![]() Guion: Jon Favreau. Dirección: Robert Rodríguez. Valoración: ![]() |
Sinopsis:
Boba Fett y el Mandaloriano se preparan para la batalla final contra los Pyke.
Resumen:
La batalla por el dominio de Mos Espa se desarrolla entre el grupo de Boba Fett y los Pyke. El primero cuenta con la ayuda de los jóvenes moteros, los veteranos Mando y Fennec Shand, más los refuerzos de la Ciudad Libre del marshal Cobb Vanth. Los mafiosos cuentan con sus numerosas tropas, pero además se han ganado al alcalde y a los otros sindicatos del crimen.
Pelean por las calles sin seguir ninguna una estrategia inteligente, disparando frente a frente, arrasando con todo. Aparecen Peli Motto, Grogu, y el apuntador. Y mientras tanto, Fennec ataca ella solita la base enemiga. Y ganan los protagonistas.
Análisis:
El final de temporada de El mandaloriano, perdón, de El libro de Boba Fett, está al nivel de los de aquella: fuegos artificiales salpicados de nostalgia y momentos muy convenientes apretados en un guion descuidado, caótico, lleno de idioteces y agujeros. El sentido del espectáculo y algún momento de lucimiento de los protagonistas no bastan para salvar el desastre. Voy escena a escena, pues todas cojean cuando no provocan vergüenza ajena.
Lo primero es lo chocante que resulta el atentado al bar. No se puede decir que Boba Fett sacara provecho del local de ninguna forma, es un ataque gratuito, una excusa muy forzada para lanzar la batalla final. Y esto lleva a señalar que lo cierto es que Fett y su reducida facción realmente no controlan ninguna parte concreta de la ciudad, ni edificios ni vías comerciales ni nada, es la lucha loca de un don nadie contra varios sindicatos del crimen. Normal que los mafiosos locales no quisieran pactar con él, no les ha ofrecido nada determinado, y se vayan con los más poderosos, los Pyke. Aunque realmente tampoco queda clara la posición de cada uno de ellos, son simples extras contra los que luchar.
El tráfico de la especia es el único y débil hilo conductor que hemos tenido para justificar el conflicto de Fett con los Pyke: les ha cortado el suministro, luchan por recuperarlo. Pero no se le ha dedicado el tiempo suficiente para que cale bien. Que la especia hace estragos en la sociedad, dicen… pues yo no lo he visto, ni he visto que se preocupen por ello. Ya de paso, he pensado que no hemos visto ninguna reacción del pueblo a los líos entre capos, si tienen favoritismo por uno u otro o ninguno, cuánto sufren con la tensa situación. De hecho, cabe pensar que estaban mejor antes de que llegara Boba Fett a agitar el avispero.
Pero parece que por fin se acuerdan de las gentes de Mos Espa, así que Fett y sus socios deciden quedarse en el bar para luchar contra los matones invasores y dar ejemplo. No, ellos no cuentan como matones invasores. No, después de decir que se van a hacer fuertes ahí, tampoco se quedan, sino que… ¡se dispersan por todas partes! Una cosa es enviar oteadores a zonas clave, otra dejar que todo tu músculo salga en desbandada. Y encima no se esconden. Se pasean con las vistosas motos por todas partes, el llamativo wookie Krrsantan se planta en medio de la plaza, los jabalíes que todo el mundo sabe con quién están, lo mismo.
Así que cabría pensar que una mafia tan poderosa y organizada como se supone que son los Pyke podría acabar con estos patanes en un momento sin mucho esfuerzo. Pero resulta que son igual de estúpidos. Para el primer ataque se plantan en la puerta y se lían a correr de lado a lado como patos en una galería de tiro, y para variar, su puntería es espantosa. No sorprende que Boba y Mando se los carguen a puñados, a pesar de que también son tan imbéciles como para salir de su refugio y ponerse en la línea de tiro. Ni ataques por los flancos, ni bombardear el edificio, ni francotiradores…
Cuando ya están inmersos en plena batalla, cuando han mandado fuera a sus reducidas tropas, deciden que Fennec se largue también. La idea no parece mala: atacar la base enemiga, ejecutar a sus líderes. Pero llega muy tarde: ¿de qué esperan que sirva cuando el ataque está ya en marcha? Y no tiene verosimilitud alguna: ella solita se monta el asalto sin despeinarse; tiene tiempo y todo para pararse a rescatar a los moteros inútiles que han reclutado.
Los malos al menos habían enviado al pistolero Cad Bane, el Lee Van Cleef azul, para intentar atajar el asunto antes de disparar. Este no puede dar miedo si parece un peluche achuchable y tiene voz seductora, así que le ponen ojos rojos y dientes afilados para que parezca algo chungo. Como es de esperar, no consigue su propósito, para que así podamos tener una batalla espectacular; si de verdad quisiera negociar no habría ido provocando. Y da igual todo, su presencia evidentemente es un reclamo de merchandising, está sacado de las series de animación infantiles para vender muñequitos entre los peques y tener un duelo supuestamente épico con nuestro héroe que supuestamente satisfaga a los adultos.
