STAR TREK: LA NUEVA GENERACIÓN – TEMPORADA 4

Star Trek: The Next Generation
Sindicación | 1990
Ciencia-ficción, suspense, drama | 26 ep. de 45 min.
Productores ejecutivos: Rick Berman, Michael Piller.
Intérpretes: Patrick Stewart, Jonathan Frakes, LeVar Burton, Brent Spiner, Michael Dorm, Marina Sirtis, Gates McFadden, Will Wheaton, Colm Meaney, Rosalind Chao, Whoopie Goldberg.
Valoración:

MENOS MADUREZ DE LA QUE SE ESPERABA

Al encarar la tercera temporada con importantes cambios en el equipo de productores y en la sala de guionistas, Star Trek: La nueva generación maduró por fin y parecía dirigirse hacia nuevos caminos. Pero inesperadamente, en esta cuarta y las siguientes etapas no terminaron de ir a por todas, y aunque por suerte no volvieron al inmovilismo inicial y mantuvieron muchas de las mejoras que habían asentado, se quedaron a medias de todo lo que prometían y seguían presentes problemas enquistados desde sus inicios.

Así que nos quedamos en un término medio. Se nota la mejoría en la ejecución de las historias clásicas y también queda algo de la búsqueda de otras más valientes que exploren nuevos puntos de vista, pero todavía encontramos relatos muy repetitivos, y lo más importante, la mirada a largo plazo, con algunas tramas muy prometedoras como los romulanos y los borg, se dejan casi completamente de lado.

Entre medio de este quiero progresar pero no me atrevo del todo quedan los protagonistas. En cierta manera seguirán estancados eternamente en un bucle, sin evolucionar en ninguna dirección, con la notable excepción de Worf y los líos con los klingon. Pero también se hizo un buen esfuerzo con la idea de que cada capítulo, indistintamente de su estilo y argumento, tuviera mayor calado dramático, más vivencias y conflictos personales.

TERMINANDO DE DEFINIR EL EQUIPO CREATIVO

Gene Roddenberry tenía la salud cada vez más deteriorada, pero seguía dando guerra, intentando vetar estos episodios que en su utopía de la humanidad perfecta no encajaban. Incluso las intrigas klingon y el protagonismo creciente de Worf le parecían mal. Pero Rick Berman manteía control total, de forma que el creador original quedó como un consultor, apartado del todo de cualquier labor creativa y sin poder de decisión.

Michael Piller acababa su contrato al finalizar el tercer año, que terminó por todo lo alto con su guion para Lo mejor de ambos mundos. Su buena labor dirigiendo la sala de guionistas y de facto también el aspecto creativo propició que hasta Roddenberry le diera un voto de confianza, y Berman terminó convenciéndolo para no sólo quedarse sino pasar al frente oficialmente como principal productor ejecutivo. Además, no tardaría en saltar Espacio Profundo Nueve y Voyager. A su lado tenía a su protegido: Ronald D. Moore seguía ascendiendo poco a poco, siendo ya uno de los principales guionistas y aportando ideas esenciales en el devenir de toda la saga, sobre todo en la cultura Klingon.

Los productores supervisores y guionistas secundarios Hans Beimler y Richard Manning dejaron la serie al final del año, pero tuvo que ser en buenos términos, porque Beimler se implicó bastante en Espacio Profundo Nueve y Manning escribió un guion también para esa.

Como sustituto de aquellos entró Jery Taylor, quien no tardaría en convertirse en otro de los pilares fundamentales de la saga. Venía de producir y escribir en series muy conocidas, como Trueno azul (1984), Magnum P.I. (1980), En el calor de la noche (1988) y Jake y el gordo (1987). En esta etapa, aparte de labores importantes de la producción y el análisis de guiones, escribió varios guiones propios. Terminó siendo productora ejecutiva en las últimas temporadas y colaborando en dos de las películas de esta generación, de forma que Piller y Berman confiaron en ella como la principal creadora de Voyager.

Otro nombre imprescindible en el futuro de la saga asomó tímidamente. Brannon Braga, con veinticinco años, llegó como becario. Poco a poco empezó a aportar lo suficiente en la escritura como para llevarse algún crédito como co-guionista, hasta que al final de año ya fue el principal escritor en un capítulo. Para la sexta temporada fue analista de guiones, en la séptima productor, en Voyager llegó a ser uno de los principales productores ejecutivos, hasta que pasó a ser el principal en Enterprise y co-escribió dos de las películas junto a Moore y Berman. También ha pasado por otras series de mayor o menos éxito, como Flasforward (2009), Salem (2014), algunas etapas de 24 (2001)… Y en cierta manera ha vuelto a Star Trek, al ser uno de los principales artífices de The Orville (2017), la parodia de tan aplaudida entre los fans.

También estamos ante la presentación de Joe Menosky (la foto de abajo), quien entró como analista de guiones y para el año siguiente ya era productor. De ahí dio el salto a las secuelas, llegando a ser co-productor ejecutivo en Voyager. También ha participado en Discovery y The Orville. Su relación con el equipo fue muy buena y se extendió a otras series como Salem (Braga) y Para toda la humanidad (Moore, 2019).

Por otro lado, de tapadillo, David Livingstone fue ascendiendo de labores menores de productor en la primera temporada hasta llegar aquí a productor secundario, y también hizo su debut como director en un par de episodios. Le gustó la cosa, porque en las secuelas compaginó ambas labores.

En el equipo de directores repitieron los habituales Cliff Bole, Les Landau y Winrich Kolbe, así como algunos colaboradores puntuales. Rob Bowman hizo su último trabajo antes de partir en busca de otros pastos, donde le fue bastante bien, pues acabó siendo primordial en Expediente X (1993). Jonathan Frakes dirigió un par de episodios y Patrick Stewart debutó en uno.

AVENTURAS MÁS HUMANAS Y ALGO MÁS OSCURAS,
PERO OTRAS DEMASIADO ESTANCADAS

De las manos de estos guionistas salieron capítulos muy sombríos, como Los heridos y El juicio del tambor, donde algunos de los otrora idealistas e impecables miembros de la Federación muestran sus momentos más bajos y nuestros protagonistas enfrentan dilemas personales serios. Otros totalmente centrados en tragedias humanas, como Hermanos, o donde el componente social no se limita solo a aspectos culturales, sino que estos llevan a difíciles decisiones personales, como Súbitamente humano, La pérdida o Media vida, donde se atrevieron a hablar de huérfanos de guerra, inválidos e incluso eutanasia. También hay otros que se quedaron un poco a medio camino, aunque al menos lo intentaron y dejan buenos momentos: El legado, Primer contacto, El hijo de la galaxia y El ojo de la mente.

Dieron más espacio a las historias del día a día en el trabajo y lo familiar, como Familia, Un día en la vida de Data, En teoría o el citado La pérdida. Aunque de nuevo se intuye ese miedo a atreverse con cambios bruscos, porque para abordar esta línea optaron por un personaje nuevo, o casi nuevo en este caso, pues utilizaron al ingeniero que aparecía de vez en cuando, Miles O’Brien (Colm Meaney), al que le ponen una simpática esposa, Keiko (Rosalind Chao). Eso sí, estos dos acabarán en Espacio Profundo Nueve.

Pero entre estas mejoras también hay lastres importantes y todavía pesa la sensación de estancamiento. Quizá por ese temor a faltar a los orígenes o porque no encontraban suficientes guiones originales para llenar temporadas tan largas, los repetitivos encuentros con alienígenas y embajadores que causan problemas seguirán muy presentes, y tragaremos también alguna de esas historias paralelas rebuscadas. Recuérdame y El regreso del diablo están poco inspirados, no aportan nada original; Futuro imperfecto, Terrores nocturnos, Crisis de identidad y El huésped son entre malos e insoportables; aun así, alguno sorprende para bien, como el intrigante Pistas.

En los arcos continuados, los Klingon salen muy bien parados en los apasionantes Reunión y Redención. Con este último queda claro también que quisieron repetir el éxito de los finales abiertos de Lo mejor de ambos mundos, algo que seguirían haciendo en lo que resta de serie.

La situación del Imperio Klingon pasa por momentos delicados en temas de sucesión, rozando la guerra civil entre dos familias ambiciosas y ladinas: los Duras y Gowron traerán de cabeza a Picard, elegido como intermediario neutral, y de rebote a Worf y su desacreditada familia Mogh.

Pero precisamente ver desplegarse por fin el potencial de una de las historias de largo recorrido hace más decepcionante que abandonaran otros frentes abiertos desde el principio de la serie y que en el tercer año habían explotado por fin: los romulanos y los borg. Desde aquí en adelante apenas habrá un par de episodios por temporada sobre ellos, y muy pocos aportarán algo sustancial a su cultura y los choques con la Federación.

Los romulanos aquí sólo tienen presencia real en El ojo de la mente y en Redención, Parte I, pero no se sienten cruciales ni dejan secuelas tangibles, y el resto del año sólo son mencionados de pasada en otros momentos en que no pintan nada. Los borg, después del memorable díptico Lo mejor de ambos mundos, no volverán a verse aquí y sólo tendrán un par de capítulos en lo que queda de serie, aunque por suerte serán recuperados en Voyager. No se abrirá ningún otro frente con algo de ambición, porque los cardassianos presentados en Los heridos, que incluyeron no sé por qué a pesar de tener a los romulanos, se irán a Espacio Profundo Nueve, y por suerte con un vestuario más trabajado.

EL CARISMA DE LOS PERSONAJES SIGUE BRILLANDO

Es Worf de nuevo el protagonista que mejor parado sale en cuanto a progresión de su vida y su cultura. Los líos de la familia Mogh con los rivales por el trono y la aparición de su hijo Alexander dejarán secuelas que definirán al klingon en lo que queda de serie y en Espacio Profundo Nueve, donde entra en la cuarta temporada, cuando acaba La nueva generación.

