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STAR TREK: LA NUEVA GENERACIÓN – TEMPORADA 1

Star Trek: The Next Generation
Sindicación | 1987
Ciencia-ficción, suspense, drama | 25 ep. de 45-92 min.
Productores ejecutivos: Gene Roddenberry.
Intérpretes: Patrick Stewart, Jonathan Frakes, LeVar Burton, Brent Spiner, Desine Crosby, Michael Dorm, Marina Sirtis, Gates McFadden, Will Wheaton.
Valoración:

UNA OBRA VISIONARIA

Hay bastante consenso entre la mayoría de seguidores de Star Trek (o trekkies) en que la primera temporada de La nueva generación es la más floja junto a la séptima, que la serie no encontró realmente su camino hasta la tercera. Yo no lo comparto del todo. Aunque hay diferencias estilísticas y argumentales a partir de la tercera y en calidad media se puede considerar la mejor, la presente me parece claramente superior a las fallidas segunda y séptima. A veces me da la impresión de que los fans miden la calidad según tengan algún gran episodio o no. ¿Y los otros veintitantos qué? Precisamente esta etapa tiene bastantes capítulos muy infravalorados. Y hay que tener en cuenta también el asombroso futuro imaginado y la inteligencia subyacente en las diversas aventuras que vive la magnética tripulación protagonista. No había nada parecido en televisión desde La serie original, y aunque todavía no aporta novedades como para deslumbrar a lo grande, sí tiene mucho atractivo y va labrando su propio camino rápidamente.

Es cierto que hasta el tercer año no se adentran más a fondo en historias políticas y culturales de mayor recorrido y en episodios atípicos, temas y estilos aquí apenas presentados, pero en la línea de exploración y conflicto con lo desconocido (tanto ciencia como cultura), generalmente con subtextos de corte intelectual y ético, ofrece historias muy originales, algunas cautivadoras, y casi todas con gran sensibilidad. Estas premisas luego se repetirán mucho, rara vez aportando algo novedoso. Y en cuanto a los protagonistas, el carisma de estos brilla desde el primer momento, con unas personalidades y relaciones muy llamativas que te enganchan incluso en las historias menos logradas.

Se hizo evidente que la posición de algunos personajes no fue la más acertada e hicieron algunos cambios en cuanto enfocaron la segunda temporada. Geordi es presentado aquí como timonel, pero el puente de mando está sobrecargado mientras en ingeniería tiran de personajes extras y excusas para que otros bajen allí, así que el siguiente año aparecerá como jefe de ingenieros sin más rodeos. Worf empieza como el alienígena de turno, pero su situación no queda clara, no es el tipo raro que debe adaptarse, lugar que ocupa Data, sino que empieza como segundo de Tasha Yar, la jefa de seguridad y encargada de la consola de combate, lo que es redundante y por ello estaba quedando relegado. Por suerte para él, la actriz abandona la serie al final de esta etapa y Worf toma su cargo y poco a poco adquiere mayor protagonismo, llegando a ser el personaje que más evoluciona o al menos el que más experiencias fuera del trabajo tiene.

En el aspecto visual sí habrá mejoras más importantes conforme avanza la serie. En cuestión de dirección es perdonable porque, como es de esperar, en el primer año falta práctica y dinero, y realmente sólo unos pocos capítulos acusan deficiencias dignas de mención, el resto ofrece un acabado excepcional, con un estándar de calidad impropio para una serie de la época. Donde sí falla ostensiblemente es en una fotografía que acusa una iluminación que se quedaba vieja en esa época, pues era muy de la línea de la original, con focos puestos de mala manera, de forma que hay sombras por todas partes, incluyendo los rostros de los actores. Tampoco en el vestuario empezaron con muy bien pie. La caracterización de culturas alienígenas no ha envejecido bien, y para los principales diseñaron unos trajes elásticos un tanto cutres, que parecen pijamas, y que resultaban muy incómodos a los actores. En la tercera temporada, cuando Rick Berman toma el control de la producción, cambian ambas cosas muy para mejor.

La banda sonora se puede decir que tampoco se modernizó, optándose por una orquesta clásica en vez de la electrónica cada vez más asociada a la ciencia-ficción. Pero fue todo un acierto, porque los dos músicos principales, Dennis McCarthy y Ron Jones, ofrecieron una música versátil y con personalidad. También hay capítulos o tramos donde está menos conseguida por las prisas, pero nunca como para lastrar el relato seriamente.