Al menos, esta parte ofrece el único momento rescatable del capítulo: la loca y tronchante negociación del pelota del ayudante del alcalde. Esto me lleva a comentar que esta serie está teniendo diálogos algo más ingeniosos y refinados que El mandaloriano, mientras que aquella tiene personajes principales y secundarios más carismáticos. Eso sí, en este episodio en concreto falta imaginación en los diálogos: hay demasiada tecnojerga rebuscada, sobre todo para enmascarar insultos.
Otro inciso tenemos para la llegada de Grogu. ¿Qué pinta aquí? ¿Qué se supone que aporta a la trama de cualquiera de los personajes? Nada de nada. Es otro reclamo barato.
Volviendo a la batalla, llegan los de la aldea del marshal Cobb Vanth, ahora llamada Ciudad Libre. ¡Qué enorme sorpresa en el último momento! Porque nadie se esperaba que aparecieran, ¿verdad? Este giro tan facilón se podría pasar por alto si cada bando no hiciera tanto hincapié en que vendrán o no vendrán, cuando realmente no se ha atado bien esta historia: Mando se fue de allí sin tener un sí claro, Cad Vane sin asegurarse de que su líder ha muerto y se han acojonado. Otra sorpresa lastimera que vemos en la escena post créditos es que Vanth vive. ¡Quién se iba a imaginar esto también!
Pues llegan tropas de refuerzo, y no cambia nada, porque los Pyke se multiplican y nadie se plantea ninguna estrategia que no sea dispararse frente a frente, así que todo sigue igual de lamentable. Para rematar, reaparece el wookie, ese que había sido herido de muerte, inmovilizado, derrotado… y sigue recibiendo heridas de todo tipo. Llega un momento en que no logro deducir si los guionistas no tienen sentido del ridículo o si en realidad quieren decirnos que el wookie es inmortal.
Después de haber perdido cuatro mil hombres o así, los Pyke mandan unos robots gigantes con escudos y fuertemente armados… con armas inútiles que no atraviesan paredes de barro y una puntería espantosa. Y yo no entiendo nada. Si tienen esas fuerzas, por qué no tienen naves con las que bombardearlos. Por qué no enviarlos al principio en vez de sacrificar vidas. Y lo más importante: cómo demonios esperan que unos robots tan grandes y lentos puedan perseguir a tropas huyendo por los incontables callejones… Ah, espera, que olvidaba que aquí todos son gilipollas perdidos. Los buenos se dan el piro en pelotón y en línea recta por la única avenida ancha de la zona, para que así tengamos otro rato más de batalla absurda. Y por supuesto, no tienen más idea que dedicarse a disparar constantemente a los escudos.
Entre medio tenemos endebles escenas de colegueo entre los secundarios y el reencuentro injustificado pero supuestamente entrañable de Mando y Grogu, que cómo no tiene la escena de lucimiento con la Fuerza que todos esperábamos.
El desenlace de la batalla es no menos triste. Fett se va a por el bantha, ese bicho tan grande, patoso y lento que tiene a tomar por culo en su cuartel, y al que no hemos visto entrenar ni una sola vez. Pero llega instantáneamente, y ahora resulta que ya no es el animal manso que nos decían, sino una máquina de matar. Y tras otro rato de espectáculo gratuito, vencen.
Al final, el pueblo adula a Fett y Shand por haber destruido media cuidad, pues así se ha reactivado la industria de la construcción. O eso creo que intentan contarnos los guionistas, porque Fett realmente quería dar vida al comercio y tal, pero en ningún momento se ha visto que trabaje por algo así. En cambio, el paseo de la victora resulta muy en plan El padrino: «Ahora mando yo, colmadme de regalos, arrodillaos». Así que su viaje redentor queda en un ramplón «He ganado la batalla, ya estoy bien conmigo mismo». Y peor parada sale Fennec Shand, que todavía no tiene una personalidad mínimamente definida. Pero eso sí, acabamos el episodio de su serie con Mando y Grogu dirigiéndose a una nueva aventura.
Con los imponentes decorados y efectos especiales es difícil que no quede un acabado grandilocuente, pero tenían a mano hacer algo deslumbrante, épico, incomparable a cualquier serie actual, y Robert Rodríguez vuelve a patinar con una dirección bastante ramplona. La planificación de las escenas de acción ya cojea desde el guion, y su falta de talento no ayuda. El montaje es especialmente basto en un muchos instantes, sobre todo las peleas cuerpo a cuerpo. El momento en que Fett se salva de Cad Bane con el truco de estar tirado en el suelo y de repente aparecer de pie, es penoso.
Y todavía me encuentro gente diciendo que «Jon Favreau y Dave Filoni han venido a salvar La guerra de las galaxias tras los desastres de la nueva trilogía». Cierto es que esta acabó mal con El ascenso de Skywalker, pero los dos episodios previos apuntaban muy alto tanto en el dibujo de los personajes como en la combinación de nostalgia y mirar a nuevas ideas. Pero los productores principales, Kathleen Kennedy a la cabeza, se asustaron de progresar hacia algo nuevo, y desde entonces se han empeñado en el inmovilismo y la nostalgia. Esa fallida entrega final no les valió para darse cuenta de su equivocación, y aquí andamos con Favreau y Filoni teniendo carta blanca para seguir embaucando a los fanáticos más facilones y decepcionando a los que esperamos algo de calidad e innovación.
La única esperanza que queda radica en que al haber tanta serie y película en marcha aparezcan autores con mejores ideas y más nivel a la hora de ejecutarlas.
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