ser mala, o no, yo qué sé, porque no se explica nada; y luego están los secundarios que aparecen y desaparecen sin más: el incomprensible personaje de James Frain (qué forma de desaprovechar a semejante actorazo), el cansino ex de Beth que parece haber cambiado de bando otra vez, la novia de Cosima como otro de esos engaños que no lleva a nada, los clones de Castor que no se diferencian entre sí ni me interesa su destino, el dramón de la chiquilla (la que se fugó con uno de estos clones) que ya era cargante en la sesión anterior…

Son las clones las que consiguen mantener todo unido en un equilibrio precario: las vidas de las hermanas sigue interesándome incluso cuando se pierden en esas subtramas malogradas. Así, Alison y su marido me caen de puta madre y me gusta verlos desenvolverse por el mundo, pero me apena que no les dieran una trama con un rumbo más claro y relacionada con el resto. Sarah es una heroína con gran magnetismo, siempre decidida a luchar por los suyos, y Fe y S son unos apoyos geniales, ella por su pasado oscuro, él por su fidelidad y estilo… pero la mitad del tiempo no sé qué andan buscando, de dónde emerge el nuevo peligro. Helena sale mejor parada: manejan bien los cambios entre el drama y la comedia, algo que no es fácil con un personaje loco, pues se te puede ir hacia la parodia involuntaria en cualquier momento, y sus motivaciones son más simples y por lo tanto más claras. Cosima está en el otro extremo: me resultaba encantadora, pero su trama actual no saca nada de ella, sólo un romance simplón. Y la última que han encontrado, Krystal, es otro puntazo, demostrando otra vez el enorme talento de Tatiana Maslany, que ya lleva siete personajes principales distintos, más unos cuantos secundarios, y todos están interpretados con una perfección y detallismo alucinantes. Caben destacar los momentos en que una se disfraza de otra: hasta interpretando a un personaje que se hace pasar por otro somos capaces de discernir quién es quién por un simple gesto. Así pues, hay que decir de nuevo que el papelón de Maslany no tiene la fama y repercusión que merece.

Pero sí, por mucho que molen las clones, en líneas generales esta no es la Orphan Black en la que me embarqué, aquella aventura emocionante y divertida con personajes carismáticos que luchaban contra problemas tangibles. Se ha convertido en hija bastarda de Expediente X, otra serie de conspiraciones improvisadas sobre la marcha donde ponen una nueva capa sin terminar de asentar la anterior. Prácticamente todos los capítulos me transmitieron la sensación de dar vueltas en círculos, de desaprovechar un buen potencial, de fallar a la hora de narrar los distintos frentes con la fluidez e interés necesarios. Y no levanta cabeza ni en el tramo final, donde parecía que iban a dar algunas respuestas con el hallazgo de la fuente de las clones, pero, como es de esperar en este género, lo que hacen es darle otro giro forzado más, y encima tan flojo que no deja huella. Por la forma en que he pasado del entusiasmo a la decepción, por la forma en que están desarrollando la serie, me da a mí que no va a volver a encarrillarse.

Ver también:
Temporada 2.
Temporada 1.

ORPHAN BLACK – TEMPORADA 2


BBC America | 2014
Productores ejecutivos: John Fawcett, David Fortier, Graeme Manson, Ivan Schneeberg.
Intérpretes: Tatiana Maslany, Dylan Bruce, Jordan Gavaris, Kevin Hanchard, Michael Mando, Maria Doyle Kennedy, Inga Cadranel, Evelyne Brochu, Matt Frewer, Kristian Bruun, Skyler Wexler.
Valoración:

Una ligera decepción ha supuesto la segunda temporada Orphan Black, no porque sea mediocre, sino porque en vez de ir a más se ha estancado bastante. El primer año mostraba gran vitalidad y su potencial apuntaba maneras tanto en las tramas, incluso sabiendo que la conspiraciones de clones y empresas oscuras no son novedosas, como en los personajes, todos muy atractivos y con historias fantásticas. Pero en vez de crecer se ha adormecido y apalancado en algunos convencionalismos.