Picard y Riker continúan inmutables como líderes a los que seguir con pasión en cada aventura, el primero por su rígida moral, su capacidad para salir de cualquier entuerto con soluciones pacíficas, el segundo por su cercanía y simpatía. Data y Geordi se mantienen como una pareja de amigos inquebrantable, a los que se une O’Brien para potenciar los análisis sobre la humanidad que hace el androide. Y como es habitual, la doctora Crusher y la consejera y terapeuta Troi quedan un poco infrautilizadas a pesar del potencial que tienen y de dejar buenas sensaciones en sus capítulos en solitario, aunque estos no suelan ser redondos.

Por otro lado, Wesley Crusher deja de ser un personaje regular en el episodio La última misión. La carrera en cine del joven Will Wheaton parecía estar despegando y los productores de La nueva generación no le daban margen para ajustar calendarios, habiendo tenido algunas disputas importantes, así que optó por dejar la serie. Por suerte, no repitieron el error que tuvieron con Denise Crosby (Tasha Yar en la primera temporada) y no eliminaron al personaje de forma fulminante, así que pudo aparecer esporádicamente en los próximos años.

Veremos también a los ya clásicos secundarios recurrentes, el insoportable Q (Qpido), el entrañable y patoso teniente Barclay (El enésimo grado) y la serena camarera Guinan, que tiene bastante presencia.

Tras el salto incluyo el análisis por capítulos.

401. Lo mejor de ambos mundos, Parte II
The Best of Both Worlds, Part II
Guion: Michael Piller.
Dirección: Cliff Bole.
Valoración:

Sinopsis:
El cubo borg se dirige imparable hacia la Tierra, con Picard asimilado y revelando los sistemas y las estrategias de defensa.

Mejores frases:
-Guinam: He escuchado a algunos hablar en el Ten Forward. Creen que van a morir en los próximos días. Confían en usted, lo aprecian… Pero creen que nadie puede salvarlos.
-Riker: No estoy seguro de que nadie pueda.
-Cuando alguien está convencido de que va a morir mañana, probablemente encuentre el modo de hacer que ocurra.

Notas:
-El papel de Colm Meaney en el rescate de la mente de Picard estaba destinado a LeVar Burton, pero este estaba recuperándose de una operación.
-Las naves destruidas están recreadas en su mayor parte con maquetas no usadas del proyecto El planeta de los titates, una idea para la primera película de la tripulación original que no llegó a ver la luz, y restos de Star Trek III: En busca de Spock (1984), donde hicieron explotar un maqueta del Enterprise.
-En el puente de combate hay un breve plano sin remasterizar.

Análisis:
La expectación generada con la espera entre temporadas para ver la conclusión de este episodio doble era tal que Paramount guardaba los guiones bajo llave y cambiando datos cruciales hasta el último momento. Por ejemplo, la mención a Júpiter se ocultó hasta el mismo día del rodaje citando una base estelar cualquiera.

Como suele pasar, escribieron la primera parte sin pensar en la segunda hasta que empezó la producción de la siguiente temporada. Y como habían creado un enemigo tan poderoso y un reto tan complicado para los personajes, se encontraron en un atolladero de impresión. Si lograron hallar una solución que satisfaciera a todos, tanto para ellos mismos (los guionistas) como para los espectadores, fue un milagro de última hora, de hecho, no se les ocurrió hasta dos días antes de empezar el rodaje.

Cierto es que la solución final en la victoria contra los borg es un poco un truco de ciencimagia o tecnojerga, pero está muy bien justificado y desarrollado, resulta verosímil, consistente con lo visto hasta ahora con los borg. También era muy difícil dar la talla con otro momento crucial del relato, recuperar el final de la primera parte y reconducirlo de alguna forma satisfactoria, y salen también airosos.

Pero lo que hace de este un episodio excepcional e inolvidable es todo lo que ocurre entre un punto y otro. Aunque hubieran ejecutado esos instantes con recursos más débiles, sería un gran capítulo. Tenemos una montaña rusa de acción y tensión que te mantiene con los nervios a flor de piel durante todo minuto del metraje.

Pasamos a toda velocidad por montón de escenarios y complicaciones sin saber qué nuevo problema vendrá a continuación, cómo superarán tantas dificultades. Y de vez en cuando algunos giros hacen saltar todo por los aires. El primero es demoledor: al asimilar a Picard, ahora los borg conocen todos los métodos y estrategias de la flota y las capacidades de la tripulación del Enteprise.

Riker reacciona y se recupera muy bien tras este nefasto contratiempo, ejecutando un nuevo curso de acción espectacular. Hay buenos momentos de expectación con a quién elegirá el nuevo capitán Riker como primer oficial. El rescate de Picard es asombroso, y la lucha por salvarlo te mantiene en vilo. La cercanía del cubo borg al Sistema Solar aterra, y los personajes trabajan a contrarreloj para hallar una solución, aportando cada uno su granito de arena.

Tiene aspectos mejorables, quizá más que el anterior, pero también es superior en ritmo, tensión y giros, tan absorbente que esas carencias pasan muy desapercibidas. Primero, no todos los personajes deslumbran. Geordi apenas tiene presencia, aunque cierto es que fue por motivos ajenos al guion, de salud del actor. Se echa de menos una interacción mayor de Deanna con Picard en su tratamiento, escenas adentrándose en su mente o algo así, porque su colaboración queda en un plano inferior a la de los demás. Como se veía venir, por mucho que haya sido un personaje redondo, la comandante Shelby era una secundaria de relleno y al final del episodio ya no tiene interés en luchar por un puesto en el Enterprise, los guionistas la despachan de mala manera y todo el conflicto queda olvidado. Y por supuesto, el ascenso de Riker a capitán también se olvida sin que se vuelva a mencionar; al menos podrían haber aclarado que era capitán en funciones.

Tiene algunos diálogos explicativos un poco parcos, casi tontos. O al menos están mal colocados, serían propios de la reunión previa para ver qué pueden hacer, pero como no las hay, que el episodio va a toda leche, las sueltan cuando precisamente están haciendo lo que dicen. En relación con esto, se podría señalar que el plan de Riker no lo conocemos hasta que está en marca, no hay reunión informativa, lo que supone un tipo de recurso barato para generar intriga que detesto, porque si estamos siguiendo a los personajes, no es justo saltarse partes de sus vivencias a designio del guionista. Pero se perdona bastante porque el plan es alucinante, y en este caso se podría justificar con que lo vemos a través de los ojos de los demás oficiales: conocen solo pequeñas partes, el todo es un misterio.

También hay unos pocos detalles cuestionables. ¿Cómo saben dónde está Picard en el cubo como para teletransportarse al lado? Qué absurda resulta la ocurrencia del cambio de ADN y que se arregle solo. Parece que tanto el Cubo como el Enterprise viajan a velocidad de impulso por el Sistema Solar, como si no pudieran llegar a la Tierra a warp máximo; y aun así lo recorren en minutos.

Y para terminar, en cuestión de dirección es excelente, el veterano Cliff Bole lo ejecuta con un ritmo inmejorable. Pero dado el calibre del episodio se echan de menos novedades en cuanto a efectos especiales en los encuentros entre borg y Enterprise: prácticamente todas las escenas de sus encuentros son recicladas con unos pocos añadidos.


402. Familia
Family
Guion: Ronald D. Moore.
Dirección: Les Landau.
Valoración:

Sinopsis:
Mientras el Enterprise está siendo reparado, algunos tripulantes se reunen con sus familias: Picard sana heridas en su Francia natal, Worf se encuentra con sus padres, Wesley recibe un mensaje grabado por el suyo.

Análisis:
Michael Piller y Ronald D. Moore propusieron que no era lógico que tras el conflicto con los borg la tripulación siguiera adelante sin más, en especial Picard, que tanto sufrió. Pese a las reticencias iniciales de Gene Rodenberry, siempre receloso de ideas nuevas y de salirse del esquema, e incluso de Rick Berman, que tampoco lo veía claro, consiguieron sacar adelante la idea de un capítulo centrado en sanar heridas, en un receso de retorno al hogar y reunión familiar.

La condición fue incluir una subtrama de ciencia-ficción, de forma que no se apartara tanto del estándar de la aventura de la semana. Pero en el proceso de escritura terminaron descartando varias premisas que no terminaban de encajar, así que al final decicieron rellenar con otras historias personales. Mientras Picard se toma unas vacaciones con su familia intentando encontrar paz y fuerzas para seguir, Worf recibe la visita de sus padres adoptivos humanos, y Wesley ve un mensaje que le dejó su padre para cuando cumpliera dieciocho.

El resultado es un capítulo arriesgado en una serie bastante inmovilista, y de hecho decepcionó a muchos fans en su momento. El tiempo lo fue poniendo más en su lugar: es un receso necesario, prácticamente indispensable para dotar de mayor verosimilitud a los personajes, permitiendo que las vivencias calen y dejen huella si son hechos muy graves.

Picard está reponiéndose físicamente, pero como Troi adivina, hay heridas psicológicas más profundas que sólo un cambio de aires permitirá aflorar. El retorno a su hogar le trae paz y viejos buenos recuerdos, y también la oportunidad de abordar antiguos conflictos con su hermano. Es cierto que el drama resulta un poco previsible, pero tampoco había mucho margen a la hora de abordar una historia de estas características. Y en lo importante, en la progresión dramática de Picard, funciona muy bien. Al final, la pelea con el hermano es mucho más de lo que aparenta: poner los pies en la tierra y cerrar esas diferencias le permiten a Picard ver sus errores, aceptar su cabezonería y altivez: es un humano, no un ser infalibe. Por muy buen capitán que sea y quiera ser, fallar ante un enemigo tan implacable como los borg es perdonable y lamentarse es inútil, hay que seguir adelante.

