DAHMER – MINISERIE

Dahmer – Monster: The Jeffrey Dahmer Story
Netflix | 2022
Suspense, drama, histórico, biografía | 10 ep. de 45-63 min.
Productores ejecutivos: Ian Brennan, Ryan Murphy.
Intérpretes: Evan Peters, Richard Jenkins, Niecy Nash, Molly Ringwald, Michael Bleach, Colby French, Rodney Burford, Michael Learned, Khetphet Phagnasay, Brayden Maniago, Penelope Ann Miller, Dyllon Burnside, Shaun J. Brown.
Valoración:

La negra historia de Estados Unidos con los asesinos en serie es asombrosa e inexplicable. Ningún país se le acerca en número y barbaridades que estos cometieron. Tantos, que todavía me asombra descubrir a algunos de los que nunca había oído hablar, como este Jeffrey Dahmer y otros que aparecían en Mindhunter (Joe Penhall, David Fincher, 2017).

Aunque ya hay varios documentales y películas sobre la vida del asesino en serie caníbal Jeffrey Dahmer, Ryan Murphy (Nip/Tuk -2003-, American Horror Story -2011-) y su colaborador habitual Ian Breannan (Glee -2009-, Ratched -2020-) han desarrollado una nueva adaptación que narra como aterrorizó a jóvenes homosexuales negros y latinos de durante los años ochenta en Milwaukee, en el estado de Wisconsin, llegando a asesinar a diecisiete, comerse partes de algunos de ellos e incluso realizar algunas trepanaciones caseras para intentar convertirlos en dóciles amantes.

Esta miniserie sorprendentemente ha causado gran sensación, se ha convertido en otra de esas donde el boca a boca genera un fenómeno que se sale de toda escala, uno en el que tienes que entrar para no sentirte excluido. Lo cierto es que cuesta entenderlo dado su tono adulto, sórdido y con lecturas intelectuales varias, pero se ha colocado como la tercera serie más vista de Netflix tras El juego del calamar (Hwang Dong-hyuk, 2021) y Stranger Things (Matt Duffer, Ross Duffer, 2016), en una de las más comentadas en todo el globo, y con influencia social importante: el de Dahmer ha sido un difraz popular este Halloween, y no han faltado las hordas de ofendiditos atacándola con sus paridas, erigiéndose árbitros de la moral.

Los ataques e intentos de censura que ha sufrido han sido tan gratuitos y pasados de rosca como de costumbre, destacando la ridícula postura de eBay impidiendo la venta de dichos disfraces. Pero también más que nunca han dejado ver la estrechez de miras de quienes enarbolan la bandera de la censura, porque es evidente que no han visto la serie o de haberlo hecho no han entendido nada. Encontrarse a colectivos LGTBI clamando porque es un atentado contra su dignidad, cuando precisamente expone con gran sensibilidad que fueron víctimas de la sociedad, que los dejaba de lado, expuestos a gente como Dahmer, es un buen ejemplo. Otro lo tenemos en los que han puesto en grito en el cielo diciendo que es una glorificación de los asesinos en serie. Primero, y qué si lo es. Es ficción, un entretenimiento, no un discurso alentando a comerse gente. Pero se nota que es un cáncer de estos tiempos, porque las distintas versiones de Hannibal Lecter no solo no recibieron estos delirantes ataques sino que fueron aplaudidas por su calidad. Dahmer precisamente se adelanta a estos lloriqueos, pues expone y ridiculiza muy bien esa sinrazón: en una de sus muchas lecturas aborda cómo el populacho clamaba contra los cómics, el rol y el heavy metal señalándolos como culpables de los males del mundo. Ahora estos imbéciles estrechos de miras van a por internet y los videojuegos, y últimamente contra algo que ya se creía superado, el cine y las series.

Su primer episodio me decepcionó un poco, dadas las buenas críticas que arrastraba. El enfoque parece limitarse a una imitación de Hannibal (Bryan Fuller, 2013): las sórdidas aventuras de un asesino en serie mostradas con una narrativa que logra sacar belleza de la maldad. Pero le falta su ritmo absorbente, y aunque en lo visual es llamativa no llega al nivel deslumbrante de aquella. Sin embargo, no tarda en crecer, tras un par de capítulos más queda claro que la ambición de sus autores es mayor, recordando a la magnífica Mindhunter y su análisis sobre la génesis de los asesinos en serie. Pero posteriormente vuelve a tropezar, pues se pasan de largo con el intento de abarcar demasiado, habiendo partes de la vida del protagonista y puntos de vista sobre las repercusiones que no se sienten tan emocionantes y trascendentales. Lo más notable es que algunas idas y venidas al pasado se hacen repetitivas y la aproximación la religión en los últimos episodios resulta un extensión innecesaria, al menos con la poca garra con que lo narran en comparación con otros aspectos en los que aciertan de lleno, como el racismo, la homofobia y los problemas familiares.