CAOS TRAS LAS CÁMARAS

Como comenté en el apartado de la introducción, la producción fue un caos. Los guionistas, productores menores y otros puestos técnicos seleccionados por el propio Gene Roddenberry entre colaboradores de La serie original, como David Gerrold y D. C. Fontana, o que entraron nuevos por su amistad, como Tracy Tormé, trabajaron con pasión en la creación del concepto de la serie y el universo imaginario, pero pronto acabaron enemistados con él por sus abusos laborales y personales, acrecentados por sus excesos con las drogas, y fueron dejando la serie. Destacan Robert Lewin, que en la primera mitad del año ejerció de productor y jefe de guionistas y desarrolló algunos de los mejores capítulos, pero tiró la toalla al final, y Tormé, que lo hizo al principio de la segunda etapa, pero dejó huella con las ideas atrevidas y algunos grandes capítulos.

Los relevos tampoco duraban mucho. Entre ellos resuena Maurice Hurley. Era otro amigo cercano del creador, y llegó poco antes de la mitad de temporada para tomar las riendas como jefe de guionistas, aunque no caía bien en el set y pronto empezó también a chocar incluso Roddenberry, y acabó partiendo en la segunda etapa.

SU PROPIO ESTILO, SUS PROPIOS FALLOS

Heredado de la serie clásica, la mayor parte de los episodios comienzan con una introducción narrada señalando dónde está el Enterprise y cuál es su misión, y enseguida se presenta el conflicto, entrando así de lleno en materia sin necesitar varias escenas para situarnos. También hay narración a modo de resumen tras los fundidos en negro donde iban las pausas publicitarias, simulados como entradas del diario de la nave por parte del oficial al mando. Si bien denotan la estructura narrativa obligada para la televisión, no suelen resultar muy cargantes ni parecer una narrativa anticuada, pues más que resúmenes son formas de acelarar los cambios de acto aportando también información y planes nuevos.

Aunque por el caos de los inicios de la producción algunos de los primeros capítulos quedaron algo cutres (Código de honor, Puerto) y otros vieron algo limitado su potencial (El último baluarte, Soledad en compañía), la maduración respecto a la serie madre se nota pronto, las bases del universo imaginario están mejor establecidas y son evidentes las mejoras presupuestarias y por tanto visuales. En el rango de historias empieza muy cerca de aquella, casi podemos decir que no se atreven a correr muchos riesgos, de hecho, el guion de El presente inexorable es una especie de continuación/remake de Horas desesperadas (106), y Un periodo de tiempo demasiado corto bebe mucho de los capítulos tipo Un lugar jamás visitado por el hombre (101). Pero pronto empieza a buscar sus propias historias de exploración (Donde nadie ha podido llegar), de choques culturales (Soledad en compañía, Ángel Uno), retos científicos y éticos inesperados (Números binarios, Suelo habitado) y conflictos con entes asombrosos y peligrosos (Datalore, La piel del mal).

Paulatinamente presentan las nuevas ideas que expandirán el universo. Las tramas iniciales de la holocubierta (El gran adiós) y Data (Datalore) no son redondas pero sientan unos precedentes para que en próximas temporadas las traten más a fondo. Las razas secundarias importantes van haciendo acto de presencia, siendo algunas nuevas y otras que apenas tuvieron desarrollo en la original: Los klingon (Corazón de gloria), los ferengi (El último baluarte, La batalla) y los romulanos (La zona neutral). Y hay unas pocas ideas de ciencia-ficción bastante complejas para la época: Números binarios trata informática avanzada cuando prácticamente nadie tenía ordenadores en casa, La zona neutral y Simbiosis parecen sacados de novelas del género.

La nueva generación no muestra todavía una inventiva que rivalice con la revolucionaria serie original, pero resulta una extensión y actualización bastante buena, deja ver muy pronto su propia personalidad, sobre todo en el grupo protagonista. La combinación de exploración y retos científicos con dramas y dilemas éticos de gran calado es fascinante, y todo se pone sobre los hombros de unos personajes con enorme magnetismo. Por ello es una obra muy perdurable en el tiempo, es decir, envejece bastante bien si exceptuamos los cutrecillos primeros episodios.

El estreno fue un éxito, con audiencias notables, más tratándose de un género minoritario, y produjo gran rentabilidad gracias a emitir directamente en sindicación y a las ventas de derechos al resto del mundo. El fervor trekkie se mantenía vivo gracias a las películas de la tripulación original, pero La nueva generación lo llevó a donde nunca antes una serie había logrado llegar.

Tras el salto encontraréis el análisis por capítulos.
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