JACK RYAN – TEMPORADA 2

Amazon Prime Video | 2019
Suspense, acción | 10 ep. de 40-58 min.
Productores ejecutivos: Carlton Cuse, Graham Roland.
Intérpretes: John Krasinski, Wendell Pierce, Mike Kelly, Jordi Mollá, Francisco Denis, Noomi Rapace, Cristina Umaña, John Hoogenakker, Jovan Adepo, Tom Wlaschiha, Eduar Salas, Susan Misner.
Valoración:

Como comenté en la primera temporada, los productores y guionistas sintieron que la saga de novelas de Jack Ryan de Tom Clancy había envejecido mucho y prefirieron optar por una adaptación más libre. Este año se podría decir que los guionistas principales, Carlton Cuse y Graham Roland, se inspiran en la ambientación y el tono Peligro inminente (1989), pero cambiando los cárteles de la droga de Colombia por las intrigas políticas de Venezuela.

La delegación de la CIA en Venezuela pone el ojo en la corrupción del gobierno y su posible conexión con Rusia, pues hay un misterioso satélite secreto, mercenarios y excavaciones mineras no declaradas que apuntan a alguna conspiración. Ryan se encabezona con todo ello, luchando contra las intrigas locales y los impedimentos de su propio gobierno, siempre temeroso de agitar demasiado el avispero… cuando no le conviene políticamente, porque si fuera así, tendrían carta blanca para cualquier movida.

Hay mejoras respecto a la primera etapa, pero no se libra de seguir arrastrando cierta irregularidad. Tenemos más cohesión en los distintos frentes, algunos personajes mejor definidos con diálogos muy logrados, y escenarios mejor trabajados desde el guion y espectaculares gracias a la puesta en escena.

La relación entre Ryan y James Greer sigue siendo muy agradable, y John Krasinski y Wendell Pierce son dos buenos actores que llenan la pantalla. Ahora se les suma el jefe de la sucursal, Mike November. Su intérprete, Michael Kelly, es uno de esos secundarios vistos en incontables series, pero pocas veces tiene un rol con sustancia suficiente como para mostrar su valía, y esta ocasión no la desaprovecha. Se hace pronto indispensable, las escenas de choques y acercamientos entre los tres logran que cualquier situación sea la mar de divertida.

A veces no sé si los autores se pasan de la raya intentando que quede Ryan como un héroe y acaba siendo más bien cabezón y arrogante, o si pretendían dibujar un rol más gris y falible. Sea como sea, las peleíllas con la cadena de mando dan mucho juego, y las aventuras desentrañando la confabulación son muy entretenidas.

La política local tiene algún claroscuro, pero en líneas generales se siente verosímil. El presidente debería haber tenido más aristas para alejarse del estereotipo de corrupto malvado sin más, y Jordi Mollá no logra componer un villano temible. Pero sus secuaces y oponentes enriquecen bien el panorama. Destacan Miguel Ubarri, general y principal amigo y asesor, que muestra una cara más humana, con dudas y problemas más tangibles, y un Francisco Denis que convence más en el papel, y la opositora Gloria Bonalde (Cristina Umaña), que parte del perfil típico de gente valiente y comprometida contra las injusticias, pero su trayectoria enfrentando numerosas dificultades es apasionante.

Encontramos otros tantos espías, mercenarios y asesinos de distintos bandos. Algunos funcionan bastante bien, como la entrada de Marcus Bishop (Jovan Adepo) o el ya conocido Matice (John Hoogenakker). Pero también hay otros que prometían dar más juego y se quedan a medio gas, como la enigmática Harriet Baumann, que no termina de sentirse bien conectada con la historia ni tiene química con Ryan, desaprovechando el fichaje de Noomi Rapace, o el asesino Max Schenkel (Tom Wlaschiha), cuyas motivaciones no convencen a pesar de que los guionistas intentan darle tiempo para que cale. Y es extraña la aparición de Arnold Vosloo como mercenario, limitada a un par de escenas, pero estas son bastante graciosas.

La puesta en escena aprovecha bien un presupuesto sin duda generoso, logrando una serie bastante vistosa y con tramos muy emocionantes. Las labores de fotografía y dirección son notables, las incontables localizaciones por medio mundo resultan imponentes, y hay algunas escenas de acción dignas de cine, como el ataque a la comitiva, que recuerda a la propia adaptación de Peligro inminente (Phillip Noyce, 1994). Y Ramin Djawadi aporta una banda sonora de suspense y acción bastante versátil.

Pero me temo que en el tramo final ocurre como en la primera temporada, las buenas formas y el tono de thriller serio se dejan de lado al decantarse por una línea de cine de acción estúpido, lleno de tiroteos imposibles y demás escenarios sensacionalistas cuando no rocambolescos. Las intrigas cruzadas y los conflictos personales y éticos quedan por los suelos, desluciendo bastante el conjunto.

Los autores no se andan con rodeos a la hora de poner a parir a Venezuela, y la verdad es que se lo merece, parece que no hay quien salve el país, así que por este lado no puedo quejarme de la copaganda, el ensalzamiento de las fuerzas del orden patrias frente a los extranjeros. Sin embargo, en el desenlace sí cae de lleno en esa tendencia, con los agentes de la CIA invadiendo el mismísimo palacio presidencial a tiros e imponiendo su justicia por la fuerza.

Otro detalle destacable es que hay mucho diálogo en español, pero la mitad de los actores no dominan el idioma y evidentemente lo que hacen es aprenderse los diálogos de memoria, lo que queda fatal de cara al hispanohablante. Para la siguiente temporada, desarrollada en Rusia principalmente, no se complican, y todo el mundo habla en inglés, intuyéndose cuándo hablan entre ellos en el idioma que les corresponda. Prefiero esto último a dejarlo a medias, pero una obra que pretenda mantener un buen estándar de ambición debería hacerlo bien.

Ver también:
Temporada 1 (2018)
-> Temporada 2 (2019)

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