SHOW ME A HERO – MINISERIE

Drama, histórico | 6 ep. de 60 min.
HBO | 2015
Productores ejecutivos: David Simon, William F. Zorzi, Nina Kostroff-Noble, Paul Haggis.
Intérpretes: Oscar Isaac, Natalie Paul, Carla Quevedo, Alfred Molina, Ilfenesh Hadera, LaTanya Richardson Jackson, Catherine Keener, Winona Ryder, James Belushi, Bob Balaban.
Valoración:

David Simon vuelve a escribir una serie. Las expectativas por las nubes. La recepción… relativamente buena en la crítica, pero lo cierto es que si medimos el éxito por las audiencias, desde luego no se puede considerar que haya tenido el esperado. Es curioso, mucho hablar de Simon, de cómo revolucionó la televisión con la obra maestra The Wire (2002) y su sublime análisis de las sociedades del primer mundo, y a la hora de la verdad casi nadie ve sus nuevas producciones. De hecho, la decepción por las bajas audiencias de Treme (2010) casi lo lleva a abandonar este medio. Pero sus series empujan a escribir infinidad de artículos sobre su alcance, porque siguen trascendiendo más allá de la simple emisión en televisión o venta en dvd. Es decir, el público generalista no las ve, pero los pocos intelectuales que sí lo hacen les sacan gran partido, y con sus comentarios terminan esparciendo poco a poco su influencia por el mundo. Show Me a Hero es la que mejor ejemplifica ese valor extra que tienen sus trabajos, porque como serie tiene bastante menos calidad de la que se espera y tampoco la ha visto mucha gente, pero aun así deja un poso enorme, una buena cantidad de enseñanzas e ideas sobre las que pensar.

David Simon y el periodista William F. Zorzi adaptan el libro escrito por la también periodista Lisa Belkin, que relata los hechos ocurridos en la ciudad de Yonkers, colindante con New York, donde desde 1987 hasta 1994 tanto el ayuntamiento como gran parte de la población estuvieron en ebullición constante por una resolución judicial insólita. Resulta que un juez dictaminó que la ciudad debía construir viviendas sociales en los barrios de la clase media para trasladar allí a familias segregadas en guetos raciales, donde estaban abocadas a vivir en la miseria. Esta orden puso a la mayoría blanca de clase media en pie de guerra, con años de disputas entre políticos agobiados entre las obligaciones de la ley y las demandas de los manifestantes que no querían negros en sus barrios. La ciudad estuvo a punto de quebrar y de acabar con revueltas.

Simon aprovecha este caso local y antiguo pero fácilmente extrapolable a muchas ciudades y países para recordar que las diferencias raciales y económicas siguen generando problemas diversos que los políticos no saben o no quieren arreglar sencillamente porque los votantes no tienen visión alguna, un círculo vicioso del que no somos capaces de salir. Como lección de historia y ensayo socio-político funciona bastante bien, pues resume los acontecimientos de varios años de forma que se entiende qué fue ocurriendo y realiza una correcta exposición de las personas y bandos implicados, todo ello con su aparente neutralidad… Y digo aparente porque, si bien mantiene el estilo de The Wire de ofrecer un punto de vista objetivo, es decir, mostrar todas las caras de la situación sin dejar entrever una ideología concreta, el simple hecho de elegir esta historia y narrar con detalle todos sus ángulos ya supone «elegir un bando»: el de la crítica directa y completa al sistema, pero también a las limitaciones y responsabilidades de cada ciudadano. Cada personaje, es decir, cada persona real, tiene sus virtudes y defectos, sus razones para defender tal y cual cosa según su visión del mundo, sus conocimientos, la presión social, etc. Desde la ambición del alcalde veterano a la poca fuerza vital de la pobre chica negra que acaba drogándose, hay todo un rango de individuos más o menos falibles y cuyas decisiones afectan en mayor o menor medida a los demás. El título reza «enséñame un héroe». No hay ninguno. Hasta la figura más relevante, el joven alcalde Nick Wasicsko (Oscar Isaac), se movía seguramente más por cumplir la orden, no por ética social. Aquí sólo hay víctimas.