La sección de Worf es también interesante, aunque aquí el tono predecible pesa un poco más. Los padres se atascan más de la cuenta en el estereotipo de judíos graciosetes y padres pesados, y los actores están bastante sobreactuados, lo que casi eclipsa el atractivo conflicto cultural de un klingon educado como humano. Wesley ocupa menos espacio, y se agradece, porque su historia va más directa al cliché, así que con brevedad aporta lo justo al personaje sin parecer forzada. En ese sentido, el mensaje de su padre se podría haber resumido, porque es bastante obvio.

En resumen, es un episodio atrevido y muy bien planteado, con momentos dramáticos e inteligentes bien aprovechados, pero les faltó un poco de inspiración para lograr algo más ágil y emocionante.


403. Hermanos
Brothers
Guion: Rick Berman.
Dirección: Rob Bowman.
Valoración:

Sinopsis:
Data y Lore se reencuentran con su creador, el doctor Noonien Soong. Pero para esa reunión Data secuestra el Enterprise, y la tripulación lucha con denuedo por recuperar el control.

Notas:
-Último episodio dirigido por Rob Bowman.
-En sus primeras fases, el guion no incluía a Lore, pero lo resucitaron pensando en que daría más juego.

Análisis:
El doctor Noonien Soong se menciona muchas veces, es muy relevante en la vida de Data, Lore retorna más como un personaje bien trabajado que como un villano simplón, y los dilemas éticos son de altos vuelos, así que estamos ante un capítulo muy prometedor…Pero no logra explorar todo el potencial latente ni tampoco se siente la huella de los hechos en el resto de la serie.

Podemos dividirlo en tres etapas y géneros: suspense, filosófico, drama.

Data recibe una orden que activa un imperativo que no puede evitar: secuestar el Enterprise. El choque con los demás personajes es épico, te mantiene en vilo con tanto problema y la lucha constante por recuperar el control de la nave. El ritmo es endiablado y el desarrollo impredecible.

En el encuentro de tan peculiar familia pasamos a una serie de reflexiones personales y antropológicas muy interesantes. Con Soong viendo llegar la muerte, queriéndose despedirse de sus hijos, y Data y Lore en conflicto constante y tratando mejorar cada uno a su manera, se habla sobre el qué nos hace humanos, lo que nos distingue de otras especies animales: el miedo y la aceptación de la muerte, el deseo de dejar un legado y de recordar a nuestros ancestros. Hay buenos diálogos y buenas reflexiones, pero también asusencias imperdonables: en ningún momento hablan cosas tan importantes en la vida de Data como el conato de romance con la teniente Tasha Yar y la creación de su hija Lal. También cabe señalar que este momento tan crucial no parece dejar huella en el futuro. La falta de continuidad en la serie a veces hace mucho daño.

Pero entre estos planteamientos sugerentes seguimos también el drama familiar, y este apenas cala. Deja pensamientos interesantes, pero en el lado humano apenas emociona, ni las disputas, ni la despedida se sienten con intensidad. Es decir, acaba importándome bien poco Soong para lo relevante que se supone que es, su única aparición es como la de cualquier otro secundario extra aleatorio que sirve como excusa para el reto de turno. Un personaje así merecía mucho más.

Y hay una subtrama malograda interfiriendo en todo el relato. La historia de los dos hijos menores de algún tripulante, que no se hablan tras una pelea en que uno ha quedado herido de muerte, resulta bastante cargante, no da la talla en el intento de usarla como catalizador de algunas escenas. Se usa para excusa para meter prisas en la misión, algo que no parece necesario, pues resolver el secuestro del Enterprise es suficientemente apremiante como para añadir ese dramón tan forzado. Se utiliza también recalcar el mensaje y las conclusiones del conflicto interno de Data, y si bien la escena final en que este ve a los críos perdonándos es muy bonita, está claro que no hacía falta tenerlos durante todo el episodio metidos con calzador y con escenas lacrimógenas tan cursis. Es bastante absurdo y decepcionante que lleguemos al final del capítulo pasando por la muerte de Soong con prisas para volver a los dichosos críos.

También hay algún un detalle mosqueante: no convence nada que Data se haya dejado desconectar por Lore, que dejara que se acercara tras tener tan claro que no es de fiar.

En cuanto a direccón, fue un epsiodio difícil de planificar y rodar, dado que Brent Spinner interpreta a tres personajes. Y Rob Bowman salió airoso con una atmósfera absorbente en el tramo del secuestro y muy ágil en el complicado encuentro. Sólo en un par de veces se puede notar ligeramente que hay imágenes superpuestas para juntar a los distintos personajes. Dada la época, es un logro bastante llamativo.


404. De repente, humano
Suddenly Human
Guion: John Whelpley, Jeri Taylor, Ralph Phillips.
Dirección: Gabrielle Beaumont.
Valoración:

Sinopsis:
En una misión de rescate a una nave alienígena, encuentran entre los supervivientes a un humano tomado hace años en algún asalto.

Notas:
-Las pocas imágenes de Geordi son de archivo, pues estaba enfermo durante el rodaje.

Análisis:
Al encontrar un niño humano criado por una raza belicosa y violenta, la tripulación intenta reeducarlo en un corto y desesperado espacio de tiempo porque sus captores vienen a buscarlo con intenciones hostiles. Pero el planteamiento no se queda ahí, profundizando con inteligencia y delicadeza en el tema. Los intentos de acercamiento, los problemas de socialización, y los esfuerzos de la tripulación son muy interesantes y verosímiles, y hay un buen toque de humor con Picard teniendo que tratar con el niño muy a su pesar. Además, en un inesperado y acertado giro, el padre adoptivo forzoso no es un enemigo monocromático, sino que tiene su propia personalidad y motivaciones, así como una cultura y costumbres bien definidas en tan corto espacio de tiempo.

Este individuo quiere recuperar a su amado hijo como la Federación quiere recuperar a su humano perdido y tomado por una raza con la que tuvieron una breve guerra. El conflicto se convierte por lo tanto también en político. Picard tiene las manos atadas, hay sentimientos, ética, y política cayéndole por todos los frentes. Al final se impone la cordura, incluso entre los guionistas, que no fuerzan un giro tramposo para que todo se arregle para nuestros héroes: dejan decidir a niño, y como es esperable se va con la cultura y la familia que conoce. El desenlace es como todo el episodio: certero pero agridulce.

En su primera emisión hubo espectadores que no entendieron muy bien el final, y se quejaron a la cadena de que era como «aceptar el abuso físico de menores», cuando lo que hace es mostrar la vida misma, con distintas caras y soluciones que no se pueden tomar en un rango de blanco o negro.

El único detalle que no me convence es que Picard le diga al chaval que le va a mostrar lo que hace para relajarse y soltar la rabia, lo que hacía suponer que lo llevaría a montar a caballo o a practicar esgrima, aficiones del capitán conocidas de sobras, pero de repente se sacan de la manga que le gusta un juego de raqueta… y juraría que este no vuelve a verse.

Jery Taylor, que había entrado como productora supervisora, aportó tanto al guion y estuvieron tan contentos con el resultado que se ganó un hueco en la sala de escritores.


405. Recuérdame
Remember Me
Guion: Lee Sheldon.
Dirección: Cliff Bole.
Valoración:

Sinopsis:
La doctora Crusher se ve atrapada en una extraña realidad donde la gente va desapareciendo y nadie más es consciente de ello.

Notas:
-La idea original fue concebida para ser la trama secundaria de Familia (402), pero creció tanto que no cabía, y la reservaron para un episodio propio.

Análisis:
Es un relato artificial, sin intriga, pues sabremos que saldrá todo bien, pero también porque no hay un misterio fascinante ante nuestros ojos, como sí lo hubo en la primera aparición del Viajero (Donde nadie ha podido llegar, 105), donde nos mostraban un universo asombroso. También resulta muy forzado eso de las desapariciones de gente y que nadie se pregunte por qué la nave funciona con cuatro gatos. Pero lo peor es lo lenta que es Beverly llegando a conclusiones; el tramo final, donde se hace preguntas tremendamente obvias, es un tanto cargante.

Apenas cumple como aventura de ciencia-ficción de la semana. Al contrario de lo que dice el título, ni deja un buen recuerdo ni tiene alicientes para verlo otra vez. Para mi sorpresa, está mejor valorado por los fans que el notable Donde nadie ha podido llegar.


406. El legado
Legacy
Guion: Joe Menosky.
Dirección: Robert Scheerer.
Valoración:

Sinopsis:
Acudiendo a una llamada de auxilio en el planeta natal de Tasha Yar encuentran dos facciones eternamente enfrentadas, y una de ellas ha secuestrado a varios miembros de la Federación. Una mujer que dice ser la hermana de Tasha promete ayudarlos.

Notas:
-Primer episodio escrito por Joe Menosky, que entró esta temporada como analista de guiones y será un habitual en toda la saga.

Análisis:
Los autores se embarcaron, quizá sin saberlo, en un episodio arriesgado. Pretenden tirar de nostalgia, rememorar a Tasha Yar mediante la aparición de su hermana, Ishara. Pero esto lo hacen en un entorno no muy llamativo de primeras (dos bandos idiotas en eterna lucha), y la hermana parece un remedo descarado de Tasha y su relación con Data. Pero inesperadamente la cosa va cuajando. No llega a deslumbrar en ninguna de sus dos historias, pero se cuenta con suficiente esfuerzo y cariño como para que resulte un episodio lo justo de ameno y emotivo.

La actriz Beth Toussaint es competente (y vaya vestidos eróticos le ponen), el guion va construyendo una buena relación con Data e interesantes tiras y aflojas con los otros tripulantes. Ya desde la partida de póquer del prólogo se habla de las relaciones, amistades, confianza…

La guerra de su pueblo no termina de ser del todo creíble, parece una partida de láser tag. Cuando hablan de miles de soldados tienes que reírte, porque sólo hemos visto a unos pocos parias y un par de sótanos. Pero las limitaciones de presupuesto son las que son, y lo que importa, el subtexto, va emergiendo poco a poco y resultado atractivo.