La trama principal de esta etapa es la huida de Sarah con su hija y la búsqueda de respuestas en el tema clon, donde Cosima como empleada de Dyad es quien más puede aportar. Pero me temo que no se avanza con determinación y en línea recta. Sarah se tira a la fuga todo el año sin hacer prácticamente nada. El exnovio es un personaje carismático pero poco sustancioso. Los líos dramáticos con la hija en los problemas que surgen por el camino acaban siendo algo simplones. El enviado de Rachel pone más tensión, pero tampoco da nada espectacular. Cosima y Delphine pasan por problemas varios también, pero igualmente la sensación es que se marea la perdiz para no avanzar demasiado. Y el problema es que cuando por fin se lanza la historia realmente no se ve mucho contenido. El hallazgo del anciano que lideró el proyecto inicial, la enfermedad de Cosima, la forzada necesidad de coger a Kira para estudiar a los clones y las confusas ambiciones de Rachel se juntan al final pero no dan un desenlace de altos vuelos, si acaso resulta más sensacionalista de lo esperado. La entrada en escena de la jefa superior (aparición estelar de Michelle Forbes), los nuevos clones, los nuevos pactos y secuestros… todo queda muy artificial pero poco tangible y acaba demasiado abierto. Un camino y desenlace que se acercan peligrosamente al estilo de Expediente X y Perdidos, cuando la primera temporada se caracterizaba por lo contrario, por saber ir al grano y explotar las sorpresas sin vacilar, sin meter rellenos y sin caer en giros sensacionalistas.

Mientras, el resto de personajes quedan un poco en suspenso y tienen trayectorias irregulares. Con la pareja de policías no saben qué hacer. Art se ve limitado a comodín de apoyo, Angela molesta un poco a los demás de vez en cuando y ya está. En la primera sesión el jaleo policial fue de lo más interesante del año, si aquí no cabía por la evolución de las tramas que se lo hubieran quitado de encima. La simpática Adison ve su parte extendida con rellenos: el musical y la desintoxicación son recesos cómicos efectivos para mantenerla en juego, pero sin meterla de lleno en los fregados principales sabe a tiempo perdido. Su marido gana protagonismo, por eso de que se pensaban que era su vigilante, lo que da algo más de conflicto relacionado con las tramas importantes, y también ofrece un sinfín de momentos humorísticos muy logrados. Felix sigue siendo un secundario excelente, un derroche de carisma y un gran apoyo para el resto de protagonistas. La Señora S es cada vez más intrigante, y se juega muy bien con las dudas sobre su lealtad. En el lado contrario a ésta está Paul: en cada capítulo parece apoyar sus lealtades en sitios distintos y no se sabe qué hace entre una aparición y otra.

En paralelo tenemos el confuso lío de la granja, con los proletianos. No termina de quedar claro de qué va y qué pretende esa gente. Al principio pensaba que se oponían al progreso de la ciencia genética en humanos, pero con los planes con Helena todo se emborrona. Además la chica y el chico y su fuga son bastante cansinos. Finalmente cabe decir que la reunión de las clones solo se produce en un par de ocasiones y no dan escenas brillantes como en el primer año. Es decir, la serie ha perdido otro de sus elementos más llamativos, las locuras que se montaban cuando se juntaban… Pero en su favor hay que decir que quizá repetir esa jugada sería explotarla demasiado, y más cuando las tramas están tan separadas.

En líneas generales seguimos teniendo un thriller de acción con toques de ciencia-ficción muy entretenido y con un punto de humor negro muy conseguido (el destino de Aldous, la clon transexual, la partida de rol…) que se ve realzado por tener unos protagonistas con gran carisma a pesar de estar la mitad interpretados por la misma actriz, o más bien gracias a ello, porque de nuevo Tatiana Maslany está extraordinaria dividiéndose en varios roles. El resto del reparto es bueno también. El ritmo ha sido moroso en algunas ocasiones pero nunca lento o aburrido. La puesta en escena es excelente. Pero en lo que respeta a la progresión de trama y personajes, después de avanzar en círculos el desenlace no nos deja en una posición clara y atractiva en ninguno de los dos casos. La inspiración de los guionistas parece haber alcanzado un tope, y espero que se recuperen, porque todavía es una serie con bastantes posibilidades.

Ver también:
Temporada 1.

ORPHAN BLACK – TEMPORADA 1.


BBC America | 2013
Productores ejecutivos: John Fawcett, David Fortier, Graeme Manson, Ivan Schneeberg.
Intérpretes: Tatiana Maslany, Dylan Bruce, Jordan Gavaris, Kevin Hanchard, Michael Mando, Maria Doyle Kennedy, Inga Cadranel, Evelyne Brochu, Natalie Lisinka.
Valoración:

Una joven punk anda metida en jaleos con las drogas y con su novio delincuente de poca monta, por lo que ha decidido mantenerse apartada de su hija, que dejó a cargo de quien anteriormente fue su tutora legal, hasta que su situación mejore. En un giro del destino se encuentra con una mujer que es exactamente igual que ella, pero antes de que pueda hablarle, esa chica se suicida delante de ella. En el curso de la investigación por averiguar quién era termina suplantando su vida como agente de policía, y a partir de ahí se ve envuelta en una complicada trama de clones y asesinatos, con la dificultad añadida de mantener el juego de la doble personalidad.