Pero mientras funciona muy bien como ensayo, como serie dramática se queda algo corta. Son sólo seis capítulos y se hace pesada y larga. No pausada pero densa y adictiva como The Wire y Treme, sino algo aburrida como Generation Kill (2008). Simon no logra un repertorio de protagonistas tan fascinante como los de esas dos grandes obras. Del amplio registro que muestra sólo unos pocos consiguen resultar relevantes y atractivos: Wasicsko y su lucha incansable, Mary Dorman (Catherine Keener) como el mejor ejemplo de los blancos de clase media, con su gradual evolución, y las dos mujeres que exponen con mayor intensidad el futuro negado por el aislamiento socio-económico, la dominicana Carmen Febles (Ilfenesh Hadera) y lo que sufre para salir adelante con sus hijos, y la afroamericana Doreen Henderson (Natalie Paul) con su caída al abismo de las drogas. El resto pasa entre sin pena ni gloria o directamente sin dejar huella, unos porque sus historias no consiguen llamar la atención (el viaje de la adolescente -ligoteos, embarazo, novio inmaduro- no logra alejarse de lo ñoño y previsible) y otros muchos porque son meros elementos de la trama que a veces cuesta distinguir o ubicar, algo que en The Wire no pasaba a pesar de la infinidad de personajes que había en juego. Pero es que ni el que más tiempo ocupa, Wasicsko, logra cautivar, porque apenas se rasca la superficie. No conocemos a fondo sus motivaciones, si actúa por deseo de cambiar el mundo o simplemente porque ese es el único trabajo que sabe hacer. Y su final no impacta lo más mínimo, pues no se sabe por qué lo hace. Aunque es cierto que aquí Simon estaba atado, pues parece que realmente no se sabe qué lo llevó a tomar esa decisión.

En la puesta en escena tenemos un llamativo nombre en la dirección, Paul Haggis (del peliculón Crash, 2004), pero como es habitual Simon opta por huir de efectismos audiovisuales, por dejar que la vida diaria de los habitantes del relato sea la que lleve la narración. Haggis maneja bien los escenarios cerrados con numerosos actores interactuando, pero en general la falta de estilo visual termina acrecentando la sensación de que, por mucho trasfondo que tenga, resulta una producción poco llamativa. Así, como he ido señalando, Show Me a Hero termina siendo más un ensayo periodístico puesto en imágenes que una serie, con lo que su visionado vale para aprender y reflexionar, pero como entretenimiento va justo y como drama le falta capacidad para conectar con el espectador, algo que The Wire, Treme e incluso The Corner (2000) conseguían muy bien.

PD1: William F. Zorzi es colaborador de Simon desde el Baltimore Sun, y pasó por The Wire echando una mano a los guiones e incluso como actor, pues aparecía en el periódico de la quinta temporada de haciendo casi de sí mismo.
PD2: Obviamente la serie es un pilla caras constante de la tropa de Simon, pero también de otras muchas producciones. Por ejemplo, ¡qué mal ha envejecido Terry Kinney, el mítico Tim McManus de Oz (1997)!
PD3: Jon Bernthal (The Walking Dead -2010-) es el único actor que chirría: madre mía qué penoso papel hace… como es habitual en él; ¿por qué lo siguen contratando?

2 Respuestas a “SHOW ME A HERO – MINISERIE

  1. Se te echaba de menos, Treme no es una serie facil, has de tener cierta «simpatia» por los derechos sociales y la musica de New Orleans, a mi me gusto aunque hasta que te haces con llos personajes se me hizo un tanto soporifera, una vez superado eso, es imprescindible. The Wire vistas solo dos temporadas me parece muy, muy buena.. Show me hero le echaremos un vistazo

  2. A mí Treme me enganchó desde el principio. En general el género me da igual si los personajes son buenos y su trayectoria tiene chicha, pero la crítica social y la música me gustan, así que lo tenía fácil.

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