Tenemos una buena representación de una guerra de guerrillas, con gente que no conoce otra forma de vida. Ishara es buen ejemplo de ello, pues sabiendo que Tasha tuvo una buena vida fuera en la Federación, sigue maquinando para los suyos en vez de tratar de buscar una salida, aprovechándose de todos y extendiendo la violencia sin fin.

La pena es que estropean la sorpresa de su traición con una escena negligente: la de ella comunicándose en privado, desvelándonos sus planes. Si empezamos siguiendo el punto de vista de los tripulantes del Enterprise, no deberíamos ver ese momento. Un momento que, por crear intriga rápido y fácil antes del corte publicitario del último acto, implica desaprovechar que el golpe de la traición fuera más inesperado y doloroso.

Aun así, se agradece tener un desenlace más oscuro de lo habitual. Además, tenemos varios epílogos tranquilos que, lejos de resultar anticlimáticos, terminan de asentar bien las lecciones aprendidas, sobre todo por parte de Data.


407. Reunión
Reunion
Guion: Thomas Perry, Jo Perry, Ronald D. Moore, Brannon Braga, Drew Deighan.
Dirección: Jonathan Frakes.
Valoración:

Sinopsis:
El renuevo en el liderazgo del consejo Klingon se lleva a bordo del Enterprise. Worf enfrenta fantasmas del pasado.

Notas:
-Primera aportación en la escritura de Brannon Braga, quien se haría esencial en la saga.
-Es la única vez que Alexander es interpretado por Jon Steuer, en sus próximas apariciones en La nueva generación será Brian Bonsall.
-Se ve claramente respirar al canciller klingon fallecido.
-Primera aparición del crucero klingon clase Vor’cha y del bat’leth, la espada tradicional. /p>

Análisis:
La historia es bastante prometedora, ya que parece que vamos a explorar temas que suelen dejarse de lado por las historias semanales: la política klingon, las relaciones de estos con la Federación, y el drama personal de Worf con su pueblo y el romance con K’Ehleyr.

Pero aun siendo un capítulo interesante y que deja poso de cara al futuro, se queda a medio gas en todo, sin dar la sensación de que los hechos adquieran la relevancia que deberían tener, y con cierres precipitados en historias que merecían más.

El lío amoroso de Worf con K’Ehleyr no madura, sigue en suspenso, aun con el niño de por medio,. Dada la premisa, parecía que los guionistas estaban obligados a hacer avanzar su relación, pero tras algunos pobres amagos con dudas poco emotivas en Worf hacen un reset de mala manera: K’Ehleyr, tan capaz e inteligente, muere de forma lastimera, y el niño se va con los abuelos. ¿Qué fue de eso de que había familias en la nave? ¿Para qué ofrecer promesas con el desarrollo de Worf que luego no se cumplen? Por suerte, más adelante se replantearon la situación y metieron al hijo en su vida por fin. Pero eso no evita pensar que con K’Ehleyr desaprovecharon un personaje muy jugoso y una actriz, Suzie Plakson, de un talento impresionante.

Los líos en el consejo klingon, su órgano dirigente, y los roces con Worf, son más interesantes, pero en esto tampoco terminan de ir a por todas. La trama es bastante lineal y falta de garra, no se huele en el ambiente la sensación de vivir un momento histórico y delicado. Tampoco hay giros que sorprendan, sino lo contrario, muchas vaguedades y errores.

No hay misterio alguno, Duras lleva el cartel de malo desde su anterior aparición, y no hay ni un intento de desviar la atención, de poner a Gowron como sospechoso. De hecho, no tiene ningún sentido que Worf pregunte a la moribunda K’Ehleyr si ha sido Gowron. El Alto Consejo no está presente en un rito del que depende su futuro. Los rituales ni los vemos, son excusas para retrasar la situación según toque en cada escena receso para publicidad o receso dramático con Worf.

Y se acaba el episodio con Worf y Alexander… y nada se dice el imperio klingon. O sea, se presenta una historia que no se cierra claramente, que queda muy confusa, no está claro si Gowron ha accedido al poder o todo ha quedado en suspenso. Es lo primero, y además será un personaje recurrente tanto aquí como en Espacio Profundo Nueve.


408. Futuro imperfecto
Future Imperfect
Guion: J. Larry Carroll, David Bennett Carren.
Dirección: Les Landau.
Valoración:

Sinopsis:
Riker despierta en el futuro, habiendo perdido años de memoria, y mientras se adapta debe descubrir qué ha pasado.

Análisis:
Este infame capítulo es tan cansino y desagradable que no entiendo como puede recibir buenas críticas por los fans. Está claro desde el principio que Riker está en una simulación de algún tipo, mental o virtual, qué necesidad había de alargarlo. El dramón con el niño es sensacionalismo del malo, nada de sustancia aporta a la serie o al personaje.

Cuando parece que son los romulanos quienes lo tienen en cautiverio pensé que por fin remontaría, aunque fuera tarde y tras tanta morralla y estulticia, pero los intentos de fuga son intrascendentes, y para colmo llega otro giro que termina de hundir el episodio: ahora resulta que no son los romulanos sino un niño alienígena que se aburre. Al propio Andreas Katsulas, que interpreta al almirante rumulano Tomalak, le molestó que empequeñecieran tanto su personaje con esta premisa absurda.

Además, es otro episodio que muestra el miedo de sus autores a avanzar con los protagonistas, usando capítulos «Y si…» que luego resetean todo para mostrar historias de ascensos, matrimonios y demás cambios que no se atreven en condiciones normales. No entiendo cómo a la gente puede gustarle capítulos que no están contando nada real. Así, se hace eterno, más que pesado resulta insultante, porque se revela pronto como un timo y una pérdida de tiempo.

De los peores de la serie, para borrar su existencia y hacer como si nunca hubiera existido.


409. La última misión
Final Mission
Guion: Kacey Arnold-Ince, Jeri Taylor.
Dirección: Corey Allen.
Valoración:

Sinopsis:
Camino a su destino en la Academia de la Flota Estelar, Wesley y Picard acaban estrellados en una luna. Mientras, Riker trata de usar el Enterprise para salvar a un planeta de un serio peligro.

Análisis:
Wesley Crusher estaba perdiendo protagonismo, para alegría de los que le tenían manía, porque el actor Will Wheaton quería ampliar horizontes. La disputa con los productores por entenderse con los calendarios de rodaje se zanjó con su abandono.

Con el mal trago de la torpe forma de quitarse de encima a Tasha Yar (Denise Crosby) aún presente, esta vez lo hicieron bien. Siguiendo la trayectoria del personaje, es aceptado en la Academia de la Flota Estelar, permitiendo así reapariciones puntuales. Eso sí, ahora cabe preguntarse cómo lleva años a bordo si no ha pasado por escuela alguna. En su carrera, Wheaton nunca llegó a tener papeles de gran éxito, pero tampoco le ha ido mal.

A mí Wesley me gustaba, tenía potencial, y salvo unas pocas historias un poco cursis, se agradecía ver otra perspectiva de los tripulantes, y más siendo un personaje que evoluciona un poco. Sus vivencias solían ser muy moviditas y aportar algo de drama humano entre tanta tecnojerga, y tenía una relación estupenda con los demás personajes.

Pero precisamente esta historia es un tanto floja y aporta poco. Los exteriores en el desierto son espectaculares, más teniendo en cuenta que rara vez ruedan fuera de plató, y prometen una odisea épica. Pero pronto nos metemos en una cueva de cartón piedra con un poco llamativo alien con su dichosa fuente, lo que le resta mucho del atractivo inicial. Y la trama termina atascándose bastante. La aventura de supervivencia es poco emocionante, los dilemas morales demasiado evidentes, con ese villano tan pobretón (el chungo capitán de la lanzadera) y el ente alienígena sin interés, y el drama personal es un tanto sensiblero y poco original.

Mientras, la historia secundaria parece una excusa para alargar la llegada del Enterprise. La premisa de remolcar una nave de residuos tóxicos que amenaza un planeta no es muy llamativa de por sí, y menos si carece de imaginación y tensión. El momento álgido de pasar por un campo de asteroides se queda en una escena que dura unos segundos después de tanto anunciar problemas, así que acaba bastante mal.


410. La pérdida
The Loss
Guion: Hilary Bader, Alan J. Adler, Vanessa Greene.
Dirección: Chip Chalmers.
Valoración:

Sinopsis:
Una fuerza extraña atrapa al Enterprise. Deanna se ve afectada por el evento, perdiendo sus poderes.

Análisis:
Este parece un capítulo para la primera temporada, para cuando estás presentando a los personajes y primaba la exploración espacial. De hecho, los productores dicen que la idea llevaba años en espera. Por ello parece llegar tarde en ambos géneros: Deanna debería haber evolucionado hacia otras cosas, y el reto de ciencia-ficción es interesante, pero llega en un momento en que ha habido muchos así.

Problemente ello influyó en que se recibiera con tibieza (en la IMDb es el menos valorado de la temporada), cuando objetivamente es un buen episodio. Pero también me parece ver otro motivo: el público de la serie ha sido siempre mayormente de hombres, y las mujeres protagonistas no han sido muy bien recibidas: ni Tasha, ni Crusher, ni Janeway, ni especialmente Deanna, que siempre copa tramas más sentimentales que de acción.

El capítulo combina muy bien el drama humano y la aventura espacial. Faltan sorpresas que aporten aires nuevos, pero es un relato sólido, que maneja bien la tensión y las emociones.

