LUCK – TEMPORADA ÚNICA.

Luck
HBO | 2011
Productores ejecutivos: David Milch, Michael Mann.
Intérpretes: Dustin Hoffman, Dennis Farina, John Ortiz, Richard Kind, Kevin Dunn, Ian Hart, Ritchie Coster, Jason Gedrick, Kerry Kondon, Gary Stevens, Tom Payne, Jill Hennesy, Joan Allen.
Valoración:

La última gran apuesta de la HBO se ha estrellado con bastante ruido, tanto en audiencia como en imagen. Por un lado, como es de la HBO muchos medios (profesionales y aficionados) han hecho bastante seguimiento sobre ella, pero en cambio en la emisión no llamó mucho la atención, teniendo audiencias que se pueden considerar un gran fracaso para los nombres que había tras las producción y lo que se esperaba de ella. Por el otro lado, el sonoro tema de la muerte de tres caballos en el set de rodaje hacía peligrar la categoría de una cadena que basa su éxito en la imagen que da y los abonados que por ella consigue. Las audiencias quizá hubieran truncado la serie antes de lo esperado, pero es difícil de saber con esta gente: Treme la ve menos público y tiene carta blanca total, así que yo apuesto que probablemente hubiéramos visto tres o cuatro temporadas.

Luck narra por dentro y por fuera el día a día en un el mundo de las carreras de caballos. Seguimos las andanzas de los jinetes, con sus problemas para encontrar trabajo o dar el peso. Vemos la rutina de los entrenadores y quienes les rodean (dueños de caballos, veterinarios…). Conocemos a un grupo peculiar de apostadores «profesionales», quienes tras ganar un buen premio se enfrentan a un cambio en sus vidas… o más bien a hacer lo mismo pero más a lo grande (comprando caballos inclusive). Y de fondo, un anciano empresario recién salido de la cárcel maquina un plan para hacerse con el hipódromo y abatir a sus enemigos por el camino.

El principal artífice de Luck es David Milch, quien sigue un estilo parecido al que ofreció en Deadwood. Narra la vida de numerosos personajes (tantos que no los voy a presentar uno a uno) en grupos que no tienen por qué tener conexión directa entre ellos más allá del entorno que da forma a sus vidas. La calidad en la descripción de estos protagonistas es notable, cada uno queda definido en su primera escena y mantiene un dibujo sólido y creíble en todo momento. Todos los habitantes del lugar enganchan rápidamente y evolucionan a través de unas historias quizá demasiado pausadas pero sin duda con la suficiente fuerza como para interesar y dejar la sensación de que se está viendo un buen drama. El grupo de tontitos apostadores (todos encantadores, divertidos, humanos) viendo un vuelco en sus vidas, los entrenadores, jinetes y demás cuidadores inmersos en problemas no espectaculares, no de altos vuelos, pero sí bastante entretenidos… Todos en conjunto ofrecen un mosaico de historias bastante prometedoras. No estamos ante un Los Soprano, ni siquiera ante Deadwood, que pecaba también de lenta y algo dispersa, pero la base tenía mucho potencial… un potencial que lamentablemente no fue bien rematado.

El problema principal surge cuando salimos del hipódromo y nos topamos con la intrigante pareja de Chester (Dustin Hoffman), el empresario con aires de gánster que va tras el hipódromo, y Gus (Dennis Farina), su mano derecha y guardaespaldas. Al contrario que el resto del reparto no tienen un día a día más variado, pues toda su presencia se dedica a una trama más larga que no termina de tomar forma, y mientras, sus vivencias no aportan nada tangible ni emocionante. El ligoteo con la cuidadora de caballos, los roces con su enemigo, el jaleo con el joven que contratan de intermediario… nada resultaba interesante. Sumémosle sus esporádicas apariciones, el gran distanciamiento respecto al grueso de personajes, los discursos de Chester tan abultados y espesos como intrascendentes… Y para rematar tenemos lo poco que se explica la relación entre ellos dos, quienes no parecen encajar y su dinámica resulta confusa. Hasta el final de la temporada la pareja no funciona, resulta una molestia, una desviación sin rumbo claro. Eso sí, en los dos últimos episodios ganan mucho, dando algunas buenas escenas (la del restaurante donde Gus evita un atentado contra Chester es memorable), lo que hace pensar que probablemente en la segunda sesión la cosa hubiera mejorado.

