MANHATTAN – TEMPORADA 2 Y FINAL

WGN America | 2015
Drama | 10 cap. de 55 min.
Productores ejecutivos: Sam Shaw, Thomas Schlamme, David Ellison…
Intérpretes: John Benjamin Hickey, Ashley Zukerman, Rachel Brosnahan, Michael Chernus, Christopher Denham, Katja Herbers Harry Lloyd, Olivia Williams. William Petersen, Daniel London.
Valoración:

En la primera temporada de Manhattan el equilibrio distaba de ser perfecto, pero la combinación de drama de época, thriller de intrigas personales con un toque de espionaje, y recreación pseudohistórica de una de las grandes epopeyas científicas del hombre, ofrecía una serie muy llamativa cuyo excelente acabado visual (de la mano del gran Thomas Schlamme) terminaba de ensalzar su atractivo. Pero esta segunda etapa rompe el hechizo y la desestructurada narrativa termina bajando mucho el nivel. A pesar de tener menos capítulos (diez) se ha hecho menos interesante y más larga, con lo que las audiencias han respondido alejándose y ha terminado cancelada. Llegamos a la prueba Trinity con los protagonistas entrando en un nuevo rumbo en sus vidas, así que al menos hay sensación de final.

Los tres géneros se hayan ahora en casi total discordancia. El thriller cobra demasiado protagonismo, tanto el de intrigas personales como el de espionaje. De nuevo cada personaje está empecinado en sobreponerse a los demás a base de planes maquiavélicos e improvisaciones constantes, porque lo cierto es que cada capítulo añade buenas dosis de misterio y giros inesperados que cambian lo planificado. Otra cosa es que sean de calidad… Por ejemplo, que uno de los momentos cumbre en la carrera de Charlie venga de los cotilleos que escucha la esposa por el teléfono es un tanto simplón. Por si fuera poco, sobre todo este jaleo se potencia el espionaje. Una cosa es mostrar cómo el ejército lo tenía todo controlado y cómo emerge la obsesión comunista, otra convertir a la mitad de los personajes principales en topos (uno de Inglaterra, otro de Rusia, otro con sospecha de ser nazi)… y los que no lo son, tienen unas guerras abiertas con todos los demás que también rozan constantemente la traición.

Como extensión de estos problemas está la obsesión que cogen los guionistas con Frank Winter, quien copa demasiado metraje y tramas, engullendo a los demás, algunos de los cuales pierden demasiado protagonismo a pesar de su atractivo y potencial. Charlie y Paul prácticamente acaban siendo de relleno, y es una pena porque Ashley Zukerman y Harry Lloyd son los dos mejores intérpretes masculinos del reparto. Frank, el genio científico que lideraba el proyecto de implosión, acaba convertido en un paria, una especie de hippie o rojo anti bomba dispuesto a todo para frenar el proyecto. Sus convicciones no se trabajan lo suficiente para que nos creamos semejante cambio. Sí, lo sumergen de lleno en los líos de espionaje, con ese capítulo centrado en su cautiverio, pero no me parece suficiente como para un cambio tan radical. O al menos no está bien desarrollado, porque sabemos que era capaz de traicionar a cualquier por seguir sus ideales, y se puede entender que emerjan dudas sobre el uso que harán con la bomba, pero de ahí al extremo al que lo mandan hay un salto muy brusco que no se hace con la transición adecuada, y la exposición de esta nueva postura roza el ridículo en ocasiones: eso de que acabe de soldado raso chanchulleando de acá para allá no se sostiene de ninguna manera.

Así pues, tenemos topos sobre topos e intrigas sobre intrigas hasta que da la sensación de que nadie en The Hill está centrado realmente en su tarea excepto el general (William Petersen), con lo que parece que nadie trabaja de verdad en la bomba. Diez episodios supuestamente a contrarreloj porque ya tienen la fecha de la prueba, y apenas hemos visto un par de escenas donde parece que dediquen esfuerzos al «artefacto». La mayor parte del tiempo están inmersos en todas estas peleas y en unos pocos dramas personales. Estos últimos eran el único eslabón débil de la primera etapa, pero aquí el nivel global baja, así que el de esta sección también lo hace.

Las odiseas de Abby y Liza son de nuevo puro relleno, a veces no se sabe qué pintan en toda esta historia salvo cumplir con el cupo femenino. No me malentendáis: me gusta que ofrezcan la visión de las mujeres, que había muchas familias completas, pero no si se hace con tan poco tacto. Las pocas penurias realistas que vemos (como Helen luchando contra el machismo) hubieran bastado para mostrar la vida en este lugar y época, pero hay más tiempo que rellenar y se montan líos matrimoniales y familiares bastante flojos. Las disputas y enredos amorosos resultan bastante insustanciales y a veces tontos incluso cuando quieren sacarles provecho. Por ejemplo, la aventura de Oppenheimer que quiere usar Abby para que Charlie ascienda la cité más arriba, pero luego continúa con la cargante historia de los remordimientos de ella y lo mal que resuelven el tema del embarazo. Por cierto, también se olvidan del otro hijo a conveniencia y lo recuperan para otro relleno familiar forzado: la irrelevante y cansina visita del padre de Charlie. Y mientras, Liza está aún más desaprovechada, no hace nada interesante, nada que aporte algo al conjunto. Y es una pena, porque Rachel Brosnahan y Olivia Williams son dos actrices enormes.

Con todas estas tramas algo rebuscadas y malogradas los guionistas terminan abandonando del todo la poca historia real que seguían. La vida de los protagonistas se aleja por completo de los científicos en los que se inspiraban, destacando que la aventura de Frank es a todas luces excesiva. Nada parece verosímil, y desde luego no se acerca lo más mínimo a la realidad. Por ejemplo, el clímax final en la torre con Frank y Meeks peleándose con que si sabotean la bomba o no es muy flojo, casi rozando la vergüenza ajena.

A Manhattan le ha pasado exactamente lo mismo que a Master of Sex: tras una primera temporada casi modélica sus creadores no han sabido hacia dónde llevar tramas y personajes y han improvisado de mala manera tomando rumbos algo fallidos. El nivel se resiente, el ritmo también, y como resultado tenemos una temporada muy normalita en una serie que nació en la primera división y con potencial para más. No es una cancelación que me duela, porque no parece que hubiera forma de remontarlo sin cambiar la serie tanto que quedara irreconocible. Lo que sí me duele es que han echado a perder una buena oportunidad para narrar unos hechos que me resultaban muy atractivos.

PD: Pienso seguir las carreras de Ashley Zukerman y Racher Brosnahan con atención, porque son una auténtica revelación.

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