El misterio que envuelve al Enterprise trae buenos quebraderos de cabeza a los tripulantes, sobre todo a Deanna Troi, que pierde sus poderes empáticos y se ve impedida, como si un humano quedara ciego, y acaba convertida en su propia paciente. Es uno de los pocos momentos en que dan protagonismo a este personaje tan desaprovechado, y se agradece ver su trabajo como psiquiatra de la tripulación y los problemas diarios del resto de tripulantes.

Aunque en cierta manera se repite la temática de estar sufriendo los envites un ente malévolo, este conecta bien ambas historias, la situación personal es bien distinta a lo habitual, y se hacen buenos análisis sobre el ser humano: la confianza en uno mismo, la adaptación y aceptación de los inválidos, la amistad, los problemas personales llevados al trabajo… Y por supuesto, esto permite que la actriz Marina Sirtis muestre su valía.


411. Un día en la vida de Data
Data’s Day
Guion: Harold Apter, Ronald D. Moore.
Dirección: Robert Wiemer.
Valoración:

Sinopsis:
Vemos el día a día en la vida de Data de O’Brien, con su boda con Keiko. Mientras, el Enterprise transporta una embajadora a una misteriosa reunión con los romulanos.

Notas:
-Primera aparición del gato de Data, Spot, que se podría traducir por Manchas… aunque no tiene.
-El recipiente de comida está casi vacío cuando Data lo coge del replicador, y bastante lleno cuando lo pone en el suelo; además, puede verse un bicho en él.
-El ave de presa romulano se convierte en «pájaro de guerra» en los subtítulos y «crucero» en el doblaje, donde también los romulanos se convierten en «romulianos».

Análisis:
El capítulo mantiene el tono de las apariciones habituales de Data, es decir, a medio camino entre la comedia y el análisis sobre el qué nos hace humanos. Mediante las cartas que escribe a Maddox (el oficial científico de La medida del hombre -209-) nos adentramos en unas reflexiones, tropiezos y aprendizajes entrañables. Y estas situaciones a la vez sirven para exponer reflexiones antropológicas variadas. Si bien son más sencillas que los grandes dilemas éticos de otras aventuras, eso mismo aporta cercanía y candidez. A través de sus dificultades con la ironía y el lenguaje no verbal, entre otras cosas, intenta adaptarse a la vida entre humanos. Y con su gato, otro tanto. Spot aparecerá varias veces en el futuro.

La nueva intriga romulana aporta buenas dosis se misterio y un sentido de la dirección a un episodio que de otra forma estaría simplemente basado en anécdotas. Además, se relaciona adecuadamente con los quehaceres de Data.

Otro aliciente es que terminan por fin de dar a Miles O’Brien (encarnado un actor estupendo, Colm Meaney) el papel de secundario fijo, con el aporte extra de su novia Keiko (Rosalind Chao), es decir, aportando un lado personal que rara vez vemos en los personajes. Eso sí, estos se irán a Espacio Profundo Nueve cuando se ponga en marcha.


412. Los heridos
The Wounded
Guion: Jeri Taylor, Stuart Charno, Sara B. Cooper, Cy Chermak.
Dirección: Chip Chalmers.
Valoración:

Sinopsis:
Un capitán de la Federación renegado está atacando naves cardassianas, poniendo en peligro la paz. Con la colaboración de un capitán cardassiano, Picard va en su búsqueda.

Notas:
-Es la tercera aparición de Marc Alaimo interpretando a alienígenas diversos, aquí un cardassiano. Repetiría esa raza con el gran Gul Dukat, personaje secundario en Espacio Profundo Nueve.

Análisis:
La introducción de los cardassianos es impresionante, logrando un capítulo excelente, el segundo mejor de la temporada tras Lo mejor de ambos mundos, Parte II. Combina intriga, acción y buenas dosis de reflexiones éticas. Además, se hiló un buen paralelismo y crítica con la Guerra del golfo: mientras EE.UU. parecía hacer todo lo posible para entrar en guerra, en la idealista Federación ocurre al revés.

El capitán de la Federación Benjamin Maxwell (encarnado por un secundario muy conocido, Bob Gunton) está tan obsesionado con la guerra pasada con los cardassianos que pierde el juicio. Su personalidad queda muy bien plasmada a pesar de ser compleja, difícil de describir y justificar en tan poco tiempo.

Es evidente que la decisión de contarlo todo en un solo capítulo frena su potencial; de hecho, hubo unas pocas escenas que tuvieron que quedarse fuera. Con un poco más de recorrido podrían haber sacado más partido de tantas buenas ideas. Lo más evidente es que se echa de menos alguna interacción del capitán su tripulación, pues me parece indispensable conocer la opinión y motivaciones de al menos sus altos rangos.

Pero lo cierto es que lo que hay se exprime bien, porque el capitán resulta verosímil, los cardassianos muy interesantes, y en el Enterprise sí tenemos distintas reacciones a la presencia de estos enemigos recientes en una guerra que no parece del todo superada. Y además, esto último surge principalmente a través de un secundario que va creciendo poco a poco: O’Brien.

Lo mejor es ver a Picard mostrar infatigablemente su gran sentido de la moral, esforzándose al máximo por la paz, incluso a costa de ignorar las intenciones belicistas de los cardassianos. Resulta genial el giro en que se desvela que sabía que la nave no era científica sino bélica. Pero también me encantan las escenas en que el capitán cardassiano se asombra de cómo la Federación tiene localizada todas sus naves y alcanzan warp 9 sin aparente esfuerzo, mostrando que ellos también tienen recelos, que no son unos villanos monocromáticos. Esto se refuerza con la charla de uno de sus hombres con O’Brien en el Ten Forward, que es fantástica.

El único detalle grisáceo es que pienso que podían haberlo hecho con los romulanos, para ampliar la guerra fría que no parecen atreverse a abordar en condiciones, y porque ahora de repente tenemos otra guerra reciente de la que nada sabíamos, de la que nunca habíamos escuchado hablar. Así que da la sensación de que la supuestamente pacífica Federación ha estado en innumerables conflictos bélicos, sobre todo si contamos las demás series: Klingon, Romulanos, Xindi, Cardassianos, Domino/Jem’Hadar… más otros que puntualmente se han citado en otros episodios.


413. El regreso del diablo
Devil’s Due
Guion: Philip LaZebnik, William Douglas Lansford.
Dirección: Tom Benko.
Valoración:

Sinopsis:
Una entidad alienígena muy poderosa tiene sumido a un planeta bajo su control con la idea de que es el diablo.

Notas:
-La premisa del episodio la ideó Roddenberry para La serie original, y la escribió para la Phase II, la siguiente serie que no llegó a ver la luz. Se intentó adaptar para la tercera temporada de La nueva generación, pero no dio tiempo y se dejó para más adelante. Terminaron pasando más de quince guionistas por él.

Análisis:
Otro ente superpoderoso que hace y deshace a su antojo ataca al Enterprise con sus caprichos. La única diferencia es que esta vez entramos en un análisis sobre el poder de la fe y el miedo, y por extensión de la religión. Pero el asunto recibe un tratamiento bastante flojo, falto de inteligencia y garra, los diálogos y situaciones son poco emocionantes y de escasa profundidad, y además nada graciosos a pesar de las evidentes intenciones humorísticas. Se hace aburrido y previsible, tanto en los dilemas éticos como en la supuesta intriga por la victoria sobre la alienígena, que era evidente cómo iba a ocurrir. Lo único que aporta algo de interés son los pequeños avances en Data, su relación con los humanos y con Picard.


414. Pistas
Clues
Guion: Bruce D. Arthurs, Joe Menosky.
Dirección: Les Landau.
Valoración:

Sinopsis:
Tras un extraño desmayo de toda la tripulación provocado por un fenómeno espacial, Picard se empeña en desentrañar el misterio, empezando por el extraño comportamiento de Data.

Mejores frases:
-El guion fue escrito por un fan, Bruce D. Arthurs, pero obviamente necesitaba un repaso profesional. Michael Piller contrató para ello a Joe Menosky, que acabaría entrando en el staff de guionistas y llegando a productor, para luego saltar a Voyager.
-La enfermera asiática (encarnada por Patti Yasutake) que aparece por segunda vez ahora recibe nombre de pila, Alyssa, y se mantendrá como secundaria en unos pocos episodios.

Análisis:
Estamos ante una historia muy intrigante, en especial porque Data parece guardar alguna relación con los extraños sucesos. El desmayo, los datos manipulados, la insistencia de Picard, los recelos ante el comportamiento de Data y los constantes intentos de la tripulación por desentrañar lo ocurrido mantienen un nivel de expectación e intriga bastante alto. La pena es que, sabiendo la obsesión que tienen los guionistas con cumplir con el alienígena semanal, se intuye pronto que habrá un ente superpoderoso orquestando el misterio y que se resolverá todo llegando a un acuerdo. Al menos, se ve que los autores eran consciente de ello y pasan a toda velocidad por la resolución, centrándose en el misterio y la relación entre los personajes.


415. Primer contacto
First Contact
Guion: Dennis Bailey, David Bischoff, Joe Menosky, Ronald D. Moore, Michael Piller.
Dirección: Cliff Bole.
Valoración:

Sinopsis:
La tripulación del Enterprise está a punto de establecer el primer contacto con una especie que está empezando a explorar el espacio, pero el proceso se tuerce al ser descubiertos por la población general y sembrar miedo a una invasión alienígena.

Notas:
-Para ser una especie que se cree el centro del universo, llaman a su planeta Malkor III.

Análisis:
Una civilización está a punto de salir al espacio con tecnología warp, lo que los pondrá en un visto y no visto en contacto con sus vecinos alienígenas. Siguiendo las normas de la Federación, la misión del Enterprise es adelantarse a ese choque cultural, suavizar el contacto presentándose ante los gobernadores más capaces y abiertos. Pero Riker es descubierto por la población, y las facciones más conservadoras mueven ficha para azuzar los miedos de siempre a lo desconocido, a los avances, a los extranjeros, y así hacerse con más poder.