Esta pareja ejemplifica muy bien el otro gran lastre de la serie, su principal escollo a la hora de levantar el vuelo, tanto en calidad como en interés. El arco argumental resultaba más que denso opaco, más que sutil invisible. El rumbo y objetivo de las tramas centrales y algunas subtramas, cuando no estaba difuminado no se entendía. Por ejemplo, cuesta horrores enterarse de la historia pasada de Walter (Nick Nolte), con lo que no se sigue muy bien cuando ese pasado vuelve a acosarle. Pero en la parte de Chester era todo así: distante, incomprensible. Y para rematarlo aparece Michael Gambon como su némesis y la cosa se vuelve más oscura y densa, hasta el punto de que ni siquiera sus inmensas interpretaciones hacían interesante la historia, y mucho menos inteligible.

Así pues, Luck tiene dos fallos notables. Uno es un grupo de personajes que inicialmente (por el actor y la importancia que parecían darle al rol) prometía ser crucial y pronto resulta una carga. El otro es que los guionistas pierden de vista el objetivo principal de cualquier serie o película: narrar una historia que entretenga y se entienda. Le sobra pretenciosidad y densidad para lo poco que en realidad han mostrado, y le ha faltado ritmo, vitalidad y sobre todo claridad. Una cosa es una narración pausada (Carnivàle, Deadwood, Boardwalk Empire), otra lentitud. Una cosa es una narración inteligente (es decir, compleja y exigente, como Boardwalk Empire o The Wire), otra ir de listo y asumir que no hay que explicar nada. Cuántas veces un personaje, un diálogo o una escena deja la sensación de que el guionista quiere decir algo de forma sutil pero resulta imposible de descifrar. O todo lo contrario: cuántos instantes inflados a base de artificio tenemos, aunque se vea claramente que no son para tanto (muchas escenas de Chester, algunas secuencias como las carreras del último episodio…).

Decir que la serie tiene un gran acabado visual es quedarse corto. Milch se une a nada más y nada menos que Michael Mann (Heat, El último Mohicano, El dilema) para levantar el proyecto con un aspecto cinematográfico de altísimo nivel. El piloto dirigido por Mann es visualmente fascinante, con algunos instantes sobrecogedores (las carreras de caballos vistas como si estuvieras corriendo tú también son increíbles), pero la impronta de toda la temporada es exquisita, de las mejores de los últimos años. Y a eso le tenemos que sumar una banda sonora al estilo de Mann, es decir, a base de seleccionar temas existentes (algo que sale carísimo), que funciona de maravilla sumergiendo grupos reconocibles (con predilección de Massive Attack o Sigur Rós) en escenas con las que se fusionan por completo. Y estando en la HBO no puede faltar un reparto que más que bueno parece desmesurado, tanto en talento como en caché. Todos los que están en la ficha técnica (por no repetir la larga lista) están perfectísimos, y no soy capaz de destacar a unos pocos en concreto.

Resumiendo, aunque Luck es visualmente impresionante, tiene un grupo de personajes excelentes con algunas historias bastante correctas y el reparto es inmenso, también peca de lenta y dispersa en un momento e innecesariamente densa en el siguiente, con lo que nunca termina de convencer por completo. O dicho de otra forma, se ve mucho talento y buenas ideas, pero no se ejecutan bien. Ahora bien, me apena la cancelación (aunque la segunda temporada estaba rodándose, no parece haber intenciones de apañar material para darle un cierre en forma de película o miniserie). Yo ya me había enganchado a esos personajes tan bien perfilados, a los destellos de calidad (hay un puñado de escenas enormes, y algunas magistrales), al soberbio acabado audiovisual. Y también porque a la HBO siempre hay que darle margen de sobra por si acaso: quiénes vieron The Wire o Carnivàle en su momento, y ahora ocupan en lugar que les corresponde (entre las más aclamadas de la historia), o cuántos dijimos que la primera de Boardwalk Empire era aburrida y la segunda resultó impresionante, o quién ve media temporada, o incluso una entera, de The Wire, Treme o En terapia y se entera de algo… Dudo que Luck hubiese perdido calidad o interés en su segundo año, seguramente hubiera ocurrido todo lo contrario.

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