ALTERED CARBON – TEMPORADA 2


Netflix | 2020
Ciencia-ficción | 8 ep. de 45-56 min.
Productores ejecutivos: Alison Schapker, varios.
Intérpretes: Anthony Mackie, Chris Conner, Renée Elise Goldsberry, Simone Missick, Will Yun Lee, Dina Shihabi, Torben Liebrecht, Hayley Law, Sharon Taylor, James Saito, David Cubitt.
Valoración:

Alerta de spoilers: Sólo presento el argumento y los personajes.–

Todo el que la vio estuvo de acuerdo con que la primera temporada de Altered Carbon tenía un potencial asombroso que se había quedado a medias. Netflix y sus autores tomaron nota de que había quejas… pero parece que no de cuáles, porque han hecho cambios que no atajan las carencias más comentadas, sino que han alterado otras cosas, incluyendo algunos puntos fuertes. Además, a mitad de la producción la principal productora ejecutiva, Laeta Kalogridis, se fue o fue largada y toma las riendas Alison Schapker (Alias -2001-, Cinco hermanos -2006-, The Flash -2014- y otras).

Sin ser esta segunda una mala etapa, añade más al factor decepción, porque supone un retroceso cuando se esperaba que dejara atrás los problemas y diera el salto cualitativo que tan prometedora historia tenía al alcance. La decisión tomada ha sido la de simplificar y ablandar el universo planteado, sin duda pensando en captar a un rango de público mayor, pues la ciencia-ficción de gran complejidad es muy exclusiva. También cabe señalar que las novelas se han dejado aún más de lado, según se comenta.

Si cuando entramos en la serie encontramos un elaborado y fascinante futuro, con distintos estratos sociales (los ricos inmortales, terrorismo, religión), avances científicos que han cambiado la vida por completo (las pilas y fundas, las realidades virtuales, las inteligencias artificiales), y varias historias combinadas que tocaban bastantes estilos (noir, ciberpunk, crítica social, drama personal), ahora se ha limitado muchísimo el horizonte a pesar de que precisamente la salida al espacio era algo que se esperaba con interés al término del primer año.

Nos vamos al Mundo de Harlan, uno de los planetas colonizados por el hombre y con gran presencia de la cultura de los Antiguos, esos restos alienígenas tan misteriosos. Lo lidera una política dura de pelar, Danica Harlan, que lucha contra la eterna facción terrorista con lo que haga falta, por lo que el pueblo no tiene muchas libertades.

Takeshi Kovacs llega allí después de años viajando en busca de su amada Quellcrist Falconer, con quien encabezara hace siglos la revolución. Lo hace en una funda nueva, encarnada por Anthony Mackie (de la saga Los Vengadores), y lo acompaña su fiel Poe, la IA, pero este sufre tantos fallos de funcionamiento que su porvenir no pinta bien. El asesinato de varios Meth, los ricos que con pilas y fundas se hacen inmortales, y más concretamente de fundadores de esta colonia, parece señalar que Quellcrist está viva y en este lugar, y decide quedarse. En sus indagaciones tropieza con la cazadora de recompensas Trepp, que tiene sus propios planes pero a veces sirve de ayuda, y con el duro coronel Carrera, que resulta ser su antiguo comandante de cuando era fiel a las brigadas, y no se cansa de ser un mercenario de gobiernos varios.

La intriga política es muy parca. Danica es chunga, Carrera es chungo, y ponen constantemente en aprietos a nuestros protagonistas durante su búsqueda. Estos retos no son nada ambiciosos, se deja muy de lado la ciencia-ficción de alta calidad y el noir inteligente por un simplón y trillado policíaco de acción a base de tiros y puñetazos. Las realidades virtuales, las IA, la tecnología de los antiguos, pasan de fascinar a resultar aspectos secundarios muy básicos. Las posibilidades con las pilas y fundas se limitan bastante.