La historia aborda por lo tanto el progresismo contra el conservadurismo, los miedos irracionales de la población inculta, la ciencia e ilustración luchando contra ello como bien puede…

El intento de abarcar unos conceptos tan amplios es loable, y tiene algunas escenas bastante complejas y sugerentes, como las conversaciones del capitán y el canciller, pero precisamente por intentar alcanzar algo tan ambicioso con tan poco tiempo y dinero (en este caso más que nunca hacía falta un buen maquillaje alienígena) se quedan muy cortos. En general la historia no pasa de ser un armazón, con más estereotipos de la cuenta (el ministro conservador no convence), y hay giros muy previsibles y soluciones facilonas (esa doctora que detecta fallos orgánicos y hemorragias internas por arte de magia). Le falta agudeza y profundidad, que quizá se podría haber obtenido en un episodio doble que diera más profundidad a los personajes secundarios y un poco más de verosimilitud y complejidad al choque cultural y el desarrollo de acontecimientos.

También parece un episodio más propio de la primera temporada, pues a estas alturas resulta un tanto ingenuo. Hay otros del estilo, como ¿Quién vigila a los vigilantes? (304), mucho mejor conseguidos.


416. El hijo de la galaxia
Galaxy’s Child
Guion: Maurice Hurley, Tom Kartozian.
Dirección: Winrich Kolbe.
Valoración:

Sinopsis:
Mientras Geordi lidia con el escrutinio de la doctora Leah, el Enterprise debe cargar con una criatura espacial que lo ha tomado por su madre.

Notas:
Susan Gibney audicionó para los papeles de Tasha Yar y Deanna Troi, pero se quedó a las puertas y tuvo que conformarse con un par de apariciones en La nueva generación y Espacio Profundo Nueve. En Voyager volvió a estar a punto de interpretar a Siete de Nueve e incluso a la capitana Kathryn Janeway, pero se echaron para atrás porque para la primera querían una actriz con mayor erotismo y para la segunda parecía muy joven para el puesto. Volvió a entrar en liza con la reina borg en la película Primer contacto, pero tampoco lo consiguió.

Análisis:
Geordi se enamoró de la doctora Leah Brahms en La trampa (306)… bueno, en realidad de la recreación que hizo el ordenador en la holocubierta siguiendo los parámetros que le dio. Y con una ilusión propia de un adolescente, espera que la doctora real sea tan agradable y dócil como aquella. Pero se encuentra con una ingeniera obsesionada con su trabajo y fría en las relaciones humanas. Pero Geordi sigue en sus treces, entrando en un juego de ligoteo que pasa de gracioso y morboso a resultar cada vez más parecido al acoso.

Está claro que la idea es precisamente mostrar la torpeza en las relaciones y cómo se puede caer en lo desagradable. Hay no pocas buenas escenas, la transición hacia el Geordi inquietante se expone muy bien, provoca repulsión pero entiendes cómo llega a esa situación sin pretenderlo, y a la vez comprendes también la incomodidad de Leah. Para rematar, las interpretaciones de Susan Gibney y LeVar Burton son estupendas.

Viendo la valentía e inteligencia con que se iba tratando un tema tan polémico se espera un final acorde, pero como ocurre otas muchas veces, terminan acobardándose, tirando por el clásico clímax de acción donde encuentran puntos en común y todo se perdona y quedan como amigos como si nada hubiera ocurrido. Muy decepcionante.

El encuentro con la criatura espacial es entretenido pero no llega a ofrecer nada que sorprenda y deje lecturas con calado, así que a los pocos episodios te has olvidado por completo de esta historia.

En la remasterización ha sido el único caso en que se pueden poner pegas, y no graves. En el resto de la serie han hecho un trabajo excepcional, sin añadir actualizaciones, solo corrigiendo algún fallo, manteniéndose completamente fieles al material original. Pero aquí en la criatura espacial se nota bastante, sea por falta de tiempo o dinero, la diferencia de diseño y textura entre los efectos digitales nuevos, los viejos, que algunos planos tenía, y la maqueta.


417. Terrores nocturnos
Night Terrors
Guion: Pamela Douglas, Jeri Taylor, Shari Goodhartz.
Dirección: Les Landau.
Valoración:

Sinopsis:
En el rescate de una nave varada, los tripulantes del Enterprise sufren privación de sueño y alucinaciones que les impide rendir en el trabajo.

Análisis:
La típica historia de siempre: una fuerza misteriosa afecta a la tripulación del Enterprise, y la tecnojerga los salvará. Y es un caso de los malos, donde no se desarrolla ningún tema cultural y ético que deje la premisa como una excusa para mover historias humanas y filosóficas con calado. Es un relato de suspense mediocre, sin ritmo, sin giros sorprendentes. La intriga mantiene lo justo el interés en su primera mitad, pero la falta de novedades, de sensación de dirección, va minando el interés hasta que acabas bastante aburrido.

Es más propio de las dos primeras temporadas, no encaja aquí. El equipo renegó bastante de él, sobre todo de los sueños cutres de Troi.


418. Crisis de identidad
Identity Crisis
Guion: Brannon Braga, Tim de Haas.
Dirección: Winrich Kolbe.
Valoración:

Sinopsis:
La estancia en un planeta afecta a algunos tripulantes, que comienzan a sufrir cambios de comportamiento y alteraciones físicas.

Análisis:
El argumento es otro de esos que no encajan a estas alturas de la serie: un ente o virus afecta a algunos tripulantes, que se van volviendo locos y transformándose en monstruos.

De primeras me dio la impresión de que los guionistas se esmeran en sacar suspense de la premisa tan básica y en reforzar la conexión con los personajes. Con eso y algún giro en la parte final que traiga algo de novedades puede valer de sobras para tener un correcto entretenimiento.

Pero el guion empieza a hacer aguas pronto y acaba hundiéndose del todo. Cada sección, tramo y escenario se une con torpeza y prisas. Algunas partes son intrigantes, la química entre los personajes mantiene el tipo, en otras te aburres con diálogos insulsos y situaciones repetitivas y sin garra.

Queda un episodio nada original, caótico, y conforme avanza cada vez más aburrido. No es de los cargantes, sino de los inofensivos, pero eso implica también que se olvida bien pronto.

Las primeras versiones incuían un romance entre Geordi y la teniente comandante, pero si ya es previsible su relación, con esto hubiera empeorado. Sin embargo, lo rechazaron sólo porque el personaje ya había tenido un par de líos de faldas recientes.


419. El enésimo grado
The Nth Degree
Guion: Joe Menosky.
Dirección: Robert Legato.
Valoración:

Sinopsis:
El torpe y tímido teniente Barclay adquiere por accidente una inteligencia sin igual.

Análisis:
La premisa no sorprende, es de cuento infantil con moraleja, de hecho, ya fue tratada bastante bien en La serie original, en Un lugar jamás visitado por el hombre (102). Pero lo cuentan con gracia, trabajándose cada situación y la evolución de los personajes, Barclay es enternecedor y los distintos encontronazos que tiene con los demás tripulantes se desarrollan bien.

Sin embargo, le va pesando cada vez más que no parecen buscar algún giro enriquecedor, se queda en la anécdota del tonto inteligente. La poca lectura humana que había se diluye por completo en el tramo final, la tecnojerga lo resuelve todo, para colmo con el típico reset que borra todas las disputas y mejoras tecnológicas. Y además aparecen unos alienígenas horrendos que no pintan nada en todo esto.

Dwight Schultz vuelve a estar estupendo en un rol que debería haber tenido más presencia.

Es un episodio muy entretenido y a la vez muy desaprovechado.


420. Qpido
Qpid
Guion: Ira Steven Behr, Randee Russell.
Dirección: Cliff Bole.
Valoración:

Sinopsis:
Q intercede en una torpe relación amorosa entre Picard la arqueóloga Vash.

Análisis:
Otra cargante aparición de Q haciendo tonterías y poniendo en artificiales apuros a la tripulación. Pero esta vez su capricho es más infantil, absurdo, intrascendente y soporífero que nunca: se entretiene en malmeter en un amorío de Picard con la arqueóloga Vash que conoció en el episodio Las vacaciones del capitán (319). La historia romántica es cansina, con lo que se desaprovecha un personaje recurrente con potencial. Y cuando nos metemos en una parodia de Robin Hood la cosa cae incluso más bajo, convirtiéndose en uno de los peores capítulos de la serie. Se lo pasarían bien rodándolo, pero a mí me resultó insoportable hasta el punto de que no fui capaz de acabarlo. Mejor hacer como que no existe. Lo único ingenioso, el título.


421. El juicio del tambor
The Drumhead
Guion: Jeri Taylor.
Dirección: Jonathan Frakes.
Valoración:

Sinopsis:
Un klingon recientemente destinado en la nave es pillado traspasando información de la ingeniería del Enterprise a los romulanos, y se sospecha que pudiera tener cómplices a bordo. Esto lleva a una investigación que pone en el punto de mira a todos.

Mejores frases:
-Picard: Decimos que hemos avanzado. Que torturar herejes y quemar brujas es cosa del pasado. Pero sin darnos cuenta, la historia amenaza con repetirse.
-Worf: Yo la creí. La ayudé. No supe ver como era.
-Los villanos que se retuercen los bigotes son fáciles de identificar. Los que se ocultan tras las buenas obras están bien camuflados.

Notas:
-El estudio quería un episodio de recuerdos para ahorrar dinero, pero los productores se opusieron usando como defensa el horrible resultado y recepción de La sombra de la tristeza (222).