Con una narrativa fragmentada en el tiempo y abarcando distintos ángulos y puntos de vista, la reconstrucción de la vida de Dahmer es metódica a la hora de intentar explicar como se forjó su personalidad, tanto que termina adentrándose en un análisis social de gran calado, verosimilitud y sentido crítico. Los guionistas elaboran un certero análisis psicológico, social y político sobre el fracaso de las sociedades humanas: el estado, los sistemas educativo y sanitario (la salud mental en este caso), las autoridades, los padres… todo puede fallarle al individuo alguna vez… a algunos les pone zancadillas a lo largo de toda su vida… y en casos concretos es tal el cúmulo de errores que permite que aparezcan seres descarriados tan perturbados como Jeffrey Dahmer.

Los autores reparten culpas a todo el mundo, por lo general con el necesario distanciamiento y objetividad para que resulte neutral y tú seas quien deduzca las cosas, pero a veces, ante la imposibilidad de mantener la compostura ante las barbaridades que enfrentan, optan por un acertado humor negro, como los ataques a los cómics o algunas situaciones con el padre.

En el centro del relato tenemos a los padres distantes e incapaces de ver los problemas entre ellos y cómo afectan al desarrollo de su hijo; a los ciudadanos y vecinos que pasaban de largo ante las sospechas de abusos sexuales y violencia que intuían con él, o que no hacían lo suficiente, como la vecina que es puesta como heroína por llamar repetidas veces a la policía pero a la hora de la verdad se escondía bajo sus sábanas en vez de buscar otra solución; y el racismo, la homofobia y la xenofobia imperantes, enquistadas en la policía, ya de por sí incompetente, y la justicia, ya de por sí clasista. Dahmer se libra de varias denuncias y juicios gracias a esta cadena de desidia, y encontraba víctimas desamparadas porque por su condición u origen acababan viviendo en los márgenes de la sociedad. Pero otros aspectos relacionados tangencialmente también hacen acto de presencia: la religión como escapatoria de la realidad y a la vez fuerza de unión, los conflictos de adolescentes en el instituto, etc.

Algunas víctimas tienen bastante más protagonismo que otras, pero no creo que se pueda decir que acusa desequilibrio o favoritismo de ningún tipo. El entrañable tramo centrado en el sordomudo y el más triste sobre la familia asiática de primeras hacía pensar en sensacionalismo por este lado y dejadez por el de los asesinados y descuartizados que vemos de refilón. Pero al final queda claro que no había ni espacio ni necesidad de mostrarlo todo, que es lógico centrarse en los eventos que más influyeron en Dahmer en las distintas etapas de su vida y los que más sentido tienen a la hora de mostrar cada entorno y situación, y repetirlo con todas las víctimas evidentemente sería contraproducente.

El acabado es notable en las labores de dirección, fotografía y la ambientación de la época, pero destaca sobre todo la parte interpretativa. Richard Jenkins como el padre y Evan Peters como Dahmer ofrecen unas actuaciones memorables, enternecedoras y patéticas a partes iguales, muy ricas en matices a pesar de la obligada contención. También cabe señalar que no se escatima en lo gore para mostrar el alcance de las «obras» de Dahmer con toda su crudeza, pero los momentos más tensos e incómodos son los clímax sin sangre, sino con protagonistas sufriendo momentos de gran estrés, como cuando Dahmer entra en el piso de la vecina ofreciéndole un sándwich de dudosa procedencia.

Por sus acuciados bajones de ritmo y salidas por la tangente queda un tanto irregular en cuanto a ritmo e intensidad, pero en el lado de documental, drama social y sobre todo de crítica, Dahmer ha resultado apasionante, sobre todo después del bache que supuso Ratched, otra de estos autores del mismo género. Consigue que la existencia de Dahmer no se quede en una anécdota atroz que fue enterrada en el olvido y ha sido rescatada por ansia de espectáculo gratuito, o incluso para redimir y ensalzar al asesino, como defendían algunos en su delirio, sino que nos hace entender y aceptar dolorosamente cómo un crío cualquiera llegó a convertirse en un asesino caníbal por una confluencia de negligencias comunes en cualquier sociedad y familia, y nos lleva a pensar en cómo se puede evitar, en qué podemos mejorar.

Netflix llevaba ya unos años pegando fuerte con la producción de numerosos documentales sobre crímenes y justicia que estaban teniendo buena acogida e incluso causando bastante repercusión, hasta el punto de empujar a reabrir varios casos. El último emitido es precisamente uno sobre Dahmer, que salió poco después de la serie. Y el éxito de esta ha sido el colofón a esta moda. Así que no puedo dejar de preguntarme si este punto álgido del género no permitiría que resucitaran Mindhunter. Aquella llegó antes pero me temo que pasó sin causar mucho revuelo a pesar de ser muy superior. Y como curiosidad, se puede señalar una relación directa: los agentes del FBI en que se basa entrevistarían a Dahmer en los noventa durante su estancia en la cárcel, algo que aquí no llega a verse, pues declaró primero ante los detectives que lo apresaron y no había motivo para reincidir en ello.

PD: El título oficial y su traducción es muy feo y lioso: Dahmer – Monstruo: La historia de Jeffrey Dahmer, así que como era de esperar se conoce popularmente como Dahmer a secas.

PD: Netflix no ha tardado en exprimir el éxito de la miniserie extendiéndosa a serie antológica que narre la historia de otros asesinos en serie.

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