Y de todo ello no emerge una perspectiva sociopolítica inteligente como antaño. El tono cambia bastante hacia un drama básico, con amoríos y familias en peligro y personajes menos ambiguos. Kovacs parece menos un mercernario distante, fuera de lugar, y es más majete. Los roles que se pueden considerar los villanos no muestran intereses y motivaciones que hagan entender sus acciones poco éticas, sino que son malvados porque sí. Los conflictos morales emergentes del terrorismo y otros temas en apariencia serios no tienen sustancia alguna.

Hacia el final se ahonda un poco en el asunto de los Antiguos, llegando a tener un par de giros bastante interesantes… que son desaprovechados de mala manera. La originalidad de estos instantes proviene obviamente de la inventiva de las novelas, porque si fuera por estos guionistas seguramente no habríamos visto ni estas pocas buenas ideas. La confluencia y el desenlace de las tramas son tan flojos como el tramo final de la primera etapa: un malo rabioso de manual y tortas y más tortas con poca emoción y contenido.

En los personajes y sus relaciones se extiende el estancamiento en su evolución que se vio en el arco final de la primera temporada, quedándoles lo justo de carisma para salir al paso. Antes el pasado era intrigante, daba forma a los personajes y contexto a los hechos históricos, pero aquí ningún flashback es útil e interesante, por lo que la disputa con Carrera resulta muy forzada, la historia de los colonizadores no engancha, y el Kovaks asiático no mola tanto como antes, es como un añadido innecesario. La relación de amor en tensión se estira y estira hasta los últimos episodios, con las revelaciones guardadas según quieran los guionistas avanzar o no; la dinámica con Poe y su drama es más emotivo, pero también se reserva de mala manera y es muy predecible; Trepp cae bien, pero parece un poco un pegote, no tiene una gran historia detrás: su familia importa un comino; y Danica y el gobierno como digo son malos de manual, y cuando por fin se encuentran cara a cara con nuestros protagonistas el resultado es de serial barato.

El reparto está bien, pero con la falta de calado de sus roles cabe pensar que podrían haber dado más de sí. Anthony Mackie tiene más soltura que Joel Kinnaman, pero en el registro dramático tampoco conmueve, sobre todo porque Kovacs dice estar enamoradísimo de Quell pero esto no se ve en ningún momento, y eso que Renée Elise Goldsberry sí está estupenda (por cierto, tiene 49 años y no aparenta más de 35). Simone Missick, quien fuera lo único rescatable en Luke Cage (2016), vuelve a mostrarse muy solvente en el papel de Trepp. Lela Loren, con un currículo poco llamativo hasta Power (2014), convence como la ambiciosa Danica Harlan. Torben Liebrecht, con una larga trayectoria en su Alemania natal, consigue que Carrera imponga bastante a pesar de las limitaciones de su dibujo, al menos hasta el delirante tramo final. El que más destaca de nuevo es Chris Conner como Poe, que vuelve a comerse a todos en pantalla, y su nueva amiga IA tampoco se queda atrás, con la entrañable Excavación 301 interpretada por Dina Shihabi (Jack Ryan, 2018).

Para colmo, parece que la primera temporada costó mucho, y al no rendir tan bien como esperaban habrán recortado un buen pico, porque el acabado no luce tan bien. El aspecto visual es llamativo gracias a una buena fotografía, pero en dirección, efectos especiales, decorados y escenas de acción no asombra como antes, sino que por momentos parece más bien cutre. El mundo de Harlan no impresiona, los escenarios que vemos se repiten demasiado y son muy parcos, no hay virtuosismo alguno en la dirección en una serie que empezó deslumbrando. Concretamente, las escenas de acción eran bastante originales y muy bien trabajadas, aquí los tiroteos y luchas cuerpo a cuerpo son bastante flojos, con poca imaginación y ambición, y un montaje final que tiene momentos muy chapuceros.

Tramas poco apasionantes, ritmo aletargado, más vueltas en círculos de la cuenta teniendo sólo ocho episodios, y la mala impresión de que cuando llegan los avances estos no exprimen el potencial latente, consolidan la posición de Altered Carbon como una decepción importante en una serie que parecía llegar para dar nueva vida al género en televisión.

Ver también:
Temporada 1 (2018)
-> Temporada 2 (2020)

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