En principio la premisa no parece ser muy original. El tema de los clones y las conspiraciones viene de largo en la ciencia-ficción televisiva. Pero desde las primeras escenas Orphan Black atrapa con un estilo propio muy marcado y sobre todo con un ritmo impresionante a través del cual se desarrolla una trama muy bien planificada. Cada capítulo es una bomba donde avanza muchísimo la historia y los personajes viven y sufren de todo, una explosiva mezcla donde hay tiempo para la aventura de supervivencia, la conspiración misteriosa, la investigación policial, el drama personal, el choque contra una vida nueva llena de mentiras y bastante humor rebuscado (de ese que te meten sutilmente donde menos te lo esperas) a veces incluso con un atrevido tono de auto parodia (la fiesta en casa de Alison es un vacile constante con la verosimilitud de la propuesta). En diez episodios la serie cuenta a una velocidad envidiable y con una intensidad que atrapa por completo una trama que los amantes de la ciencia-ficción estamos acostumbrados a ver improvisada durante muchas temporadas (Expediente X o Perdidos a la cabeza).

Pero quizá su cualidad más llamativa es el enorme hallazgo que supone la actriz principal. Tatiana Maslany tiene bastante experiencia, pero no se había hecho notar hasta ahora. Su interpretación de tres o cuatro personajes distintos por episodio ha sido espectacular. Con qué habilidad salta de un registro a otro, qué bien capta cada rol en una actuación completísima tanto en lo físico (poses y gestos que definen a cada una de ellas) como en lo psicológico: en todo momento sabes qué piensan, qué sufren y cómo responderá cada una. Tenemos a Sarah, la protagonista inicial, una joven macarra y decidida especialista en supervivencia. Cuando se topa con el embrollo de los clones enseguida toma la iniciativa y se hace indispensable, más teniendo en cuenta que suplanta a la policía suicida, Beth, que estaba al tanto del asunto: junto a Cosima y Alison investigaba sus orígenes. Cosima es una estudiante de biología evolutiva, medio hippie, medio hipster y lesbiana (o bisexual, a saber), que resulta es esencial para entender la ciencia tras la conspiración (y sí, qué causalidad que haya una científica en el grupo). Alison es un ama de casa clásica, con un matrimonio aburrido y dos hijos; «maruja futbolera» la llaman, la típica madre que va siempre en chándal y que maneja los eventos deportivos de los niños del barrio. En otra onda está la loca de Helena, pero no diré más para no arruinar el desarrollo de la trama.

Más de una vez me he acordado del flojo papel de Eliza Dushku en Dollhouse, donde también tenía que sumergirse en distintos roles: lo que puede cambiar las cosas un intérprete con talento. Todos los clones protagonistas están muy bien descritos sobre el papel, pero la verosimilitud y la conexión con el espectador se consiguen por la insuperable labor de Maslany. Sin este papelón sin duda la serie no habría resultado tan sólida y atractiva. Y es evidente que los guionistas han visto un chollo en ella, porque capítulos como el citado de la fiesta no sólo se sostienen por su labor, sino que descaradamente la exprimen.

No me olvido del resto del reparto. Sus compañeros policías son personajes sencillos pero eficaces y creíbles, el amigo gay (Jordan Gavaris también actúa muy bien) puede parecer el típico colega simpático, pero pronto se libra de los tópicos (por no decir que se ríen de ellos: su entrada en la fiesta de Alison como falso camarero es genial). Sin embargo todavía es pronto para decir más, porque algunos, como el novio de Beth o los individuos de la corporación, empiezan a definirse hacia el final.

Orphan Black ha sido un hallazgo inesperado para los seriéfilos. No se estrenó con expectación alguna (nadie la esperaba, no tuvo mucha publicidad), y por el argumento parecía ser una producción más del género. Pero las notables cualidades citadas la han lanzado rápido por internet. Eso sí, todavía hay alguno que dice «es un entretenimiento intrascendente pero bien hecho», como si no ser un drama psicológico complejo estilo HBO te relegara automáticamente a una segunda división. Orphan Black es una serie notable en general y un gran hallazgo para los amantes de la ciencia-ficción clásica, tanto porque supone un soplo de aire fresco en un argumento bastante sobado como porque no engaña con rodeos e improvisaciones. ¡Viva las temporadas cortas bien planeadas! Y joder, ¡viva Tatiana Maslany!