Análisis:
La idea fue inicialmente de Ronald D. Moore, pero el guion lo escribió Jeri Taylor. Basándose en la caza de brujas del senador estadounidense Joseph McCarthy, elabora un sombrío y por momentos escalofriante juicio político e ideológico que trae a los tripulantes de cabeza y deja al espectador con mal cuerpo. Además, al ocurrir todo en el Enterprise y prácticamene sin efectos especiales (aparte de la explosión vista fugazmente) se ahorraron un montón de dinero.

La mítica actriz Jean Simmons, archiconocida por entre otras Espartaco (1960) y Horizontes de grandeza (1958) en el cine y El pájaro espino (1983) y Norte y Sur (1985) en televisión, hizo una aparición estelar con un papel bastante atrevido. Nora Satie, almirante retirada, es una investigadora especializada en asuntos turbios, como el espionaje. Llega al Enterprise en estos delicados momentos mostrándose como una persona competente y dedicada… pero su obsesión con buscar sombras de la traición en los tripulantes empieza a resultar incómoda. Cuando comienza a omitir pruebas y rebuscar en los historiales pasados, Picard trata de plantar cara… y acaba siendo puesto en la palestra, por no llamarlo cadalso, cuestionado por los encuentros con los borg, los romulanos…

El episodio es bastante valiente en temática, pues aunque podamos decir que llegue tarde respecto al maccarthismo, lo narrado no tiene fecha de caducidad, en cada época tenemos una u otra caza de brujas. La almirante va sembrando la duda y la cizaña de forma inquietante. Picard y Worf se llevan casi todo el protagonismo y están muy bien, con alguna conversación memorable. La tensión de algunas escenas está muy lograda, llegando a resultar desagradables, poniendo serias dudas sobre cómo Picard podrá salir airoso.

Sin embargo, a pesar del potente material y de los grandes momentos, no consiguen el relato de altos vuelos que había latente. Johnathan Frakes en la dirección construye una atmósfera sombría bastante efectiva, pero en general no logra imprimir agilidad a un guion que también necesitaba todavía algún repaso. El ritmo se resiente en muchos tramos, se descuidan los detalles, e incluso patina en partes cruciales.

En el primer acto corre más de la cuenta, y aun así no logra definirse con la celeridad suficiente como para entrar en materia rápido. En el tramo central se para demasiado, intentando sin duda que todo cale y resulte solemne, pero se pasan de frenada. En la resolución aparecen demasiados deslices, se hace evidente que Taylor, a pesar de defender que es uno de sus mejores guiones, no logró rematar bien la historia. Lo más grave es que la facilidad con que la almirante se pone a berrear y patalear ante el discurso de Picard tira por tierra toda la fuerza de la trama, el personaje y el clímax.

En la continuidad global también falla un poco. Se menciona una relación creciente e inquietante entre klingons y romulanos, pero en toda la temporada no se ha mencionado algo así, y en la anterior Picard se valió de la inestimable ayuda de los klingon en los roces con los traicioneros romulanos, así que queda como un giro un tanto forzado. Además, supone otro caso donde todo el tema romulano es una excusa para otras cosas y no avanza nada en su historia.


422. Media vida
Half a Life
Guion: Peter Allan Fields, Ted Roberts.
Dirección: Les Landau.
Valoración:

Sinopsis:
Lwaxana Troi intenta ligar con un científico mientras este enfrenta la titáncia tarea de salvar su planeta. Los acontecimientos se precipitan cuando descubre que él debe acabar con su vida a los sesenta años como manda la tradición de su pueblo.

Análisis:
Empieza siendo otro capítulo insufrible de Lwaxana Troi, con sus personalidad histriónica, su deshinibición a la hora de meterse en todo fregado y en ir ligando por todas partes, sus peleas con Deanna, Picard escondiéndose, y un nuevo romance con un personaje secundario un tanto soso, ese científico aburrido con su misión aburrida.

Pero a mitad del visionado pega un inesperado giro y se convierte en otra cosa totalmente distinta. El científico gana interés cuando se le viene encima su fracaso en la misión y su final en la vida, porque llega a los sesenta años y la costumbre de su pueblo exige que se suicide en vez de vivir una vejez agónica. Lwaxana, encaprichada de él, lo ve como una barbaridad y trata de que se rebele contra sus tradiciones. Picard le recuerda la Primera Directiva: no interferir en otras culturas. Y todos juntos ofrecen diversas perspectivas del asunto: las tradiciones que unen a los pueblos, aunque algunas parezcan arcaicas o dañinas, el cómo enfrentamos la vejez y la muerte, etc.

Pero a esta potente premisa le ha faltado un poco más de ritmo, escenarios que agilizaran más las largas conversaciones. La amenaza de las naves de guera prometía acelerar el proceso, pero se queda en la típica excusa para generar intriga fácil. De la amenaza en ciernes sobre todo el planeta, con el sol moribundo, no se vuelve a hablar, queda en el aire.

Lo peor es que después de la remontada no logra ofrecer un final impactante, pues es otro de esos desenlaces blandos donde las cosas se quedan como están. Lo mejor, el también inesperado papelón que hace David Ogden Stiers como Timicin, el científico, que termina siendo un personaje mucho más complejo e interesante de lo que prometía.

Cabe destacar que el breve pero intenso papel de Michelle Forbes como la hija de Timicin le garantizó su retorno en un rol recurrente, la alférez Ro Laren, y fue el inicio de una carrera en televisión muy destacable: Homicidio (1993), 24 (2001), En terapia (2008), True Blood (2008), The Killing (2011)…


423. El huésped
The Host
Guion: Michel Horvat.
Dirección: Marvin V. Rush.
Valoración:

Sinopsis:
Un embajador del que se enamora Beverly Crusher resulta no ser quien dice, y esta debe replantearse la relación.

Mejores frases:
-La raza del huesped, los Trill, reaparecerá en Espacio Profundo Nueve, pero con escaso parecido, destacando que se olvida el riesgo que supone aquí para ellos usar teletransportador.
Gates McFadden estaba en un avanzado estado de gestación, y tuvieron que hacer malabares para que no se notara. Sin saberlo, es muy difícil darse cuenta.

Análisis:
Tenemos la enésima repetición de la premisa del científico o el embajador que tienen todos en un altar, sea por grandes descubrimientos científicos o por gestas pacifistas. Y estos siempre guardan un secreto que pone en peligro a la tripulación del Enterprise y el proyecto en que anden embarcados.

En este episodio valía cualquier excusa para tener a un tipo a bordo, porque al final su misión es lo de menos. Tras mucha cháchara de dos facciones enfrentadas (todo súper visto) y de que el tío es infalible, vuelven a hacer la jugada de resolver las negociaciones fuera de pantalla mientras nos centramos en otra aventurilla mucho menos prometedora.

El embajador y la doctora Crusher se enamoran, y como suele pasar, el romance es cargante hasta conformar un capítulo casi insoportable. Hablan mucho pero no se ve conexión, y mucho menos la chispa ardiente que dicen. Beverly analiza la situación con reflexiones de niña chica, aunque repite constantemente que es una mujer adulta. El resto de personajes no pintan nada, algunos están metidos por la fuerza, como Riker. El embajador resulta ser un simbionte con aspecto de babosa de dos kilos que usa cuerpos de otros. Cuando debe cambiar de cuerpo Riker se ofrece para poder sacar adelante el acuerdo de paz, aunque al final acaba en simbiosis con una mujer. Entonces la doctora debe replantearse su relación… así que tenemos otra tanda de cansinas reflexiones.

Hubo quejas de que la historia de Beverly se inclinó hacia la homofobia, al rechazar a la persona por ser ahora mujer. Parece que los guionistas se obsesionaron con el tema alien que y ni se habían planteado esa cuestión. La lectura que queda es más bien que Beverly vuelve a quedar como una inmadura al querer sólo al tipo mazao y guapo y desechar la personalidad.

Así que, aunque se intenta hablar de cómo el amor es más que físico, el análisis es superficial y torpe, forzado desde la puesta en escena (la saturación de música y la sobreactuación de Gates McFadden), y acaba con un giro un tanto incongruente en la moderna y abierta Federación. Y por supuesto, da la impresión de que este importante evento en la vida de Beverly se olvidará por completo en próximos episodios.

La pena es que originalmente el guion abordaba la crisis bélica y los esfuerzos del embajador, sin tonta historia de amor. Pero pensaron que había que poner los problemas sobre uno de los personajes para que fuera más interesante. Y la cagaron bastante.


424. El ojo de la mente
The Mind’s Eye
Guion: René Echevarria, Ken Schafer.
Dirección: David Livingston.
Valoración:

Sinopsis:
Geordi es manipulado mentalmente por los romulanos para asesinar a un alto mando klingon y provocar una guerra entre klingon y humanos.

Notas:
-Primer trabajo como director del productor David Livingston, luego muy relevante en ambos campos en toda la saga.

Análisis:
Se basaron en El mensajero del miedo (novela: Richard Condon, 1959; película: John Frankenheimer, 1962), donde se elabora un complot tan enrevesado como improbable, pero aquí con la ciencia-ficción queda mejor justificado. Los romulanos secuestran y reprograman a Geordi para que obedezca órdenes sutiles enviadas a su visor, de forma que son casi indetecables. El ingeniero va preparando un atentado sin que nadie, ni él mismo, lo sepa. Pero los romulanos no contaban con el suspicaz Data, que va sumando pistas hasta desmontarlo todo.

La premisa es intrigante y la investigación se desarrolla con deducciones bien planteadas, creíbles. El problema es que evidentemente falta una trama que mantenga el interés mientras se acerca el esperado momento. La historia de los klingon es anodina, a pocos días de haber visto el episodio por segunda vez sigo sin recordar cuál es la misión. Por ello el ritmo es bastante torpe, cada paso que dan Geordi y Data llega tras rellenos aburridos y giros forzados. Cuántas veces van a pasar de una nave a otra para soltar un par de diálogos-excusa para extender el argumento y a volverse airados para hacer tiempo hasta el siguiente momento en que los autores decidan que es conveniente avanzar.

Tenía mucho más potencial, pero al menos deja buenos momentos, como Data ordenando la detención de Geordi ante el asombro de Worf.


425. En teoría
In Theory
Guion: Menosky, Ronald D. Moore.
Dirección: Patrick Stewart.
Valoración:

Sinopsis:
Una mujer desdichada se enamora del bueno de Data.

Notas:
-Primer episodio dirigido por Patrick Stewart.

Análisis:
Otro capítulo que ahonda en la adaptación de Data a la vida entre humanos, la inteligencia artificial aprendiendo las peculiaridades de los sentimientos, el lenguaje no hablado, las relaciones…

Una oficial que pasa una mala racha amorosa se sustenta en Data para salir del bache… y acaba enamorada de él. Este aprovecha para indagar sobre un tema que apenas exploró con Tasha Yar en la primera temporada. Lo hace con prudencia, pidiendo consejos a todos. Cada personaje aporta su punto de vista como bien puede. Deanna con su experiencia señala las posibles consecuencias, el mujeriego de Riker le dice que palante a por todas, Geordi hace de amigo, no se moja realmente, Picard se escaquea, Guinan aporta su sabiduría, y O’Brien y Keiko hacen de espejo donde mirarse, por tener una relación sólida.

Michele Scarabelli está estupenda como la mujer enamoradiza y frágil, y Brent Spinner como siempre coge con facilidad el punto ingenuo y entrañable de Data.

La historia se aborda con la naturalidad y sencillez que necesita una aventura amorosa de este tipo para que la relación resulte creíble, cercana. Esto implica también que por momentos tiene tramos muy mundanos, sin garra. Intentan sortearlo con ingenio, añadiendo humor negro (Riker despollándose del asunto, Picard quitándose el muerto de encima), con lo que además resulta bastante divertido.

Pero no tiene nada más. La perspectiva a lo Star Trek, la lectura social inteligente, no hace acto de presencia, la relación discurre por todos los clichés sin lograr sorpresas inteligentes ni moralejas que te dejen pensando.

Y como ocurre en demasiadas ocasiones, los autores se aferran a la obsesión de incluir una trama de ciencia-ficción, con un reto que es bastante vulgar y poco emocionante a pesar de los evidentes esfuerzos por realzarlo. El tiempo perdido en ello podría haber sido dedicado al tema central.


426. Redención
Redemption
Guion: Ronald D. Moore.
Dirección: Cliff Bole.
Valoración:

Sinopsis:
El ascenso de Gowron a Canciller supremo se trunca con la opisición de la familia Duras. Picard es de nuevo requerido como árbitro neutral, y Worf ve la oportunidad de recuperar el honor de su familia.

Notas:
-Durante el rodaje, el presidente Ronald Reagan visitó el set.
-Aquí se afirma que las mujeres klingon no pueden ser miembros del consejo, pero en Star Trek VI, ocho años antes de estos acontecimientos, ya había una, y en el episodio Reunión de esta temporada y que abre esta trama, el propio Gowron ofrece un puesto a K’Ehleyr. Además, las dos son medio humanas.

Análisis:
La política klingon vuelve a resultar apasionante, cada facción está bien trabajada, con personajes muy sólidos. El altivo Gowron, las valientes hermanas Duras, Lursa y B’Etor, su pelele Toral, y los líos familiares de Worf y su hermano Kurn garantizan un relato de gran tensión, a ratos impredecible a pesar de en cierta manera la premisa es la misma que la de Reunión. Pero es en realidad una extensión que trata las secuelas y llega a conclusiones importantes. En la segunda parte, que abrirá la siguiente temporada, se tratan otras secuelas, como la intervención de los romulanos en el conflicto.

También cabe destacar que estos serán personajes recurrentes. Gowron, Kurn (ya conocidos aquí), Toral y las hermanas Duras aparecerán en Espacio Profundo Nueve, y ellas también en la película La próxima generación.

En todo el embrollo, Worf debe lidiar con dilemas personales y familiares serios que lo llevarán a elecciones que definirán su porvenir. Si sigue con la Federación, abandonará a su maltrecha familia y al Imperio. Si se va con los klingon, dejará atrás gran parte de su vida y amigos.

Pero al episodio le falta algo para ser redondo. No llega a deslumbrar en ritmo y sentimiento, e incluso flojea en verosimilitud. Enfrentamos momentos clave en la vida Worf y de la historia Klingon, pero queda todo en manos de solo dos personajes que parecen metidos con calzador en el meollo, mientras la perspectiva global y la aportacion de otros bandos y protagonistas queda coja o directamente no existe.

Perdemos mucho tiempo con Picard y Worf e incluso con los rumulanos, cuando Gowron y los Duras son fascinantes y su conflicto, sobre todo cuando pasamos a lo bélico, podría haber dado mucho más de sí. Si estamos hablando del Imperio Klingon, no os salgáis por la tangente contando otras cosas. Pero aquí pesa demasiado la fórmula estrica de La nueva generación: los protagonistas deben estar en el centro de todo; en Espacio Profundo Nueve no mostaron miedo a tener episodios centrados en personajes secundarios, en otros bandos y escenarios.

La razón por la que requieren a Picard tanto en Reunión como aquí me resulta más que aceptable: un imperio débil necesita de un observador neutral. Ahora además se une el interés de Gowron por tener un aliado poderoso que tape sus debilidades ante las hermanas Duras. Pero lo cierto es que en el desarrollo de los acontecimientos la sensación es que Picard sobra cada vez más. El proceso de sucesión se había completado, sólo faltaba que Gowron subiera al poder. Pero una cosa es que queden algunos trámites y costumbres, otra que se inicie otra ronda de disputas. Y en ellas parece haber un juez o árbitro del propio consejo, pero este en vez de actuar deja que Picard dicte sentencias sobre leyes y costumbres klingon cada dos por tres. Y así todo gira alrededor del capitán, como si los klingon no pintaran nada en el proceso. Y a la vezí, Picard repite constantemente que no deben participar en disputas internas de otros gobiernos.

Worf, un don nadie expulsado de la sociedad y la política, también acaba por requiebros varios siendo crucial en el desarrollo de acontecimientos. Gowron trata con él a pesar de no quererlo ni ver, y de que su utilidad como miembro de la Federación es muy cuestionable, pues no hay quien se crea que no conocen las rígidas normas de no intervenir en conflictos extranjeros. Al menos llega Kurn y la posibilidad de ver restaurado el honor de la familia, con lo que entonces sí se justifican sus esfuerzos por ser útil en la contienda y elegir el bando adecuado.

Pero aun así la implicación de Worf no cuaja. El capitán copa tanto protagonismo que la tripulación del Enterprise desaparece. Sólo vemos a Riker, y sólo tiene una frase, una muy triste que no pega con el personaje y sobra también como explicación para el espectador, pues sabemos de sobra y se reitera demasiadas veces durante el episodio que la Federación no va a intervenir. Es que ni aporta nada cuando Worf defiende su causa, cuando siempre es la voz amiga que intercede antes de que Picard dé una respuesta tajante. Y todo esto me parece un error gravísimo: Worf enfrenta una situación difícil, pero ninguno de sus amigos y compañeros interacciona con él, ni siquiera en la despedida en que la que por fin se los ve de refilón. Por ello, el factor emocional se ve muy resentido.

Y para terminar, tenemos a los romulanos y a Sela metidos en el embrollo, y la impresión constante es que no pintan nada ahí. Es bastante interesante y sostenible por sí sola la intriga klingon, no hacía falta meter más facciones en juego, y menos para aportar minucias que no llevan a nada. Después de lanzar por fin su arco en la tercera temporada, los romulanos han acabado siendo relagados a una excusa que usar como relleno cuando deben apañar algo de suspense y sorpresas baratas pero sin trascendencia real, para rellenar huecos, etc… Sólo en Unificación (507, 508) se centrará la cosa en ellos, en el resto de esporádicas apariciones se los maltratan demasiado.

Aquí además tenemos el giro cutre de nostalgia que hicieron para recuperar a Denise Crosby, Tasha Yar en la primera temporada, pues todos los productores, guionistas y actores se arrepintieron de su salida y de matar al personaje. Ya hicieron que apareciera en el delirante requiebro de El Enterprise del ayer (315), y aquí la tenemos vestida de romulana. Supongo que generaría gran confusión entre los aficionados, porque expectación lo dudo, dado que el personaje estaba muerto y su versión alternativa también. Como explicarán en la segunda parte de este episodio, Sela es la hija mestiza de la Tasha alternativa que acaba presa de los romulanos. ¡Toma ya!

Así que tenemos a romulanos y a este personaje absurdo por ahí dando guerra, pero ninguno muestra una motivación real ni se siente relevante en los acontecimientos. Para colmo, este personajillo saldrá más veces, no sólo en la conclusión, sino también en Unificación, Parte II. Incluso fue presentado antes: en El ojo de la mente se oye su voz… cuando nadie puede saber quién es. Ridículo todo.

También en el detalle me chirrían algunas cosas. Los escritores han cogido la costumbre de colar palabras sueltas en klingon como para dar más credibilidad a su cultura. Pero para que eso fuera posible estarían desactivando y activando cada dos por tres esos los traductores universales que hacen que todas las especies se entiendan, esos que nunca explican cómo funcionan, al menos hasta un episodio de Espacio Profundo Nueve (Hombrecillos verdes, 407). Y si no hay traductores, qué sentido tiene que los klingon del consejo, en su propio planeta, hablen inglés.


Ver también:
Guía de episodios y películas
Temporada 1 (1987)
Temporada 2 (1988)
Temporada 3 (1989)
-> Temporada 4 (1990)
Temporada 5 (1991)
Temporada 6 (1992)
Temporada 7 y final (1993)

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.